Domingo, 09 Noviembre 2025 08:33

Palma de aceite en Marialabaja, una razón de peso para retomar la fe

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Los productores de este municipio rico en suelos, agricultura y ganadería siguen haciendo la tarea y al amparo de la palma crecen y mejoran tranquilidad, sueños y calidad de vida.

En las prósperas y fértiles sabanas colindantes del Canal del Dique en el norte del departamento de Bolívar, compartiendo vecindario con la majestuosa Serranía de San Jacinto está la siempre alegre y colorida Maríalabaja, una joya productiva, ambiental y cultural que le pone encanto a los también llamados Montes de María.

Esta es una tierra de calor intenso por encontrase en la parte llana y baja de ese piedemonte caribeño en donde florece la vida, engordan bovinos por la excelente oferta de pastos, progresan las siembras destinadas a la seguridad alimentaria entre ellas la palma aceitera.

Maríalabaja con 51.264 habitantes fue fundada el 25 de marzo de 1776 aunque hay versiones que ubican su creación en 1535 con la llegada de Alonso de Heredia, es una región bendecida ya que su agricultura cuenta con el agua de las distintas fuentes hídricas como arroyos o canales, facultad que la pone en ese ranking privilegiado como una de las zonas con mayor fertilidad en Colombia, no en vano allá se encuentra un sistema de riego reconocido por su tamaño y su trascendental aporte a los cultivos ya que recibe aguas del embalse Arroyo Grande-El Playón, la represa Matuya y la Ciénaga de María La Baja. Esta condición ha hecho que a la población no le falte nada, históricamente ha sido un centro agropecuario de donde salió arroz, algodón, leche, carne, yuca, maíz y plátano sin dejar de lado la oferta en pesca, de gran calidad y aporte en proteína sana.

A ese largo listado de productos del campo se suma la palma de aceite, un producto que llegó para quedarse porque le cambió la vida a muchos productores que encontraron opciones en asociatividad, agroindustria y una transformación que no solo se dio en aceite sino en la manera asertiva en la mejora sustancial de los estándares en la calidad de existencia en unas comunidades con vena rural, pero con necesidades urgentes de mejorar sus ingresos, una particularidad que arribó con la palma de aceite, permitiendo que muchas personas accedieran a la educación, adquisición de bienes, mejoras hogareñas y compra de maquinaria.

 

 

La agricultura siempre fue protagonista en Marialabaja, pero con la palma se escribió un capítulo distinto que optimizó los ingresos provenientes de la actividad rural Esta siembra no solo se generó arraigo entre los labriegos marialabajenses, se fue expandiendo por todo el departamento de Bolívar que hoy suma 35.484 hectáreas sembradas con palma en donde más del 89,1 por ciento se encuentran en plena producción. El sector en la región agrupa 1.141 palmicultores de los cuales un 82,6 por ciento son pequeños agricultores.

La dinámica es visible, crecen los cultivos de palma y con ellos el empleo, puesto que en Bolívar la palmicultura remunera por su trabajo a 16.919 personas, puestos de trabajo directos e indirectos que mueven la economía local. Bolívar produce en promedio 57.441 toneladas de aceite crudo, la obtención de 2024 que representa el 3,3 por ciento del total nacional.

Los números en Marialabaja son llamativos porque hay 61 productores certificados en Aceite de Palma Sostenible, APS Colombia los cuales se distribuyen en 56 pequeños, tres medianos y uno grande, el municipio cuenta con planta extractora certificada. Hoy 24 productores en proceso de verificación final por parte del Instituto Colombiano de Normas Técnicas, ICONTEC, requisito que permitirá ampliar el número de palmicultores con sello de sostenibilidad en 2026, un logro mancomunado por la articulación de productores, núcleo y la Federación. No se puede perder de perspectiva que la inclusión de pequeños productores de las cuatro zonas palmeras es una prioridad para el desarrollo del sector palmero colombiano porque no solo mejora la productividad y la calidad de vida en la ruralidad, sino que potencia la competitividad de Colombia en mercados altamente exigentes en trazabilidad, pero igual buenas prácticas ambientales y sociales.

Recorrer Maríalabaja tiene enorme encanto y el asunto se hace más interesante cuando se habla con los palmicultores, mujeres y hombres que sorprenden con sus narraciones, las mismas que quedarán plasmadas como un ejemplo a seguir por la resiliencia, el trabajo y el ímpetu cuando de definir futuro se trata, una charla con agricultores serios, amigos del conocimiento, la responsabilidad y de una sonrisa efusiva y diciente, esa que recuperó Maríalabaja con el cultivo de palma.

 

 

En charla con Diariolaeconomia.com, la palmicultora marialabajense Jazmín Herrera afirmó que en diez años que lleva en la siembra de palma de aceite siente apego y un empoderamiento sublime porque hace parte de la nueva generación palmera que ve en esta planta un negocio rentable, atractivo y amañador.

En un comienzo el cuidado de las palmeras y el suministro de fruta para la obtención de aceite estuvo a cargo del señor padre de Jazmín, Jerónimo Herrera quien no supo que era bajar la guardia mientras seguía una rutina de sol a sol con su esposa Nancy Salcedo, pero los años pasaron, se pasó de las 80 primaveras y el jefe de hogar y palmicultor empedernido enfermó, una situación que lo llevó al reposo más prolongado, a los tratamientos y al cuidado extremo. Justo ahí entró Jazmín, le dijo a su papá que se cuidará pues ella asumiría la empresa familiar expresada en palma, una actividad que había sido generosa con los Herrera Salcedo y que a la fecha sigue llevando recursos y tranquilidad económica.

Hay consciencia de que los años pasan y las tareas del campo deben quedar en las nuevas generaciones, una realidad implacable para la agricultura nacional que está viendo día a día como migran los jóvenes de las fincas a las ciudades, salen sin saber mucho de las grandes urbes tras un sueño que muchas veces termina en fracaso o quizás en tragedia, casos se conocen por montones, pero se necesita política de Estado para el campo y por esa vía incentivar a los muchachos para que se dediquen al agro en donde hay vida, dinero y futuro, pero solo con una comercialización amable, que no despoje y caso opuesto permita que la gente pueda asociarse y vender no solo producto en bruto o commodities sino valor agregado y mucha prospectiva, lo que hoy está pasando con la palma de aceite.

El caso de Jazmín es muy alentador porque su hija que estudia y quiere mejores derroteros entró en ese entorno de la palma en el que se quiere quedar porque ve una actividad interesante en donde la utilidad vale la pena y el esfuerzo trae verdaderas ganancias y no simples alicientes.

 

 

La palmicultora expuso que hacer agricultura no es fácil y menos en palma en donde hay amenazas latentes por el cambio climático como la pudrición del cogollo, PC, marchitez letal, ML, anillo rojo, AR, y marchitez sorpresiva, MS, entre otras. En opinión de la conocedora cada vez hay climas más intensos y extremos lo que puede redundar en nuevas patologías o amenazas con la adaptación que están mostrando las plagas. Como si fuera poco, apuntó, hay que pagar los insumos a valores muy altos y padecer la escasez de la mano de obra porque ya muchos jornaleros no quieren trabajar en palma, factores que unidos son una retahíla de inconvenientes que solo se superan apelando al ingenio, la laboriosidad, el compromiso y la estrategia, aspectos que ayudan y que acompañados de máxima fe son vitales para salir adelante porque hay cosas que podrán corregirse en aras de que retomen el buen camino en vista de que nada es fácil y el triunfo aparece solo cuando se lucha.

Hoy un trabajador que dos años atrás valía 30.000 pesos el jornal cobra 50.000 pesos, si es que aparece, el pago de un día se puede tardar tres horas o algo más porque las personas de la región no quieren saber de esfuerzo o de ganar el pan con el sudor de la frente, esa filosofía, expresó Jazmín Herrera, cambió tajantemente.

En palma es muy positivo que los agricultores están metidos de lleno en la importancia de mantener los suelos vivos utilizando abonos orgánicos y por eso hacen aplicaciones con bio-abonos, pero asimismo utilizan material de la palma con lo que se ha implementado una práctica limpia porque hubo instrucción y los abonos de síntesis química paulatinamente van saliendo de las áreas de siembra, un asunto de responsabilidad con el consumidor, con el ambiente, parte de las buenas prácticas que deben llevar a las mejorías aparezcan más rápido.

Con esta persona algo tímida, sumamente decente y con una mirada aún luctuosa tras los lentes que utiliza, evocamos los momentos tristes de Maríalabaja, pero igual las risas, las festividades y todo ese contexto de estival y festival que se mantiene amén de las vicisitudes. En los años complejos la violencia sacó a muchas familias de sus parcelas, el miedo reinó un tiempo, pero la calma llegó y permitió que las circunstancias tomarán otro rumbo, las personas que habitan este pueblo con herencia aborigen y africana recordaron la valentía de los ancestros, de un lado del cacique Tuya y de otro las voces audaces de gentes negras que le dieron vida a los palenques y asentamientos afrocolombianos en donde los afortunados desertados vieron cielos libres y hogares apropiados para las nuevas vidas, esas que tendrían cantos inmarchitables, tambores impetuosos y todo un legado.

 

 

 

“Ojalá que todo con el tiempo mejore y no vuelva a pasar eso porque la verdad es que se vivieron momentos muy difíciles en aquel entonces. Yo creo que la tranquilidad se logró sumando varios factores, uno de ellos la agricultura y dentro de esta la siembra de palma porque llegó la extractora, mucha gente se ocupó y alrededor de la nueva industria crecieron muchos negocios que igualmente sumaron en generación de riqueza y tejido social haciendo que fuera más fácil demandar bienes y servicios, un impulso verdaderamente trascendental para la región y sus comunidades”, declaró la señora Jazmín Herrera.

 

Ser mujer palmera no es fácil porque más allá de que la agricultura se haga en el primer cuarto del siglo XXI hay tremendas diferencias sobre todo cuando las obligaciones son múltiples porque a Jazmín aparte de tomar las banderas palmeras le tocó luego de la muerte de su esposo en un accidente de tránsito, luchar sin ayuda y hacerse responsable por sus hijos Luigis y Joela Karina, empero, también de sus longevos progenitores, en síntesis, debió consolidar un solo ser para muchas labores y compromisos. Aseguró bajo los palmares que también decoran María La Baja, se escribe de las dos formas, que Dios le dio fortaleza y le fue marcando su camino por lo que le pide al máximo que le siga dando salud, fuerza y empuje para lograr metas.

En medio de una vida que se quiso hacer inllevable, las palmas rodearon a esta admirable mujer, la inspiraron y acogieron en un negocio rentable que le permitió distraerse y rehacer su hoja de ruta reconociendo de las falencias y pormenores que tiene el negocio, una inyección de ánimo que hoy la tiene entusiasmada y sintiéndose bien.

Destacó la calidad del híbrido interespecífico OxG a tiempo que reconoció que con este material a los palmicultores les ha ido muy bien tanto así que hay personas que llegan y notan el cambio en las plántulas y en la belleza que denotan las nuevas siembras, una renovación que la tiene contenta y tranquila porque en la zona este tipo de recambio no ha tenido la acogida esperada, muy a sabiendas que en palma un punto determinante es la tranquilidad frente a las riesgos fitosanitarios cada vez más amenazantes.

 

 

La sinceridad es otra característica de Jazmín, dijo que en un comienzo entró a la palma porque le tocó, pero el tiempo la aferró al cultivo que a diario le enseña técnicas y mecanismos para ser más eficiente.

Por ser una mujer campesina que conoce los detalles de la vida en las fincas pidió una verdadera ayuda para los productores de alimentos y otro tipo de soluciones ya que no hay facilidades ni créditos de bajo costo que incentiven a la gente a seguir metiendo las manos en la tierra. Lamentó que hay muchos labriegos que no pueden acceder a un préstamo en vista que no reúnen las condiciones para hacerlo y por eso cada día las cosas en la ruralidad son más difíciles. Comentó que hay un fenómeno que requiere de la mirada estatal y e que hay campesinos con la tierra, pero adolece de los recursos para cultivar y por ello deciden cederlas o arrendarlas porque su situación económica no les permite sembrar palma, pero tampoco maíz o cualquier otro bien porque la falta de plata se los impide habida cuenta que los insumos cuestan, la mano de obra igual y muchos otros gastos que destruyen cualquier sueño agrario.

Jazmín agradeció los trabajos adelantados por la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, Fedepalma, y del mismo Centro de Investigación para la Palma, CENIPALMA, entidades esenciales que ayudaron a los productores con asistencia y programas como el de aceite de palma para la zona que resultó afortunado por su admirable organización, un apoyo vital y una mano amiga.

La palma de esta familia la empujan Jazmín y su hija, sus hermanos no quieren saber del negocio y por eso uno de los momentos tristes de esta agricultora es que llegue el punto final para su actividad palmera en el momento en que partan sus padres por cuanto cada quien reclamará su parte y todo un emprendimiento quedará en el recuerdo porque será más fácil vender que sembrar.

Este lugar es rico en fauna y flora, hay animales silvestres y aves de todos los tipos y colores. Los núcleos producticos son varios, aunque los hubo más en el pasado y se recuerdan las ganaderías del señor José Pérez en la finca “Los Mangos” de donde salió carne y leche de la mejor calidad, ni que decir de quesos y suero.

 

 

Hoy con la asociatividad se abrió más espacio para los pequeños agricultores que mejoraron su calidad de vida con palma porque los ingresos mejoraron ostensibles, de hecho, el hijo mayor de Jazmín es profesional y su hija va por el mismo camino, pero en general los palmicultores pudieron cristalizar ese sueño, educar muy bien a su decendencia.

 

“Hoy soy feliz porque independiente de que esté sola he logrado muchas cosas, por un lado, aprender de palma y matricularme en ella, dos educar a mis hijos y también muy importante estar al tanto de mis padres. Repito me pone triste el solo pensar de tener que deshacerme de estas palmas, me llega la nostalgia de quizás ver las tierras en otras manos, pero esa es la vida y hay que aceptarla”, enfatizó la palmicultora.

 

Pensando en futuro, Jazmín adquirió una pequeña finca de 2.5 hectáreas en donde seguirá dando lora con su palma aceitera, es nacida en Maríalabaja y viene de ancestros, agricultores abuelos y padres, unas credenciales honorificas que seguirá honrando.


Arialdo, una docena de razones para sembrar palma

Arialdo Canduri Guzmán es un agricultor curtido, igual de una saga rural y trabajadora que vio en la tierra potencial, oportunidad y decoro. Este campesino nacido en Maríalabaja heredó unos genes poderosos y una fuerza descomunal que le permitió sembrar, cosechar, arriar y con eficacia embarazar, tuvo 12 hijos que con el tiempo fueron saliendo adelante por la plata que llegó con la palma.

 

 

Anteriormente, puntualizó, la educación superior era un privilegio, pero su entrega a la palmicultura le facilitó tener sus retoños en colegios, universidades y otros centros de capacitación. Dos de sus hijas se graduaron en la universidad, una odontóloga y la otra filosofa en la Universidad de Cartagena, los otros hijos hicieron carreras intermedias que les permitieron acceder a una educación formativa que hoy los tiene trabajando, todo un esfuerzo y la voluntad de un padre para que sus hijos recibieran instrucción.

Arialdo dijo que lleva 20 años en la palma de aceite, un cultivo que lo hizo realmente feliz porque anteriormente estuvo en arroz, ganado, yuca y maíz, pero solo la palma, acentuó, le dio estabilidad económica lo cual fue importante porque cambió la calidad de vida tanto de él como palmicultor y de la familia porque cambió el chip, dejó de ser simplemente agricultor y debutó como empresario.

 

“Este es un cultivo muy agradecido después de que se le hagan las labores a tiempo, pero igual es una buena apuesta porque estamos en un mercado fijo y sostenible. Con plata en el bolsillo la estabilización es inmediata y las siembras también reciben sus debidos cuidados”, dijo Canduri Guzmán.

 

La finca tiene sembradas palmas aceiteras africanas o más conocidas como guineensis, una planta de muy buenos rendimientos, pero proclive a la PC, de todas maneras, en la zona, expuso el agricultor, ese tipo de palma no ha sido un mal cultivo ya que se ha mantenido, saben que tiene muy buena calidad, que ayuda en ingresos aparte de que fue la primera que conocieron.

 

 

Indicó que en la zona Norte en donde está Maríalabaja hay incidencia de PC, pero aclaró que muy baja, algo que no se puede negar. Si bien un riesgo de ese calibre no se puede soslayar, el palmicultor explicó que en la región las palmas se reponen muy rápido por la calidad de suelos que generalmente no se resecan y de manera contraria reciben agua de distintas fuentes.

 

“Las tierras de los Montes de María son demasiado buenas, cualquier cosa que uno siembra se produce en buena cantidad y con atributos que no ofrecen otros lugares. En el tema de renovación le tengo confianza a la palma guineensis y si tengo que sembrar nuevamente lo hago con esta palma porque la conozco y sé cómo manejarla. Para los cultivares híbridos uno necesita prepararse y saber de la nueva variedad dado que uno no está acostumbrado a trabajar con ella y de la palma africana aprendí muchas cosas”, sostuvo el palmicultor Arialdo Canduri Guzmán.

 

Este agricultor ama la palma, vive enamorado de su Maríalabaja y recuerda los tiempos del gran juglar vallenato de la época, Enrique Díaz y sus temas la caja negra, el rico Cugi, sí la plata se acaba, amores de mayo y el tractorista entre tantos. Eran, recalcó, buenos tiempos los del acordeón único del llamado “Tigre de Maríalabaja”, fue, resaltó, un ícono del vallenato sabanero, ese que identifica la región, era un campesino que terminó en la música sin darse cuenta.

En línea con Jazmín, Arialdo coincide en algo importante, Maríalabaja recuperó la sonrisa, la tranquilidad y el entusiasmo con el cultivo de la palma.

 

“Nosotros cada día que pasa le damos las gracias a la familia Murgas porque llegó al pueblo y al distrito de riego con este proyecto, la verdad nunca jamás le pagaremos mal a esos empresarios y visionarios porque nos trajeron un destelló de luz en momentos en que estábamos caídos, tanto así que el distrito de riego no vendía ni una gota de agua. Cuando vino la palma el agro se reactivó y el centro de irrigación tiene vida por los palmicultores, el señor Carlos Murgas sembró vida y oportunidades en esta zona”, aseveró Canduri Guzmán.

 

 

Al mirar las palmas desde un punto de la finca exclamó que una gran lección de la palma de aceite para el total de la agricultura es que la asociatividad genera utilidades porque ir por ahí solo pensando que de manera individual se alcanza el éxito no corresponde a la sensatez, la unión hace la fuerza. Recalcó que al mirar en detalle el núcleo palmero y su modelo asociativo muestra unos pilares muy fuertes.


El esfuerzo, si que valió la pena

Ulises Verdugo Torres es dueño de la finca palmera El Esfuerzo, predio que le dieron a su padre en 1970, inicialmente eran 11 hectáreas, pero por cuestiones de familia los hijos reclamaron propiedad, ante esa situación el labrador inicial, amo y señor de la finca repartió cuatro hectáreas y quedaron siete.

Dijo que muchos han advertido de los líos que puede generar la palma africana de aceite, pero manifestó que los índices de exposición son bajos, una incidencia que existe, pero que al parecer no impacta seriamente a Maríalabaja.

En los viejos tiempos el predio fue importante para la siembra de caña de azúcar, un cultivo que arrancó por iniciativa su querido viejo. Tristemente la plantación se marchitó, posteriormente sembraron arroz, también colapsó, un asunto tan delicado que hoy en día los arroceros tienen problemas, clara muestra que los gobiernos anteriores no tuvieron un adecuado manejo agrícola y desestimaron una política de Estado para el campo, un error histórico porque Colombia se quedó atrás y hoy ve de lejos cómo avanzan y prosperan países como ecuador y Perú por no hablar de los grandes en el hemisferio.

 

“Inventamos mecanismos inapropiados como las importaciones y los precarios tratados de libre comercio que tan solo agudizaron el problema del campo y hoy por fuerza mayor y geopolítica hay temores y afán por reactivar el campo y sustituir importaciones. Al campesino lo han tratado muy mal, le dieron la espalda y no lo escucharon, hasta este gobierno del presidente Petro dio un empujón, aunque hace falta, pero los mandatos anteriores se fueron en blanco, muy endeudados con el campesinado al que solo acudieron para pedir votos, eso no es mentira, se trata de una verdad de a puño”, afirmó Verdugo Torres.

 

 

Este agricultor tuvo cuatro hijos y al parecer seguirán en el campo y en la palma porque están trabajando, en su núcleo familiar hay una mujer y tres hombres, cada uno con su trabajo, pero existe la esperanza por parte de Ulises que cuando llegue el momento su linaje asuma lo que con tanto esfuerzo construyó.

Sembrar palma, apuntó el palmicultor, no es tarea fácil porque primero hay que establecerla, después, sostuvo Ulises, a la par con el abono está el ahínco y el amor, si eso no se da lo mejor es apagar y cerrar.

Con su mirada fija y algo humedecida por el sol abrazador del medio día, Ulises Verdugo Torres dijo notoriamente melancólico que el abandono del campo tuvo a las tierras marialabajenses en el atraso. Recordó que cuando se inscribió para instalar cultivos de palma, Maríalabaja estaba en la ruina porque no había tantos cultivos, pero hoy que las plantaciones se masificaron, el pueblo progresó y cambió mucho porque están ingresando aproximadamente 25.000 millones de pesos mensualmente con palma, un elemento determinante en el poder de compra de la gente.


Oleoflores, una empresa que refina progreso

Son muchos sin duda los protagonistas de la palmicultura, en este caso es ineludible citar al Grupo Agroindustrial Oleoflores, una empresa que trabaja en toda la cadena de la palma por cuanto su portafolio va desde la semilla, pasa por el cultivo, cosecha, extracción y refinación de productos terminados derivados de la palma de aceite, todo un engranaje industrial expresado en productos industriales y agrícolas, así como en elaboraciones sólidas y margarinas. La marca es muy reconocida por su aceite crudo de palma el cual se destina también a la obtención de biodiesel, jabones y otros bienes cosméticos.

 

 

En el grupo hay 1.685 colaboradores, más de 10.300 familias beneficiadas y una cifra que supera los 3.900 agricultores afiliados, de igual manera se cuentan 2.500 clientes que hacen uso de un amplio portafolio en donde prima la calidad.

La coordinadora de Sistemas Integrados de Gestión, SIG, así como de certificaciones del Grupo Empresarial Oleoflores para la zona de Maríalabaja, Angie Geraldine Rincón Lemos, señaló que los procesos de certificación hacen parte de un trabajo grande en equipo precisamente en el núcleo lo cual impacta favorablemente aspectos sociales y de los productores que demanda diferentes metodologías que enhorabuena para la firma han funcionado en Oleoflores por todas las técnicas aplicadas con el concurso de los palmicultores.

A la hora de buscar la certificación en palma de aceite, explicó la versada, es importante abarcar y detallar los temas sociales y ambientales con el fon de garantizar el cumplimiento normativo y el cuidado del medio ambiente, eso como primera medida, luego, especificó, vienen unas acciones muy puntuales, pero es trascendental la exactitud y rigidez normativa que implique beneficios en frentes determinantes como el social y el ambiental, todo parte de una enorme labor que genera tranquilidad y confianza ya que hace eficaces las leyes colombianas dictaminadas para la industria y el sector primario, un retador, pero interesante punto de partida.

Este tipo de certificación, dijo Rincón, no es tan compleja como algunos creen habida cuenta que se trata de disciplina, esfuerzo, trabajo en equipo, responsabilidad y el convencimiento de que todo se puede hacer.

 

 

Un punto que destacó la coordinadora en SIG de Oleoflores es que las exigencias y trabajos hechos al interior de la palma arrojó los mejores resultados por cuanto hay cultivos que albergan fauna e inclusive que ha trazado corredores biológicos para jaguares, osos, pumas y otras especies que necesitan ayuda para su preservación.

Añadió que afortunadamente la palma de aceite, así como es exigente en recursos igual brinda impactos en favor del medio ambiente y los ecosistemas porque como se anotó funciona muy bien con los corredores biológicos, algo que pide la contribución de todos los nacionales en lo atinente con el cuidado natural, asunto que si bien se aborda recurrentemente con los palmeros hasta concluir que se acata lo sugerido, igual es un tema que depende de la consciencia país para garantizar la permanencia de especies y entornos natrales que estén en los alrededores de las plantaciones.

Este trabajo de certificación es sumamente gratificante porque muestra verdaderos ejemplos productivos, compromisos ambientales y muchos casos de éxito en donde el palmero gana, preserva, vigila y valora, pero lo mejor sigue con esa gratificante disposición por seguir aprendiendo para poder hacer un trabajo agrícola de gran responsabilidad y con todas las ganas de crecer, optimizar y ser sostenibles en todas las direcciones.

Un hecho creciente es la participación de la mujer en la agricultura, llámese café, palma, ganadería, flores, futas y otros sectores importantes en donde las féminas son protagonistas y actores vitales que lograron romper los llamados techos de cristal porque si bien hay oficios inherentes al hombre hay actividades como la palma aceitera que demuestra que las mujeres son capaces de asumir roles y sacar proyectos adelante como es el caso de la señora Jazmín Herrera y muchos más.

Lo impactante y admirable de todo este trabajo entre palmicultores, agroindustria y gremio palmero es que al margen de que muchas siembras se hacen en zonas complicadas por conflicto, inseguridad o exposición climática por decir algunos factores imposibles de controlar, son notorios casos encomiables en donde las metas se cumplieron y el objetivo se logró porque la tarea palmera se cumplió bajo los mandatos de buenas prácticas agrícolas toda vez hubo siembra y cosecha de palma de manera responsable y sostenible, un aspecto para resaltar porque a los palmicultores les encanta convivir con esas normas sobre todo cuando saben que son sinónimo de vida.

Un caso admirable es la precisión y el cuidado de la mujer en trabajos concluyentes como la polinización, pero igual el género sabe de trazar planes y llevarlos a feliz término porque hay no solo empoderamiento sino profesionalización, estudio y grandes capacidades que siguen llevando mujeres a la cima.

La coordinadora de Sistemas Integrados de Gestión, SIG, es nacida en Codazzi, Cesar una tierra igualmente palmera, con planta extractora y cobijada por el tejido social de un cultivo noble y rentable para socios y comunidades. Es por eso que sabe, maneja y adora ese lenguaje amable y respetable de la palma, también de Dios porque los agricultores suplican en oración mejores tiempos en la Parroquia Inmaculada Concepción.

El recorrido terminó con un sol extremo, salimos de Maríalabaja rememorando sus costumbres y cultura, como no admirar las grandes “cantaoras”, los bailes sabaneros, los vallenatos de Enrique Díaz. Fuimos a una tierra verde, fértil y amable, de múltiples colores, folclórica, aborigen y africana, habitantes los marialabajenses con brío y amor por su terruño, hogar de las negras pletóricas de orgullo que entonan bullerengues como una cura mágica para el alma, cuna de ilustres, artistas y agricultores, un sitio de aguas con paisaje encantador en donde los recuerdos lloran y sonríen, pero en donde la esperanza como la cumbia es reina, perseverante, abigarrada y alegre.

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