Hay una tendencia lenta pero muy consistente en Estados Unidos desde hace cuatro años de caída de las ventas, señaló Humberto Juárez, catedrático de la Benemérita Universidad de Puebla. Comparando las cifras de producción y venta de unidades en el país de los primeros 10 meses de este año con los mismos meses de 2017, puede verse una caída de casi un millón de unidades.
La tendencia puede focalizarse en los modelos de los automóviles que han sido afectados por el recorte de las siete plantas que los producían: Volt, Impala, Cruise, Crosse y Cadillac CT6 y XTS. Sin embargo, esta tendencia descendente en el consumo de automóviles no se observa en el de ‘light trucks' o camionetas, a pesar de que sean más caras, más contaminantes y consuman más combustible.
El 26 de noviembre General Motors anunció el cierre de siete plantas de producción en todo el mundo. La medida afectará de forma directa a unos 14.500 trabajadores. Cesarán su actividad una planta de montaje en Canadá y dos en Estados Unidos, y dos de producción de motores y transmisiones en el mismo país.
Además comunicó que a finales del 2019, cancelará la producción en otras dos plantas situadas fuera de Norteamérica. Estos cierres se suman al de la planta de montaje de Gunsan, en Corea del Sur.
Las empresas Ford y Chrysler están apuntándose a ir por este mismo camino, alertó Juárez. La cancelación de una planta de Ford de producción de automóviles en San Luis Potosí, México, tiene que ver con el desinterés de estas grandes compañías en producir autos que se venden menos en Estados Unidos y les reportan menos ganancias que las camionetas, agregó.
Según Juárez, esta tendencia se explica por dos elementos a citar, el primero es la irracionalidad del consumo capitalista hizo que tras la crisis estadounidense de los años 2008 y 2009 se produjera un estancamiento en los automóviles, que también golpeó los números de las tres grandes empresas productoras: Fiat Chrysler, Ford y General Motors.
El segundo elemento es la rentabilidad, apuntó el investigador, que explicó que con el cambio a una forma de producción modular en la década de 1990, fue más fácil ensamblar un light truck que un auto, sobre todo los compactos, por el espacio que tienen dentro y el mayor tamaño de las piezas de su carrocería.
"El secreto es que cada camioneta deja cerca de 10.000 dólares de ganancia a la empresa, mientras que los automóviles les reportan entre 3.000 y 4.000 dólares. Es mucho más rentable producir camionetas, alentar su consumo, que refuerza la irracionalidad capitalista", concluyó Juárez.