La situación de los caficultores colombianos está pasando de castaño a oscuro y es así como ya la angustia se apoderó de muchos porque el negocio francamente no es rentable y caso opuesto se volvió una siembra que tan solo recoge problemas, ansiedad, injusticia y quiebras.
Las multinacionales siguen haciéndose las de los oídos sordos y con ello están muy cerca de ver una caída alarmante en la producción de café toda vez que los productores no están dispuestos a seguir en el juego en el que ellos pierden hasta la camisa mientras que las tostadoras, los transformadores, las casas de bebestible y la industria aumentan sus ganancias sin afán por lo que dictamine el mercado de Nueva York.
Quizás eso es lo que le está haciendo falta a la industria porque el exagerado provecho que le sacó a la empobrecida caficultura podría redundar en una tragedia en las empresas internacionales que no tendrían grano para multiplicar sus utilidades ya que a la fecha el cafetero es una especie en vía de extinción, totalmente acabado y llevado a menos por un comercio y una industria que literalmente paga cosechas con migajas, escenario que sacó de quicio a los caficultores.
El experto en asuntos de café y ex representante por Caldas ante el Comité Nacional de Cafeteros, Mario Gómez Estrada, le dijo a Diariolaeconomia.com, que resulta increíble ver que con un dólar que se aproxima a los tres mil pesos y con una cotización de café que supera el dólar, la caficultura esté con unos lánguidos precios de 700.000 mil pesos por carga que era el precio interno de compra de hace cinco o seis años, situación que no logran entender los caficultores a pesar de un esfuerzo grande y conjunto entre ellos, la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia y los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos.
Viendo el entorno actual del café, Gómez Estrada indicó que el problema parece estructuralmente tocado porque hay una situación supremamente complicada que tiene a las familias cafeteras pensando con desespero y en medio de un hado gris en donde convergen miedos, tristezas y lamentos.
Si bien el productor de café logró afianzar una fama de aguantador, luchador y hasta fundador del término zozobra con el que logró apegarse a la resiliencia, lo cierto es que muchos sacaron provecho de esa condición para seguir manipulando el mercado, haciendo de la caficultura una actividad en donde los que tienen plata hacen lo que les viene en gana y en donde el mundo pasa de agache los enormes inconvenientes de un sector que sufre y llora en silencio ante la mirada indiferente con visos de poca piedad por parte de la gran industria que sigue haciendo dinero con el lomo de los productores de café.
Gómez Estrada precisó que hace un año con ocasión de la Conferencia Mundial del Café, los productores de todo el mundo, sin distinción alguna, incluyendo a Vietnam que es tan ajeno siempre al tema cafetero por los bajos costos que maneja en su producción, elevaron su queja al unísono porque la siembra de café no está dando utilidades distinto a lo que pasa con las multinacionales que cada vez ganan más dinero como pasa con el resto de la cadena cafetera distinto al productor.
Expresó su desacuerdo con el comportamiento del mercado porque indicó que no es justo que gane más quien envuelve el producto al final de esa cadena que el propio productor lo que muestra un escenario muy disparejo, injusto e indigno.
En medio de los líos y los tremendos dolores de cabeza de los cafeteros, hay un asunto que tiene defraudados a muchos, por no decir que a todos porque la caficultura se ha pensado y repensado, se le han hecho reingenierías, cambios, innovaciones y el precio sigue en el piso o por debajo de éste. Hacer más resulta complejo y de lograrse una fórmula ganadora, con seguridad que la tumban las firmas transformadoras capaces de aplaudir la caída de acuerdo de cuotas.
Hoy se pude decir sin temor a ponderar que la gente de las montañas cafeteras, o que quienes producen grano en todos los sectores cafeteros del planeta, técnicamente no podrán producir café porque las condiciones no dan un margen para ser optimistas y porque esa rapiña de las transnacionales no quiere que quien pone trabajo, esfuerzo y sacrificio desde el sector primario gane por lo menos lo justo.
“En este momento las multinacionales están corriendo un riesgo muy grande así como los consumidores y la industria en general porque va a llegar el momento en el que el café será muy escaso porque la gente que lo siembra, sencillamente no aguanta más y dejará de lado ese cultivo si el panorama no mejora. Nadie sigue en un negocio que le da todo a unos cuantos y acaba con quien lo fomenta, eso no es sostenible”, declaró el señor Gómez Estrada.
Afirmó que la situación es dolorosa, aún más teniendo en cuenta que Colombia tuvo la caficultura más organizada que llegó a tener instituciones como el Fondo Nacional del Café para las épocas malas, entidad que se agotó hace rato. Sobre la idea de darle vida a un fondo a partir de una determinada cotización, no mostró mucho convencimiento porque adujo que si a los cafeteros no les alcanza el ingreso para ponerse a nivel cero o para que su actividad aplique el término lo comido por lo servido, resultaría muy poco viable crear otro fondo que a la postre sería una iniciativa peligrosa para la institucionalidad cafetera porque todos llegarían a pedir dinero de manera inmediata a un fondo que como siempre, jamás es suficiente. Eso, aseveró el conocedor, pondría al gremio a pelear con los cafeteros.
Otro problema que crece es el de las deudas lo cual se suma a unas acreencias impagas desde hace 20 años, las cuales se fueron prorrogando en instituciones como el Fondo para el Financiamiento del Sector Agropecuario, Finagro, que decidió venderle la cartera a la Central de Inversiones S.A, CISA, entidad que hasta la fecha no ha aparecido en escena para dar soluciones o mostrar diligencia con unos créditos que compró muy baratos, a razón del ocho por ciento del valor facial, pero que no le ha llevado respuestas o alivios a los productores que están llenos de pavor porque piensan que van a perder sus propiedades y el esfuerzo de toda su vida.
En opinión de Mario Gómez Estrada, toda una voz autorizada en café, los caficultores están espantados porque llegaron a una postración increíble con toda y la ayuda de los últimos gobiernos que dieron una mano hasta el punto que en un determinado momento hubo subsidios que llegaron directamente del presupuesto nacional.
“En la caficultura siempre estamos esperando un milagro, aquí me acuerdo de esa frase del gran amigo Alfonso Palacio Rudas, que decía el café era un muerto que no se dejaba enterrar porque se salía del hueco, y así como lo dijo el conocido Cofrade, estamos en el sector porque cuando estamos al otro lado, aparece una sequía que nadie predijo con todo y los adelantos para determinar el clima, o aparece una helada que alivia en algo la situación, pero lo cierto es que con los precios de hoy y con el dólar de hoy la ecuación no cuadra”, apuntó Gómez.
Por aspectos climáticos y teniendo en cuenta la misma bianualidad, sin dejar de lado las intensas y permanentes lluvias habrá una merma en la cosecha cafetera. El cambio climático, concluyó, es bastante complejo y sin duda un reto que cada vez se hace más difícil y costoso de enfrentar.
Una vez más la caficultura de Colombia y la del mundo pasa por las verdes y la maduras, pero como dicen los mismos productores en las faldas de esas cordilleras, mientras producen el mejor café del mundo, para adelante que la fe mueve montañas, en este caso en las que crece, tomando forma y tonalidades el café suave colombiano, el que pide el mundo, pero no tan barato y que haciendo cuentas con lo que ganan las procesadoras, resulta casi gratis. La pregunta que surge en la coyuntura es ¿hasta cuándo?