Sábado, 04 Enero 2025 08:14

Guatavita, un destino de lujo que demanda promoción turística

Por

Los negocios de gastronomía podrían vender mejor y tener ingresos verdaderamente importantes, pero hay rezago en un lugar mágico y marcado por la espiritualidad chibcha.

Muy cerca de Bogotá, al nororiente, saliendo por la autopista del norte se viaja al municipio de Guatavita un lugar ideal para el turismo ubicado en la Provincia del Guavio en Cundinamarca a 2.668 metros sobre el nivel del mar y 53 kilómetros de la capital del país. El hermoso pueblo con su antes y después fue fundado el 18 de marzo de 1593. Este paraje, una joya sobre la cordillera oriental, tiene un nombre Muisca que significa “fin de la cosecha” aunque algunos dicen que también podría traducir “Punta de la Sierra”.

En tiempos prehispánicos Guatavita fue el segundo pueblo más importante en la Confederación Muisca. El Zipa que fue el gobernante más prominente generó celos en ese tiempo y Guatavita se caracterizó por su rebeldía y defensa de un linaje que en su momento el gobernante supremo tildaba de superior. Guatavita no quería ser segundo después del zipazgo de Bacatá pues llegó a ostentar el título de capital religiosa en vista que en la Laguna de Guatavita se hacían espéciales ceremonias, las que le dieron comienzo a la leyenda de El Dorado.

Guatavita tuvo en tiempos de zipas a los mejores orfebres, pero no hubo momentos de tranquilidad y de explotar mejor el talento de sus habitantes ya que vinieron hostigamientos e intentos de invasión a predios de dominio de Bacatá que pusieron a Funza, capital del zipazgo, en riesgo, pero que con la ofensiva del Zipa Saguamanchica todo se apaciguó pues el poderío militar y económico de Bacatá era considerable, a tal punto que ni siquiera los 40.000 guerreros que envió el Zaque de Unza, hoy Tunja, en apoyo al Cacique de Guatavita sirvieron para amedrantar al Zipa de Bacatá.

Hubo una nueva insubordinación y el Cacique de Guatavita en represalia por el comportamiento dictador y abusivo de Saguamanchica atacó Chía y Cajicá un momento difícil para los intereses de Bacatá que se encontraba en franca disputa con Ubaque, sin embargo dejó de lado el problema para acudir al norte y meter en cintura el problema que generaba el Cacique de Guatavita, igual el gobernante enfrentaba a los Panches que se habían tomado Tena y Zipacón. El Zipa reunió en Sopó 50.000 Güechas, un ejército que fácilmente doblegó al cacicazgo de Guatavita.

 

¿Un caballo de Troya?

 

 

Con el fallecimiento del Zipa Saguamanchica asumió Nemequene como gobernante supremo de Bacatá quien fue vital en la estrategia para la sumisión concluyente del Cacique de Guatavita.

Retomando el tema de la insuperable orfebrería, en toda la Confederación Muisca se demandaba el trabajo de estos artesanos, pero el Cacique trazó una política para compensar la migración y evitar el asolamiento de la región, en ese momento su mandato decidió que por cada orfebre que saliera el solicitante debería enviar dos personas.

Frente a esa situación Nemequene pidió orfebres para que llegaran a Funza y aprovechó para infiltrar dos güechas o guerreros en lugar de las dos personas comunes y corrientes solicitadas por el gobierno de Guatavita, un complot hecho con el apoyo del Cacique de Guasca, otrora cófrade de Guatavita.

Una vez hubo suficientes guerreros, una noche fría partió Nemequene con un ejército, tras hacer las respectivas señales de fuego vino un ataque intenso externo e interno que arrasó con Guatavita finalmente incendiada y con su Cacique muerto, asesinato que se extendió a sus familiares y subyugados.

Al final de la trágica jornada Guatavita cambió de Cacique, el hermano de Nemequene que contó con tropa permanente. Guatavita está llena de belleza e historia, el nuevo municipio de corte colonial está rodeado de valles y montañas con alturas de 2.988 metros sobre el nivel del mar en donde prospera la ganadería de leche como también los cultivos de papa, trigo, cebada, fresa y arándanos.

 

 

Hay muchos temas por precisar, uno de ellos que la laguna de Guatavita no está ubicada en este municipio sino de Sesquilé.

A propósito de la laguna, cuando fue de Guatavita, fue centro de sagrado, allí se llevaron a cabo ceremonias muy especiales, básicamente la de El Dorado, un momento especial ya que el heredero a la majestuosa silla del zipazgo era posesionado y de inmediato era reconocido como Zipa.

Una vez culminaban los primeros cultos de posesión, el psihipqua o príncipe de sangre subía a la balsa adornada, perfumada, muy colorida y quemando sahumerio que iba a cuatro estufillas. El heredero iba de pie quien iba completamente desnudo, previamente era casi que bañado en aceite de trementina y cubierto en su totalidad con oro en polvo, su cuerpo iba en ese trayecto ceremonial plenamente dorado. Muy cerca del nuevo monarca iban tunjos de oro y esmeraldas, todo lo mejor para ofrendar a los dioses. A la balsa subían igualmente desnudos cuatro uzaques, reconocidos nobles de sangre pura que llevaban individualmente su obsequio a las deidades.

Una vez salía la balsa para el centro de la laguna, en sus orillas eran frenéticos asistentes la nobleza, los gobernantes más importantes, sacerdotes, súbditos y guerreros, todos vestidos con lo mejor por tratarse de un evento sublime y especial. La barca partía y empezaba a retumbar la música, palmoteos y las glorificaciones al psihipqua.

Al llegar al centro de la laguna se daba una señal, se ondeaba una bandera con lo que llegaba máximo silencio, acto seguido el heredero a Zipa o psihipqua llevaba a cabo el ritual de ofrecimiento a los dioses y arrojaba el oro en su totalidad y las esmeraldas a la especial e icónica laguna, lo propio hacían los uzaques acompañantes. Finalmente el psihipqua entraba al agua dejándose sumergir para brindar el oro en polvo a los dioses merecedores de espectaculares regalos.

Al terminar la bandera descendía y al llegar la balsa a la orilla, empezaba con mayor exacerbación la música que se confundía con los gritos de emoción y proclamas al nuevo Zipa, una fiesta que se daba en torno a la laguna, colmada de gente subsidiaria y feliz.

 

Guatavita, literalmente, al agua

 

 

El pueblo original del Guatavita se conoció hasta el 15 de septiembre de 1967, desde esta fecha el municipio fue inundado para regular los volúmenes de agua del río Bogotá y tener control también de las inundaciones en la Sabana de Bogotá por citar algunas de las justificaciones.

La nueva Guatavita surgió tras su traslado en 1967 al lugar en donde hoy se muestra totalmente moderna y adoptando una tradición muy colonial. Para quienes se preguntan qué pasó con el casco urbano antiguo, este permanece bajo el agua del embalse Tominé hacia el sur del mismo. Cabe recordar que la construcción del nuevo municipio arrancó el 14 de noviembre de 1964. Obra adelantada por la prestante firma de la época Llorente & Ponce de León Limitada.

La mudanza, según algunos habitantes se dio desde agosto de 1967, pero el desplazamiento que se reconoce oficialmente a la naciente Guatavita tiene como fecha el 15 de septiembre de 1967.

En el valle del Tominé o en Guatavita se construyó un lago artificial, el Embalse de Tominé, un lago de 18 kilómetros que cubre los municipios de Sesquilé y Guasca. Esta represa alcanza los 38 metros de profundidad y tiene una capacidad de 630 millones de metros cúbicos de agua. La obra como se dijo, regula las aguas del río Bogotá, sirve de contención a las inundaciones de la Sabana y lleva agua a la planta de Tibitó operada por el Acueducto de Bogotá.

El viaje a Guatavita es muy agradable, la ruta es óptima y el municipio cuenta con algo sumamente espectacular, la oferta paisajística. Aparte de todo el entorno de cordillera el pueblo cuenta con una fauna silvestre aparentemente pobre por la permanente visita de personas y turistas, sin embargo se tienen claro que hay zorros, ratones de campo, mirlas de páramo, comadrejas de cola larga, conejos silvestres, osos andinos, tigrillos lanudos, ardillas, venados, cusumbos, zarigüeyas y murciélagos, Igual Guatavita tiene una vasta zona rural con 15 veredas en donde hay frailejones, atrapamoscas, curubos silvestres y árboles de todo tipo puesto que se encuentran robles, alcaparros, alisos, chilcos, hayuelos y un boscaje que igual suma chicalá, Guayacán y Siete Cueros.

 

 

En Guatavita hay muchas actividades por hacer, desde caminatas ecológicas, recorridos en lancha por el embalse, paseos a caballo, ir a la laguna del Cacique Guatavita que está a unos 15 kilómetros del poblado, hacer camping, conocer la casa loca o casa al revés y disfrutar el entorno del pueblo actual lo que incluye jornadas lúdicas, visita al museo indígena, caminar por las calles del lugar y disfrutar de una muy buena oferta gastronómica que sin temor a exagerar incluye de todo.

Este destino ofrece excelente gastronomía, es muy fácil encontrar una jugosa y deliciosa carne a la parrilla, pero igual un suculento cordero, sopas, mazamorra, trucha y una sugestiva variedad en postres. Después de un buen almuerzo nada mejor que visitar la zona de oferta artesanal espacio en donde se puede adquirir ruanas, ponchos y otras prendas hechas con lana virgen y acrílica, también hay alfarería por lo que resulta fácil comprar vasijas y todo tipo de vasijas y figuras decorativas en barro.

Guatavita es un municipio añejo por su fundación, pero joven tras la inundación factor que sumó nuevas historias y todo un compendio que agrada y enamora a los visitantes que han cedido de manera preocupante.

 

 

En diálogo con Diariolaeconomia.com, la Gerente Administrativa del restaurante Posada del Tominé Diana Rodríguez afirmó que a Guatavita, un destino exótico y cargado de historia le hace falta que lo visite más gente pues su población, 6.898 habitantes, aparte de las labores agropecuarias, viven del turismo que se desarrolla particularmente los sábados y domingos, pero lamentablemente sigue bajando el número de turistas y el pueblo luce sumamente solo en la semana con el agravante que los fines de semana no están siendo tan generosos en esas indispensables visitas, algo delicado porque Guatavita vive del turismo que infortunadamente ha perdido dinámica.

A juicio de la empresaria, a Guatavita le hace falta promoción turística y por eso les hizo un llamado a las autoridades tanto departamentales como nacionales para que inviertan en el impulso que demanda este municipio que fue inundado para darle paso a un embalse y rehacerse para contar una extensa historia chibcha, sin embargo no hay interés y las nuevas generaciones han perdido ese interés por los asuntos históricos y antropológicos que deleitaron a tantos en el pasado que no solo disfrutaban de una visita sino de la oferta gastronómica y artesanal que ofrece la región.

 

“Nos está haciendo falta que nos conozcan, somos un destino exótico y estamos a una hora y quince minutos de Bogotá, pero tristemente no nos conocen, ignoran de todo nuestro potencial porque el municipio tiene buena mesa y excelente hotelería, hay capacidad y óptimos servicios públicos. Otro punto a favor de Guatavita es la tranquilidad y la seguridad, en el pueblo hay respeto por los visitantes y habitualmente no pasa nada de lamentar”, declaró la señora Diana Rodríguez.

 

 

 

En Guatavita sus veredas son muy activas en el tema agropecuario, de hecho allí está la sede de la cooperativa lechera COLEGA, fundada el 31 de octubre de 1999 en la vereda Monquentiva por pequeños productores de leche, de allí sale hasta queso tipo europeo de reconocida calidad.

La oferta de alimentos es grande pues aparte de la leche hay engorde de bovinos, cría de especies menores como las ovejas y corderos, gallinas de campo, porcicultura, cultivo de peces y una actividad agrícola muy fuerte en papa, fresa frutas exóticas y flores. La producción de trucha es también un sector fuerte con mercado en Bogotá y otras ciudades colombianas.

En opinión de la vocera resultaría muy útil que el ministerio de Comercio, Industria y Turismo impulsara más un destino de grandes características y mucho más cercano que Villa de Leyva. Subrayó que el destino es poco conocido razón por la cual a los empresarios les ha tocado casi que con las uñas ir a visitar agencias de viajes, repartir volantes y hacer gestión para que la gente conozca Guatavita que hoy está pareciéndose a la leyenda del tesoro, se ve lejana en la industria turística con la gran diferencia, sí existe.

 

“La gente viene a Guatavita y se enamora del municipio, además en términos de turismo es muy económica. Mucha gente que logró su pensión está optando por Guatavita pues es un lugar amable y bastante tranquilo para vivir”, señaló Diana Rodríguez.

 

Después de muchos años retomé la ruta y llegué hasta Guatavita y vaya que quedé gratamente sorprendido, además el restaurante sin exageraciones es de muy buenos atributos, tienen el sabor, el servicio y la tradición.

 

La Posada del Tominé, qué buena decisión

 

 

En la muy llamativa Plaza Central de Guatavita está La Posada del Tominé, un acreditado restaurante fundado hace 40 años por dos extranjeros, un mexicano, Pascual Lara y una española la señora María del Carmen, este matrimonio llegó al municipio y hubo una conexión inmediata que los llevó a abrir el establecimiento con su tremendo portafolio. El amor por Guatavita fue tan profundo que jamás regresaron a México de dónde venían en plan descanso, don Pascual quien ya descansa en paz fue sepultado bajo el cielo colombiano, muy seguramente para él, un cielito lindo.

Puede decirse que el encanto Chibcha o Muisca enamoró al Azteca, un amor que le dio vida a un restaurante y a un hotel de muy buenas condiciones ya que cuenta con una carta de comida típica de la mejor calidad, el lugar es ideal para satisfacer el gusto con el sabor especial de platos tradicionales y está muy bien dotado para descansar y conocer un pueblo mágico en donde muchos creen está el muy famoso y deseado tesoro de El Dorado.

En el restaurante Posada del Tominé son imperdibles tres platos muy especiales de la casa, trucha, conejo y cordero, unos platos con mucha tradición que le han dado identidad y prestigio al refectorio. Este restaurante tiene como gran activo la fidelización de sus clientes que generalmente son frecuentes porque saben que en el lugar el gourmet está garantizado toda vez que sirven muy rica trucha al ajillo, ajiaco santafereño, sobrebarriga y los platos referencia de la casa.

 

“Guatavita es un municipio muy hermoso, contamos con el embalse, los miradores, la Casa al Revés y sitios para disfrutar de jornadas de velero y caminatas saludables que encantan por el paisaje de montaña”, declaró la señora Diana Rodríguez.

 

 

 

Una gran mayoría de turistas son extranjeros, personas que llegan a disfrutar de la comida típica colombiana, de las montañas y del entorno en su totalidad, la gran mayoría disfruta de la arquitectura del municipio que semeja las antiguas villas españolas. Otro motivo que enamora a los visitantes internacionales tiene que ver con las culturas precolombinas, sus costumbres y sus rituales, uno de ellos el Dorado, esa leyenda fantástica para ellos y por eso el paseo a la laguna está en la lista de actividades principales.

Muchos por curiosidad preguntan si todavía hay oro, que si es posible ver los tunjos y demás componentes de la leyenda, pero todo eso, anotó la Gerente Administrativa del Restaurante Posada del Tominé, hace parte del viaje y sus múltiples posibilidades, una de ellas la historia de los antepasados.

Doña María del Carmen es una mujer feliz y llena de vida que sigue en las mañanas contemplando las montañas de Cundinamarca, las mismas que en su momento acompañaron las angustias y sonrisas del Cacique.

El restaurante mueve muchísimos nacionales mexicanos quienes se vuelven multiplicadores de visitas porque varios al enterarse del destino quieren conocer la cultura y Guatavita en su totalidad, por lo menos quienes ya vinieron se fueron encantados. Vienen muchos porque saben que es de mexicanos, pero igual disfrutan una carta totalmente colombiana.

De alguna manera puede decirse que en Guatavita, el origen de El Dorado, hay un rinconcito de México aguardando por la visita de muchos connacionales, los que seguramente querrán estar más tiempo porque el lugar de hecho atrapa, es muy vistoso, colorido y atiborrado del sano hechizo Muisca.

A Guatavita llegan mayoritariamente turistas norteamericanos, pero es alto el número de europeos y asiáticos que arriban, puede decirse que el destino despierta el interés de todo el mundo por sus leyendas y los temas prehispánicos en general.

 

Guatavita, excelente, pero no todo lo que brilla es oro

En los desplazamientos por Guatavita tuvimos la oportunidad de platicar con sus habitantes, algunos con el recuerdo de la salida del antiguo pueblo y su posterior inundación, un favor para algunos inversionistas, pero finalmente un engaño para muchos, según narran.

Salimos de la iglesia Nuestra Señora de los Dolores y en el trayecto la queja era una, en el pueblo cobran por todo, para algunos pagar 25.000 pesos por ir a la casa al revés es demasiado costoso y peor si al lugar acuden familias numerosas, otro punto que tampoco convence a sus habitantes es que ahora se cobre por visitar la laguna, un derecho al que se debe acceder por el simple hecho de ser colombianos.

 

 

El señor Luis Roberto Peñuela Bautista es un taxista nacido en Guatavita en 1969, cuando llegó al mundo su terruño había sido inundado para hacer viable el embalse de Tominé.

 

“Han pasado cosas en estos años, pero en Guatavita todos estamos contentos, se ve uno que otro cari-agachado, pero todo está bien sin dejar de reconocer que hay mucho por mejorar. Un punto a meter en cintura es bajar los precios porque todo es demasiado costoso, la comida es muy cara y no siempre es buena, hay lugares sin tanta calidad, ahora pagar 25.000 pesos por entrar a Casa Loca es una locura, deberían mejorar el menú en algunos sitios porque los hay muy buenos, bajar precios y atraer a la gente, pero hacerlo viable para todo tipo de público que quiere conocer, pero que no lo hace por las dificultades económicas, si lo logramos traemos más gente”, apuntó el Peñuela Bautista.

 

El municipio, dijo el transportador, necesita muchos más comercios, tiendas de cadena, almacenes y puntos de venta porque todo es muy caro para los guatavas que pagan víveres y productos a precios sumamente elevados. Otro punto a mejorar es la logística en turismo porque para el servicio de taxi tan solo hay cinco carros y por eso es urgente que el Alcalde apruebe más cupos para mejorar el servicio que hoy está en manos de la piratería que pareciera tiene buen recibo en la administración porque no se hace nada para mejorar y legalizar los prestadores de transporte que no pagan impuestos y no responden en caso de calamidad.

Con la puesta en marcha del embalse de Tominé la población que aceptó inundar sus casas y parte de su pasado no ganó mucho, la Guatavita antigua, dicen, era bonita, cómoda y tranquila para vivir. Cuando se alistaba todo para la inundación a los abuelos del contertulio y a la gente, de la época, unas 1.500 personas, se le dijo que jamás pagaría un recibo de luz, tremenda mentira pues hoy Guatavita paga electricidad costosa. En su charla, el ciudadano argumentó que fueron engañados pues se dijo y se prometió, pero jamás se firmó nada. “Olímpicamente nos timaron”.

La laguna, expresó Peñuela Bautista, mueve mucha gente, pero una administración pasada, la de José Moisés Sarmiento, prácticamente la cedió a Sesquilé, haciendo imposible que llegue transporte de Guatavita, municipio que perdió esos derechos hace 25 años.