Hay datos que espantan, en sus buenos momentos la caficultura colombiana llegó a tener 680.000 productores, pero con el correr de los años todo dio un vuelco, los desafíos fitosanitarios estaban a la orden del día, la inestabilidad económica campeaba y para rematar, un tres de julio de 1989 se desplomó el Pacto Cafetero, un lunes para el olvido porque ello implicó el rompimiento del acuerdo de cuotas, ese convenio que durante cerca de treinta años reguló el mercado, controló la oferta y permitió que los cafeteros del mundo tuvieran precios justo y tranquilidad financiera.
Lamentablemente nada es eterno y el pacto que nació en 1962 cayó y dejó el mercado abierto a merced de especuladores y empresas multinacionales que sacaron todo el provecho de una situación muy dura que transformó la caficultura local y global, pero asimismo la economía.
Del café es grata su historia pues empieza a contarse con la comunidad jesuita en 1730, las exportaciones arrancaron por la Aduana de Cúcuta en 1835 y el gran paso en despachos al exterior se dio en 1870 cuando el país pasó de 60.000 a 600.000 sacos de café arábico suave. En ese compendio ingresa la creación de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, FNC, en 1927, luego aparece el servicio de extensión en 1959 y muchos hechos corporativos en torno a la siembra de café, una federación que si bien creó cédula cafetera y abrió un portafolio estimable de beneficios, no incluyó a la totalidad de los labriegos dedicados a la siembra que según los conocedores se les debe a los neerlandeses que llevaron la planta a Surinam, luego los francés la trasladaron a Suramérica en el inicio del siglo XVIII más exactamente a Colombia y Brasil.
En el siglo XIX el café ya era muy importante en el mercado internacional que vio marchitar a mediados de la época la oferta cafetera del principal productor internacional, Ceilán, actualmente Sri Lanka, región que fue devastada por los inclementes embates de la roya.
Es bien notorio que la caficultura no la ha tenido fácil, fue maltratada por el mercado, pero también destruida por guerras, clima y nuevas enfermedades. Actualmente hay un mundo con ganas de generar sinergias, de fortalecer alianzas y retomar no un pacto, pero si acordar mejores tratos expresados en remuneración decente, rentable y consistente que haga del cultivo del apreciado grano una actividad sostenible.
En charla con Diariolaeconomia.com, el Director Ejecutivo Nacional de Dignidad Agropecuaria y Vocero de Dignidad Cafetera Oscar Gutiérrez Reyes, aseguró que si algo debe corregirse en Colombia es la estructura general de la caficultura porque hay en promedio entre 548.000 y 562.000 productores, pero de esa cifra la cantidad de labriegos que tienen menos de una hectárea es de casi 300.000, algunos hablan de 296.000, quienes tienen entre una y tres hectáreas también implica una situación compleja porque agrupa más de 120.000 cafeteros, de tres a cinco hay otro número importante como pasa en la franja de productores que siembran entre cinco y diez hectáreas que podrían ser 13.000 y finalmente hay 4.000 con más de 10.000 hectáreas, luego pretender una caficultura con cafetaleros de una hectárea y con un promedio de producción del orden de 16 cargas por hectárea, dato de 2023, es asunto bien complicado habida cuenta que 160 arrobas en donde eventualmente los productores ganen 20.000 pesos por decir algo, la cuenta daría 320.000 pesos anuales, un ingreso con el que no pueden vivir, mejorar su cafetal, innovar y menos sostener a sus familias.
Evidentemente, expuso el vocero, hay en el sector unos cafeteros que producen muy poquito, pero juntando los 300.000, cada uno con 16 cargas, generan un volumen ciertamente importante, pero hay que decir sin temor a errar que se trata de un archipiélago de productores, teniendo en cuenta que en esa franja existen otros agricultores que producen menos porque el promedio es 16 o más, pero están los registros que dan cuenta que algunos cafeteros obtienen diez cargas por año de café pergamino, en otra orilla, anotó están los de 25 y 30 cargas de grano arábica por hectárea, es decir aquellos que tienen mayor capacidad económica, técnica y más palos sembrados, predios con más de 5.500 árboles por hectárea que es el promedio nacional.
“Esa mirada de las cifras citadas llevan a concluir que con menos de tres hectáreas y con una productividad superior a 16, mínimo de 20 cargas, en momentos en que puedan ganarse 200.000 pesos por carga y si producen tres hectáreas son 60 cargas, cabalmente 600 arrobas lo que les significa una utilidad de 1.2 o 1.5 millones de pesos, que tampoco es gran cantidad de dinero, pero ayuda para sobrevivir.
El café necesita más tierras
Un gran inconveniente, aseveró el directivo, es que la cantidad de tierra es escasa y quienes tienen más suelo disponible para la caficultura son tremendamente indispensables porque generan empleo para quienes tienen muy poquita tierra y allí es visible que existe un tejido social puesto que hay unos cafeteros con tres, cinco o diez hectáreas que requieren determinada cantidad de trabajadores que generalmente son los que siembran en una hectárea o en hectárea y media, pero que deben buscar ingresos adicionales porque la finca por si sola nos les da para trabajar todo el año en sus dominios y por eso se ven obligados a buscar empleo como recolectores.
Allí, dijo Gutiérrez hay un número importante de obreros agrícolas que no tienen absolutamente nada distinto a su fuente de trabajo que al alquilarse les garantiza algún estipendio.
“En esa condición ha estado nuestro café que sigue mermando pues sigue cayendo el área cultivada, hay que recordar que hubo registros de 680.000 productores hace años, pero que con el problema de las herencias, las dificultades en la repartición de tierras y otros aspectos, llevó a que muchos migraran o sembraran en minifundios o microfundios y ese es un primer aspecto que debe tenerse muy en cuenta, el cómo es la tenencia, la distribución de la propiedad, cuanta es la productividad por hectárea y el precio que no es definido por los caficultores sino determinado en la bolsa de Nueva York que es de especulación en donde la línea de oferta y demanda queda rezagada por el alto impacto de los especuladores en vista que pase lo que pase sube y baja como ha pasado con el café colombiano que en los últimos cinco días bajó en promedio 21.000 pesos por arroba y 210.000 pesos en la carga”, declaró el señor Gutiérrez Reyes.
Los agentes en el mercado bursátil de la “Gran manzana”, puntualizó Gutiérrez, sencillamente especulan, conjeturan que habrá invierno que sucederá una cosa y la otra, hablan, dijo, de la guerra así como de una serie de temas y factores, todo dentro de un mercado propio de los especuladores porque realmente en la bolsa de Nueva York, el café físico negociado es nada pues lo que realmente se transan son papeles que dicen que con eso se reclama el grano en determinado sitio y lo que sucede es que los jugadores bursátiles venden 10, 15, 20 o 50 veces el mismo papel y nadie va a reclamar el café que se supone está expresado en el documento.
A eso hay que agregarle un factor conocido como diferencial cafetero que es una especie de prima que les pagan a los productores por la calidad que también sube y baja, estuvo en un tiempo cercano a los 80 centavos y bajo a 10, 12 y 15 centavos porque bajó el precio en general como si la prima no fuera un premio al atributo sino una liquidación ligada al juego especulativo existente, algo que muestra fríamente que la cotización bajó y listo, no importa a quien esa estratagema se lleve por delante.
Para acabar de completar, la otra variable es la tasa representativa del mercado TRM, es decir la cantidad de pesos por dólar que reciben quienes exportan café, indicador que hoy está por debajo de los 4.000 pesos, algo preocupante porque hace un año estuvo cercano a los 5.000 pesos y esos factores llevan a un precio raquítico que toca el millón seiscientos mil pesos, casi lo equivalente a los costos de producción o que en el mejor de los casos les remunere 100.000 pesos por carga, pero si es un productor de 16 cargas, se está ganando 1.6 millones de pesos al año, es decir que no se ganan ni 200.000 pesos mensuales.
Es por eso que la insistencia de Dignidad Cafetera con el precio tiene que ver con que se hagan los cálculos sobre la base de los costos de producción, de las realidades que se viven en Colombia y que haya una política que enfrente a las multinacionales porque cuando se miran los precios en el universo histórico y se sitúa en 1983 cuando se hizo el último acuerdo de cuotas, todos los que estuvieron en ese convenio definieron una franja de precios entre 1.20 y 1.40 dólares, ahora bien traer ese precio a costos presentes, devaluación en Estados Unidos y otros ítems, daría entre cuatro y 4,50 dólares la libra, pero al país cafetero le pagan dos o algo más 2,10, 2,20 o 2,30 y eso muestra una diferencia bárbara que hace mucho más millonarias a las multinacionales y más pobres a los caficultores del mundo.
Un punto a tener en cuenta explicó El Director Ejecutivo Nacional de Dignidad Agropecuaria y Vocero de Dignidad Cafetera es que la caficultura de Colombia es muy distinta a la de Brasil, país en donde un productor de 500 hectáreas que siembra en tierras planas, tiene el cultivo mecanizado y fumiga con avioneta también está en dificultades, si bien la relación es muy distinta la que ellos tienen frente a la colombiana y a eso hay que agregarle problemas de plagas como también de clima porque un verano muy intenso no deja crecer el fruto y tan solo permite recolectar el famoso café “averanado”, dicho de otra forma, pasillas que las pagan todavía peor.
Tremendo coco es controlar plagas como la broca, cosa seria pues si bien hay un 85 por ciento de cafetales sembrados con variedades resistentes a la roya, no se lanzó aún ninguna que aguante los ataques de la broca, insecto complejo de controlar en tiempos secos.
Un hecho real, precisó Gutiérrez, es que un pequeño caficultor debe trabajar en su propiedad, pero igualmente cierto es que debe comer en esa semana. El experto afirmó que el hecho de que no pague un salario no quiere decir que no debe comprar comida para los siete días en referencia y lamentó el hecho que el cafetero no tenga un sueldo, asunto más duro cuando la tierra sembrada es más grande y el agricultor debe llevarse a sus hijos y a su esposa para que ayuden con la dura tarea de recolectar.
Hay de por medio un montón de costos y viene una reforma laboral que obliga a que se pague salud, pensión y riesgos profesionales, algo con lo que el contertulio está de acuerdo solo que es consciente de la dificultad que tienen los caficultores y los agricultores de cualquier sector para poder pagar esas prestaciones sociales, el asunto no es poner la ley, el tema es que esta se pueda cumplir. Es triste, pero un cultivador de café no tiene para pagar su pensión y como es apenas consecuente, su venta no le da para cubrir la de los trabajadores, eso sí dejando claro que el ejemplo aplica para los que tienen dos o tres hectáreas que contratan cuatro o cinco trabajadores para cosechar el café o realizar otras labores en la finca.
Por muchas razones proyectar el futuro de cómo debe ser la caficultura colombiana parte de plantear un debate muy serio y es cuál debe ser la unidad mínima de producción para sostener el cafetal, al productor, a su familia y pagar las prestaciones de los trabajadores, un cúmulo de aspectos que deben mirarse puesto que con tres hectáreas y las obtenciones citadas, los caficultores no son capaces, hay que meterle a juicio del analista, cuatro o cinco hectáreas.
Es urgente resolverle el problema al cafetero y darle cinco hectáreas para ver de qué manera solventa las dificultades. El conocedor enfatizó que la caficultura necesita tierra óptima la cual está lista en las zonas productoras de grano porque no todos los predios de la zona cafetera están sembrados con café, ello porque muchos se salieron de la actividad y se pasaron al aguacate Has, ganadería, frutales, cítricos, granadilla, gulupa y otros productos de alta rentabilidad porque como en todo, la gente se cansa de perder plata. Lo tenaz es que muchos encuentran la forma de apartarse pues si quieren aventurarse con dos cosechas de maíz anuales, no tienen a quien venderle el alimento porque lastimosamente el grano destinado a la alimentación de los colombianos es importado en un 80 por ciento gracias al tratado de libre comercio, TLC.
“En Colombia la gente no siembra lo que quiere sino lo que el mercado le deja sembrar y el café así a muchos no les guste, tiene un mercado y una garantía de compra”, acentuó Gutiérrez Reyes.
Hay sendas diferencias, al caficultor por vender una libra de café suave le pagan algo más de dos dólares, pero la pasilla barata que tuesta la industria con todo y los riesgos que implica para la salud, vende a más de cuatro dólares, algo absurdo dejando claro que son dos negocios distintos, el uno producir grano excelso y el otro industrializar.
El problema bien grave es que si Colombia quiere industrializar café de calidad a gran escala, no tendría quien absorbiera un mercado de valor agregado, seguramente diseñado solamente para venderse a manera de commoditie, como materia prima pues quienes añaden valor son otros, verbigracia alemanes, suizos, belgas y estadounidenses.
En su diálogo, el directivo dijo que la cantidad de café procesado que ingresa a Estados Unidos es mínima, casi que nada porque ellos entienden que si simplemente compran café verde, lo tuestan, lo muelen y lo empacan en presentaciones de vidrio, hojalata, papel, cartón y otras opciones lo venden mejor porque todo lo que hacen es valor agregado, un negocio que jamás cederán lo que explica porque no comprarían café colombiano procesado.
Actualmente, apuntó Gutiérrez, hay empresas colombianas vendiendo café con valor agregado en pequeñas cantidades, por ejemplo Luker comercializa café en mezcla, lo propio hace Nacional de Chocolates y Nutresa. Marcas como Sello Rojo y Águila Roja están exportando café procesado a Centroamérica, Argentina y otros mercados y ganan apostando por pasillas importadas, todo porque el café es un negocio de mezclas, no en vano el 85 por ciento del café que se comercializa en el mundo, llámese solubles o tostados y molidos, son mezclas de robusta y arábico, pero allí cada empresario quiere sus calidades en la mixtura que lo hace diferente al de su competencia, aunque al final, consideró Gutiérrez Reyes, todo esos solubles son más o menos la misma cosa.
Esas combinaciones de café involucran robustas brasileros o de Vietnam con arábicos de Centroamérica o Colombia, igual hay granos de Ecuador, Perú y México, como quien dice que pretender industrializar el café colombiano para tomarse el mercado mundial de solubles es imposible, un cuento que le cabe al que no conoce del sector y de la cadena como tal. A esos que manejan el mercado mundial, las mezclas y las mismas marcas, subrayó el versado, esa invención no se la pueden meter y el riesgo que se corre es mucho porque se están generando ilusiones frente a un montón de cafeteros de que esa es la salida.
“Hay productores que procesan su café y el de algunos allegados, tienen familiares en el extranjero y mandan unas cuantas libras lo cual está muy bien, a eso no me opongo, es bueno que promuevan sus marcas y que hagan un buen trabajo, pero pretender que once millones de sacos o doce, trece o más salgan añadiéndoles valor es difícil, habría que subir dado el caso a 1.2 millones de hectáreas, 400.000 hectáreas más, una tercera parte adicional del café que producimos, es decir, un aumento de 3.5 millones de sacos lo que a su vez implica subir a 15 millones de sacos, el asunto es que si se producen mayores volúmenes de café, menos procesados se enviarán al mercado mundial”, explicó Oscar Gutiérrez Reyes.
Multinacionales deberían pagar pensiones de los pequeños productores
En café, recalcó el vocero de Dignidad Cafetera, es necesario una serie de análisis con toda seriedad pues no se trata de echar cháchara por echar cháchara, hay que sentarse sensatamente, comentó, porque la idea es resolver el tremendo chicharrón.
Hoy por hoy hay una realidad manifiesta y es que el país tiene unos caficultores con ingresos miserables, raquíticos e insuficientes mientras que las multinacionales son día a día mucho más ricas e indolentes puesto que omiten la tragedia del campo y el hambre de muchos, simplemente porque necesitan ganar más y más.
En una reunión que hubo hace unos años en la Organización Internacional del Trabajo, OIT, Gutiérrez les propuso a los directivos del organismo rubricar un acuerdo para promover que las multinacionales pagaran la pensión de los trabajadores y a los caficultores de menos de dos hectáreas o de tres hectáreas. La propuesta está sobre la mesa y la lora se sigue dando, a la última reunión, manifestó el dirigente, asistió la agregada laboral de Estados Unidos y el representante de la Unión Europea en Colombia, compradores de café, multinacionales y otros.
El asunto, reflexionó Gutiérrez, es que debe aplicársele un impuesto a la industria para cubrir el pago de pensión, un rubro distinto y aparte que no esté atado al precio y que no se lo puedan descontar al mismo productor, pero esta iniciativa es sin duda una batalla muy complicada y si el gobierno no se mete pues mucho menos futuro tendrá de prosperar.
Para lograr derechos es necesario la unión de la caficultura global, afianzar un bloque cafetero que le exija a las multinacionales y las lleve a negociar porque es injusto que esas transnacionales ganen tantos millones de dólares con cargo al hambre y el sufrimiento de los cultivadores. En Brasil Gutiérrez asistió a un evento en donde en medio de la soledad sacó una pancarta que decía “las multinacionales hambrean a cafeteros”. Ese mismo día el directivo repartió una declaración en inglés y español.
Los últimos gobiernos no han movido un solo dedo, no han hecho absolutamente nada, es increíble que estando frente a Lula, Petro no haya dicho una sola palabra a propósito del crudo contexto de los caficultores. Es urgente, recalcó, salir masivamente a exigir, pero al unísono con los cafeteros del mundo, es necesario seguir de pie porque como dicen algunos, luchar si sirve.
“Los caficultores seguimos dando la pelea, pero tristemente no hemos podido encontrar un gobierno ni en Brasil, tampoco en los centroamericanos. Lo último que planteamos fue crear una organización internacional de productores de arábica, pero los grandes jugadores pasan por debajo de la cerca y no paran bolas porque están amañados con las multinacionales, seguramente porque dan bonificación, algunos productores creen estar en zona de confort, pero no saben todo lo que dejan de ganar. Es tan turbio todo que el Gerente anterior de la FNC es o era parte del consejo de Nestlé y su división Nespresso, hágame el favor”, señaló Gutiérrez Reyes.