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Sábado, 15 Noviembre 2025 00:00

Arroz en Colombia: problemas de precio, incentivo, contrabando y lavado

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Hoy el mundo experimenta una sobreoferta de arroz blanco que castiga fuertemente los precios y por eso es prudente sembrar menos hasta que todo quede normalizado en junio de 2026.

En Colombia la agricultura ha tenido siempre sus vicisitudes, es factible que desde sus inicios en el neolítico hace 10.000 o 12.000 años, los primeros humanos sedentarios hayan experimentado inconvenientes con sus cultivos domesticados y vitales en la dieta de las familias prehistóricas. No hay que olvidar que en el famoso creciente fértil brotaron las primeras cosechas, se trataba de trigo y cebada. Cabe anotar que en tiempos de comunidades nómadas el hombre se alimentó gracias a la caza, la pesca y las bondades de la tierra expresada en frutas, bellotas y raíces.

Nada era sencillo en ese tiempo ya que no existían centros de investigación y los cultivos estaban expuestos permanentemente al cambio climático, dolor de cabeza de siempre, a las guerras y sus impactos destructores, pero también a factores asociados a la inequidad por cuanto los agricultores sembraban para reyes, emperadores y sistemas eclesiásticos que condenaban muchas veces al labriego y su familia a pasar hambre y grandes necesidades, repito, nada, absolutamente nada fue fácil en los sembradíos desde sus fundación y en ese proceso de reacomodamiento a las sociedades lo que incluye revoluciones, léase industrial y francesa, saltos tecnológicos, modelos económicos, investigación, mejoramiento y apertura de mercados.

El arroz es un producto sumamente esencial en la alimentación de las personas, este cultivo al parecer tiene cuna en China, más exactamente en la fértil cuenca del río Yangtsé en donde comenzó su obtención hace 9.000 años aproximadamente, de allí el rico cereal partió para otras regiones asiáticas lo que incluye India que logró desarrollar una variedad diferente. A Europa el grano arribó de la mano de los antiguos griegos y a Egipto lo hizo gracias a los recorridos y exploraciones árabes que igualmente llevaron el cereal a España Y Sicilia, producto que terminó en América en tiempos de la colonia española en el siglo XVI.

Hay registros que dan cuenta de que los primeros cultivos de arroz en Colombia se dieron en el Valle del Magdalena por allá en 1580, según los investigadores en el área de Mariquita en el departamento del Tolima. Otras versiones aseguran que la Comunidad Jesuita lo introdujo en tierras antioqueñas en 1778 cuando fue sembrado en San Jerónimo.

 

 

En 1908, narra la historia el cultivo de arroz a escala comercial arrancó en los Llanos Orientales momentos en los que se utilizó la mano de obra de los prisioneros de un centro penitenciario ubicado cerca de Bogotá. El tiempo es inexorable y todo queda en la pluma bendecida de los cronistas, algunos historiadores dicen que en 1914 llegó a Bogotá a físico lomo de mula el primer molino de arroz, estructura instalada con capacidad para 4.800 kilos por día.

En 1928, la agricultura sigue en línea ascendente y entran en vigencia los generosos cultivos de arroz en el Bajo Atrato, región de la Costa Pacífica, siembras que tomaron un auge importantísimo en Armero, Venadillo, Alvarado y Mariquita, todos municipios del Tolima, actividad que se expandió a Campoalegre en el Huila y luego a Palermo y otros lugares de la tierra opita.

Hay que decir que mientras eso pasaba con el arroz en sus tiempos pretéritos, en América se domesticaba el maíz, un cultivo que empezó a darse hace 9.000 años según algunos cálculos, como quien dice, la agricultura fue el milagro de la vida y hoy se trata de manera arrogante, con poco reconocimiento y en muchos países, verbigracia, Colombia, sin políticas estatales para su sostenibilidad, rentabilidad y tranquilidad, hay momentos en que al agricultor se le trata como si fuera un pecador, omitiendo que cuando falte no habrá importación que salve al país del hambre y el caos.

Antes de entrar en materia con el invitado de hoy es bueno hacer algunas precisiones arroceras para el capítulo Colombia en donde el cereal se cultiva en climas cálidos, en un trópico bajo retador y exigente en donde el alimento crece al amparo de dos sistemas, riego y secano, es decir que en el primero hay agua acumulada e impulsada por bombeo o directamente por gravedad a través de canales de riego, en distritos de riego o por concesiones a las Corporaciones Autónomas. Igualmente está el arroz secano que depende totalmente de aguas lluvias, son siembras sin canalización hídrica y en donde solo salva la papeleta San Isidro Labrador con sus lluvias y momentos de sol lo que implica que la siembra tenga una estacionalidad muy marcada porque se siembra principalmente en los meses de marzo y abril en las zonas destinadas para secano, es decir los Llanos Orientales que agrupan entre el 50 y el 60 por cientos de los cultivos en el país, labranza que se cosecha cuatro meses después en los meses de agosto y septiembre lo que genera la llamada estacionalidad por su dependencia con el ciclo de lluvia.

 

 

Lo anterior dice que en el primer semestre del año son sembradas entre 400 y 450 mil hectáreas mientras que en el segundo periodo del año solo se cultivan las zonas de riego que pueden ser 150 o 170 mil hectáreas por año, en síntesis algo más de 600 mil hectáreas en el total de arroz sembrado en el primer y segundo semestre y por eso lo anterior hace que la principal cantidad de cosecha que sale en agosto y septiembre represente cerca de dos millones de toneladas de arroz paddy verde y a lo largo del año se producen 3.5 millones de toneladas de paddy verde, es decir apenas cosechado, en estado natural, cubierto de cáscara, cargado de impurezas y con altos índices de humedad. El arroz en ese estado, hay que decirlo, es totalmente perecedero, algo trascendental porque si no entra a una planta de secamiento en las siguientes 48 o 72 horas se daña, tan perecedero como un pescado, un tomate o cualquier fruta.

Pocas personas saben que cuando el arrocero saca la cosecha y la sube a un camión, el arroz se calienta e inicia con su ciclo natural de fermentación y deterioro como cualquier alimento, una situación que obliga a someterlo a secado para que la disminución de la humedad lo convierta en producto no perecedero que posteriormente se guarda en grandes silos, ya como paddy seco.

El tema es claro y no debe prestarse para confusiones, si bien es cierto el país produce aproximadamente 3.5 millones de toneladas de arroz paddy verde, luego de agroindustria la producción de blanco es de apenas dos millones o algo más, una cifra que no admite hablar se sobreoferta, tan solo hay excedentes estacionales o temporales, es un arroz que no se exporta, tan solo se guarda y se consume pausadamente a lo largo del año en una proporción relativamente estable porque el consumidor de arroz en Colombia es permanente, no puede dejar de comer el cereal, diferente a algunas carnes que se comen en épocas puntuales y especiales.

Colombia consume en términos de arroz paddy seco entre 250.000 y 260.000 toneladas mensuales, más de tres millones de toneladas anuales de arroz blanco o paddy seco, ya sin el 13 por ciento de humedad, con el tres por ciento menos de impurezas y totalmente procesado o industrializado con tecnología que garantiza calidad, dureza e inocuidad porque en el proceso se retiran más de 500.000 toneladas de agua e impurezas que salen en el primer proceso de agroindustria.

 

 

Luego vienen otros procedimientos al arroz con cáscara que debe ir al molino previo reposo porque el arroz debe tener una maduración para poder ser consumido ya que mejora calidad, sabor y cualidades, dicho de otra forma, mejor comportamiento en silo que igual lleva sistemas de refrigeración para evitar gorgojos, hongos y cualquier tipo de agente dañino.

Finalmente el arroz pasa por la trilla en donde se le retira posiblemente, si no fallan las cuentas, el 22 por ciento de cáscara e impurezas con lo cual sigue bajando el volumen inicial de cosecha porque en este paso queda un arroz integral y de las más de tres millones de toneladas de paddy seco con el proceso industrial se pierde en peso más del 78 por ciento para un total de 2,3 o 2,4 millones de arroz integral que pasando por otro ciclo de transformación pierde 10 por ciento en harina de pulimento hasta dejar 2.1 millones de toneladas de arroz blanco, una cifra real a la hora de precisar sobre el mercado del arroz en Colombia, ese que se compra en las tiendas en un volumen cercano a 175.000 toneladas mensuales.

En total en los mecanismos de obtención se pierde 1.4 millones de toneladas en desperdicio, material que de todas maneras se utiliza en los hornos de los molinos que calientan el arroz que va entrando, es tan eficiente que hay térmicas a base de cascarilla que generan electricidad para uso industrial, también alimento para animales de granja e inclusive la cáscara resulta eficiente como fertilizante, unos beneficios marginales que potencial la economía circular. Luego de cosecha y procesos el arroz blanco representa tan solo el 58 por ciento destinado a provecho, no negando que hay unos subproductos desde luego de menor valor.

Volviendo a la estacional es importante saber qué pasa en el mercado pues como sale tanto arroz en un mismo tiempo hay unos costos de guardar ese cereal a lo largo del tiempo, unos valores tanto industriales por secamiento y almacenamiento al tenerlo en silos, pero asimismo deben contemplarse los costos financieros porque mantener más de un millón de toneladas acopiadas en un tanque de almacenamiento tiene sus costos mes al tener en cuenta que es cantidad de arroz cuesta 1.5 billones de pesos lo cual al financiar su acumulación a una tasa bajita, del uno por ciento, significa unos 15.000 millones mensuales de interés, algo complejo porque va adicional vigilancia, preservación de grano sin plagas y otros valores, demanda costos demasiado altos.

 

 

Colombia consume todo lo que produce, por eso es necesario importar algo de arroz proveniente de Estados Unidos y Ecuador con unos contingentes de 140.000 y entre 30.000 o 50.000 toneladas respectivamente, un cereal, el ecuatoriano, de muy bajo precio en tiempos de excedentes que se obtiene en periodos similares a los de Colombia por ser un país tropical con los mismos ciclos de lluvia, un problema a considerar porque este fenómeno genera presiones que bajan el precio al agricultor colombiano que tiene 48 horas para comercializar, una fiesta sin control en la industria que pone los precios así sean de ruina, una explicación al porqué se generan conflictos en la cadena.

Hoy el país enfrenta una realidad, el arroz, industrialmente hablando, está concentrado en pocas manos porque cuando salen tantos productores a vender no tienen poder de negociación frente a unos empresarios molineros con una capacidad instalada considerable y por hace la visión de la Federación Nacional de Arroceros, Fedearroz es tener unos molinos en donde el agricultor pueda aprender a secar su arroz, guardarlo y por esa vía venderlo a lo largo del año en momentos de menor oferta con mejores precios. Hoy los molinos de Fedearroz tienen una capacidad aproximada de 100.000 toneladas anuales, un tres por ciento de la cosecha total.

Los agricultores han visto grandes beneficios con una mayor capacidad instalada, el arroz se vende en su totalidad sin cuellos de botella y tan solo soportando los tapones que se generan con los camiones entrando a las plantas molineras, eso invita a nuevas inversiones, a nuevos modelos para apostar por molinería propia o asociativa para evitar dependencias en momentos específicos.

El arroz tuvo una historia antes y después del Instituto de Mercadeo Agropecuario, IDEMA, cuando la entidad compraba las cosechas y las vendía durante el año cumpliendo un papel estabilizador, al liquidarse el ente, después de 1997, el Ministerio de Agricultura recibió la facultad para que hiciera control a la comercialización, un sistema que migró al incentivo al almacenamiento en el cual se ponía un precio piso y otro techo de referencia en el cual si el molino compraba por debajo del valor piso no recibía nada, pero si compraba por arriba del valor base hasta el precio techo se le daba un apoyo en el arroz que guardará entre agosto y diciembre, un periodo en el que el gobierno daba un aporte para que los molinos cubrieran parte de sus costos de financiación y almacenamiento sujetos a que al agricultor le pagaran precios justos.

 

 

La figura funcionó perfectamente entre 1997 y 2023, ya en 2024 el Ministerio de Agricultura determinó no dar ese incentivo, situación que conllevó a generar excedentes provocando un desplome importante en el precio, durante la cosecha y con una coyuntura de baja remuneración, hubo un acuerdo buena voluntad en donde la industria recibió el cereal a niveles aceptables, pero el precio siguió cayendo hasta terminar en un paro en marzo de 2025 que terminó con unos apoyos a la comercialización y al final el ejecutivo tuvo que desembolsar unos recursos para colaborar con la venta de algunos productores y paliar la compra de algunos insumos agropecuarios por medio del Fondo de Acceso a Insumos Agropecuarios, FAIA, hecho que obviamente tuvo unos costos fiscales, perfectamente evitables sosteniendo el incentivo al almacenamiento de manera oportuna.

En charla con Diariolaeconomia.com, el Gerente General de Fedearroz, Rafael Hernández Lozano, aseguró que el año 2025 ha sido muy duro para el sector arrocero y para la agricultura de los granos en general porque hacía muchos periodos no se veía un inventario mundial tan alto de grano, especialmente de arroz porque países como India que ha sido el mayor cortador de arroz en el mundo puso el globo a temblar en vista que con la pandemia esta nación suspendió las exportaciones y propiciaron un stock muy alto pensando en la posibilidad de una hambruna y otros inconvenientes, una medida que hizo que los precios reaccionaran con algo delicado porque cuando esto ocurre, agregó el directivo, los productores siguen una tendencia que consiste en sembrar más al considerar que hay un boom o una espectacular posibilidad, solo que no leyeron que hay consecuencias como una mayor oferta mundial.

Hernández Lozanos explicó que hace uno o dos años aproximadamente India abrió las puertas y sacó los arroces guardados en tiempos de pandemia golpeando un mercado mundial que quedó sobre-ofrecido, un punto que pone en contexto lo que ha estado ocurriendo y por esos los precios han caído de una manera importante.

 

“Más allá de que Estados sea nuestra competencia más importante por el TLC, Nosotros tenemos que cuidarnos mucho en el contexto porque si bien el arroz de India no llega a Colombia si altera el mercado internacional lo cual baja los precios porque muchos que se abastecían de Estados Unidos, Tailandia o de Vietnam, pues se abastecieron de India que sacó el cereal a precios reducidos luego todo ese acontecer provocó todo el problema nivel internacional. Nosotros estuvimos en julio reunidos con la junta de COL-RICE, organización que representa al sector arrocero de Colombia y Estados Unidos, y escuchamos a los agricultores americanos quejarse de la mala situación por los bajos precios. Aquí cabe decir que hay que ser prudentes con lo que se va a sembrar porque debe dársele al mercado un compás de espera mientras se estabiliza”, declaró el Gerente General de Fedearroz.

 

 

 

A criterio del dirigente gremial, el reacomodamiento no se dará en dos o tres meses, considero que el asunto se va hasta la mitad de 2026 luego de que los inventarios mundiales bajen al igual que los locales porque en este momento, a 30 de septiembre, Colombia estaba abastecida prácticamente para cinco meses y el inventario estratégico, aclaró, no debe pasarse de los dos meses.

Recalcó que los anteriores son los factores que han incidido en la crisis arrocera que se originó por unos bajos precios.


Caída del dólar incentiva importaciones

Los problemas del arroz expresados en bajos precios hoy se acompañan de nuevos elementos porque el dólar sigue cayendo en Colombia y este fenómeno de revaluación facilita todo tipo de importaciones a tiempo que dificulta las exportaciones lo que no es un lío para Colombia que no está en posibilidades de exportar aunque el programa de Adopción Masiva de Tecnología, AMTEC, programa bandera de la federación, logró producir por debajo de los costos de Estados Unidos, algo trascendental para el país porque se puede producir nacionalmente a los valores inferiores de lo que representa traer una tonelada de arroz del país norteamericano.

Recalcó que pensar en entrar a competir con arroz en los mercados internacionales no tiene objeto porque los grandes exportadores del grano no son los enormes consumidores, aunque la India tiene un per cápita alto, de igual manera despacha cereal al mundo.

Hernández reiteró que la única forma de resolver el problema es teniendo cautela en las siembras para no generar sobreoferta por ahora, una recomendación que se ha hecho durante muchos años solo que el arroz secano ha venido creciendo en Colombia de una manera importante pues hace 30 años el 30 por ciento se cultivaba en secano y el 70 por ciento en riego, hoy en día el 70 por ciento se siembra en secano y el 30 por ciento en riego, se invirtieron las cifras porque Casanare es un departamento con grandes extensiones y una oferta ambiental bastante favorable, una asunto que se mejoraría con distritos de riego para equilibrar siembras entre el primero y el segundo semestre, pero el tema no se ha dado y mientras la tendencia de plantación siga igual con mayor cantidad en secano, simplemente se generará una estacionalidad demasiado marcada entre los meses de agosto y septiembre, también parte de octubre, que es lo que genera la caída en los precios.

 

 

Independiente de que en Colombia la salida para los sectores agrícolas y pecuarios sean los distritos de riego, estos no asoman y una medida útil para paliar deficiencias competitivas deberían ser unas líneas de crédito a un plazo amplio y a tasas bajas subsidiadas por el gobierno para que los agricultores construyan secamiento en fincas como lo hizo Brasil, país en donde se logró ya que el mandato brasilero dio plazos a 20 años con tasas no superiores al cinco por ciento anual, decisiones efectivas porque solo de esa manera los labriegos pudieron secar en sus predios con impactos económicos afortunados porque el arroz seco sí se puede guardar algo inviable con el paddy verde.

 

“Si el agricultor tiene la posibilidad de secar por lo menos la mitad de su cosecha y guardarla en su finca dos o tres meses, sencillamente la saca y la vende cuando el precio reacciones una vez haya pasado el boom, ese golpe de cosecha que es la estacionalidad marcada del arroz secano y en este caso lograría un precio mejor porque entre agosto, septiembre y parte de octubre corrientemente el precio baja a causa de se genera una sobreoferta temporal. Aclaro, no es que a Colombia le vaya a sobrar arroz, lo que pasa es que ese exceso de oferta temporal es la que se debe guardar como lo hizo el liquidado IDEMA y luego los industriales, cooperativas o gremios con el incentivo al almacenamiento, mecanismo creado para reemplazar las funciones del IDEMA, pero el actual gobierno le puso punto final a ese instrumento redundando ello en la caída de precios por los inventarios globales y nacionales que se han dado”, puntualizó Hernández.

 

Algunas voces hablan de inventarios internacionales de arroz superiores a los 185 millones de toneladas, no solo por la liberación de cereal indio sino por un récord en la cosecha asiática que hace pensar que no habrá un buen arranque en 2026, hoy hay un hecho cierto se cayeron los precios en Estados Unidos, Vietnam, Tailandia e India por la sobreoferta en el mercado global.


Los bajos precios del arroz son visibles

Tener precios bajos conlleva a diferentes manifestaciones por parte de los agricultores, el problema es tan grave que algunos arroceros no cosecharon ante la baja expectativa de rentabilidad y otros más renuentes prefirieron botar el arroz porque el precio no compensaba su esfuerzo.

 

 

Ya varios saben que el problema demanda disciplina y aplicar el AMTEC, pero el Gerente General de Fedearroz asegura que el problema no se resuelve solamente con tecnología o genética. Anotó que el términos genéticos se producen variedades que tengan alto potencial de rendimiento, algo muy importante porque si una variedad tiene aptitud, fortaleza y brío para producir ocho, nueve o diez toneladas por hectárea, pero si no tiene donde expresarlo da lo mismo que adolecer del material avanzado pues sería traer a Colombia un Ferrari o un Lamborghini que desarrollan 350 kilómetros por hora si en el país no hay vías aptas para expresar velocidad y potencia, es algo similar porque la semilla tiene características, pero si no hay terrenos que permitan explotar esas particularidades, de nada sirve y eso, dijo Hernández Lozano, es lo que se busca con el AMTEC, crear unas condiciones agronómicas en el cultivo para que la variedad pueda mostrar todo su potencial lo que significa nivelación con rayo láser o con el sistema RTK, caballoneo con Taipa, uso de sembradoras de precisión y lógicamente un adecuado manejo en la fertilización.

Hernández recordó que el AMTEC disminuye en 42 por ciento el consumo de agua en el arroz riego, baja en un 40 o 50 por ciento la utilización de semilla, abrevia en 30 por ciento el uso de fertilizantes y un 35 o 40 por ciento el de plaguicidas lo cual trae como consecuencias menores costos y un mayor rendimiento porque un terreno debidamente nivelado, perfectamente adecuado, correctamente abonado y bien manejado conduce a verdadera rentabilidad y eficacia.

 

“Hay agricultores que han hecho 100 por ciento AMTEC y fueron certificados en buenas prácticas agrícolas. Pese a que hay agricultores incrédulos, el AMTEC es la única salida que tenemos porque este paquete tecnológico o algo parecido a este que tenga cualquier productor debe estar totalmente enfocado en competitividad y el AMTEC fue diseñado y puesto al servicio de los agricultores para alcanzar altos niveles de competitividad cuando hablamos de bajar los costos, aumentar los rendimientos y otros beneficios no hacemos énfasis en nada diferente a la capacidad de competir. El agricultor que se dedica 100 por ciento a la agricultura apoyado en AMTEC es el mismo que obtiene arroz por debajo de lo que vale traer una tonelada de Estados Unidos porque hacer agro con este paquete tecnológico pone la tonelada en 350 dólares, una ganancia al ojo porque importarla valía casi 400 dólares. Hoy con la caída del precio del dólar se facilita la importación, algo que en un momento dado puede atentar contra los buenos resultados, pero el que lo haga aún con una caída de los precios internacionales tiene la garantía de no quebrarse”, subrayó Rafael Hernández Lozano.

 

Tal y como van las cosas, la cosecha de arroz en Colombia estará por el orden de 2.2 o 2.3 millones de toneladas en términos de blanco, más o menos lo que Colombia consume. Un punto a destacar es que los colombianos consumen arroz de altísima calidad habida cuenta que las variedades que Fedearroz ha desarrollado ofrecen un alto perfil gourmet, pero esos granos muestran además alta resistencia a plagas y enfermedades como también al vuelco o acame en el cultivo. Un factor muy importante expresó el dirigente, es la calidad molinera que lleva consigo la calidad culinaria en donde es vital el buen sabor, la inmejorable apariencia y que no se parta al procesarlo.


 

Cambio, una amenaza, del arroz seco al arroz lavado

En un congreso al que el Gerente General de Fedearroz asistió a Ecuador escuchó de los productores que no estaban exportando el cereal a Colombia en cantidades importantes porque las cifras nos les daba para poner producto en puertos colombianos, pero lo cierto, manifestó Hernández Lozano, las exportaciones llegan independiente de que las estadísticas de exportaciones legales no sean tan altas, pero en el mercado aparece arroz ecuatoriano por todo lado, eso que técnicamente se llama contrabando, la manera más directa de lavar dólares, un fenómeno que se ha venido dando.

Aseveró que los mismos ecuatorianos se quejan del problema de contrabando en el sur con Perú, es decir que llega arroz ilegal de tierras incas, un fenómeno complicado para los países afectados puesto que la actitud de los contrabandistas alarma porque más que defraudadores con alimentos, son lavadores.

Fedearroz le pidió al gobierno aplicar una salvaguardia precisamente porque el volumen de importaciones legales no era tan grande, aunque con razones y argumentos la Secretaría de CAN tumbaría la medida en ocho días. Una situación que se manejó hace unos años es que el arroz importado llegará exclusivamente por vía marítima a un suelo puerto y eso, acentuó, sí sería una herramienta eficaz porque todo lo que llegue en camión con arroz se debe tratar como mercancía irregular, medida que el Ministerio de Comercio está adelantando y que de lograrse ayudaría a que no llegara arroz de manera ilegal.

El problema sostuvo, no es el bajo precio del arroz en Ecuador, la situación pasa como se ha dicho de manera insistente por contrabando y lavado de dinero con dólares de 3.000 pesos.

 

 

 

“Este es un problema eterno que me ha llevado a pedirles a varios gobiernos que se revise el tratado de la CAN porque este se firmó en los años sesenta cuando la ventaja la tenía Colombia frente a Ecuador y Perú, hoy el tema cambio y las prerrogativas las tienen ellos porque Perú y Ecuador han invertido en adecuación tierras, en sistemas de riego y en muchos más frentes, en Colombia no pasa nada tan así que el último distrito de riego lo hizo Mariano Ospina Pérez en 1950. Hace más de 70 años que no se pone otro en funcionamiento, y todos los gobiernos dicen que Colombia es un país con todas las posibilidades en el sector agropecuario, pero no le invierten un peso, algo deprimente porque somos el cuarto país en riqueza hídrica y paradójicamente no hay distritos de riego en los llanos en donde cada 20 minutos hay un río como pasa en Casanare, departamento con muchas afluentes, pero sin riego para su agricultura”, apuntó Hernández.

 

Dijo que nadie se opone a una reforma agraria bien hecha y dejó claro que ese tipo de transformación no pasa exclusivamente por repartir la tierra sino también que la iniciativa se acompañe de proyectos e inversiones en el campo tanto en vías secundarias y terciarias como en distritos de riego y en todo tipo de bienes públicos, una serie de factores que fomentan productividad y que deben tenerse en cuenta para optimizar el sector agropecuario.

Hernández Lozano vivió la reforma agraria de los años 60 y es testigo que lo único que quedó fue la tierra que se volvió altamente productiva y eso, señaló, solamente se ve en Saldaña, Tolima, Campoalegre, Huila y en Cúcuta. Fue enfático al manifestar que la reforma no puede quedarse con quitarle a los campesinos la tierra productiva porque eso quedó parcelado desde la década de los sesenta, el asunto es invertir en distritos de riego y repartir predios fértiles y no baldíos sin futuro o sin la infraestructura para cultivar.

 

“Ha faltado sentido común porque todo el mundo habla de lo que se debiera hacer, pero nadie lo hace, en eso estamos hace mucho tiempo. Hoy tenemos ese tema pendiente y una reunión urgente con el gobierno si sigue cayendo el dólar, un gran problema para el arroz porque pueden ingresar arroces más baratos de otras latitudes y lo grave es que del cultivo dependen más de 500.000 familias en Colombia, es decir que podría venir una alerta social, algo muy apremiante para el campo sobre todo con unos territorios con elevados niveles de violencia, asunto que puede aumentar los índices de narcotráfico e inseguridad. Repito, todo viene del campo, pero nadie atiende sus longevas necesidades”, concluyó El Gerente General de Fedearroz Rafael Hernández Lozano.

 

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