Sábado, 23 Octubre 2021 02:16

Cajas de compensación familiar, lo poco bueno que le queda a Colombia

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Cajas de compensación familiar, lo poco bueno que le queda a Colombia Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Es indudable que esta iniciativa de reconocer un subsidio familiar y atender frentes que demanda la sociedad para mejorar su calidad de vida, es un mecanismo que entró en el corazón de los trabajadores.

Históricamente, los trabajadores en el mundo han vivido en conflicto con patrones y gobiernos porque generalmente se habla de una alianza leonina y acomodada para evitar mejores condiciones a la clase obrera, sin embargo, algunos países han logrado romper con el paradigma y lograron acuerdos equitativos en la mesa tripartita, Estado, empresario y trabajador. El pacto funciona como un reloj al igual que la economía que garantiza ingresos, una demanda tranquila de bienes y servicios, factor vital en el crecimiento económico.

El sistema de compensación familiar tuvo sus orígenes en Francia, en el ocaso del siglo XIX, la iniciativa logró concretarse en 1891 tras la determinación del industrial León Harmel, reconocido por su espíritu cristiano y franciscano. Supo trabajar literalmente en equipo y por ello en 1883 decidió que los trabajadores ayudaran a trazar los lineamientos de disciplina al interior de las factorías. Pensando en la familia como primera institución y techo sagrado de los valores, le dio vía libre a unos fondos que fueron manejados por un comité de trabajadores.

Fácilmente se puede asegurar que el empresario León Harmel, fue el padre del consentimiento de auxilios o gratificaciones laborales en efectivo o en mercancías. En 1919 le correspondió al también empresario Emilio Romanet, viabilizar los subsidios familiares.

Para el capítulo Colombia todo comenzó en 1946 cuando la Ley 90 fundó el Instituto de Seguros Sociales que atendería salud y pensión, pero igual le dio vía libre para instaurar las Cajas de Compensación, que tendrían como fin la entrega de subsidios familiares que en la época era reconocido por algunos empresarios. Al final del día las famosas y anheladas Cajas no fueron erigidas.

En 1954 los industriales agrupados en la ANDI llegaron a un acuerdo con los Ferrocarriles de Antioquia mediante el cual se oficializaba una prestación social designada o conocida como subsidio familiar. Ese año la iniciativa cobró toda la fuerza y le dio pista a la Caja de Compensación Familiar de Antioquia, Comfama, la misma que pasó a la historia por ser la primera con personería jurídica que de arranque matriculó 45 empresas.

El General Gustavo Rojas Pinilla, al ser Presidente de Colombia en tiempos de la dictadura, expidió un decreto en 1956 para promover la organización voluntaria del subsidio familiar, dejando por fuera de cualquier impuesto el dinero girado a través de un cheque, iniciativa que colapsó por adolecer de asidero normativo.

Al irse del poder el General Rojas Pinilla, asumió el mando la Junta Militar que tenía a la cabeza al General Gabriel París. El 21 de junio de 1957 el gobierno de facto rubricó el Decreto 118, a través del cual se ponía en marcha una política integral de bienestar social para subsanar las grandes falencias en el pueblo que seguía impactado por la alteración del orden público y víctima igual de una inflación. El clero tuvo también influencia en las decisiones, ya que la Iglesia Católica exhortaba por el subsidio familiar a tiempo que demandaba del gobierno defender y patrocinar la educación básica técnica.

Gracias al momento, en medio de los grandes problemas de seguridad y tranquilidad, al parecer una herencia eterna, llegan los aumentos salariales, el subsidio familiar y ve la luz de la vida para fortuna de los colombianos, el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA, entidad de formación en donde participó activamente el sector privado, quizás uno de los mayores aciertos en la transición de la política social.

1957 fue un año trascendental en materia social porque desde el primero de octubre las empresas pagaban el subsidio familiar y el artículo 11 del recordado Decreto conminó a los empresarios a crear nuevas cajas de compensación, pidió afiliar a los trabajadores a las ya constituidas y apostar por mejoras en calidad de vida en cada uno de los hogares. La administración del subsidio y su efectividad pasó en 1963 a manos de las cajas de compensación.

En 1981 siguieron los cambios y la dinámica en la política de amparo social siguió siendo muy notoria. La Ley 25 redelineó las Cajas e instituyó la Superintendencia del Subsidio Familiar, en 1982, usando la Ley 21 el gobierno de turno hizo cambios al sistema de subsidio familiar.

Aparte del subsidio familiar, las cajas de compensación cumplen variadas funciones en favor del trabajador o afiliado como subsidio de vivienda de interés social, prestación de servicios de salud, subsidio de desempleo y ayudas a trabajadores que devengan por días, independientes y madres sustitutas.

Las Cajas de Compensación atienden un portafolio integral y esencial en el bienestar de la familia colombiana ya que participa en la construcción de vivienda, invierte en educación con programas que van desde el jardín infantil hasta los estudios universitarios.

Estas entidades son muy versátiles y por ello manejan con mucho profesionalismo el turismo, tienen dentro de sus activos EPS, reconocidas y afamadas IPS como también farmacias de gran formato. Atacan un frente importante como el crédito y algunas siguen manejando supermercados y tiendas en donde es común ver mejores precios de acuerdo a la condición social del afiliado.

 

Adriana Guillén Arango

 

En charla con Diariolaeconomia.com, la presidente Ejecutiva de la Asociación Nacional de Cajas de Compensación Familiar, Asocajas, Adriana Guillén Arango, indicó que es necesario y perentorio defender el sistema de Cajas ya que estas son el bordón de los hogares y prácticamente el único activo de las familias, que encuentran en este tipo de entidades, una respuesta inmediata e integral a las grandes necesidades existentes. Para la directiva, la enorme figura de atención social es sinónimo de alegría, bienestar, aprendizaje, recreación, salud y techo entre tantos beneficios.

La pandemia afectó todos y cada uno de los sectores de la economía y las cajas desde luego no fueron la excepción porque hubo cierre de empresas y negocios, factor que conllevó a un desempleo inimaginable, visto desde el punto de vista de la formalidad.

Apuntó la presidente Ejecutiva de Asocajas, que inclusive hubo líos con algunas actividades de las cajas de compensación familiar que solían financiarse con el rubro del cuatro por ciento mientras otras no. Explicó que frentes como recreación, turismo, deporte y cultura, son financiados con el aporte de los afiliados, pero igual a partir de las tarifas que pagan los usuarios, independientemente si son clasificación A, B, C o D, pero que resultaba esencial para cubrir las nóminas. Por efecto de la pandemia las actividades citadas cerraron absolutamente y los recursos del cuatro por ciento no se podían emplear para pagar obligaciones laborales.

 

“Esas nóminas se solventan con las tarifas, y el pago de los usuarios por los servicios referenciados, ayudan a capitalizar las actividades y el personal a cargo no se podía mandar a la calle. Ante el escenario, las Cajas tuvieron que hacer muchos esfuerzos para poder mantener a sus empleados, sobre todo los dedicados a la recreación, turismo, deporte y cultura”, aseveró Guillén Arango.

 

Cabe anotar que el aporte del cuatro por ciento que hacen los empleadores se distribuye de acuerdo a como la Ley lo establece y el porcentaje que queda para recreación, turismo, deporte y cultura, es muy bajo y por eso esas actividades deben ser financiadas igualmente a través del cobro de tarifas. Hay que agregar que las personas dejaron de utilizar este tipo de servicios, abandonaron por un largo tiempo las distracciones y los temas culturales, metiéndole mayor presión a las Cajas de Compensación, una situación que pudo sortearse de la mejor manera para salvar puestos de trabajo.

La Cajas cumplen una función paralela en la economía y es que son una especie de termómetro en el mercado laboral formal. Asocajas pudo advertir que por la pandemia el país perdió cerca de 700.000 empleos, de los cuales fueron recobradas las afiliaciones de los trabajadores que devengan menos de dos salarios mínimos en un 100 por ciento, pero aclaró que el grupo de personas que ganan entre dos y cuatro salarios mínimos no ha podido reponerse en su totalidad como estaba antes de la llegada del Covid-19, lo anterior quiere decir que aún quedan entre 200.000 y 300.000 personas que no han vuelto a laborar.

De todas maneras, dijo Guillén, la economía ya empezó a reaccionar y algunas personas empezaron a recuperar sus trabajos, un tema que no deja de ser focalizado porque hay empleados que ganan entre dos y cuatro salarios mínimos que están activos, moviendo el aparato económico, empero, sigue la lucha por llegar a la totalidad de la empleabilidad perdida y conjugar el verbo volver.

Hoy como nunca las cajas de compensación se hacen determinantes porque son bienestar integral y están en todos los aspectos de la vida de los trabajadores. Asocajas precisó que desde el sistema se les está ayudando a los colombianos que laboran con esa carga que implica cuidar a sus familias.

La presidente de Asocajas comentó que actualmente las Cajas siguen entregando el subsidio al desempleo, gracias a que las medidas de emergencia se prolongaron hasta diciembre, razón por la cual estas entidades entregan un auxilio que está, más o menos, en 2.5 millones de pesos, distribuidos en tres meses a las personas desempleadas, pero que estuvieron afiliadas a una Caja de Compensación Familiar un año de manera continua o tres años de forma descontinua.

El año pasado, manifestó Adriana Guillén, fue posible incluir un artículo en la Ley de Emprendimiento que consiente ayudarles directamente a las pymes y mipymes, sector productivo de la economía al que no se le permitía recibir oxígeno de las Cajas. La ayuda, indicó, es fundamental porque se trata de formar capital humano en las capacidades, competencias y habilidades que las empresas demandan puesto que hoy en día, hay mucho desempleo friccional lo que quiere decir que no se encuentra la oferta con la demanda porque las personas carecen de las habilidades que está buscando el sector productivo.

 

“Estamos tratando de entrar ahí, incluso con diferentes convenios con municipios y distritos. En este momento trabajamos en el desarrollo de un acuerdo muy interesante con el Distrito Capital o Bogotá, en donde la Alcaldía está pagando los sueldos de jóvenes entre 18 y 28 años. Hay pymes y mipymes contratando ese grupo de personas, incluyéndolo en su masa productiva y entre tanto nosotros en las Cajas de Compensación, estamos capacitando, lo mismo se adelanta en Antioquia con unos pactos muy favorables”, explicó la presidente de Asocajas.

 

Aclaró que las empresas que participan en este tipo de procesos reciben beneficios adicionales como transferencia de tecnología e innovación productiva.

 

Cajas de compensación familiar, un miembro más de la familia

En Colombia, dijo Adriana Guillén, operan 43 cajas de compensación familiar y lo hacen a nivel departamental en donde hay una como mínimo. La excepción es la Caja de Compensación Familiar Campesina que sirve o atiende en los departamentos de Guainía, Vichada y Vaupés.

Sobre el subsidio familiar, la presidente de Asocajas informó que el año pasado las entidades dedicadas al bienestar de las familias entregaron cinco millones de subsidios, lo que equivale a dos billones de pesos en promedio.

Recalcó que las cajas hacen presencia en sectores importantes de la economía y el desarrollo social como vivienda, pues el año anterior fueron entregados a través de este mecanismo 55.000 subsidios de vivienda por valor de 800.000 millones de pesos. En lo corrido del año las Cajas de Compensación han desembolsado 200.000 millones de pesos en auxilios, con lo cual se ayuda de manera indirecta a la generación de empleo en el área de la construcción.

 Sistema de Cajas, de y para la gente, no una solución fiscal

Copiosamente en las discusiones de reforma tributaria las cajas de compensación entran al escenario, dejando de lado una función social que no tiene porqué apagar los incendios fiscales ni los precarios manejos económicos.

La presidente de Asocajas enfatizó que siempre se ha considerado que el aporte que hacen las fábricas y los comercios, es un costo laboral el cual, anotó, puede ser así porque implica un mayor valor del trabajo, pero aclaró que los empresarios deben saber que ese rubro se puede descontar de su declaración de renta en un 100 por ciento, es decir, que, a la hora de liquidar y pagar tributos, el estado deduce las contribuciones por jóvenes y mujeres, un procedimiento contable que viene desde 2010.

También se puede deducir este aporte, puntualizó la presidente de Asocajas, en el proceso de depuración de la declaración de renta. Insistió que el mito en el sentido que el aporte a las cajas es un costo que encarece el trabajo, se está reduciendo gracias a los recuentos y cálculos tributarios.

Hay más de un motivo para justificar la vida y la permanencia en el tiempo de las cajas de compensación familiar puesto que son las únicas entidades que apalancan la calidad de vida de los colombianos, sencillamente porque las Cajas nacieron para ayudar a los trabajadores con el sostenimiento de las cargas familiares, un quehacer social y muy del núcleo natural, la razón de existir de esta vetusta, pero amable figura en el ámbito laboral.

Puede decirse que el país debe mantener este tipo de amparo social y para muchos, ningún gobierno puede soslayar la responsabilidad de mantenerlo vigente porque en las negociaciones laborales, con la apertura económica y la globalización, muchos derechos adquiridos y beneficios quedaron en el archivo nacional, asunto que aún tiene a no pocos pensando, eso sí con la mofa acostumbrada, “uy Echeverry”.

La idea es permitirles a las cajas seguir adelante, cumpliendo con su misión puntual, sin endilgarles responsabilidad tras responsabilidad que siendo del resorte estatal pasó al listado de beneficios de unas entidades útiles, indispensables, generosas y de las pocas que la gente quiere y respeta. No hay tributaria que las mire con deseos de aminorarlas o empresarios que las culpan de ser un ingreso innecesario y un palo en la rueda para fomentar empleo, tremenda mentira porque con la pasada reforma laboral, aparte de quitar los derechos adquiridos, las empresas no contrataron y caso opuesto sacar de sus puestos buena parte de su personal porque con el “papayaso” que les dieron era rapidito y baratico. “Virgen Santísima”.

Las sufridas y hasta perseguidas cajas han visto todo tipo de propuestas, pero difícilmente prosperarán habida cuenta que es lo poco bueno que le queda a un país despojado, sin opciones, con el agro desactivado, sin empleo para todos y sumido en violencia y olvido.

Las cuentas de las cajas de compensación no fueron traumáticas como se llegó a pensar con la pérdida de los aportes de 700.000 trabajadores, finalmente el ejercicio del último trimestre dejó ver que en 2020 estas instituciones tuvieron ingresos por 5.7 billones de pesos, un crecimiento del 2.5 por ciento frente a igual periodo de 2019.

Las cajas, un esfuerzo de décadas e iniciativas públicas y privadas, son posibles en Colombia por el aporte de 686.000 empresas aproximadamente, con impacto directo en nueve millones de trabajadores y cerca de 10 millones de afiliados. Para no ir tan lejos, en condiciones normales, las Cajas llegan a 20 millones de personas a través del subsidio familiar.

Las cajas siguen aportando la cuota monetaria, facilitando la compra de vivienda, optimizando los afamados planes de salud, entregando recreación y diversión. Estas entidades están en la vida de los trabajadores y sus familias en cada uno de sus matices y por eso actualmente, se hace un esfuerzo muy grande por preservarlas, poniéndolas al servicio de la nación, sus requerimientos, así como su atención y para ello son ingentes los bríos por tener eficiencia en cuidadores y cuidados.

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