Esta semana ha sido difícil para los mercados, donde se han observado anomalías y 'shocks' sin precedentes. Sin embargo, lo peor no ha pasado todavía, opinan varios economistas, mientras que otros exhortan a no ceder frente al pánico.
Por ahora los analistas confirman la presencia de al menos dos cisnes negros en los mercados: la caída del petróleo y la pandemia de coronavirus. Los economistas de todo el mundo suelen calificar de cisnes negros a los eventos que emergen de forma impredecible e influyen enormemente sobre la economía global.
"Puede contar con un gran número de datos, pronósticos y extrapolaciones. Puede advertir la posibilidad de que se den escenarios negativos y hacer pronósticos ideales para los futuros 12 meses, pero los eventos inesperados que finalmente ocurran harán que se devalúen en un instante", aseveró uno de los directivos de la empresa financiera JP Morgan Internacional David Stubbs en una entrevista con el portal ucraniano Zerkalo Nedeli.
La oleada de impagos amenaza con agravar la situación
El experto recordó que ahora los inversores invierten sus recursos en los activos a plazos de 10, 20 o 30 años. Es obvio que algo puede suceder en un período tan largo. Tarde o temprano uno u otro cisne negro aparecerá, dado que el mundo es impredecible, aseveró Stubbs, si bien destacó que es poco probable que se produzca una crisis económica global tras la expansión del brote del coronavirus y el desplome del precio de petróleo.
No cabe duda de que ahora vivimos una crisis, pero no es una crisis económica, sino una sanitaria. Es importante que los políticos reaccionen rápidamente a ella para amortiguar el efecto en las economías y los sistemas financieros. Esto sería necesario para no dejar que el estrés a corto plazo evolucione en uno a largo, provocando desequilibrios en los mercados y en la industria.
"Mirad en China. Ellos luchan de una manera segura y bastante eficaz contra una situación muy difícil para el país. Por ahora es el mejor ejemplo de cómo se debe reaccionar a tal amenaza. Y la principal intriga es si otros países podrán abordar esta situación de igual manera", enfatizó.
De esta manera el experto recordó las declaraciones del director general de la Organización Mundial de Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus. Según Ghebreyesus, más del 70% de las personas infectadas por el SARS-CoV-2 en China logró vencer por completo al coronavirus.
Mientras tanto, en los mercados de Oriente Medio el 7 de marzo el Líbano anunció no haber podido cumplir con su compromiso de reembolsar la deuda pública y detuvo el pago de 1.200 millones de dólares por los bonos que vencían el 9 de marzo.
Según Stubbs, esto no es un caso aislado y varios países "seguramente" podrían seguir la suerte del Líbano en el futuro, aunque no precisó de qué Estados hablaba. Cualquier inversor que trabaja con los títulos de deuda emitidos por países en vías de desarrollo tiene que tener en cuenta el historial de sus bancarrotas. A pesar de que muchos Estados habían rechazado cumplir sus compromisos en repetidas ocasiones en el pasado, los agentes del mercado de deuda no se apresuraron a retirar sus recursos de sus activos y siguieron trabajando con ellos, recordó.
¿Por qué la aplastante demanda de dólares es tan peligrosa?
Aunque Stubbs mostró un enfoque más optimista respecto al impacto causado por el coronavirus sobre la economía global, su colega Jesse Colombo, quien predijo la crisis de 2008, vaticinó que el mundo podría volver a caer en la recesión y que será aun peor que la crisis anterior.
Mientras que el SARS-CoV-2 continuaba propagándose por el planeta y se convertía en una pandemia, el hundimiento de los mercados puso en tela de juicio su habilidad para funcionar durante una crisis. Esta ha sido la primera prueba para los mercados desde 2008, consideran los analistas entrevistados por la agencia Bloomberg.
La liquidez se evaporó de casi todas las clases de activos. Los inversores no se apresuraron a comprar los bonos del Tesoro de EEUU, considerados como el refugio más seguro durante una turbulencia económica. Como resultado, la tasa de rendimiento de los títulos de deuda a 30 años se desplomó hasta situarse en un 0,699%. Este hundimiento por debajo del 1% fue una de las 10 caídas más profundas experimentadas en la historia y el mayor desplome registrado en un solo día.
La inmensa demanda de dólares de EEUU mostrada por parte de las corporaciones y de los inversores fue la principal causa de que desapareciese la liquidez en el mercado. Muchas empresas se vieron obligadas a abrir nuevas líneas de crédito para asegurarse de que tenían los efectivos suficientes para poder continuar operando mientras que sus ingresos disminuyan. Los fondos estadounidenses que operan con bonos corporativos sufrieron la mayor huida de capitales: superó los 14.300 millones de dólares, según estimaciones de la agencia de análisis financiero Refinitiv Lipper.
"El 12 de marzo fue el paradigma perfecto de la situación que estamos viviendo. Básicamente todo ha sido vendido, las acciones, todas las formas de deuda, los bitcoins, el oro. Se parecía a un gran ajuste de márgenes", aseveró el analista Tad Rivelle de la empresa de gestión de inversiones TCW Group.
Como resultado, esta demanda descontrolada de dólares echó más leña al fuego, subiendo aún más el nivel de estrés en los mercados y provocando una volatilidad de la moneda estadounidense no vista desde 2008. Si bien los planes de la Reserva Federal de EEUU de inyectar unos cinco billones de dólares en efectivo en abril han logrado disminuir un poco las preocupaciones, no pueden servir de "panacea" ni de remedio para curar todas las enfermedades de los mercados, concluyen los analistas citados por la agencia.