La caficultura, una labor dura y retadora que se desarrolla hace más de tres siglos en Colombia y una siembra posiblemente descubierta accidentalmente en Etiopía por allá en el siglo XI, no deja de ser compleja y de alto riesgo por factores trascendentales como mercado, líos fitosanitarios, guerras y clima. Desde 1720 arribó a América, en ese mismo periodo llega a Colombia, pero se afianza como sector económico en 1835, en pleno auge del siglo XIX cuando se hacen las primeras exportaciones por la aduana de Cúcuta.
Algunos documentan que el café llegó inicialmente de las Antillas a Santa Marta, pero igual hay registros que revelan que la planta hizo su primera parada en Popayán en 1736, ciudad blanca a donde los clérigos las consignaron en un monasterio que sirvió de sitio de siembra. Con los años esa planta de frutos rojos prosperaba en distintas fincas del país con climas bastante particulares y generalmente con ambientes de montaña. Sin embargo el tema no acaba allí, otros defienden la teoría que la planta se sembró de manera incipiente en Salazar de las Palmas en Norte de Santander, un momento apoteósico cuando el sacerdote Francisco Romero hizo crecer los cultivos en 1835 al cambiar pecados por área sembrada, la penitencia fue vital en los orígenes de una caficultura robusta y exportadora, pero igual en la expansión de las plantaciones cafeteras que en 1850 ya estaban en Cundinamarca, Antioquia y el colonizado departamento de Caldas, una actividad que le dio soporta económico a la Colonización Antioqueña.
Esta historia la hemos narrado siempre, pero es necesario para ubicar los inconvenientes del café, en principio hay que decir que la primera prueba de fuego de la importante siembra se dio con la Guerra de los Mil Días que se llevó a cabo entre el 17 de octubre de 1899 y el 21 de noviembre de 1902, al finalizar este conflicto, la caficultura quedó arrasada, destruida y fue necesario empezar de cero.
Allí se midió el empuje y la resiliencia de los caficultores que paulatinamente fueron retomando las siembras para no solo recuperarlas ya que se llegó a una producción en 2010 de cerca de 600.000 sacos para crecer inclusive en medio de la Gran Guerra pues antes, en 1909 subieron los precios y los caficultores se animaron, baja el valor con la primera Guerra Mundial para luego volver a repuntar. Fue tan llamativo el arranque del siglo XX que entre 1915 y 1917 la cosecha colombiana de café alcanzó los 800.000 sacos de sesenta kilogramos por año. Analistas de la época destacaron que en 1924 las exportaciones cafeteras significaron el 80 por ciento de las exportaciones totales del país.
Un factor determinante en la mayor dinámica de las ventas de café y otros productos a comienzos del siglo XX fue la construcción y ampliación de la red ferroviaria porque conectó ciudades y zonas de producción con puertos y facilitó los temas logísticos, con los años algunos intereses que iban sobre ruedas marchitaron el ferrocarril para darle rienda suelta a los camiones y el costos transporte por carretera, una muestra adicional que los colombianos han carecido de visión y han hecho muchas cosas al revés.
Hoy Colombia tiene 540.000 familias cafeteras en promedio que siembran grano excelso en 931.746 hectáreas. Actualmente el país tiene quince Comités Departamentales y 366 municipales El año anterior el país produjo 11,35 millones de sacos de sesenta kilogramos, aunque en principio se hablara de una recolecta de 10,6 millones de sacos.
Según la Federación Nacional de Cafeteros, FNC, el año cafetero 2022-2023 cerró con un déficit de 3.16 millones de sacos de 60 kilos. La producción mundial del bebestible llegó a 167,07 millones de sacos, una cifra que no cubrió con suficiencia el consumo. La papeleta la salvó Brasil que pasó de una cosecha de 53,5 a 61,5 millones de sacos. Hay que decir que el café no la pasó bien por temas climáticos y dificultades con la compra de fertilizantes.
Si bien en Colombia el 2024 iba bien y con un buen ritmo de crecimiento, una cifra que en marzo pasaba de los 5.5 millones de sacos midiendo el año cafetero 2023-2024, la situación cambió por el intenso verano que golpeó el café y dañó las expectativas de renta. El asunto puede ilusionar con las lluvias de abril y mayo pues ese 16 por ciento de repunte mejoraría si el entorno atmosférico se sostiene y da para retomar obtenciones importantes ya que el café es vital no solo en lo económico sino en el desarrollo social, de hecho, gran parte del avance del país se le debe a la caficultura, gremio visionario que tuvo empresas y firmas que fueron marchitándose, en algunas ocasiones por capricho del Estado.
El caficultor y analista cafetero Jorge Enrique Montenegro Polanía le dijo a Diariolaeconomia.com, que hoy la caficultura se mueve sobre ejes de incertidumbre por la situación del país, asuntos geopolíticos y el cambio climático que pasa facturas con inviernos prolongados con La Niña o veranos complicados que conllevaron a una disminución alarmante en la producción, pero lo más apremiante, castigaron la calidad del café.
Hoy el mercado está en gran parte del territorio, ofreciendo un grano “averanado”, es decir de mala calidad, con menores volúmenes y peso inferior, dicho de otra manera, se vieron afectados por los climas calurosos calidad, cantidad y atributos, un golpe al factor de rendimiento y por consiguiente a la rentabilidad puesto que se necesita más café de buenas condiciones para ajustar los volúmenes trazados por el gremio cafetero para la exportación.
Esa situación, explicó el conocedor afecta la economía de los productores a quienes se les paga menos por una condición climática que daña los frutos y rebaja el ingreso, una situación difícil, demasiado compleja para el caficultor que pide a gritos soluciones y liderazgo desde la militancia de las autoridades gubernamentales, institucionales y gremiales que permitan dar una respuesta y generar alternativas de apoyo al caficultor sumamente impactado por el clima.
En medio de todo y los riesgos que genera el tiempo cambiante y extremo, Montenegro Polanía expuso que en roya hay en Colombia una mitigación muy grande porque hay en las distintas variedades resistencia a la enfermedad que suele exacerbarse en tiempos de lluvia, caso opuesto en verano ataca la broca dejando saldos muy adversos para el productor.
En esas instancias, apuntó el reconocido cafetero, es donde la institucionalidad que ha estado muy pendiente de la caficultura colombiana y el gobierno nacional deben hacer unas cuentas muy claras para determinar cual ha sido la afectación real en materia de las cargas de café que están vendiendo los productores toda vez que ya ha salido la cosecha y que se está ofreciendo para poder cuantificar e identificar con precisión el daño y así establecer la posible ayuda que se espera del gobierno y de la misma FNC.
Para Montenegro Polanía ha llegado el momento de sacar las cuentas, las sumas y restas puesto que ya está saliendo la producción y se está entregando el grano a los compradores de café, cooperativas, particulares y otros agentes. A la hora de hacer esos cálculos y balances debe haber toda la claridad, es decir en qué condiciones salió el café de las fincas en cuanto a calidad y cuál ha sido el pago frente a las afectaciones que haya podido tener el producto en los sistemas de compra y venta de café en su comercialización, todo para ilustrar de manera expedita qué está pasando con la entidad cafetera y por qué no tener en relación con esas cuentas, sumas y restas, un oficio dirigido al ejecutivo y a la misma FNC como institución, las circunstancias verdaderas en las que se encuentra el caficultor, seguramente para que de manera consulta y mancomunada se puedan dar opciones y posibles acciones que puedan aminorar cualquier situación que haya hecho mella en la actividad y en la rentabilidad que afecten la rentabilidad y el bienestar de las agricultor y de las familias cafeteras.
“Es importante, insisto, porque ya se está saliendo de la cosecha cafetera en departamentos como Nariño, Cauca, gran parte del Huila, norte y zona centro, pero igual en otras regiones, debe tenerse toda la información acopiada para saber el daño que ha sufrido la actividad cafetera tanto en los fitosanitario como en lo económico”, declaró el señor Montenegro Polanía.
Como suele pasar en todo comportamiento climático de extremos, habrá sin duda consecuencias en la producción cafetera y agropecuaria del país. A la fecha hay una buena producción de grano, pero esta cosecha deja ver un grano muy afectado por la sequía, condición que golpea la calidad del café, que, sin duda, no será la mejor, algo grave porque como se dijo afectará el volumen e incrementará la oferta de pasillas y cafés “averanados” que desde luego irán en detrimento del caficultor que tendrá menor ingreso y expuesto su bienestar. Es por eso, recalcó Montenegro Polanía, que es perentorio sacar las cuentas, tener claridad y cuantificar lo que está llegando a las cooperativas cafeteras del país y a los particulares. Estimó demasiado necesario analizar la calidad del grano ofertado o vendido y tener en el papel con toda la credibilidad, cuál es la dimensión real de la afectación, eso con el propósito de dar alternativas y suplir algunas necesidades nol solo del café, igual en otros renglones de la agricultura colombiana.
El destacado plantador, hombre que dejó una gratísima huella en el entorno cafetero reconoció que el primer foro de países productores de café, realizado en Medellín en julio de 2017, fue un espacio diseñado para la discusión de las problemáticas que afectaban y afectan a los productores del café alrededor del mundo. Una de las temáticas abordadas durante el foro, evocó, fue la volatilidad del precio internacional del café, la productividad del cultivo, el cambio climático y el relevo generacional, aspectos que siguen muy en boga.
Expresó que ese llamado y esa gran cita en la capital antioqueña fue un legado de grueso calibre y muy trascendental de la Federación Nacional de Cafeteros en la administración de Roberto Vélez Vallejo porque allí se pudieron conjugar iniciativas en donde los eslabones que componen la cadena, el productor, comercializador, transformador, exportador y consumidor pudieron ver los aspectos de un merecido gana-gana, un evento que orientó a una actividad para que se pudiera beneficiar, un legado iniciado por Colombia que tuvo eco y que no se puede perder, caso opuesto, opinó el experto, debe ahondarse sin pausa para llevar alternativas que le permitan a la cadena dentro de sus eslabones tener las mejores alternativas.
En ese sentido, expresó Montenegro, los productores están convencidos que la caficultura debe ser una actividad no solo productiva sino de calidad y para ello, explicó, el mundo del café y Colombia deben tener en mente unas iniciativas que necesariamente deben pasar por tres factores fundamentales, el primero, la caficultura como cualquier cultivo del agro se ve sometida a un tema de los sistemas de producción que deben estar acordes, obviamente, a las condiciones ambientales y que permitan contar con unos esquemas de obtención, no solo en materia de cultivo, en una muy buena productividad con calidad sino también en tecnologías que faciliten el beneficio de esa producción, tecnologías de punta, acordes y asequibles al caficultor con el propósito de ser competitivos.
“Hoy en día vemos que la tecnología en cuanto a equipos maquinarias y soluciones se refiere, no son posibles en gran medida para el agricultor, razón por la cual vemos una obsolescencia que no permite generar la dinámica de una mejor transformación del producto o de un mejor beneficio del fruto del cafeto”, señaló Montenegro Polanía.
En segunda instancia, a juicio de Jorge Enrique Montenegro Polanía, un factor fundamental además de los sistemas de producción acordes obviamente con los temas ambientales de acuerdo a los distintos escenarios, resultado de los cambios climáticos, es el capital de trabajo que les permita a los caficultores ser más productivos al implementar cultivos con mayores densidades, mejores variedades y con las óptimas condiciones, pero igualmente con maquinarias y equipos que ayuden eficientemente desarrollar el beneficio del grano y la respectiva transformación cafetera. En ese orden de ideas, manifestó el docto, el capital de trabajo es fundamental ya que todos en el contexto productivo han vivido del crédito y para eso propuso que los créditos para el sector cafetero deben estar supeditados al índice de precios al consumidor, IPC, algo constitucional en vista que este indicador lo toma el Estado colombiano, está definido por la Ley con el propósito de resolver o determinar varios aspectos, verbigracia el salario mínimo, es decir el IPC más la mano de obra cuando se sientan las comisiones tripartitas, gobierno, trabajadores y empresas para establecer el estipendio básico de los nacionales.
Para el capital de trabajo en los campos, y así poder generar los esenciales créditos, sería muy importante tomar el avalado IPC, indicador que si se tomara parea la vigencia de 2023 que fue de 10.3 en promedio el cual divido en 12 meses daría créditos aproximadamente del punto siete o el punto ocho, préstamos de verdadero fomento, totalmente acordes con el costo de vida.
“Ese es el capital de trabajo que requieren los cultivadores, los campesinos, los empresarios colombianos y por supuesto los caficultores, una gran alternativa de apoyo con créditos de total fomento y fácilmente pagables. Lo ideal sería que fueran rotativos en el tiempo de tal manera que esa condición de renovables que se pueda dar a través del pago por parte del agricultor, en este caso el caficultor, conlleve a una acumulación de recursos que puedan servir para distintos créditos, todo con facilidad de pago y así se puedan atender las necesidades que demandan los cultivos”, apuntó el versado.
Una tercera instancia, precisó, aparte de rendimientos, sistemas productivos y capital de trabajo, está la comercialización y transformación. Anotó que hay plena convicción que a nivel de Colombia y el mundo, la caficultura debe establecer unos costos de producción y sobre esos gastos de operación, poder tener opciones de rentabilidad para mantener la sostenibilidad en la actividad cafetera, que el mundo pueda reconocer y cuantificar en cuanto finalmente se vende a nivel del consumidor una libra o una taza de café y poder distribuir durante todo ese proceso, productor, transformador, comercializador, exportador y consumidor, con el fin de que esos porcentajes sean acordes a los diferentes eslabones de la cadena para que la actividad sea realmente llevadera así como razonable en todas esas etapas.
La idea es poder definir seguramente, cuáles son los costos de producción en la actividad cafetera del mundo y en los diferentes países auscultar la posible rentabilidad que se le puede reconocer al caficultor, ello para poder tener una comercialización que permita a su vez generar una industrialización porque cuando se miran las góndolas, una libra de café no deja de valer 30.000 o 32.000 pesos y el café per se debe tener su valor, pero la pregunta que surge es, ¿ese precio para quién es?, seguramente, afirmó el contertulio, para los almacenes de cadena mas no para el cafetero al que no se le paga bien su producto.
Anotó que cuando un caficultor hace las cuentas en aras de determinar cuánto vale una carga de café de 125 kilogramos que está rondando los 1.5 o 1.6 millones de pesos, puede fácilmente deprimirse al ver que al dividir la cifra en 250 libras hay una diferencia abismal entre el café de góndola con el que producen los campesinos, un negocio para supermercados y grandes superficies, pero igualmente para las grandes tiendas que lo comercializan.
Si bien es cierto existe hay transformación en una etapa del café la diferencia no compensa el arduo trabajo de quien a sol y agua trabaja el campo y justo sobre quien recae los devenires y dificultades que genera la caficultura porque hay líos con niño, niña, plagas, enfermedades o asuntos relacionados con inseguridad.
El caficultor insistió en la necesidad de definir tres aspectos fundamentales, sistemas productivos, que para Colombia están definidos en gran parte en lo que tiene que ver con la siembra, pero seguramente hacen falta más y mejores tecnologías asequibles para que el productor pueda ser más competitivo, capital de trabajo con el indicador IPC y una comercialización justa que permita reconocer que le corresponde a cada eslabón pues sin siembras no hay industria.
En opinión de Montenegro, cualquier reforma a la economía rural pasa por esos temas trascendentales y básicos pues es urgente crédito de bajo costo, herramientas para la competitividad y comercio bajo parámetros de equidad. Hoy en el Fondo para el Financiamiento del Sector Agropecuario, Finagro, o el Banco Agrario, expuso el conocedor, las tasas son de 2.3, 2.7 o 2.8 por ciento, unos créditos que no son de fomento, que no llegan en el momento en el que se necesitan, y que no son pagables por temas climáticos y otros aspectos.
El campo, enfatizó Montenegro Polanía, necesita liquidez, pero sin que genere problemas y que se pueda pagar de manera responsable pues la idea no es pedir plata regalada sino en condiciones, de verdadera facilidad y estímulo para reactivar el campo con innovación, adopción de tecnologías y lo mejor en maquinaria y equipos. Si no hay recursos y se adolece de crédito, obviamente no habrá como dar el salto en competitividad y productividad y si hay crédito, será complicado honrar a tiempo.
¿Es prudente seguir en la bolsa de Nueva York?
Los productores de café están agotados con el manejo del mercado por parte de los fondos de inversión y asimismo de una especulación dañina que afecta el ingreso de los caficultores en el mundo, una bolsa que no lee el mercado desde el sector primario, sino que privilegia la industria, llevando ruina, pobreza y las más precarias condiciones de vida a las familias que dejan el alma en cada siembra de cafetos.
Para dar el paso y salir de la Gran Manzana en donde mangonean con los precios es importante, a juicio de Montenegro, que los caficultores tengan una comunicación asertiva, una verdadera información y el deseo de todos los productores del mundo de poder tener una actividad que les sirva a los diferentes países y que en ese orden de ideas no haya diferencias o reyertas entre naciones cafeteras.
Añadió que las multinacionales, empresas, fondos de inversión y la bolsa de Nueva York, esencial en otros productos, buscando réditos para ellos enfrenten a los caficultores, lo que no es el punto y es donde debe haber una alianza muy grande y países como Colombia que tienen el liderazgo, no solamente por la calidad del café, sino por la confianza que ofrece la institucionalidad cafetera, pueda generar esa dinámica, eso sí acompañándose del gobierno nacional para que pueda haber misión en el exterior sobre la base de unas propuestas que permitan implementar unas acciones que logren la gran convergencia de caficultores y hacer que la caficultura se conjugue en un solo equipo para hacer valer el café, llamando la atención de los grandes comercializadores y transformadores del grano que al ver unidad en todo sentido, lo que incluye productividad y rentabilidad, hará de los productores un sector global sólido y sumamente fuerte ante las diferentes instancias que dependen del café, un mensaje igualmente importante a los mercados bursátiles que manejan los diferentes mercados de commodities.
Un tema a tener en cuenta es el efecto que el cambio climático pueda traer sobre la caficultura ya que los científicos hablan de nuevas plagas y enfermedades que podrían atacar los árboles de café. El inminente riesgo y esa evolución silenciosa de las patologías, obliga a tener un agudo ojo avizor para frenar a tiempo lo que pueda ser demasiado agresivo.
Eso lleva a pensar en algunos aspectos, de un lado la Unión Europea está pidiendo unos productos que tengan una connotación no solamente orgánica, sino que preserve el medio ambiente.
“Me atrevo a decir con el mayor respeto que seguramente que los países de la Unión Europea como probablemente los americanos que ya han generado una dinámica de consumir en gran medida los recursos naturales y nos ponen unas exigencias supremamente grandes a los países como los de América Latina o Asia que aún conservan los valiosos recursos, uno de ellos no deforestar lo cual me parece muy bien, así debe ser, otra petición es la de obtener de manera orgánica, sin embargo lo que se ve es que esos productos no los pagan bien y las exigencias de mantener la salud del mundo y salvar los bosques, el agua y todo lo relacionado con el planeta verde, no tiene una buena o consecuente compensación”, dijo el exdirectivo de la FNC.
Las tareas ambientales deben hacerse, los campesinos saben que es necesario cuidar fauna y flora, todo se ve en materia de buenas prácticas ambientales, lo que no se ve es una buena remuneración de ese bloque económico y político a la hora de absorber productos sanos y de elevada calidad.
El cambio climático, afirmó el amable caficultor, es una realidad, de todas las épocas y los más lejanos tiempos, pero una realidad amenazante que exige precaución y mantener las alertas encendidas. En café apuntó Montenegro Polanía, obliga a un buen manejo de los recursos naturales y a una buena compensación por parte de las actividades atadas a la caficultura.
Subrayó que por eso llegó el momento de cuantificar, de hacer sumas y restas sobre la base del café que está saliendo pues si bien la producción es buena lo preocupante es la calidad puesto que los cultivos se han visto afectados por el verano y eso hace que haya más oferta de pasillas y cafés no muy buenos que de producto excelso para exportación.