Los productores de este municipio rico en suelos, agricultura y ganadería siguen haciendo la tarea y al amparo de la palma crecen y mejoran tranquilidad, sueños y calidad de vida.

A la fecha, Papúa Nueva Guinea siembra en 250.000 hectáreas, pero el gobierno ya dio la directriz al gremio palmero para cultivar hasta en un millón de hectáreas, extremadamente fértiles.

El 85% de los productores carece de asistencia técnica, lo que los obliga a recurrir a casas comerciales en busca de productos para controlar las plagas y enfermedades.

Los frutos de la caña de azúcar y la palma aceitera sirven de insumos a la producción de biocombustibles, generando más de 90.000 empleos formales y bien remunerados.

La ilegalidad y la piratería en el uso de semillas (muchas veces de origen dudoso) compromete la sanidad vegetal, reduce los rendimientos y expone al productor a pérdidas irreversibles.

Los directivos de la empresa dijeron que con este descubrimiento habrá soluciones de nutrición de suelos en zonas tan ácidas como la altillanura.

Todo listo para la 21 Conferencia Internacional Sobre Palma de Aceite, un escenario propicio para hablar del presente y futuro de un cultivo que sigue sumando en seguridad alimentaria.

Colombia puede cerrar el 2025 con 111.000 hectáreas de papa sembradas, una buena noticia porque crecerá la oferta, habrá abastecimiento y seguramente oferta exportable.

En consideración del gremio debe haber trato diferenciado a la hora de cobrar impuestos rurales. Pide atención, inversión y salidas porque el agro-negocio no funciona por falta de sensatez.

La variedad Castillo 2.0 mejora la producción en un 15% y es más resistente a enfermedades como la roya, asegurando cultivos más rentables.