Sábado, 03 Julio 2021 00:11

Por falta de condiciones, pymes tendrían los meses contados: Montgreen

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Los empresarios de la confección, pequeños y medianos han demostrado resiliencia, aguante y mucha creatividad. En medio de los ciclos económicos, apertura y TLC, siguen en la lucha.

Hace 54 años, en 1967, el próspero municipio de Belén en el norte de Boyacá vio nacer a Libardo Carvajal, el hijo de unos campesinos trabajadores, buenos en la agricultura y beatos ejemplares. Desde la cuna belemita al niño que corría por los campos, se le notaba ímpetu, atrevimiento y mucha dinámica, era un futuro empresario, pensaban sus progenitores.

Con el correr de los años, hecho un joven y con sueños entre sus sienes, Carvajal salió de la “Tierra Noble y Legendaria”, abandonó la Provincia de Tundama de donde brotaba todo tipo de riqueza, agricultura, ganadería de leche, minería y acero.

Eran tiempos aún del ferrocarril y la bienaventuranza acogía a Belén, el bello municipio boyacense fundado un siete de mayo de 1762, era epicentro de grande negocios y un paso obligado de transportadores así como de emprendedores.

Cualquier día, luego de planear y trazar metas, Libardo salió de su casa miro el verde paisaje de su pueblo, respiró profundamente un aire frío y fresco, con los aromas de la ruralidad que solamente tienen esos 2.650 metros de altitud. Acto seguido, un bus directo a Bogotá y allí empezó toda una aventura empresarial y comercial, que sigue marcando el designio de un hombre bueno, honesto, formado bajo parámetros de respeto y amén de sus sanas ambiciones, temeroso de Dios.

En los años noventa, difíciles por dónde se les mire, Carvajal incursionó en el negocio de las medias veladas, todo un hit, pero con el boom de los bluejeans la iniciativa empresarial se fue a pique evaporando dos marcas que había creado el negociante, Tropical y Xiomi.

Afortunadamente y con el futuro a medias, Libardo no se dejó derrumbar y caso opuesto partió para el Eje Cafetero, le habían ofrecido oportunidades en Armenia, Cartago y Manizales. Después de escuchar, no hubo mucho que pensar y la decisión afloró, la capital caldense sería su nueva plaza. En 1994 emprende el viaje a las tierras del café, al destino paisa de los colonos antioqueños, lugar en donde las poblaciones fueron construidas a lomo de mula, con fuerza de bueyes y desmontando a machetazo puro.

Belén-BoyacáSu llegada fue más afortunada porque erige once almacenes regados por toda la zona cafetera y el Alto Magdalena, abrió tiendas en Chinchiná, Pereira, Espinal, Neiva y otros puntos del suroccidente colombiano.

Los vigorosos puntos de venta iban viento en popa, hasta que llegaron los problemas de todo aquel que cree a ojo cerrado en la probidad. Algunos administradores hicieron de las suyas y las tiendas que comercializaban ropa de Medellín empezaron a desplomarse. Generalmente Libardo Carvajal, pagaba su nómina los días lunes, hasta que un día se dio cuenta que la plata no alcanzaba, que se iba en gastos múltiples, dejando las obligaciones salariales colgadas de la brocha. Vino de nuevo la toma de decisiones y los negocios que suministraban prendas nacionales y juguetería extranjera fueron liquidados.

Sin ánimo, pero aún con fuerza, este empresario viajó a Panamá en donde gracias a un ciudadano chino entra en el negocio de los brasieres, comercio en el que nuevamente encuentra éxito.

Carvajal nunca olvida la caída estrepitosa del Pacto Cafetero en 1989, fue un golpe tenaz a las finanzas del país y el comienzo de una época para el olvido porque hizo convergencia con la inesperada apertura económica de 1991. En esos momentos evocó el fabricante, los negocios se fueron abajo, las ventas que hacía en sus tiendas y que llegaban a cuatro millones de pesos diarios cayeron a razón de 300.000 pesos, una debacle. Con esa coyuntura vino desempleo y una seguidilla de quiebras que siguen martirizando a muchos que fueron boyantes.

Entre los años 2003 y 2004, el hombre negocios retoma Bogotá y ocupa un apartamento en la Avenida Primero de Mayo con Boyacá, allí traza el nuevo plan, almacenes populares en barrios populares y de esa manera abre las persianas en Soacha, San Mateo, Venecia, el Rincón de Suba y otros sectores.

Libardo arrancó con la fabricación de Boxer, una ropa interior novedosa, empero el público no estaba muy relacionado con la tendencia, optó por ir a Panamá y traer calzado deportivo, una apuesta errada porque en Colombia solo querían marcas como Nike, Adidas y Puma. Ese tipo de calzado traído de Colón fue a dar a Ecuador.

Viene una idea que es el inicio de todo, vender zapatos y dar un boxer, una oferta que podía pegar, y vaya que pegó, pero lo que vino en adelante fue asombroso porque la gente no quería calzado sino los cómodos y llamativos boxer. En 2010 la nueva empresa es legalmente constituida y coincide con una serie de alteraciones económicas que partieron de la devaluación. Ya no era negocio importar, entraron a regir medidas antidumping y el tema fue una decidida apuesta por la industria nacional.

Este empresario se dio cuenta que la clave era la economía de escala, la producción en serie y las ventas por volumen. En su primera venta a los grandes almacenes logró colocar 80 docenas de boxer a unos negocios de Pereira. Así arrancó el gran proyecto de un hombre con olfato de sabueso para los negocios luego de ir de ciudad en ciudad, de frontera en frontera, trabajo que le ayudó a poner docenas y más docenas de ropa interior tipo boxer.

La fábrica empezó a producir con telas de alto rendimiento con lo que pasó de dos a siete referencias. Los boxer que eran confeccionados con microfibra y poliéster, siguieron con algodón Nailon y poliéster. La industria florecía, la tarea se hizo bien porque se logró poner producto a 34.000 pesos frente a los 36.000 del importado.

Actualmente Carvajal compite con 100 fabricantes aproximadamente y el producto que ingresa por las fronteras, emplea a 12 personas de manera directa y a unas 200 de forma indirecta, hoy maneja un nicho de mercado que le da resultado, pero sabe que como en todo DOFA, hay debilidades y amenazas.

 

Imagen de Hasan Oguz Altuntaş en Pixabay

 

En una grata charla con Diariolaeconomia.com, el Gerente General de la comercializadora MontGreen SAS, Libardo Carvajal Márquez, afirmó que la situación es tan poco alentadora para las empresas del sector Pyme que ya se siente un traslado o migración que puede agudizarse, dejando al país sin empleo porque hay países que están dando garantías en la región y en Centroamérica a muchas factorías nacionales que hoy trabajan a pérdida y sin derecho a ganar como es debido, todo por una carga impositiva que no soporta nadie.

A la fecha algunos empresarios ya se fueron buscando mejores opciones en Costa Rica, Ecuador y Chile. La mano de obra colombiana es tan apetecida que inclusive ya la piden en Brasil.

 

“Los apegos y la carga sentimental no han dejado partir a una mayoría que por afecto decidieron quedarse e ir a bancarrota. No lo pensaron bien y el quedarse les negó oportunidades y crecimiento en otros países. Si el aspecto romántico no hubiese interferido con seguridad que más del 50 por ciento de las empresas pyme ya se hubiesen matriculado en otras naciones. Hoy todo es diferente, la gente es más matemática y por ello si no hay condiciones, con seguridad que se pondrá en marcha el plan éxodo”, declaró el señor Carvajal.

 

Estimó un error histórico cerrar el mercado de Venezuela porque independiente de los pensamientos, las economías siguen y se retroalimentan. Ese país, añadió, fue un socio natural que le compraba a Colombia más del 30 por ciento de la producción y la manufactura, tan cierto que el último pago superó los 7.000 millones de dólares, una plata que jamás se recuperó porque ese destino les facilitó las cosas a los empresarios.

Otro socio importante es Ecuador y en general el área Andina que fue arrumada por la prisa del libre comercio y que hoy paradójicamente se está afianzando como el nuevo destino de los empresarios de la pyme, los que se aburrieron de trabajar a pérdida y totalmente saturados de impuestos, que dicho sea de paso no se ven en obras o calidad de vida. “Es increíble, como si nada, matamos el mercado natural, el que nos compraba el cincuenta por ciento de lo que producíamos las pequeñas y medianas empresas”.

El empresario Libardo Carvajal razonó que si se acaban las pymes, con ellas se marchita el empleo y precisó que lo grave es que para allá va Colombia, un fenómeno perceptible en uno o dos años en donde alguna empresas colapsarán o buscarán refugio en otros países porque apoyo no hay y la poca gasolina que había en el tanque de las pyme se agotó.

Demandó de las cámaras comercio más funcionalidad y respaldo porque analizó que entre tributos y el sistema cameral se formó un bolsillo roto.

La situación de las micro, pequeñas y medianas empresas es de total incertidumbre porque no hay un doliente para este sector productivo, se adolece de una política industrial, la banca de segundo piso es todo un sofisma y una ilusión ya que los dineros estatales van direccionados a las grandes empresas y al sector financiero, los de más abajo tienen que chuparse el dedo.

Para Libardo Carvajal, un empresario de pura cepa, el panorama no es halagüeño porque los TLC dispararon las alertas y aumentaron la incertidumbre en materia de comercio exterior. El país, sentenció, puede terminar muy mal por unos tratados en donde fueron entregados cualesquiera sectores con la venia de algunos gremios.

Para rematar los costos logísticos están por el cielo, a nivel internacional los fletes marítimos pasaron de 1.500 dólares a cerca de 10.000 dólares, todo una hecatombe y a nivel interno los precios de carga son inaceptables por cuanto un contenedor que viajaba entre Bogotá y Buenaventura el cual costaba 3.5 y cuatro millones de pesos, sin escolta, hoy se ubica en 16, 18 y hasta 20 millones de pesos.

 

“Es urgente regular el transporte, entendemos que hay una carga que asumen las transportadoras, pero igual sabemos que existen fórmulas para abaratar unas tarifas impagables, totalmente alejadas de la competitividad. Para agudizar el problema Colombia abandonó el ferrocarril y todos sabemos que si queremos crecer y competir tenemos que retomar el tren y otros modos de transporte, si no es así, no hay nada que hacer, como dicen en el entorno productivo, apague y vámonos”, exteriorizó Carvajal.

 

Fundar empresa en Colombia, un reto muy grande

 

 

El Gerente General de la marca MontGreen que igual maneja las marcas Lexus y Top Tech, agregó que lo más difícil en Colombia es fundar una empresa y pensar en números porque lamentablemente el país no brinda las condiciones de rentabilidad ni de reglas de juego para poder navegar en mares de sostenibilidad. Tal cual lo dijo al principio, hubo caídas y sorpresas como el Acuerdo de Cuotas con el café, apertura y ahora último los TLC. Un compendio que conllevó a los empresarios a sucumbir, incluyendo por supuesto, el sector primario, para rehacerse de las cenizas como el Ave Fénix.

 

“A nosotros los microempresarios y medianos industriales nos ha tocado caminar con el rejo en la mano porque la economía ha tenidos inestabilidad por muchos factores, verbigracia, la caída del Pacto Cafetero, la apertura, los procesos de violencia y los tratados de libre comercio. Antes de 1989 y 1991, todo era color de rosa, hubo empresas en cantidad, todas vendían, eran dinámicas, pero llegó el gobierno de Cesar Gaviria y nos mandó al piso porque nadie, salvo algunos grandes empresarios, estábamos preparados para una apertura de las dimensiones en las que se hizo, todo fue de repente, tocamos fondo y los que pudimos subsistimos”, expuso Libardo Carvajal.

 

Las pymes en esa empresa, conceptuó el fabricante, tenían la percepción que los grandes capitalistas nacionales y otros internacionales querían acabar con las micro, pequeñas y medianas empresas, todo por un trabajo en mejoras competitivas, en diseño y precio. Como pudieron, muchos emprendedores salieron adelante.

Para el caso de Carvajal, entrar en la moda del bóxer no fue fácil porque en principio la gente los veía raros, estaban muy arraigados al calzoncillo tradicional, al de siempre, para colmo de males la moda en su avance puso en el mercado los hilos, un interior de perfil más delicado.

 

El campo fue arrasado y con el volaron las materias primas

 

Imagen de JUAN PABLO GONZALES DELGADO en Pixabay

 

Un patrimonio nacional que llevó del bulto con los procesos de desgravación arancelaria fue el campo que en cuestión de meses quedó totalmente devastado, desde ese fatídico 1991, desaparecieron sistemáticamente cultivos de algodón, sorgo, soya, maíz, ajonjolí, trigo, cebada y muchos otros productos que fueron vilmente reemplazados con importaciones, destruyendo empleo y atomizando oportunidades. Para el empresario, la apertura fue agresiva de entrada y dejó ver que el nuevo modelo económico sería un fracaso, con ganancias para cinco empresarios y una tragedia para la totalidad del país pues no se trababa de traer bienes de capital a bajo costo o televisores a color mucho más económicos, sino que impuso condiciones para acabar la economía básica y las pymes.

Un problema adicional para las industrias procesadoras o de valor agregado fue la caída en el suministro de insumos producidos en Colombia, en ese tiempo, expresó Carvajal, todos tuvieron dificultades. En el sector textil hubo estrés porque el algodón que adornaba de blanco los campos de trópico bajo, fue eliminado y entró la dependencia de la oferta algodonera de las multinacionales que internaron fibra a precios sumamente costosos. Al acabarse el algodón colombiano, los textileros debieron acudir a mercados como Perú, México, Turquía e India.

 

“Al campo no le ayudaron ni le han ayudado, el interés desde que llegó el nuevo formato de manejo económico fue destruirlo. Las grandes siembras pasaron a extensiones interminables de pasto para forrajes y el engorde de ganado. Todo se fue encareciendo, por citar un ejemplo, un kilo de tela que costaba 18.000 pesos pasó a 26.000 y 28.000 pesos, un mayor precio que fue trasladado al público. En ese tiempo nos vendieron la idea que no éramos capaces y que todo teníamos que importarlo, pero con arrojo y empuje demostramos que sí teníamos las capacidades”, apuntó Libardo Carvajal.

 

Los TLC, un favor de puertos para adentro

 

Imagen de didier aires en Pixabay

 

Otro aspecto que habría que revisar en favor de Colombia tiene que ver con los TLC, porque prácticamente se volvieron unos facilitadores de las importaciones y toda una pesadilla para quienes producen o fabrican bienes con oferta exportable.

Infortunadamente, afirmó, importar es demasiado fácil en Colombia con todas las restricciones o dilaciones que haya, pero exportar es más que una osadía porque el Estado pone todo tipo de talanqueras para dificultar las actividades de comercio exterior. La importación simplemente se hace con una factura proforma que la hacen en China o en Estados Unidos. Los exportadores, recalcó, deben pasar por todo tipo de trámites para sacar su producto de los puertos nacionales, que muchas veces cuando logra despacharse ya no es del interés del cliente.

Colombia, precisó Carvajal Márquez, tuvo una industria representativa y emblemática en el sector textil-confecciones, hace algunos años, apuntó, se hablaba con orgullo de Coltejer, Fabricato, Tejicondor y otras factorías que pusieron muy en alto el nombre del país. Fue tan relevante su trabajo que los colombianos fueron los segundos mejores tejedores de licra de algodón en Latinoamérica, después de Perú.

Con visible nostalgia el empresario dijo que esas marcas y esas industrias fueron yendo a banca rota hasta pasar a manos del capital exógeno. Tan solo quedaron las pymes con su siempre anhelo de surgir, pero jamás hubo respaldos o verdaderas ayudas económicas.

 

“Tenemos que reconocer en la industria que prácticamente todo pasa por la ruralidad y por ello creo que un gobierno inteligente y audaz le debe apostar al campo, igual a los suministros del área Andina ya que no son pocos y unidos hacemos más. Seguimos viendo un campo remando solo, no hay plata, no tenemos una política crediticia que destaque al Banco Agrario y caso opuesto soportamos un asistencialismo agudo y precario que le quitó la mano de obra a los agricultores. Por ese tipo de subsidios tuvimos un retroceso alarmante, a tal punto que ya nos estamos pareciendo a Venezuela, mala cosa”, sostuvo el empresario.

 

Una muestra de política social equivocada, manifestó Libardo Carvajal, es Familias en Acción porque una mujer campesina gana más dejándose embarazar pues en un hogar con cinco hijos el ingreso supera el millón de pesos, dineros que generalmente no se invierten en calidad de vida o en los niños. Ese tipo de ayuda, señaló, sí vuelve a la gente incapaz y demuestra que los subsidios deben apuntar al fortalecimiento de la economía campesina.

En este momento, razonó, muchos llegan con el sueño bogotano y se estrellan con la pesadilla capitalina porque infortunadamente la gente de las veredas pasa más necesidades en los grandes cascos urbanos que en sus terruños.

 

China, ¿un referente de competencia o una amarga realidad?

 

Imagen de Peggy und Marco Lachmann-Anke en Pixabay

 

Un tema cierto es que China sigue siendo el gran abastecedor de ropa, calzado, textiles y materias primas para todos los sectores productivos del mundo, pero igual el dolor de cabeza de las economías puesto que detrás de las importaciones asiáticas se mueve todo tipo de actividad non sanctas, entre ellas el lavado de dinero.

En materia de producto, aseguró Carvajal, Colombia está en la capacidad de competir con calidad, diseño y confección, sin dejar atrás la materia prima excelsa que aún sale de las fábricas colombianas. Subrayó que la globalización le dio vía libre a la mercadería china, asunto delicado porque el planeta le firmó un cheque en blanco a ese país y a unos benefactores que generan suspicacia.

El capítulo Colombia deja también muchas preguntas, porque en opinión de Carvajal, no hay controles exhaustivos, rígidos y todo se vuelve paños de agua tibia, muestra de ello es que todo se queda en las facturas proforma, sin que haya comparación entre el producto chino con el colombiano. Es totalmente inaudito, enfatizó, que mientras un producto nacional cuesta 20.000 pesos, el de China ingresa a un dólar o por debajo de este valor, con lo cual se liquidan los impuestos y allí quienes pagan los platos rotos son los empresarios colombianos más pequeños. Aseveró que ante ese contexto de contrabando técnico, dumping y lavado, es urgente poner ojo avizor en puertos y aeropuertos para frenar las prácticas espurias que tanto daño le hacen al país.

 

“Este problema de contrabando es muy grave, ha involucrado congresistas y empresarios de grueso calibre porque hay muchos dólares sueltos y solo con importaciones irregulares provenientes de Asia, pueden lavarse esos dineros.

 

Los colombianos de la industria entendieron que para competir hay que fabricar volumen e innovación, agregar valor y poner la creatividad a volar, estiman que nada es imposible en tanto existan unas condiciones que permitan seguir en el sector real, fomentando riqueza y generando empleo, pero contendiendo unas prácticas comerciales delictivas porque fabricar un par de zapatos cuesta en promedio 15 dólares y resulta absurdo competir con un producto igual con valores de un dólar o menos.

El empresariado no la pasa bien, tiene todo tipo de inconvenientes, pero básicamente tres o cuatro lo diezmaron, uno la condición económica que ha permanecido frenada desde mucho antes del Covid-19, por eso, dijo que las cifras del DANE gozan de todo menos de credibilidad. Otro punto de quiebre fue la pandemia en donde el Gobierno ni tuvo la culpa y los paros que dejaron notar ignominia y violencia, pero igual falta de autoridad, liderazgo e institucionalidad. Esos problemas, puntualizó Carvajal, fue el cáncer con metástasis de la economía.

Un punto nada mínimo es que las medidas tomadas el año anterior para controlar y mitigar la enfermedad se fueron a pique por el afán de muchos. Destacó que las contingencias y protocolos fueron adoptados pensando en salvar vidas humanas y empresas, sin embargo, repisó, con la apertura económica recientemente anunciada, los problemas van a agudizarse y todo lo hecho fue en vano pues los reportes de mortalidad superan los 700 fallecidos por día, muestra de la gran equivocación.

 

MontGreen, una empresa que pasó dificultades

 

Imagen de kesie91 en Pixabay

 

La empresa MontGreen supo afrontar todas las vicisitudes que desprendieron de los últimos acontecimientos del país, sin dejar por fuera algunos del globo. La pandemia y los paros pasaron cuenta de cobro, no hay duda. Las cifras de la compañía que maneja un amplio portafolio, ilustra que antes de la pandemia la empresa vendía en ropa interior 10.000 docenas por mes, unas 120.000 unidades de boxers más 20.000 o 30.000 leggins para dama y caballero. Durante la pandemia la venta fue de entre 84.000 y 90.000 prendas por mes y en los paros el dato espanta, los despachos llegaron a 60.000 unidades mes, una caída del 50 por ciento.

La inmovilización de Colombia con los paros, castigaron injustamente a los empresarios pues por decir algo el spandex o licra antes de los bloqueos estaba a 18.000 pesos más IVA, valor que saltó a los 52.000 pesos más IVA, un ajuste superior al 200 por ciento.

Los problemas siguen y piden respuestas porque prevalecen los líos en logística, los altos precios del transporte, el tema China y los inconvenientes que genera el tener que depender de las materias primas asiáticas. Hoy más que nunca, asegura el empresario, el país demanda políticas sólidas de estado para las pymes porque hay una tributación muy alta que usualmente evaden los más grandes.

Hoy, reconoció el Gerente General de MontGreen, no hay flujo de caja, menos oferta y demanda de bienes y servicios con un agravante, los salarios, los impuestos, los servicios públicos y la seguridad social no dan espera, el empresariado, deploró, está ahogado.

 

La moda, tendencia eterna que nació sin calzoncillos

 

La ropa íntima masculina es relativamente nueva, los cronistas dicen que el vestuario íntimo empezó a diseñarse y confeccionarse en los pueblos de Mesopotamia. La historia asegura que sumerios, babilonios y asirios, fueron pioneros en el uso de la ropa interior, prenda que llegó a los hogares de la antigua civilización para acompañar una moda lujosa, de gran diseño, buen gusto y decoro.

Algunos ubican la ropa íntima en el año 4000 a.C, dejando claro que en el llamado periodo arcaico en donde la cultura fue el común denominador, la ropa fue unisex pues la falda se compartía entre los géneros, prenda fabricada con piel de oveja.

Lo cierto es que en ese tiempo ya era usual el calzado en cuero y se utilizaba ropa interior puesto que los hombres llevaban taparrabos y las mujeres cubrían sus partes íntimas con faldas cortas, tal y como lo hizo en su momento Cleopatra en el antiguo Egipto.

Quizás los romanos en plena República quisieron probar algo revolucionario, que los diferenciara del espíritu libre y el encanto por la desnudez de los griegos que no pusieron absolutamente nada bajo la túnica. Con algo más de pudor los cesares en el gran imperio lanzaron el “subligar”, un taparrabos hecho en lino, diseñado expresamente para los plebeyos. Los más pudientes y adinerados no renunciaron a su venda y desde luego a la túnica que les marcaba su jerarquía y condición social.

Por todo el entorno de esclavitud y maltrato, las personas más vulnerables vestían tan solo una túnica con ausencia total de la elegante y generosa toga. Esa situación hizo que fuera impuesto el subligar, un accesorio tipo calzón hecho en lino o lana que cubría estrictamente los genitales y de vez en cuando el vientre. Esta prenda fue muy usada por los obreros y los gladiadores.

Con el tiempo, el práctico calzón entró en la onda de los aristócratas que lo impusieron, de un lado por lo práctico y de otro porque buscaban emular a los luchadores del circo romano.

Pese a las improvisaciones, los hombres duraron siglos sin usar la necesaria ropa interior, quizás bastaron las túnicas, pero con los siglos y la llegada del renacimiento el uso de prendas inapropiadas generó estupor y es en ese momento cuando se impone una bolsa llamada bragueta, que sirvió para ocultar los genitales, por momentos para resaltar su presencia y los más prácticos le dieron uso de monedero. ¿Sería este calzón incipiente el inicio del ahorro?

En el siglo XIX, el de las transformaciones, aparece dentro de los pantalones masculinos el famoso mono, un enterizo de lana que en principio eran matizados de rojo, todo un lío porque con cada lavada el mono perdía coloración. Solo en el ocaso del siglo XIX, el mono, hecho en lana, fue teñido de gris. Este diseño por demás sencillo era vital para mantener el cuerpo caliente y alejar la ropa de los nada gratos olores corporales.

Por ser tan reciente, los abuelos aún recuerdan que los varones usaban el mismo mono durante la totalidad del invierno, un caos a la hora de llevarlo al lavadero. Esta prenda, muy funcional, contaba con una abertura en la parte trasera que facilitaba el hacer las respectivas necesidades fisiológicas.

El mono no fue tan ameno y querendón como muchos creen, por ser fabricado en lana producía piquiña, comezón u hormigueo, pero la solución llegó pronto con una máquina que permitía poner en la parte interna de la querendona prenda un tejido suave y fresco por tratarse de hilos de seda.

 

Algunos creyeron que esta ropa íntima sería para siempre, pero quizás alguien dijo, “cómo no mono”, y llegaron los cambios, la innovación y la transformación en 1920, en ese momento crucial del siglo XX. En principio los diseñadores fueron cortando el pantalón, en las tendencias de verano el mono sigue evolucionando y de un enterizo pasa a dos piezas. En ese tiempo se les da vida a los conocidos boxer, nombre que adoptaron del calzón que en ese tiempo usaban los boxeadores de nivel profesional.

Finalmente, y en medio de la crisis de los años 30, aparecen los calzoncillos modernos, una novedad de consumo masivo que llegó a las tiendas de Chicago en 1935, tan cierto es, que aún hay narraciones que dan cuenta de la vertiginosa venta que agotó inventarios y le abrió la puerta al calzoncillo moderno, el que no para de innovar.

La moda no se detiene y por ello en materia de calzoncillos hemos conocido los Briefs, Trunks, suspensorio, Boxer, Boxer Briefs, Briefs de corte medio, Bikini, Tanga y Strings.

 

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