Domingo, 30 Octubre 2016 08:38

El Calzado del Restrepo está en vía de extinción

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Las empresas grandes, pequeñas y medianas han venido cerrando paulatinamente y los artistas del cuero hoy manejan taxi, reparten mercados o se dedican a la mecánica porque la necesidad los sacó de su real oficio.

Es el medio día en el emblemático barrio El Restrepo en el sur de Bogotá, y las personas corren huyéndole al aguacero que empezó temprano y no cesa. Algunos afortunados llevan sombrillas y otros se cubren con plásticos o periódico. Después de hacerle el quite al agua llegamos a la plaza de mercado del reconocido barrio, el de los zapateros.

Hablamos con muchas personas y que mejor que platicar con las dueñas y empleadas de los negocios de la plazoleta de comidas que ante la mínima presencia de una sombra corren desenfrenadas a ofrecerle el menú del día.

La situación, aseguran, es muy difícil porque las ventas cayeron ostensiblemente y los antiguos comensales que fueron empresarios del calzado, zapateros y empleados de la industria del cuero y la marroquinería ya no están porque muchas fábricas cerraron, demasiadas personas perdieron su empleo, haciendo que la demanda de bienes y servicios se desplomara.

En el Restrepo no es necesario acudir al Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, no, esas encuestas se pueden ahorrar porque es visible el número de talleres cerrados, el adelgazamiento de algunas industrias y las caras largas y de lamento que pasan impávidas, pero conformes por el frente de la iglesia de Nuestra Señora de la Valvanera, la patrona, la única que puede hacer el milagro del resurgimiento con Papá Dios porque, eso, solo un milagro salva lo que queda de la industria del calzado.

Caminamos a paso acelerado y corrimos evitando lo imposible, la lavada por el imparable aguacero, pero por fin llegamos a una pequeña fábrica en dónde dos personas muy amables manufacturaban calzado, se trataba de una dama que ungía cuero con una especie de pegamento y un zapatero, don Héctor, con canas en su cabeza, mostrando que es un profesional curtido en la industria del calzado.

Minutos después llegó Fredy Ayala quien muy dispuesto atendió al equipo periodístico de Diariolaeconomia.com. Este empresario que cumplió 21 años de trabajar en el oficio, 16 de ellos como fabricante fue muy claro, la gente no está comprando calzado porque no gana el sueldo suficiente para adquirirlo y como ya no usa la tarjeta de crédito por las elevadas tasas de interés esta industria y el comercio estamos colapsando.

Dijo que muchos empresarios se dieron a la tarea de hacer mejores productos, inyectando mucho más calidad y diseño para que el colombiano se enamore del producto nacional y ayude a salvar a una industria que compite en inferioridad de condiciones con los chinos y con otros países que ven en Colombia una oportunidad.

Hace 21 años, narra el empresario, el Restrepo todavía movía una industria fuerte porque había empresas y muchos trabajadores. Según el, ese entorno era una maravilla porque se notaba dinamismo y muchos pedidos por entregar.

“Después de mucho regocijo y mucho entusiasmo empezó a entrar calzado de China y Brasil y la industria empezó a mermarse poco a poco, fue como el mueble de madera que se fue comiendo el gorgojo, una vez que empezó no paró y por eso hoy estamos como estamos”, declaró el señor Ayala.

Actualmente hay una contracción de la demanda muy aguda, ya no se fabrica calzado como antes, en tiempos en que los clientes pedían 200 y 300 pares de zapatos los cuales recibían y pagaban sin problema, hoy la situación es otra porque un pedido bueno son 30 o 40 pares lo cual no da el margen para sostener una industria.

En boga el zapatero remendón

Es tan dura la situación de los fabricantes de calzado en El Restrepo que inclusive ya ven en las remontadoras o clínicas del calzado una especie de competencia porque muchas personas prefieren remendar sus zapatos, ponerles remonta y tapas nuevas que ir a los almacenes a comprar calzado nuevo.

“Se lo digo y se lo compruebo, tengo un amigo al que le vendo producto desde hace quince años y él tiene su remontadora frente a Bavaria y la verdad no da abasto, a diario le llegan muchas personas a remontar sus calzado y a alargarle la vida a los zapatos porque no hay plata para estrenar. Lo extraño es que una remonta cuesta entre 15.000, 20.000 o 30.000 pesos y las personas prefieren pagar esa suma que invertir 60.000 pesos en un buen par de zapatos de gama baja porque hay calzado mucho más fino y de mayor costo”, anotó el empresario.

El gremio está tan golpeado que quienes fueron reconocidos guarnecedores, soladores, diseñadores y zapateros llenos de talento, se fueron a cumplir otras funciones porque la crisis tocó la puerta de sus hogares. Hoy hay gente del calzado arreglando motos, manejando taxi, en almacenes o en otras actividades ajenas a la fabricación del bello calzado del Restrepo.

Mirando hacia el futuro

Como no todo puede ser llanto y quejas, los fabricantes que sobreviven están acudiendo a la asociatividad porque ven en la unión la única posibilidad aprovechando que El Restrepo es una marca y todo un sello bogotano que les puede dar una mano a los industriales que están vislumbrando en la alianza la posible salvación.

Hay que decir que por lo menos el 70 por ciento de habitantes del Restrepo y sus alrededores devengan su sustento de la industria del calzado.

Don Fredy fabrica botas para dama las cuales pueden costar entre 80.000 y 120.000 pesos, la más costosa suma 140.000 pesos, pero es una bota muy bien diseñada, fabricada en puro cuero y con todo el componente artesanal.

Una explicación a por qué sube el calzado es sencillamente a que los arriendos están más costosos, igual los servicios públicos y la carga tributaria que ahora se agudiza porque la reforma que adelanta el gobierno contempla varias aristas que castigan al pequeño fabricante, lo anterior sin dejar de tener en cuenta que se viene un IVA que en principio está planteado al 19 por ciento, otro factor de contracción de la demanda interna.

Las curtiembres en crisis

El empresario, Fredy Ayala, expresó su preocupación y solidaridad con los empresarios de curtiembres de San Benito que actualmente están siendo clausurados por el gobierno por el tema ambiental. Para el empresario, la salida debería ser negociada porque con una articulación entre Distrito y curtiembres se pueden explorar soluciones para salvar empresas y cientos de puestos de trabajo que hoy están en el limbo.

“No todas las curtiembres están llenas de plata, no tienen músculo financiero, pero con una ayuda del gobierno pueden salir adelante para tratar las aguas y salvar también el aspecto ambiental que de hecho es muy importante, luego hay un problema, pero también una solución y esa solución no consiste en sacar a las pequeñas empresas y cerrarlas porque generan recursos para todos, incluyendo al gobierno”, expuso Ayala.

Con ese nuevo escenario el calzado tiende a encarecerse porque hay escasez de cuero y los que pueden pagar curtiembre con los grandes deben pagar mucho más y ese costo, indiscutiblemente se le traslada al producto final.

En esta temporada de fin de año, Fredy Ayala espera vender entre diez y quince docenas semanales de calzado, pero el tema está duro porque la capacidad instalada no da para eso. Hace 20 años, una fábrica con 15 empleados sacaban entre 40 y 50 docenas por semana.

Fredy con 40 años de edad y dueño de la reducida empresa, Calzado Across, es casado con una hija del gran fabricante, Guillermo Marín, quien en vida fabricó 100 docenas semanales en tiempos en que fabricar calzado daba mucho gusto porque todo se vendía y la plata se veía.

Hay que decir que El Restrepo tuvo al cierre de la década de los noventa cerca de 12.000 empresas fabricantes de calzado hoy, luego de la apertura económica, de los TLC, del fenómeno chino y las crisis económicas sobreviven 1.500 fábricas, pero hay un detalle de hoy y es que muchas de las que se salvaron empezaron a cerrar.

En este momento las fábricas pagan sueldo y el llamado destajo, es decir porcentaje por lo que se logre fabricar. Ir al Restrepo y ver esas factorías con 50, 80 o más de 100 empleados es un imposible porque la industria del calzado estuvo en crisis y esta no pasó como quien dice que el negocio era malo y se dañó.

Al salir nos despedimos de ese pequeño grupo de fabricantes no sin antes tomarnos un rico café colombiano que nos ayudó a contrarrestar el frío de nuestros mojados cuerpos. Por fortuna estreche mi mano con la de Héctor Rocha, una persona que lleva 45 años fabricando calzado, oficio que aprendió por necesidad.

Laboró en muchas empresas y se quedó fabricando zapatos en donde ganó dinero con el que logró educar a sus hijos.

“Hoy nos estamos ganando lo que nos ganábamos hace 20 años atrás. En este momento trabajamos por contrato y de acuerdo a lo que hagamos vamos sumando, pero hace 20 años ganábamos mucho más y con ayudante a bordo”, dijo el zapatero.

La industria del calzado le dejó a don Héctor unos hijos bien educados y una casa, sin dejar de citar que su trabajo puso el pan en la mesa el cual nunca faltó.

“Hoy con lo que gano no compro casa ni educo hijos, escasamente pagaría una pieza”, anotó.

Este artista extraña la continuidad del trabajo, los buenos precios y el excelente ingreso. También echa de menos la calidad del calzado y los materiales que eran más versátiles y duraderos.

La tristeza de doña Elizabeth

El agua no paró en esta tarde de viernes, pero ello no fue obstáculo para visitar el taller de doña Elizabeth Moscoso quien dijo que sin duda el sector del calzado atraviesa por agudos problemas a tal punto que considera como muchos que la industria está en vía de extinción.

Dijo que es angustiante como más empresas están cerrando sus puertas sin que alcancen a llegar a la anhelada temporada de fin de año que suele dar algo de oxígeno a los fabricantes. El escenario es terrible porque no pocos están vendiendo sus activos, están saliendo de sus máquinas, bodegas, almacenes y edificios porque la situación no da para más.

Varias empresas trabajan al tope sin una utilidad real igual que quienes ponen la mano de obra que reciben algún dinero para sobrevivir. La crisis, sostuvo para por grandes, medianas, pequeñas y micro empresas.

“Es muy lamentable ver grandes empresas y reconocidas marcas clausuradas, cerradas para siempre y que en un tiempo reportaron una producción elevada y una generación de empleo admirable. El asunto es que les tocó cerrar por efectos del contrabando, por las importaciones, supuestamente legales, pero con sospecha de triangulación porque viene de China”, narró la empresaria que comanda una asociación que busca la salvación de las empresas.

Expresó su preocupación por la caída del arancel para el calzado que estuvo en vigencia y que ayudó de alguna manera a los empresarios a respirar con alguna tranquilidad. Esa medida expira el próximo primero de noviembre y de nuevo renace la incertidumbre en los productores de calzado, no solo del Restrepo sino de todo el país.

“Hay una situación triste y es cuando se vende menos y cuando se cierran empresas, baja la calidad de vida de los empresarios y de los trabajadores porque con menos plata nadie puede mantener un aceptable modo de vivir”, indicó la señora Elizabeth Moscoso.

Explicó que al caer el arancel, entrará al país una cantidad inimaginable de calzado, situación que compromete aún más la temporada navideña y de año nuevo para los empresarios porque el mercado volverá a inundarse de producto traído de la China.

Para la fabricante de calzado, es lamentable que los dueños de las factorías y los empleados tengan que doblar su turno para poder tener alguna utilidad y poder sostener sus hogares.

Hace 20 años, comentó, la utilidad era del 40 por ciento en promedio lo cual permitía ver rentabilidad, pero a la fecha ese indicador, está por debajo del 15 por ciento sin dejar de precisar que la menor ganancia se acompaña de elevados costos de operación.

IVA del 19 % da la estocada

La empresaria, Elizabeth Moscoso aseguró en este medio que el proyecto de reforma tributaria estructural que abocó el ejecutivo a instancias del legislativo, deja un manto de dudas y preocupaciones toda vez que ataca rentas bajas, salario y sube el IVA al 19 por ciento.

Con ese tipo de medidas, Moscoso vaticinó una caída en las ventas de gran magnitud lo que hará que menos personas compren vestuario o calzado, llevando la economía una recesión más aguda porque con el cierre de empresas hay menos empleo y sin empleo obviamente menos compras al comercio en general.

La realidad es dura porque los materiales para el calzado tienen IVA y si es del 19 el empresario debe asumir ese impuesto, luego lo más lógico es que lo pueda trasladar al producto final porque de no ser así habría menor utilidad y más competencia por la vía de las importaciones, del contrabando y de las menores compras por contracción de la economía.

Actualmente la gente no tiene formas de comprar porque hay crédito caro, hay desempleo y un panorama que invita más al llanto que al optimismo porque las condiciones empresariales no permiten ser optimistas.

Tal y como van las cosas, dice Moscoso, de las 1.500 empresas que sobreviven en El Restrepo quedaran máximo entre 450 y 500 porque hay unas que ya están cerrando o cambiando de actividad económica. Para muchos fue más rentable vender la empresa, las máquinas y salir de personal calificado para ir a China e importar.

“Nosotros estamos empeñados en no dejar caer el sector y por eso propiciamos reuniones y le dimos vida a la Cámara del Calzado que agrupa varias asociaciones que quieren salir adelante, es un trabajo con las uñas y sin acompañamiento del gobierno, pero ahí vamos, queriendo salvar empresas y empleos”, apuntó.

Las ayudas del gobierno no llegan y se ven lejanas porque son más las exigencias y los condicionamientos que los apoyos de verdad. Hay empresas a las que se les exige un tipo de infraestructura que muchos no tienen porque hacen parte de la economía popular o artesanal, pero que produce y ofrece puestos de trabajo.

Desde la Cámara del Calzado la vocera demandó del gobierno una verdadera política estatal para la industria y la pyme que incentive a todos los empresarios y catapulte a los pequeños para crezcan y proyecten mejores resultados económicos y sociales más en tiempos en que se habla de paz y se requiere del concurso de todos para hacer posible el nuevo país, pero aducen que lamentablemente están solos en los buenos propósitos porque para el estado la industria que se reconoce es solamente la superlativa, la que tiene plata.

En una carta los empresarios de calzado del barrio El Restrepo, le pidieron a la Organización Mundial del Comercio que extienda los beneficios arancelarios teniendo en consideración la difícil situación del país y de los empresarios que no soportan competencia desleal o triangulada. A lo anterior se suman los TLC como el del Triángulo Norte de Centroamérica de dónde puede llegar mucho producto manufacturado y calzado que puede venir no de Centroamérica sino de China.

“Los tratados de libre comercio pueden ser muy favorables, pero solo si el gobierno nos ayuda a reestructurarnos y organizarnos para entrar por la vía de la competitividad y asegurar buenas exportaciones aprovechando la marca Restrepo, que es sinónimo de calidad y buena manufactura”, aseveró.

Como si fuera poco, las líneas de inversión de la Alcaldía de Bogotá están frenadas porque no hay recursos para generar proyectos. Actualmente la gente se pregunta qué pasa con el Centro Público de Servicios Empresariales para el Fortalecimiento del Sector Productivo y del Calzado, ZASCA que dejó el ex alcalde, Gustavo Petro, para brindarles herramientas a los empresarios de esta localidad capitalina.

Los empresarios del Restrepo están alistando una marcha para que el gobierno mire un sector que está en crisis y en dónde hay una bomba social porque hay 1.700 empresas, contando unas micro empresas que generan 6.800 empleos de manera directa sin contar los puestos de trabajo indirectos que no son en bajo número.

La historia de don Mario

El señor Mario Reyes Muñoz nos atendió cuando caía gélido y oscuro el negro manto de la noche sureña. Ese que escondía un silencio máximo como esperando que alguien más dijera algo sobre la crisis del barrio El Retrepo.

Este hombre con 35 años en el oficio de los cueros, pasó por la marroquinería y luego pasó al calzado en donde lleva cerca de 22 años. La tragedia de don Mario empezó luego de la firma que le dio paso a la apertura económica en 1991 y con la cual y de manera eléctrica se produjo una cascada de cierre de empresas y de quiebras que aún no se olvida.

“Nosotros perdimos casi todo nuestro capital y entre los años 2000 y 2001 nos tocó emigrar porque nosotros nacimos como empresarios en Chapinero en dónde teníamos muy buenos clientes, entre ellos varios extranjeros, pero dadas las circunstancias nos tocó correr para el Restrepo, sector que daba garantías para volver a empezar”, dijo el empresario.

Reyes Muñoz tuvo una empresa con 17 trabajadores a los que se les pagaba muy bien y a quienes se les reconocía todo lo de ley, sin contar que tenían derecho a las fiestas o agasajos de cumpleaños y despedida de año. El presente de este caballero es muy distinto porque su nómina es de siete u ocho personas y el salario lo determina lo que logren hacer los trabajadores. La empresa paga cesantías, pero no puede comprometerse con beneficios integrales porque el mercado no da para asumir esos gastos.

Otro gasto grande es el impositivo el cual tiene a los empresarios pensativos los cuales creen como don Mario que la política estatal es acabar con la empresa porque las condiciones dan para pensar que el fin no es otro.

De ñapa la herramienta que dejó el Alcalde Petro, no es reconocida por el Alcalde Peñalosa, lo que ratifica, según Reyes, que el asunto es sistemático y va en serio.

La plata, dice Reyes, la tienen los empleados del gobierno que ganan salarios muy buenos porque están muy lejanos del básico que quedó tazado en 689.000, una suma que no alcanza para vivir con dignidad porque entre arriendos y servicios públicos, el reducido ingreso se evapora.

Cuestionó que muchas personas adineradas del país desestiman el producto nacional lo cual es visible con las compras de ropa y calzado importado que a decir verdad, salvo una marca, no hacen la diferencia o están muy por debajo en calidad.

“Muchos quieren comprar lo que viene de Italia, de Argentina o de España, pero miran feo el producto nacional desconociendo el alto nivel de calidad. Precisamente por eso estamos preparando una nueva campaña y una manifestación para que los colombianos compren producto nacional, pero también en rechazo a la reforma tributaria y a la caída del arancel mixto que termina el primero de noviembre con agravante que el ejecutivo no ha dicho nada”, afirmó Reyes Muñoz.

Desde la tribuna empresarial se observa que hay un fenómeno económico que consiste en el colador, es decir que paulatinamente varios van a cerrar sus empresas y solo unos pocos lograrán sobrevivir. El argumento es tan cierto que de una red de 200 empresarios en dónde está la firma ArdiPieles, la empresa de Reyes Muñoz, hoy han puesto el candado de manera definitiva unas diez empresas, con algo grave y es que se mantiene la tendencia.

En los últimos siete años hubo más de 3.000 empresas y de ese monto la mitad dejó de existir, aclarando que hace 20 años el número de empresas llegaba a 12.000 fábricas en El Restrepo.
Lo preocupante es que el gobierno tiene por fuera del llavero al pequeño empresario que es el que genera en promedio el 93.5 de empleo, con la particularidad que las pequeñas y medianas empresas brindan trabajos mucho más estables que las grandes factorías.

“Nosotros estamos seguros que las políticas para los empresarios no pasan de ser una enorme mentira porque tan solo usan el tema como bombo publicitario o por salir del tema, pero lo real y verdadero es que el empresario como tal no le duele a nadie y menos en asuntos políticos en donde llegan solamente a pedir votos y luego parten dejando los compromisos a la deriva”, especificó el Director Comercial de ArdiPieles.

Hay una cruda verdad y es que los mismos que se quebraron con la apertura económica de 1991, están llamados a repetir su historia porque el empresario en todas las negociaciones de TLC y libre comercio quedó expuesto, sin blindaje alguno y a merced de la voracidad de los grandes productores.

Los empresarios la pasan tan mal que inclusive algunos tienen empeñadas sus máquinas o equipos con los bancos o con empresas que despacharon materias primas. Cuando hay precios justos, todos la pasan bien, pero cuando llegan los expertos en adquirir saldos, estos no ofrecen más de 7.000 pesos por un par de botas que solamente su costo de fabricación es de 65.000 pesos.

Luego de entrevistas en medio del sonido del martillo zapatero, en medio de ese olor alienante del pegante Bóxer y de una lluvia que no terminó, salimos a las ya oscuras calles del vetusto Restrepo, ese centro comercial a cielo abierto que acogió a tantos empresarios que saborearon la miel del éxito, pero que luego degustaron el amargo penetrante del libre comercio que suscitó la banca rota, la pobreza y la pérdida del único activo favorable, la Esperanza.

En este barrio creado como consecuencia de la disparada explosión demográfica en 1935 en tiempos en que mandaba el señor Presidente, Alfonso López Pumarejo, se pide de todas las formas una mirada estatal para los empresarios que hoy dependen de la solidaridad de todo un pueblo que bien sabe que solo allí se consiguen los mejores zapatos, como lo saben artistas de la talla del Gran Combo de Puerto Rico y otros que suben al escenario luciendo calzado marca Restrepo.

Es claro, el futuro de la industria del calzado de El Restrepo está no en las manos de los bogotanos o colombianos sino en sus pies, solo ellos luciendo lo mejor de lo mejor pueden decir aquí estamos firmes y con ganas de progresar, pero al lado de quienes colaboran y han colaborado.

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