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Sábado, 08 Noviembre 2025 00:35

Frontera una decepción: la complejidad y los retos de vivir al límite

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Frontera una decepción: la complejidad y los retos de vivir al límite Foto-tomada-de-Tripadvisor

Históricamente la frontera con Venezuela ha tenido altibajos, hubo momentos de gloria económica en el país vecino por el petrodólar, una situación que ayudó a Colombia, hoy todo cambió.

Resulta siempre interesante y agradable hablar de la zona de frontera, allí hay amigos, familiares y muy buenos recuerdos, no en vano la siempre bella ciudad de Cúcuta me abrió generosamente sus puertas con lo que experimenté una estancia plácida, querendona y amorosa, quizás de las mejores cuitas.

Entrar a la emblemática y prestante pastelería “La Araña de Oro” en el centro de Cúcuta ese negocio emblemático fundado en 1952 puede ser una grata ocasión para tomar café y pasar un momento agradable hablando de las vicisitudes de la frontera, pero también para evocar, plantear e imaginar circunstancias distintas. Es cierto, hay grandes efemérides de la enorme frontera que comparte Colombia con Venezuela, esos 2.219 kilómetros de felicidad, emoción, historia, comercio, política, familiaridad, romance y un comercio dinámico que inclusive en los días más aciagos dejó ver algo de movimiento.

Otras fuentes dicen que la longitud de la frontera puede alcanzar los 2.341 kilómetros, pero metros más o metros menos, el tema es complicado porque al igual que las buenas cosas, también las hay malas, verbigracia, contrabando, narcotráfico, violencia, inseguridad, desempleo y falta de políticas para atender lo que hemos llamado por años el tercer país. El que siempre lleva del bulto cuando hay desencuentros en las casas de gobierno de Bogotá o Caracas.

Abordar la frontera no es un asunto elemental, generalmente es un punto de encuentro de gente buena, paso de la migración y rutina de muchos que duermen en un país y trabajan en otro, todo con la mayor disciplina para poner pan en la mesa con dignidad y honestidad.

Esta línea divisoria difícil por orden público, pero retadora por clima y entorno lleva una mixtura geográfica que la hace más dura puesto que tiene montañas, ríos y selvas. Aunque muchos creen que Cúcuta es la ciudad frontera, el municipio que tiene la frontera real con Venezuela es Villa del Rosario lugar que ya hace parte del área metropolitana de la capital nortesantandereana fundado el 24 de marzo de 1734.

 

 

En la Noble, Fiel y Valerosa Villa habitan 112.798 personas aproximadamente y desde allí se llega al sector de “La Parada”, barrio que fue eje de cambio y que termina en el puente Simón Bolívar que divide los dos países. Una doble calzada por la cual, hace algunas décadas, pasaron camiones llenos de alimentos y mercancías con destino a Venezuela, igual taxis y carros con placa venezolana que llevaban a San Cristóbal, Valencia y Caracas, en esos tiempos un gran paseo, destino de compras diferentes y unas ciudades amables, de portones abiertos y buena gastronomía. Hoy El paisaje sigue siendo el mismo, cálido, enamorador, eso sí, atiborrado de nostalgia.

Al salir de la también “Tierra del Hombre de las Leyes”, “Campanario de Libertad” o “El lugar en donde todo comenzó”, se busca el retorno para volver a Cúcuta, una capital de 815.891 habitantes fundada el 17 de junio de 1733 de igual manera con muchos seudónimos, la Perla del Norte, Primer puerto terrestre de Colombia, Cuna de la República, Portón de la Frontera, Ciudad Verde, Vitrina Comercial de Colombia, Ciudad de los árboles, Municipio Verde de Colombia o Capital basquetera de Colombia, en fin una urbe con grandes atributos y con una historia que agrupa varios grupos étnicos precolombinos conocidos por ser fieros guerreros.

Norte de Santander y San José de Cúcuta antes bautizada como San José de Guasimales, albergaron en sus tierras aborígenes Chitareros, Hacaritamas, Carates de la Provincia de Ocaña, pero igual importantes cacicazgos Motilones al occidente de la siempre retadora región del Catatumbo. Cabe anotar que en lengua indígena Kuku-ta quiere decir “La Casa del Duende”, sin embargo, estas familias endémicas dejaron un legado y unas historias que hacen palpitar el corazón con las narraciones épicas de la princesa Zulia, hija del cacique Cinera y esposa de Guaymaral que decide ponerle el nombre de Zulia a regiones, ciudades y ríos en homenaje a su inmolada conyugue quien prefirió el deceso antes que la esclavitud.

El espectacular Norte de Santander tiene historia, paisaje, cultura y riqueza por donde se le mire, pero igual Cúcuta, la pomposa capital, encarna progreso, ciclos y momentos afables como también tormentosos a través de los siglos lo que incluye momentos prehispánicos, coloniales y republicanos en donde quedaron marcas de la execrable Guerra de los Mil Días ocurrida entre el 17 de octubre de 1899 y el 21 de noviembre de 1902, un conflicto que arrasó vidas humanas, siembras y tranquilidad.

 

 

Cúcuta es una ciudad empresarial y pujante, en ese rincón ignífero de la frontera hay empresas de todos los sectores, fábricas de cerámica, ladrilleras, constructoras, pasteurizadoras, factorías de calzado y en el sector primario de fuerte movida departamental, avícolas, arroceras, históricos y precursores cultivos de café, caña de azúcar, frutales y siembras de trópico alto, ganadería y especies menores. En ese tejido empresarial son comunes las comercializadoras, clínicas como la prestigiosa San José, inversoras, firmas de minería, consultorías, fábricas de confecciones, procesadoras de alimentos, hotelería, turismo y mucho más.

Durante décadas la frontera se ha visto amenazada por diversos enfrentamientos entre los gobiernos de Colombia y Venezuela, es un asunto de profundas raíces, pero los problemas recientes empezaron a agudizarse en 1999 cuando el presidente Hugo Chávez Frías gana la presidencia para no abandonar el poder, en medio de los apuros hubo crisis y fue así como en 2010 y 2015 se presentaron altercados que terminaron con el cierre de la frontera, un problema que siguió creciendo en intensidad hasta la ruptura de las relaciones diplomáticas en 2019. Mientras eso pasaba la frontera se desmoronaba, el comercio experimentó un frenazo, el bolívar perdió valor hasta llegar a niveles irrisorios frente al peso y el impacto social repuntó pues ni Bogotá ni Caracas tuvieron en cuenta la importancia de una buena relación y de un comercio vigoroso en medio de las diferencias, todo terminó en equivocaciones, medidas y cierres que le hicieron imposible la vida a los habitantes de frontera. El candado fronterizo se retiró, la persiana volvió a estar arriba con las determinaciones del presidente de Colombia Gustavo Petro, hoy a paso lento el comercio intenta levantar, pero con las restricciones y sanciones impuestas a Venezuela, sus nacionales fueron condenados injustamente a pagar culpas ajenas porque sus recursos naturales como el petróleo dejaron de ser útiles, la economía cayó y a la fecha hay fuerzas empresariales que intentan sobreponerse a un golpe fuerte que sigue con la intensión de acabar soberanía, economía y seguridad alimentaria. Como dice el viejo dicho, no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista.

Hay que recordar que el último cheque que recibió Colombia por adelantar comercio con Venezuela llegó a más de 7.300 millones de dólares, una cifra nada despreciable amén de las deudas y pagos pendientes, aunque no se puede negar que hubo cobros fraudulentos, trampas y todo tipo de procedimientos irregulares detectados por la extinta Comisión de Administración de Divisas de Venezuela, CADIVI, reemplazada por el CENCOEX, entidad que también pasó a mejor vida. Como diría mi tía, “tras de cotudo y con paperas”.

No se puede negar el trabajo de gremios, empresas, agricultores, comerciantes y líderes del sector privado que han encontrado fórmulas para seguir operando y exportando a nuevos mercados, aunque extrañan y saben que fue muy duro perder un cliente natural, ese que les dio más frescura a las brisas del Pamplonita.

 

 

En esta ocasión hemos retomado el tema fronterizo porque hay mucho por hacer y corregir, el tercer país demanda una mirada amplia para detectar falencias y adoptar políticas consecuentes que redunden en la revitalización del comercio, la reindustrialización, la ampliación de Cúcuta y Norte de Santander como destino turístico y condiciones para el sector agropecuario y de transformación. La frontera es Colombia y no puede seguir a la deriva, en tramos expuesta y en manos de mafias y actores delincuenciales sin ningún tipo de consideración, lo propio sucede en el lado venezolano y por eso es perentorio ejercer soberanía y decir presentes.

En charla con Diariolaeconomia.com, el reconocido y respetable empresario, igual transcendental comerciante Rodolfo Mora, afirmó que en la frontera con Venezuela lo anormal se volvió totalmente normal, es decir que las personas que habitan esa sensible zona se acostumbraron a vivir con las noticias de locales y venezolanas con el convencimiento de que no pasa nada, que todo parece haberse estacionado en un momento determinado. Explicó que en la vida diaria y tras los tremendos problemas el tiempo se congeló y todo se hizo poco trascendental porque si bien hubo mucha expectativa cuando se abrió nuevamente la frontera, en su momento la comparación se hizo con el “parto de los montes” ya que se esperaba con grandísima ilusión una reactivación comercial dinámica y sostenible, tan fuerte fue el ánimo, expuso Mora, que en su momento se llegó a hablar de poner controles a los vehículos para su ingreso, de apostar por un pico y placa especial porque la ciudad se llenaría de coches y personas, toda una mentira porque como el nombrado “parto de los montes”, ese hecho anunciado a bombo y platillo, terminó decepcionando por lo banal.

Según el empresario, fueron apareciendo esporádicamente algunos vehículos igual que muy pocas personas, aunque actualmente ha crecido el número de nacionales venezolanos que llegan caminando o en transporte público a Cúcuta.

 

Con todo el conocimiento que tiene de frontera y de la autoridad que le da a su voz el vivir por espacio de muchos años en los confines del territorio y hacer empresa en la frontera, condición que le ha permitido analizar los distintos contextos, Rodolfo Mora apuntó que la frontera vive normalmente, pero aclaró que por momentos es bendecida por unos auges que indexan progreso y cargan al empresariado de competencias por todas partes, pero suele suceder, anotó, que cuando pasan los apogeos quedan grandes vacíos y el industrial tiene que adaptarse a las circunstancias si quiere seguir subsistiendo en frontera, es decir contraerse, pero los linderos o bordes de un país toda la vida tendrán esa expectativa y vendrá, no hay nada raro, enfatizó, otra gran bonanza. 

Precisó que naturalmente el esplendor económico, el florecimiento y todo lo que llegue a la zona de frontera a manera de bonanza, corrientemente es muy cíclico, algo que Mora dijo conocer desde hace mucho tiempo.

 

 

“Estaba yo muy acostumbrado a eso, lo que ocurre es que cuando hubo el cambio de gobierno en Venezuela por el Chavismo no creí que el ciclo fuera tan largo porque esto se convirtió en un periodo muy prolongado, dejando muchas preguntas en el aire a quienes vimos lapso tras lapso, caídas y subidas, toda una montaña rusa en zonas de frontera, pero el tiempo pasó, siguió transcurriendo, se volvió eterno, pero creo que está por cambiar”, declaró el señor Rodolfo Mora.

 


La frontera, pagando platos rotos, en constante zozobra, pero resiliente

Un hecho es real, Cúcuta y Norte de Santander tienen puntos estratégicos y competitivos que dan una mano importante en el producto interno bruto PIB, la ciudad capital y la región aportan en agricultura, lo propio en industria y en todo tipo de oferta de bienes y servicios, es decir que es apta y muy apropiada para la inversión, una cosa diferente es que falte promoción para un departamento y una ciudad que tiene demasiado que brindar.

En opinión del comerciante ahora que lleguen las elecciones, hay algo que se debe tener muy en cuenta, candidato que hable o proponga cerrar la frontera va a experimentar una baja votación porque la mayoría de ciudadanos y empresarios nortesantandereanos y cucuteños no están de acuerdo con esa medida, la frontera debe seguir viva y dinámica y por eso, expuso Mora, los candidatos deben entender que no es un aliciente para la gente de las orillas de la patria que le cierren la frontera independiente de que no se compartan ideas porque jampas se castiga un pensamiento clausurando mercados, se castiga injustamente a cientos de miles de familias que viven y tienen su ecosistema en las ciudades vecinas o colindantes en donde terminan y empiezan países, lugares en los cuales hay otra forma de existir, de comerciar y de tener hogares.

 

 

Para no pocas personas haber cerrado la frontera fue la más grande torpeza porque se confundió una cosa con la otra, en la ecuación no encajaba la política con el comercio binacional porque Venezuela en condiciones hubiese recuperado terreno y por esa vía reactivado su intercambio, algo que no tiene tinte ideológico o matiz político.

A juicio del empresario Rodolfo Mora, el cerrar la frontera fue un colosal desacierto porque no se tuvo en cuenta a la gente, para el experto en comercio, debió ser intransigente para la zona el juego de poderes, los altercados presidenciales y los rifirrafes, tristemente, pudo más la terquedad, los egos y nuevamente la frontera salió a deber, los de a pie, esa gran mayoría ávida de atención.

 

“Allá los de arriba con sus divergencias en ideas y en todo lo que se quiera pueden decir hasta misa, pero mal se procede al tomar medidas que afectan economías fronterizas, personas necesitadas de ingreso y empresas que decaen por simple capricho”, aseveró Mora.

 


Zona de frontera, el trompo de poner

Algunos gobiernos han adoptado medidas para paliar los detrimentos causados en las ciudades fronterizas, por ejemplo, la exclusión del IVA en 2015 a ciudades de frontera como Cúcuta y su área metropolitana, exención que aplicó por tres meses aplicando para bienes como electrodomésticos, gasodomésticos, materiales de construcción, calzado, confecciones y alimentos.

 

 

En su grata plática, Rodolfo Mora expuso que el daño a la frontera ha sido histórico puesto que al país no se le puede olvidar que Cúcuta y Norte de Santander fue una región sumamente fuerte por la exportación de café, una actividad vital y vanguardista en el siglo XIX porque los primeros despachos del grano a Estados Unidos salieron en 1835, un contingente de 2.560 sacos de 60 kilos que partieron para el puerto de Maracaibo, operación lograda por las penitencias del cura Francisco Romero en Salazar de las Palmas. Esa gracia, manifestó el empresario, se perdió de buenas a primeras, el café se fue para otros puertos ribereños y luego para los grandes muelles de Cartagena, Santa Marta y Buenaventura. La ciudad resultó fuertemente perjudicada también con la apertura económica, tanto que quiso organizar marchas de protesta porque preveía lo que iba a pasar, pero llegó la famosa Ley de Fronteras, una decisión tibia y algo sedante con lo que se le dio contentillo a la gente, legislación risible e irónica pues lo único que quedó fue la incómoda estampilla que se debía comprar para poder salir de Cúcuta, un impuesto como si el cucuteño o visitante nacional fuera extranjero.

 

“Esa groso modo es la historia de la frontera y por eso permanece en el olvido, la apertura, repito, quebró a las empresas cucuteñas empezando por la licorera de Norte de Santander y no hubo jamás una compensación, tan solo apareció una cosa históricamente ridícula que fue el contrabando del producto colombiano de Venezuela hacia Colombia. En toda la historia, o por lo menos en lo que conozco, el golpe más duro para frontera fue esa nefasta desgravación arancelaria, la apertura económica de César Gaviria”, detalló el conocedor.

 

Hoy, añadió Rodolfo Mora, las ciudades fronterizas tanto en Colombia como en Venezuela se han empobrecido alarmantemente por los lamentables manejos políticos con Caracas porque eran mercados naturales que no se podían trastocar. Duele decirlo, enfatizó, pero las fronteras, apelando al lenguaje callejero, siguen siendo equivocadamente el trompo de poner y todo se refleja, detalló, en la precarización del tejido social.

Sobre la salida de venezolanos, el entendido comentó que Cúcuta se afianzó como lugar de paso para los migrantes porque la ciudad infortunadamente no ofrece oportunidades.

 

 

Un tema esencial para el país, indició Mora, es la reindustrialización del país y el reavivamiento de la agricultura y la misma agroindustria en diversos sectores, pero dejó claro que el progreso colombiano debería empezar por las fronteras con lo cual se evitaría la congestión de los centros productivos como Bogotá. Expresó que no es del todo bueno todo lo que ha pasado en donde todo el mundo tiene que mirar hacia la capital del país como destino de oportunidades.

 

“Yo creo que debería fomentarse el desarrollo de Colombia a partir de las confines con la intensión de que el flujo sea al contrario es decir del centro hacia las fronteras en donde hay mucho que hacer y espacio en todos los sentidos más no como se ha ejecutado siempre en donde el centro garantiza progreso en tanto la gran mayoría del territorio colombiano está sumido en la pobreza. Toda prosperidad debe arrancar por la base en este caso las zonas fronterizas”, apuntó Rodolfo Mora.

 


El bolívar, una moneda impredecible

Una moneda que perdió poder adquisitivo fue el bolívar, su depreciación se dio de manera acelerada y por eso fue complicado para los venezolanos tener sus pensiones o gastos con bolívares devaluados. El lío fue tan agudo que empezó a hablarse de dolarizar la economía venezolana. De todas maneras, el país tiene recursos naturales como petróleo y gas, acopia riqueza de manera importante y eventualmente podría su moneda dar un giro, son temas casi que allegados a las artes adivinatorias, pero sugestivos a la hora de abordarlos.

A criterio del contertulio, el bolívar es una moneda que ya ha pasado por demasiadas reformas sin que se pueda salvar hasta el momento teniendo en cuenta que se le han quitado ceros y el medio de pago no resucita, haciendo del dólar un referente a pesar de las prohibiciones y todo en un entorno en el cual la divisa americana sigue mandando de tal manera que el empresario no le ve futuro al bolívar como moneda en el corto plazo.

 

 

A propósito del asunto, Mora manifestó que en Venezuela pueden ocurrir cosas impredecibles o quizás consecuentes porque se trata de un país intensamente rico en recursos naturales y eso abarca oro, zinc, hierro, tierras raras, coltán y muchísima minería de donde sacar provecho de modo que para predecir lo que puede pasar en Venezuela también es obligatorio atender esos factores de opulencia puesto que si llegan inversiones que podrían aterrizar a gran escala y si hay seguridad jurídica y física, cambiaria inmediatamente el precio del bolívar, volvería a tener valor y protagonismo.

 

“Yo diría que Venezuela tiene el producto per cápita más alto de América Latina, lo que sucede es que está congelado por las sanciones y allí los nacionales terminaron muy perjudicados por unas medidas injustas porque mezclaron gobierno con pueblo, política y economía, dejando saldos irreparables en los venezolanos, muchos de ellos sin saber mucho de Washington”, subrayó el muy amable comerciante.

 

Sobre las ventas, Mora recalcó que se siguen dando, pero insistió en que sigue habiendo una normalidad dentro de lo anormal porque si se compara el éxito comercial de años anteriores con el 2025, la caída es estrepitosa, algo que contrista porque Cúcuta era una ciudad que venía repuntando en progreso e indicadores económicos por encima de Bucaramanga y a la fecha la “Ciudad de los Parques” dejó a la capital nortesantandereana a una luenga distancia. Por todo eso es imposible hacer comparaciones en Cúcuta sobre ejercicios económicos o ventas porque vino un impacto con cargo a Venezuela, es cierto aparecieron bonanzas y las hubo increíbles.

La ciudad tiene como particularidad que súbitamente crece y mejora las cifras, pasó cuando el país se derrumbaba económicamente y Cúcuta disparaba las ventas con los datafonos, es sin vacilación alguna cíclica en apogeos y en las mismas crisis, el tema es adaptación y no se puede salir de ese contexto porque tendría que haber una total normalidad y por mucho tiempo en los dos países, la urbe, acentuó Rodolfo Mora es cíclica porque recibe el tiempo bueno o malo de Colombia pero también de Venezuela y el asunto es que no necesariamente coinciden, recordó que la vida económica de Cúcuta depende de las dos naciones.

 

 

Un momento delicado fue la presencia de portaviones y material bélico en cercanía de las costas venezolanas. Increíblemente, afirmó Mora, de pronto los países están ante un gran peligro, pero hay indiferencia y la gente no se quiere convencer del riesgo. El momento seguramente ha dado para bromas o tomadera de pelo porque no se ha visto o escuchado un comentario serio y aterrizado sobre lo que está pasando, que puede ser muy grave.

 

“Eso no ha tenido la importancia que tal vez merezca y lo mismo está ocurriendo con los habitantes del otro lado de la frontera en vista que lo ve uno como si no fuera asunto de ellos, creen que se trata de un problema de los dos gobiernos únicamente, no contemplan que puede escalar y trascender”, concluyó el empresario cucuteño Rodolfo Mora.

 

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