Los años han devorado muchísimos almanaques y con ellos opciones, episodios y experiencias desde el punto de vista económico y fiscal. Cada Gobierno desde que Colombia se convirtió en una república independiente e inclusive desde mucho antes, en la colonia, hizo uso de una palabra mágica para generar recursos y desde luego efectiva a la hora de malquistar a los ciudadanos, la que hace referencia a los famosos y siempre indeseados cobros estatales, a secas, impuestos.
Lo cierto es que el territorio ha tenido la contribución como un común denominador, ya que las familias prehispánicas acudieron a esta figura por medio de la cual los agricultores y sus familias entregaban parte de sus cosechas a los caciques y a las grandes jerarquías indígenas.
En tiempos de la colonia fueron erigidos un sinnúmero de tributos, por ejemplo, se creó el diezmo que tenía como destino contribuir con las arcas de los curas y las altas esferas eclesiásticas que lo compartían con la corona, asimismo estuvo vigente la alcabala, una tarifa impositiva a las ventas, rigió el impuesto de aduanas, es decir todas las actividades de exportación e importación, también el mandato tributario alcanzó los estancos, que a manera de monopolio producían y comercializaban tabaco, aguardiente y sal.
Sin duda la alcabala llegó a afianzarse como la principal fuente de recaudo en tiempos del régimen español.
Le correspondió a quien fuera gobernador civil de la Provincia de Cartagena, Pedro Gual, adelantar un revolcón en el sistema tributario, lo cual conllevó a dar por terminado el régimen colonial de impuestos. Cuando llegó al ministerio de Hacienda en 1821, el funcionario estableció un sistema de tributación directa con el que hizo más práctico cobrar las obligaciones con el Estado. En ese tiempo nacieron para el capítulo Colombia, el impuesto predial, el impuesto de renta, así como el de industria y comercio entre tantos.
Como vemos, los siglos han pasado, y a qué velocidad, el tema impuestos, sin lugar a dudas, ha sido casi eterno, pero algunos países como Colombia no han alcanzado un nivel importante de eficiencia y caso opuesto hay unos asuntos fiscales delicados que deben corregirse con prontitud, pues de no lograrlo en una labor conjunta, vendrán tormentas acompañadas de rayos y centellas, fomentando un contexto de calamidad entre tantos términos que llegan cuando las cuentas en rojo no son metidas oportunamente en cintura.
Nuevamente llegan las elecciones y con ellas los colombianos estrenarán Congreso, también habrá un nuevo Presidente de la República, es decir que dos de las tres ramas del poder público, encontrarán un entorno complejo habida cuenta que hay una pandemia que demandará unos cuantos meses para que quede conjurada, un escenario fiscal pavoroso, dificultades comerciales por la crisis global logística, altos precios, aprietos en la producción, líos de provisión y una realidad geopolítica bastante tensa como también delicada. Lo apremiante de todo es que hay otros factores adicionales expresados en tasa de cambio, deuda externa y déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos que pondrán al nuevo mandatario y a las bancadas en calzas prietas.
En charla con Diariolaeconomia.com, el ex Gerente General del Banco de la República y reconocido analista económico, Juan José Echavarría Soto, aseguró que si bien el nuevo mandatario no la tendrá fácil, con seguridad contará con algo a favor y es que el país va a operar en un ambiente de crecimiento relativamente alto, pues no en vano hubo un repunte del cinco por ciento en 2021 y se pronostica un incremento del cuatro o cinco por ciento para 2022, lo cual, a criterio del ingeniero administrativo y economista, hace las cosas más fáciles, pero indicó que con todo y eso, la situación no es buena.
“El próximo gobierno va a enfrentar dificultades grandes, una, en materia de deuda pública que tiene que ver con todo el tema fiscal, por otra parte, estará el asunto inflacionario y finalmente tiene como reto, de qué manera hará crecer vigorosamente al país”, expuso el conocedor.
En materia de adeudo u obligación soberana, explicó Echavarría, el fondo no es nada fácil por cuanto la deuda pública colombiana hoy está por encima del 65 por ciento, lo que no había ocurrido en un siglo puesto que al mirar las estadísticas desde 1906, había números bastante manejables, entre 10 y 11 por ciento del producto interno bruto, PIB, una diferencia monumental ya que el economista recalcó que hoy ese 65 por ciento actual, puede estar inclusive por encima de esa cifra para los años venideros, un entorno muy difícil de manejar.
Eso, señaló, tiene que ver con la situación fiscal, con los impuestos, los gastos y con variables que no maneja directamente el Gobierno, particularmente las tasas de interés, la tasa de cambio y el crecimiento económico mundial.
Echavarría Soto precisó que el déficit en cuenta corriente también es alto y en parte, sostuvo, tiene que ver con el contexto actual de la economía y desde luego con lo fiscal.
“En cierta medida lo que está pasando es que el déficit del Gobierno es muy alto reportando eso conocido como desahorro nacional, un tremendo inconveniente ya que implica que el déficit en cuenta corriente aumenta, es mucho más alto que en otros países de América Latina. Es difícil de manejar, termina siendo otra área, de manera que en lo fiscal vamos a tener que hacer reformas, en el tema de inflación el Banco de la República está trabajando bien, pero lo cierto es que la inflación ha subido mucho más de lo que todos esperábamos en Colombia y en el mundo. Finalmente, estos déficits en cuenta corriente también son elevados para los estándares de Latinoamérica porque no solamente importamos más de lo que exportamos, sino que también tenemos déficit en la cuenta de remisión de utilidades y tasas de interés, otro campo complicado”, aseveró Echavarría.
Reforma tributaria debe mejorar recaudo y ampliar la base
Uno de los retos para el futuro ejecutivo y también para el Congreso es adelantar una serie de reformas necesarias, pero quizás una de las más perentorias es la tributaria de perfil estructural, puesto que el país, en opinión de muchos, no puede darse el lujo, con semejante contexto, de seguir con los inacabables paños de agua tibia.
Según Echavarría, la historia dice que Colombia más o menos ha presentado una reforma tributaria cada año y todas se quedaron cortas, haciendo que el país siga en la misma situación. Declaró que todos los análisis sugieren que la nación requiere aproximadamente dos puntos del PIB adicionales con la nueva reforma tributaria.
Agregó que afortunada o desafortunadamente, Colombia todavía paga bajos impuestos en América Latina, comparado con el PIB, para no hablar de los promedios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, situación que invita a seguir trabajando en ese campo, marco que conlleva definitivamente a aumentar el recaudo.
Para quienes dicen que mejorar el recaudo puede darse por la vía de bajar tarifas y ampliar la base, Echavarría puntualizó que sería maravilloso y bonito hacerlo, pero anotó que el país no ha logrado realizarlo en la historia colombiana, salvo con pocas excepciones. Especificó que, al mirar las cifras de impuestos, lo que fácilmente se observa es que no son particularmente diferentes a las del resto del mundo.
En su análisis detalló que el IVA vigente para Colombia del 19 por ciento, está ubicado más en la parte baja cuando se compara con otros países, los impuestos a las empresas del 32 por ciento son muy altos, también haciendo el parangón con la mayoría de naciones del mundo. Consideró que el impuesto de renta es difícil contrastarlo entre estados, empero conceptuó que sospecha que no es muy diferente la tarifa a lo que rige en otras latitudes del globo.
El gran problema, juzgó Echavarría, pasa por evasión y elusión, dos fenómenos que deben ser atacados con decisión, una misión que obliga a trazar un juicioso y determinante plan de trabajo.
Eliminar las exenciones, afirmó Echavarría, debe estar dentro de las tareas a ejecutar pues no se trata que haya inconvenientes porque la gente no pague impuestos, reconoció que hay demasiada elusión que finalmente son huecos en la ley que permiten pagar bajos impuestos y por ello uno de los temas que por supuesto va a surgir nuevamente es el Impuesto al Valor Agregado, IVA, puesto que la gente de altos ingresos en Colombia no paga IVA sobre alimentos.
“Hay todo ese debate sobre la devolución del IVA que planteaba el ministro Carrasquilla, que se está haciendo a manera de experimento en el campo y que permitirá con el tiempo tener información de qué dice la gente, cómo está resultando y demás, pero lo otro que pasa en Colombia es que lo que paga la gente de impuesto a la renta es muy bajo, particularmente inferior frente a lo que se liquida en otros países. Cuando se mira el recaudo total, el cobro o lo canalizado por IVA no es muy diferente a eso que hoy existe en la OCDE o en América Latina, es inclusive un poco superior al monto que se paga en el organismo de cooperación, pero al observar el aporte por impuesto de renta en las personas, es notorio que hay de por medio una tarifa atípicamente baja en el país”, dijo el reconocido analista.
Un IVA ideal para Colombia, manifestó Echavarría Soto, es el del 19 por ciento actual, solo si le quitan todas las exenciones y se deshacen de los huecos que crea la Ley, unas determinaciones que facilitarían recaudar muchísimos más recursos por este gravamen, pero aclaró que eso implicaría aprender a vivir con el mecanismo de devolución del impuesto, puesto que hay buenos experimentos en Ecuador, Chile y Uruguay, ejercicios que Colombia tiene que mirar.
Colombia debe mirar al campo y hacerlo exportador
Uno de los desafíos del país está por el lado de retomar las labores agrícolas, exportar y apostar por el valor agregado, de hecho, dejando claro que Colombia perdió terreno con la producción de commodities y todo lo relacionado con materias primas.
Sobre el particular, Echavarría expresó, que lo primero en esta inquietud es recordar las locomotoras de Juan Carlos Echeverry Garzón, en donde habló del sector agrícola como una esfera de alto potencial, lo cual, en opinión del economista, sigue vigente pues el gran cambio que ha habido en Colombia es el número de asesinatos y secuestros en el campo.
Las metas, si se trazan, son perfectamente viables porque, así como lo hicieron Chile, Perú, Brasil y otros países en la región, Colombia tiene agua y tierra, factores que permiten avanzar enormemente.
Otro punto a tener en cuenta es que paradójicamente en Colombia todos están convencidos que la economía nacional es muy abierta, algo no tan real porque a criterio de Echavarría, nadie puede exportar sin importar ya que la diferencia hay que financiarla y los mercados internacionales lo hacen en uno o dos puntos del PIB, empero conceptuó que realmente el mundo se divide entre los países que exportan e importan para exportar mucho y los que exportan e importan poco como acontece con Colombia, un asunto que tiene efectos sobre productividad, competencia y muchos aspectos. Irónica o contradictoriamente, añadió Echavarría, Colombia sigue siendo una economía enormemente cerrada, advirtiendo que hay países tipo Brasil que, siendo muy cerrados, tienen una agricultura moderna, que compite, importa y exporta.
Los tratados de libre comercio o incluso otros convenios como el pendiente con Japón y China serían muy útiles para los empresarios y productores colombianos pues como anotó Echavarría, todo lo que propenda por comercio es bienvenido.
Adicionó que los acuerdos comerciales de Colombia no operan en el vacío, pues se desarrollan en un ambiente lleno de restricciones que finalmente protegen monopolios nacionales que no innovan, que no crean valor agregado, totalmente nocivos para el crecimiento del país.
Mercado de capitales necesita un sacudón
El versado dijo que por todo lo sucedido con la figura de Operación Pública de Adquisición, OPA, el mercado de valores pide un revolcón, para lo cual sería rentable que salieran adelante iniciativas como el proyecto de ley 413 de 2021, por medio del cual se dictan normas relacionadas con el sistema de pagos, el mercado de capitales y contempla otras disposiciones.
“Todo lo que pasó en bolsa así lo sugiere. Uno no entiende muy bien cómo el señor Gilinski puede pagar mucho más de lo que dice el mercado y está satisfecho. Me parece que eso que está pasando es necesario; muchos analistas de hace más de una década vienen preguntándose todo el tiempo, qué es lo que pasa con el mercado de capitales de Colombia, pues no arranca y caso opuesto pierde valor, de manera que vamos a tener muchos choques y bienvenidos”, aseveró Echavarría Soto.
El contertulio estimó que al país le toca meterse en el tema de pensiones a fondo porque hay problemas de subsidios que van a gente de altos ingresos. Juan José Echavarría recalcó que es necesario repensar todo el tema del mercado de valores, pero no solo ese capítulo porque el asunto está amarrado al universo de los bancos, al grado de competencia que hay en Colombia, digitalización y las demás cosas. Subrayó que toda la discusión sobre el mercado de capitales es bienvenida.
Rusia versus Ucrania, mayores problemas para la economía
Los ataques de Rusia a Ucrania, finalizó Echavarría, traerán más dificultades y hace prever que vendrán enormes problemas en el mercado mundial de capitales sin pasar por alto que habrá un precio del petróleo y el gas en las nubes, lo que será una buena noticia para Colombia, pero advirtiendo que no todo será fiesta ya que la volatilidad será infinita en los próximos meses.
La situación bélica en Ucrania es tensa geopolíticamente hablando, pero el escenario hace pensar que, sumado a la crisis logística, vendrá con el enfrentamiento, un tiempo de mayores precios puesto que subirán los commodities en su gran mayoría, un contexto de dificultad gigante porque la volatilidad internacional será absurdamente alta durante un tiempo y ninguno de esos acontecimientos son bienvenidos.