El día del trabajo es toda una dicotomía por cuanto no se sabe si celebrar una condición del derecho fundamental o la triste conmemoración de la masacre de trabajadores en Chicago por allá en 1886 cuando pedían una jornada laboral de ocho horas, lo cierto es que cada año los trabajadores llegan a reivindicar derechos esfumados o arrebatados con la entrada en vigencia de un modelo económico que logró precarizar la condición obrera.
El capítulo Colombia y el mismo de América Latina parece una fotocopia porque el famoso consenso de Washington le dio poderes a los gobiernos para fortalecer las empresas con cargo a menores ingresos de los trabajadores, por lo menos esa es la queja de los últimos tiempos por parte de las centrales obreras.
Uno de los trabajadores consultados por este medio aseguró que la condición del trabajador es más que lamentable porque se trabaja muy duro, por muy poca plata, eso sin contar que se sacrifica tiempo familiar, de esparcimiento y hasta de prevención en salud. Dice este asalariado que muchas veces se siente como su sueldo, mínimo por el trato abusivo y grosero de su patrón o bajo de nota, pequeño en ilusión por la deuda que siente con su hogar y con sus metas.
“Hubo instantes en que fui feliz como empleada por mi condición de vendedora, pero mis compañeros del mínimo vivían a ras, sin plata, empeñando prendas y fiando alimentos básicos en la tienda de la esquina, eso fue muy complicado porque muchas veces no tenían para los medicamentos de sus hijos o para ir a comer un simple helado”, anotó Constanza, una empleada más.
Coincidencialmente a unas cuadras de su casa en el barrio Fontibón una empresa de toda la vida cerró sus puertas para siempre y los trabajadores en un abrazo sincero y de confraternidad se dieron el adiós, algunos con lágrimas en los ojos y otros con una sonrisa tenue que hacía pensar que les alegraba el cheque de su liquidación en la mano o el tiempo que le da la vida para estirarlo y sostener a su familia. “Esto es muy triste, una fábrica más que se cierra y el DANE feliz diciendo mentiras”.
El empleado, ese que madruga, que sale corriendo con un pan y algo de café entre pecho y espalda, ese que sale disparado para trepar como pueda a un bus está en vía de extinción, ya son menos los que trabajan porque son muchas las empresas que cierran o cambian de actividad económica. Para rematar el campo ya es del pasado, las manos sembradas en la tierra son historia y la crisis alimentaria pasa en los gobiernos como si nada, por debajo de la cerca. El empleo rural se fue de las fincas porque lo corrieron a bala, porque lo amenazaron o simplemente porque recoger hoja de coca es más rentable. La situación es tan dramática que no hay gente que recoja la cosecha cafetera.
En charla con Diariolaeconomía.com el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, Alejandro Pedraza, aseguró que desde la apertura económica y las decisiones de la Constitución de 1991, el trabajador entró en una etapa de precarización porque le quitaron de un raponazo lo que le quedaba con la reforma laboral del entonces presidente, Álvaro Uribe, y para colmo de males se firmaron acuerdos comerciales que le pusieron la moña a la tragedia social porque más personas tendrán menos empleo.
Agregó la Organización Internacional del Trabajo, OIT, y la misma Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, dan cuenta que la pobreza mundial sigue creciendo frente a la acumulación de la riqueza en apenas un 4.5 por ciento de los ciudadanos del mundo, cifra que también se refleja en Colombia en donde los pobres son inmensamente mayoritarios, la clase media apenas mantiene el estrato con el riesgo de caer en la pobreza y una clase absolutamente rica que no pasa del 4.5 por ciento, incluyendo a los que tienen el monopolio de la tierra. “Esto hace que Colombia figure como el tercer país de mayor inequidad social en América Latina después de Haití y Honduras a tiempo que irónicamente es la economía más estable y la de mayor crecimiento en la región y en el mundo”.
Para la CUT el primero de mayo será una vez más una fecha para rechazar la inequidad social y el modelo económico que excluye lo social, privilegiando los grandes monopolios como las multinacionales o los grandes ricos que controlan el país económicamente hablando como la banca y las comunicaciones por citar un ejemplo. Las centrales anunciaron una gran movilización en respaldo al paro nacional del Magisterio, a la huelga que se cumple en Cerromatoso y toda la persecución que dicen hay en Ecopetrol. “Esta marcha también se solidariza con los campesinos y con los indígenas que son totalmente excluidos como trabajadores en su propio espacio. También rechazamos el nuevo Plan de Desarrollo que hace curso en el Congreso y que trae más de una sorpresa para el colombiano de a pié”.
Como las Acacias, se marcharon para siempre
Hace unos años el dueto de Silva y Villalba conmovió al país bohemio con el tema “Las Acacias”, pareciera como si ese tema lo hubiesen compuesto en estos tiempos aciagos de proscripción, olvido y desplazamiento.
Es cierto, al mirar la casa campesina se puede decir textualmente que ya no vive nadie en ella y que a la orilla del camino, silenciosa está la casa. “Se diría que sus puertas se cerraron para siempre, se cerraron para siempre sus ventanas”.
La CUT manifestó su preocupación por la situación campesina, por la decadente economía rural en donde no hay quien trabaje porque hay de todo menos renta y como si fuera poco el gobierno autorizó ingresos crecientes de alimentos, desestimulando las labores del campo.
Pedraza informó que Colombia tiene un desplazamiento de 4.9 millones de personas campesinas lo cual hace parte de la población de Uruguay. “Esa población está desplazada por la violencia y el despojo de las tierras, a eso se suma la ausencia estatal y la política de no estímulo al campo salvo que se trate de megaproyectos agroindustriales para convertir a los labriegos en empleados mal remunerados quitándoles el derecho al trabajo por la seguridad alimentaria.
Para el señor Pedraza, Colombia está dejando de sembrar alimentos para importarlos bajo el sofisma que con la sola minería se pueden sostener esas compras. Precisa que al país y al gobierno no les importa el campesino, el indígena o las negritudes que dan todo de sí para alimentar a las zonas urbanas.
Según el DANE, en Colombia hay 22´700.000 trabajadores activos, pero la CUT dice que de ese número el 63 por ciento es informal, es decir que no tiene contrato directo y sufre las consecuencias del peaje laboral en el sentido que cooperativas y bolsas de empleo le sacan provecho al empleado, haciendo del trabajo una mercancía porque le ofrecen a las empresas personal con un determinado contrato para luego quitarle entre el 15 y el 20 por ciento, haciendo de esta empresa leonina todo un negocio. “Eso lo prohíbe la declaración universal de los Derechos Humanos y la misma OIT que impide hacer del trabajo una mercancía. En Colombia el 57 por ciento de los empleados del estado son tercerizados, es decir que el estado no tiene autoridad política ni moral para exigirle cumplimiento al sector privado y por eso este terceriza cuantas veces le venga en gana”.
Cuestionó el activista el hecho de que el trabajo sea una condición indigna que golpea hogares y calidad de vida. Denunció que en Colombia y en América Latina se está imponiendo un sistema de contratación llamado basura que consiste en emplear trabajadores por día ganando 30.000 pesos en los sectores de servicios, de comercio y de gastronomía en donde se le ofrece al empleado o empleada un ingreso de 25.000 o 30.000 pesos diarios entrando a las ocho de la mañana y saliendo a las ocho de la noche. “Allí pagan a diario por caja y no tienen derecho a prestaciones sociales, seguridad social, cotización a pensión o a todo lo que obliga la ley. Eso pasa en los restaurantes del llamado corrientazo”.
La CUT se mostró molesta por la inclusión que hace el DANE a los rebuscadores de los semáforos en la lista mentirosa de empleados. “Es por eso que dicen que el empleo está creciendo, son unos mentirosos que maquillan la realidad lamentable de Colombia”.
Paz con barriga llena
Las Centrales obreras y la CUT puntualmente le dieron su espaldarazo a la paz, pero aclararon que esta solo es posible con justicia social, con empleo digno y con familias alimentadas. “Nadie piensa en paz con hambre, solo cubriendo lo básico es posible conciliar al país, pero con hambre es muy difícil”.
Sobre el paro del Magisterio, la Central Unitaria de Trabajadores, dijo que resulta el mejor ejemplo lo que pasa con el sector de la educación en donde se debe vivir del rebusque con post grados, doctorados y especializaciones para ganar 2.3 millones de pesos, los demás a duras penas llegan a 1.2 millones, escenario que resulta preocupante.
“Este no es un paro por el salario única y exclusivamente, se convocó también por el cambio en el modelo de educación al que no se le quiere medir el gobierno y por eso la educación no está dentro del Plan Nacional de Desarrollo, eso de que habrá más recursos en educación que en milicia es mentira, es pura carreta pre-electoral, por eso apoyamos sin ambages el paro legítimo del magisterio”, declaró Pedraza.
Invitó al gobierno a frenar los genocidios laborales en que incurren las multinacionales porque muchas obvian los planes de seguridad industrial, de medicina ocupacional, preventiva o del trabajo, es por eso que hay muchos trabajadores que mueren de cáncer y otras enfermedades.
No solo el carbón mata, también el plomo
Los trabajadores representados en la CUT dijeron que los atentados, los asesinatos y la persecución a los líderes sindicales no cesa pues así lo demuestran las infaustas cifras.
“El mensaje que daremos en la Conferencia próxima de la OIT en Junio es perverso, ya van más de 2.748 sindicalistas asesinados, esta cifra es solo de dirigentes de la CUT, es decir el 98 por ciento de los mártires sindicales lo cual es gravísimo a tal punto que un hecho de esos ya no es noticia, ya no importa”, aseveró Pedraza.
Mientras unos pocos llenan sus bolsillos de dinero hasta mas no poder, el 96 por ciento de los trabajadores colombianos salen desesperanzados a sus trabajos, unos en motocicleta, otros en bus, en Transmilenio, metro, bicicleta o como se dice comúnmente “A pata”. Parten a sus trabajos sin dinero, esperando cubrir recibos de servicios públicos, obligaciones de colegio, préstamos bancarios u otros parecidos, el gota a gota y demás egresos, entre ellos el de su “alimentación” porque en una coca plástica, en vista de que ya no hay que echarle a la otrora portacomida, va un poco de arroz, algo de lenteja y cuando se puede un huevo, porque la carne es prácticamente prohibida. Esos maltratados trabajadores siguen ahí, a la espera del milagro, de la mano en el corazón. Lo grave es que muchos quedaron en la calle, otros bajo las llantas de los buses o espetados por las armas criminales de las bestias que miran furtivas en la selva de cemento. Hoy la familia colombiana quiere creer en medio de la calamidad, pero eso solo será posible con más dinero en los bolsillos, no con los veinte mil pesitos de ajuste anual que se traga un recibo, y con mayor consideración patronal y del gobierno, pero no solo de la ilusión que da el chance, el Baloto, la lotería o el bingo.
“Gracias trabajadores y campesinos por hacer patria".