Germán Enrique Núñez
Enviado especial al Cauca
Al mirar el reloj plateado que apretuja la muñeca de mi brazo izquierdo y con algo de sueño me doy cuenta que a las 8:30 de la mañana estábamos en Silvia, un municipio próspero y fértil establecido en las montañas del oriente del departamento del Cauca. En esas estribaciones de la cordillera central se erige majestuoso este casco urbano que concentra en su mayoría comunidades indígenas.
El frío es intenso y en medio de un sol mañanero que deja escapar el cantar de algunos gallos los cuales se confunden con voces lugareñas, unas en español y otras en lengua aborigen, así como con motores y viento. La llegada es tranquila y como dato especial hay que decir que quienes en este pueblo residen son personas amables, generosas y muy dadas a ayudar y orientar.
La estructura del pueblo es agradable toda vez que cuenta con calles pavimentadas y una plaza central de buen tamaño en donde convergen los campesinos, los indígenas y quienes vienen de otras regiones. A este hermoso pueblo le dicen la Suiza colombiana, pero también se conoce como los “Alpes Suizos colombianos” porque a criterio de muchos el paisaje y el verde de las montañas tiene gran afinidad con las montañas y los sitios rurales del país europeo.
En Silvia hay seis resguardos indígenas los cuales tienen autonomía y un manejo muy independiente en cuanto a costumbres y trabajos. Se conocen Ambaló, Guambia, Kisgo, Pitayó, Quichaya y Tumburao. Estos resguardos representan a los orgullosos pueblos indígenas Misak, Nasa, Kisgoe, pueblo Ambalaoe, zona campesina y casco urbano.
En los verdes, fríos y frescos valles de Silvia es muy destacada la actividad ganadera pues en este municipio el hato ganadero llega a 11.000 cabezas de ganado de las cuales más de 3.500 están en plena producción lechera. Las razas y los trabajos genéticos ya muestran sus bondades en vista que el ordeño por vaca es de siete litros diarios. Otro negocio que crece y pinta muy bien es la apicultura, en donde la miel espesa le pone sabor y dulce a la vida.
En Silvia, Diariolaeconomia.com habló con el ex gobernador indígena, Miguel Antonio Calambas Pechene, quien aseguró que en hora buena la economía campesina, rural e indígena se ha venido fortaleciendo por la consolidación de procesos asociativos y productivos que le han abierto puertas a los productos de Silvia, no solo en la región sino en Bogotá y en el mundo porque el municipio ya cuenta con sectores altamente competitivos que están exportando.
Esta región es rica en producción de leche, en oferta de carne y en agricultura. En este momento hay una noticia excelente para la zona y es que algunos frentes productivos incursionarán con el cultivo de café el cual será sembrado con una particularidad que le dará mayor valor por cuanto será una siembra orgánica y con semillas nativas con las cuales se retomará el verdadero sabor excelso del grano colombiano.
“En este momento la gente está replanteando y organizando su producción y es así como están los productores de trucha, los de uchuva para exportación, los de café orgánico, los lecheros especializados y los de alimentos básicos como papa y otros tubérculos para el mercado doméstico”, aclaró el señor Calambas.
De cara a los retos que traen los tratados de libre comercio, Calambas consideró vital y determinante la asociación para alcanzar metas productivas porque de lo contrario el país colapsará en unos mercados exigentes que piden sanidad, inocuidad y buenas prácticas para la admisibilidad.
“Estoy seguro que la asociatividad es una herramienta muy importante en donde todos trabajamos de manera organizada, planeamos y nos fijamos unas metas, luego la producción asociativa tienen grandes bondades y es por ello que ese modelo de producción fue acogido por los cabildos. Hoy tenemos grupos para la producción de trucha, otro para Uchuva tipo exportación, los lecheros y la transformación en general”, dijo.
Como el asunto es de organización, los resguardos indígenas están adelantando una especie de Censo en donde quieren determinar qué tipo de productos ofrece la región y como pueden potenciar esa producción. Destacó el hecho que en Pitayó los lecheros estén trabajando con la empresa Alpina entidad que facilita la refrigeración lo cual entrega un valor agregado y un mejor precio. En ese resguardo también se producen quesos de mucha calidad y otros derivados lácteos que tienen buen recibo en la región y en otras latitudes.
En Guambia se tiene toda la producción de trucha y el cabildo respalda abiertamente a los productores y encargados de esta actividad que ofrece proteína sana y limpia al Cauca, y a la Colombia suroccidental. En la comunidad de Ambaló hay sesenta productores debidamente organizados para la producción de uchuva, fruta exótica también con mercado en el exterior y apoyada por el cabildo.
La tarea se cumple a cabalidad y es por eso que las comunidades, incluidas las campesinas, adelantan mejoras en el procesamiento de la leche porque lo cierto es que la economía debe fortalecerse por los nuevos escenarios y de ello son conscientes los cabildos y los agricultores.
Los retos del campo no dan espera
El efecto invernadero o cambio climático es uno de los grandes retos de la producción agrícola en los cabildos como lo es a nivel mundial por todo lo atinente a lluvias y veranos extremos, a las mutaciones de los microorganismos y a la resistencia bacteriana.
La situación es tan apremiante en Silvia que la productividad de alimentos como papa, cebolla y algunas frutas ha bajado por la incidencia del clima. Esa merma, dijo, Calambas preocupa golpea y amenaza la seguridad alimentaria, asunto que se hace más angustiante con las firmas de los TLC que tienen como particularidad acabar con la producción agropecuaria de las regiones dejando saldos económicos y sociales.
El experto en etnias explicó que las movilizaciones indígenas y campesinas se hicieron precisamente para protestar por unos acuerdos que se legitimaron sin la debida preparación del país y sus sectores productivos los cuales fueron entregados a las grandes economías que subsidian y ayudan al productor primario, asunto que no pasa con el agricultor colombiano el cual está cada vez más disminuido.
“Hoy tenemos por ejemplo el TLC con Estados Unidos y de momento no hemos sentido el gran golpe quizás por el tema de la devaluación que encarece las importaciones, pero vendrán situaciones complicadas en donde nos tocará amoldarnos al nuevo escenario de competencia porque los pueblos indígenas estamos en la capacidad de poner en los mercados altamente competitivos y de muy elevada calidad”, sostuvo el ex gobernador.
Indicó que una cosa muy diferente es aprobar importaciones de carros, electrodomésticos y bienes de manufactura o electrónica a poner a competir a los indígenas y campesinos con países que son potencias en la explotación agropecuaria en donde se manejan conceptos de gran escala y todos los incentivos, aspectos muy lejanos en Colombia en donde ni siquiera hay garantías en infraestructura porque siguen los enormes trancones en rutas como La Línea, la vía Panamericana y todos los accesos a puertos, es decir todo un caos que puede mandar al traste la globalización para Colombia porque el país se quedó años luz de la competitividad regional.
Costos de producción por arriba
Un lío para nada menor es el costo de los agroinsumos los cuales son muy caros para la producción de papa y otros alimentos. El ex Gobernador indígena manifiesta que hay una opción de pasar la agricultura toda a orgánica, pero dijo que esa producción limpia se demora porque la tierra está envenenada con unos químicos que fueron a la tierra por espacio de muchos años.
“En agricultura nos toca volver a empezar y en materia de costos sembrar ya no es rentable porque los costos de producción están muy por encima de los precios de comercialización, luego estamos hablando de pérdidas y de desestimulo en el productor nacional”, aseveró.
El TLC podría revisarse
Un punto que tiene muy claro este ex gobernador indígena es que hay negocios que salen bien y otros que salen mal porque hubo ligereza o poca inteligencia a la hora de definir prioridades o de defender los derechos de los productores colombianos. En materia de comercio, las etnias precisan que si se hace necesario pedir de manera directa la revisión del TLC por considerar que el convenio no es favorable, serán ellas mismas quienes pidan esa instancia aun cuando aclaran que eso pasaría solo si el ejecutivo se hace el de la vista gorda con los reclamos.
“Nosotros haríamos ese esfuerzo, pero la verdad esa es una misión que le corresponde al alto gobierno, nosotros somos una minoría que no ha sido escuchada sencillamente porque el ejecutivo está empecinado en atender asuntos de minería y de inversiones no muy rentables para Colombia, lamentablemente hay un escenario complicado para las etnias porque desde arriba, desde el gobierno tienen más opción de pedir o exigir las multinacionales y otros gobiernos que campesinos, productores agrícolas o quienes aportamos alimentos”, aseveró.
A criterio de Miguel Antonio Calambas, el estado no escucha a los nacionales, no atiende recomendaciones ni peticiones así sepa que incurre en errores o actos poco acordes con la coherencia y eso quedó plasmado con la venta de Isagén cuando el gobierno tuvo oídos sordos y hoy tiene una plata en caja supuestamente para obras y vías, pero esa plata no es suficiente, según el líder, para construir carreteras ambiciosas.
Cauca, departamento estratégico
El líder indígena y ex gobernador, Miguel Antonio Calambas, dijo que el departamento del Cauca es un sitio estratégico de la geografía colombiana en donde convergen las comunidades indígenas, en vista que en esa región se agrupan 120 cabildos indígenas.
Tristemente esa zona estratégica ha sido aprovechada por los grupos armados y el narcotráfico, pero en medio de todo las familias nativas se mantienen, le ponen el pecho a la brisa ante las múltiples vicisitudes, pero insisten en pedir territorios seguros en donde los hombres, mujeres y niños puedan vivir en paz y proyectando futuro.
“Los pueblos ancestrales, esas comunidades originarias del Cauca quieren tan solo tranquilidad y opciones de trabajo en donde se pueda trabajar y vivir con dignidad. La nueva generación de jóvenes se está perdiendo porque ante la realidad de no poderlos proyectar, de no facilitarles empresas que los emplee, estos migran para las grandes capitales o se matriculan en grupos ilegales y esas son cosas que no se pueden ocultar y que dicen porque las movilizaciones y los bloqueos, aquí solo se habla de olvido e incumplimiento. Lo único cierto es que si nos toca salir a protestar lo haremos y si tenemos que bloquear, bloqueamos”, expresó.
Bienvenida la paz
Al hablar sobre el proceso de paz que se está negociando con las guerrillas de las FARC, Calambas indicó que la iniciativa cuenta con todo el espaldarazo de las comunidades indígenas porque la paz resulta como una propuesta muy importante porque en el Cauca se ha padecido todo el sufrimiento y el estrés de la guerra toda vez que la población civil debió presenciar combates a diario.
Añadió que con el proceso de paz hay cierta tranquilidad y por eso hay fe y una apuesta porque la tranquilidad llegue.
Manifestó su inconformismo por el despojo de las tierras indígenas y dijo que los grandes terratenientes sacaron a los aborígenes de los valles fértiles y muy apropiados para la agricultura enviándolos para las montañas, pero ahora el sosiego de las lomas en donde se cuidó el páramo y las aguas llegó a su final porque la minería con el beneplácito del gobierno correteó a los indígenas de las quietas alturas.
“Los indígenas no pedimos mucho, tan solo queremos paz, condiciones productivas y dignidad. Anhelamos vivir tranquilos en nuestras tierras ancestrales, que nadie nos saque del terruño porque por esa ambición muchos inocentes sufren en las tierras que dejaron los abuelos”, comentó.
Sobre el cierre de la vía panamericana, el vocero dijo que ésta se cerró porque el gobierno incumplió en más de diez oportunidades lo cual no es serio.
Productividad agrícola si, coca no
Las comunidades indígenas denunciaron que pese a que se busca desde la legalidad acudir a una economía lícita al amparo de la formalidad, hay grupos narcotraficantes que insisten en la siembra de cultivos ilícitos, situación complicada porque lo único que se anhela es garantizar la seguridad alimentaria.
“El narcotráfico ha venido metiéndose y eso ha llevado a múltiples conflictos, amenazas y a una alta vulnerabilidad para los cabildos. Por fortuna en Ambaló las únicas siembras son de alimentos y en eso ha habido una labor juiciosa de la Guardia Indígena", apuntó.
La desnutrición aún no es un problema en las fértiles tierras de los caucanos que tienen un paraíso próspero que ofrece muchos productos alimenticios, de todas maneras y de manera aislada ya se han identificado problemas de hambre y desnutrición que se presentó por el monocultivo del fique como pasó en la comunidad de La Gaitana.
“Los casos de desnutrición se han presentado en bajos porcentajes, pero ha habido situaciones complicadas, eso sí hay que decir que la gran mayoría de indígenas comen bien y tienen un nivel económico aceptable que viene mejorando”, señaló.
Miguel es un buen hombre, aun no se ha casado, pero su compañera le dio cinco hijos los cuales no son suficientes porque culturalmente las familias son de diez sucesores. Este buen ser humano cree en Dios y en todo lo que tiene que ver con un ser supremo, pero al igual que antes se respeta el sol y la luna y se ve en la naturaleza un regalo divino que debe cuidarse.
A la fecha muchas religiones han invadido el espacio de los indígenas, pero hay espacio todavía para los espíritus mayores que acompañan y orientan a una comunidad que estuvo sola por mucho tiempo.
Agricultura con la rúbrica de la paz
El alcalde encargado de Silvia, Jaime Pardo, nos recibió de la mejor manera y dijo que con un empujón los sectores agrícola y pecuario serán vanguardistas en la mejora de la calidad de vida y en la optimización del ingreso. Todas esas mejoras, dijo, llegarán con mayor facilidad gracias al proceso de paz porque se habla de una paz verdadera y duradera.
“Ellos los indígenas están muy entusiasmados con el tema de la paz porque saben que solo así podrán sembrar y comercializar sus productos en medio de toda la tranquilidad”, declaró el funcionario.
Resaltó la iniciativa de asociatividad, modelo productivo que está mostrando sus bondades y que con el tiempo será el gran responsable del éxito productivo en el departamento. Ya se ven resultados con el frente piscícola en donde un cabildo ya está exportando.
En la parte económica, Silvia sigue dependiendo del turismo que tiene muy buena acogida, pero también de la agricultura y la ganadería que con asociatividad avalan el abastecimiento local en primer lugar, dejando oferta para el mercado nacional y desde luego para el internacional.
Silvia ofrece productos varios como papa, yuca, cebolla, fresa, leche y uchuva entre otros cultivos.
Lamentablemente por coyuntura climática y por la globalización de los mercados hay productos que pasaron a la historia como el trigo o el maíz que ahora se hace en las huertas caseras, pero ya no a gran escala como se hizo años atrás. Lo propio pasa con la ganadería bovina y la ovina que está paulatinamente desapareciendo. El Alcalde precisa que justo en ese tema hay todo un reto porque hay producciones que hay que reactivar con la sustitución de importaciones que promueve “Colombia Siembra”, programa del cual Silvia espera mucho.
Hoy, indica el Alcalde, hay expectativa y mucha fe puesta en una economía que muy seguramente se desenvolverá dentro de un contexto de paz.
Salimos de Silvia muy friolentos porque el viento helado no dejó de soplar en esas calles grises o en la plaza principal adoquinada desde donde se aprecia la bonita iglesia que tiene una fachada crema con bordes y marcos de tono naranja. Se ve desde el segundo piso de una de sus vetustas viviendas un marco de plaza con casas viejas, algunas con balcones y ventanas grandes con rejas de acero y varilla.
Sus edificios abigarrados llaman la atención como es el caso de la alcaldía que se destaca por su color amarillo con azul.
Desde un balcón se aprecia sobre el medio día, el correr de sus habitantes, unos a sus casas, otros a comprar insumos y la juventud corriendo de los colegios en busca de sus familias. Silvia está ubicada a 2.620 metros sobre el nivel del mar, tiene una población de 35.000 habitantes y es una plaza mayoritariamente católica.
Sus cuitas datan de la época de la conquista cuando a Francisco de Belalcazar, hijo de don Sebastián de Belalcazar, se le hizo entrega el 23 de octubre de 1562 de unas tierras. Los predios fueron vendidos a José Antonio Concha en 1581. El pueblo fue fundado en el lugar conocido como Las Tapias a tres kilómetros de la cabecera municipal.
En 1798 se hace el traslado al sitio en donde está la población y que en esos tiempos contaba aproximadamente 400 habitantes. En 1808 fue nombrado su primer alcalde, don Lino Hurtado.
El nombre del municipio surge de la familia de Sebastián de Belalcazar quien tuvo un hijo a quien llamó Juan Diego, éste a su vez bautizó una hija a la que llamó Silvia y que finalmente inspiró el calificativo del pueblo.
Esta es Silvia, una tierra de gran proyección, sin temores y llena de retos ante la nueva perspectiva de los mercados. Mientras sigue creciendo la siembra de frutas exóticas y la producción de leche, en los campos salen cosechas de papa que suman 22 toneladas que brotan de 200 hectáreas.
Vuelvo al balcón y miro el pasar más tranquilo de sus habitantes, son muchos y de gran variedad. Unos siguen en uniforme, otros en pantalón de dril y algunos en jean y blusas de todos los colores. Al lado de esos habitantes pasan callados los indígenas con sus atuendos de lana hechos por ellos en tono azul con destellos de color, pero con un fuerte púrpura. Ese anaco, hilado y tejido en telares que hace lucir elegantes a hombres y mujeres lleva de adorno un sombrero parecido a las panderetas más conocido como kuarimpato y con ellos salen orondos a las calles hombres y mujeres aguantando frío en las piernas porque la falda estrecha es para todos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos.
El sombrero negro en paño de ala corta con cinta del mismo tono en satín que lucen hombres y mujeres es muy importante en la vida del guambiano por cuanto consideran que solo con él se puede guardar el pensamiento.
En Silvia pasan sus hijos sonrientes por las calles, seguramente convencidos que habrá mejores cosechas y que todo será por fin posible sin los ruidos de la guerra y sin esos escabrosos gritos de terror. De apoco se aleja el miedo y la ansiedad, hoy miran optimistas sus parcelas porque saben que los buenos tiempos están por comenzar o como ellos dirían, “pay, pay kan punsri pa vipi”.
“Gracias a todos en el mundo, los esperamos en Silvia, tierra productiva”.



