Los agricultores colombianos siguen haciendo la tarea, no importa la falta de infraestructura, de bienes públicos o de seguridad, los empresarios del campo no paran y envían a como dé lugar alimentos de enormes atributos a las centrales de abasto y otros puntos de mercado. Algunos expertos en ruralidad dicen que con los tratados de libre comercio el país entregó su mercado a cambio de nada, lo cierto es que los americanos tendrán que ponerse las pilas porque Colombia está en la tónica de sembrar mejor, de aumentar rendimientos y poner en oferta comida sana, sin carga química en exceso y muy por el contrario entrando en una senda de innovación y cambio del chip toda vez que hay consciencia de que no es mejor quien vende toneladas de cáncer a quien lleva a los centros de acopio cosechas llenas de trazabilidad para la vida.
Algunos residentes en Estados Unidos recalcan que la comida en Colombia sabe mejor, destacan el color de los caldos, la calidad de las carnes, la delicia de la papa y la variedad en alimentos, es apenas obvio contar con un arsenal de comida cuando se siembra en trópico alto, medio y bajo, se consigue prácticamente de todo.
Hoy muchos temen que el campo se vaya a la bancarrota por culpa de los TLC, a juicio de algunos, pésimamente negociados, por citar un ejemplo hay analistas que dicen que resulta infame importar 13,4 billones de pesos anuales en maíz cuando el país cuenta con cinco millones de hectáreas aptas para este cultivo en la Altillanura, según los que revisan los mercados y los pactos rubricados, todo eso es consecuencia de un TLC muy mal pactado con Estados Unidos sin dejar de lado el abandono y la total ausencia de políticas agropecuarias.
Como es apenas visible, hay falencias, deudas por pagar con los campesinos, indiferencia, maltrato y poco fomento, hasta no hace mucho los agricultores tenían que recurrir al endemoniado mecanismo de gota a gota para adquirir fertilizantes y otros bienes para poder cosechar con algo de calma, si bien el gobierno ha hecho por mejorar en acceso al crédito para vencer los préstamos irregulares, hay aún mucha tela por cortar y labriegos por asistir.
De todas maneras el campo está lleno de valientes, de gente comprometida y con ganas de empujar ruralidad, saben que ir a las ciudades es perder tiempo, plata y hasta la vida, algunos están retornando, quieren respirar y laborar entre montañas y sembradíos, pero demandan asistencia técnica, crédito de fomento, oportunidad y seguridad física, también vías decentes y condiciones para seguir en la dura labor de la siembra lo que implica hacer a toda costa sustitución de importaciones, mejoras en rentabilidad y un sensato contrato social rural que garantice el agro-negocio.
Hablar o escribir de agro requeriría de mucho tiempo para evocar llorando lo mal que se hizo en el pasado, salvo las técnicas de cultivo de las comunidades prehispánicas y muy en detalle las del Altiplano Cundiboyacense, pues no hubo gobiernos con una verdadera política agraria y menos con la visión consecuente de la economía primaria, eso a la gran mayoría les quedó grande, el presente asusta porque no se aborda con prontitud el capítulo de productividad en la totalidad de los sectores y el futuro invita a una mesa especial porque hay de por medio transición energética, pero igual transición agropecuaria ya que es necesario optimizar siembras, salvar suelos, dejar los químicos y procurar producciones limpias, confiables y generosas, hay, muy a pesar de los aires de guerra e incertidumbre, charlas pendientes que no admiten aplazamiento, el futuro del mundo es agua y comida, algo que a Colombia le sobra, pero el trabajo requiere de una política sin color, mejor con cohesión, sin pordioseros, mejor con obreros, una política que entienda que el mejor subsidio es un empleo y no la feria de dinero ajeno que muchas veces es fruto del ahorro de quienes hacen las cosas bien y de muchos que apostaron por un país, ese que llaman del Sagrado Corazón o el del Divino Niño.
Este año termina y el balance es muy bueno para unos en los campos, regular y malo para otros, pero la idea es seguir, no parar y demostrar que hay con qué y con quien, es necesario seguir trabajando los campos porque los mejores clientes quieren comida de la tierra, nada foráneo que cause daño o afecte el entorno social, es hora de exacerbar el sano nacionalismo para decir de pie, solo compro producto colombiano, lo de mi tierra primero, recordando la bella canción.
Uno de los sectores para mostrar es el de la papa puesto que sigue mostrando dinámica, innovación y mejora en las variedades que demandan los hogares, la industria y el sector gourmet, como es apenas perceptible, hay trabajo, adeudo y mucho brío.
En diálogo con Diariolaeconomia.com, el Gerente General de la Federación Colombiana de Productores de Papa, Fedepapa, Germán Palacio Vélez, anotó que a Colombia ingresaron este año 80.000 toneladas de papa de origen europeo, unas importaciones que inquietan porque se hicieron con un dólar por arriba de los 4.300 pesos, algo que en condiciones normales no se hace porque el factor cambiario impacta dichas importaciones, una situación de comercio que invita a que las autoridades aduaneras y de comercio identifiquen la manera como se adquiere y se comercializa esa papa en Colombia que por rendimientos y atributos del tubérculo nacional no se necesita.
El Gerente General de Fedepapa enfatizó que los productores no se resisten a los ejercicios de comercio exterior, pero fue claro al decir que se oponen a las prácticas desleales de comercio o dumping pues por producto y calidad la papa colombiana puede competir en cualquier parte del globo. El problema, explicó Palacio Vélez, es que a Colombia llega papa de algunas empresas de la Comunidad Económica Europea, precisamente bajo la modalidad de dumping, es decir que venden el alimento por debajo de los costos de producción y por eso desde hace un tiempo se han notado que ese producto suple irregularmente la papa colombiana que en condiciones normales le pone producto a quien quiera en el mundo, algo que argumenta el directivo, está demostrado.
Sobra decir que un producto hace parte de dumping cuando es introducido al mercado de otro país con un precio inferior a su valor real o normal, pero eso acontece con la papa en Colombia y ya va siendo hora que alguien tome cartas en el asunto pues de no frenarse este tipo de práctica espuria, habrá un gravoso detrimento en los productores nacionales que vienen elevando la queja desde hace años.
Desde su punto de vista, Palacio considera que a Colombia puede entrar papa, pero siempre y cuando quienes hacen la importación cumplan con todos los requisitos y demuestren que todo está en debido orden, que las cosas se hacen al derecho y sin ilícitos de por medio.
Según datos que maneja la federación, este año ingresarán a Colombia algo más de 80.000 toneladas de papa, una cifra por debajo de las 130.000 toneladas que entraron años atrás, seguramente por la barrera del dólar que sigue alto y nadie en el sector pensó que a esos niveles ingresara papa, pero pasó.
Las 80.000 toneladas de papa, explicó Germán Palacio Vélez, desplazan más o menos unas 300.000 toneladas de papa en fresco porque hay que tener en cuenta que cada kilo de papa importada relega entre 2.5 y tres kilos de papa colombiana en fresco, un deterioro visible para los productores nacionales.
Llama poderosamente la atención que a Colombia lleguen 80.000 toneladas de papa con un dólar caro que hoy se ubica en $4.397,89. Los productores dicen que el tema no se ajusta a la probidad y realidad del mercado porque no es normal que cuando el dólar estaba a 2.800 y 3.000 pesos entraban al país 80.000 toneladas de papa y en la actualidad con un dólar que pasa de los 4.000 pesos siguen llegando las 80.000 toneladas, un asunto preocupante pues los agricultores colombianos no entienden qué es lo que está pasando y que hay detrás de quienes importan bajo la figura empresarial papa a Colombia con un evidente dumping. Es por eso que Fedepapa quiere respuestas de parte de los encargados de regular el comercio y de defender la producción nacional que compite lealmente.
Alista maletas un año difícil
Al hacer su análisis del periodo, Palacio Vélez apuntó que el 2024 fue un año muy complicado en los primeros tres o cuatro meses habida cuenta que el verano fue muy fuerte, situación que obligó a correr las siembras de manera considerable a tal punto que se empezó a plantar en el mes de julio, pero tampoco llegaron las lluvias y el clima siguió siendo relativamente seco. De todas maneras, expuso el directivo, el año fue de buena producción y los agricultores tuvieron unos precios aceptables por cuanto cubrieron los costos de producción y les dejó dinero para sembrar el próximo.
El año para los cultivadores de papa terminará más o menos igual a 2023 porque no se creció en área, eso sí con mejoras en los rendimientos, además vaticinó que los precios estarán estables y sostuvo que será mayor la productividad pues los técnicos calculan que podrían venir rendimientos de entre 23 y 24 toneladas por hectárea, una buena cifra que hace que sea mayor el optimismo para el entrante 2025.
Si bien ha llovido torrencialmente y el agua que cae del cielo ayuda a la agricultura, en papa los aguaceros se vuelven un problema porque daña demasiado las vías, haciendo que sacar las cosechas a Bogotá o ingresar insumos sea todo un dolor de cabeza. El estrés hídrico, aclaró, no afecta la papa que se suele cultivar en zonas de ladera.
Por estos días los agricultores de papa generalmente encienden las alertas por la llegada de las heladas que castigan duramente cultivos como papa, arveja, frijol, maíz y otros por las bajas temperaturas que se reportan en horas de la madrugada. Por lo pronto el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, IDEAM, el clima estará afectado por el fenómeno de La Niña el cual podría extenderse hasta febrero próximo. Todo parece indicar que aumentarán las precipitaciones, particularmente en la Costa Caribe y la región Andina en donde la lluvia será aún más intensa. Si bien, hay ojo avizor, los papicultores creen que no hay mayor escenario para heladas sin que ello diga que no habrá vigilancia y monitoreo en vista de los intempestivos cambios atmosféricos.
Sobre el ejercicio agrícola en Colombia, Germán Palacio Vélez anotó que en papa la dinámica es diferente a otras siembras porque el país logró mejorar su productividad que a la fecha es muy buena, es decir que Colombia goza de excelentes productividades y rendimientos ya que para la industria están por encima de 23 toneladas por hectárea, cuando en Bélgica que es el mayor exportador de papa del mundo el indicador es de 36 toneladas por hectárea, una muestra que el país andino va por buen camino.
“No hay duda, en papa, diferente a otros sectores el problema no es productividad porque los productores colombianos están en capacidad de competir con cualquier papa del mundo. Hoy hay problemas como el mercado de Venezuela a donde se volvieron a hacer exportaciones, unas 40.000 toneladas anuales del tubérculo para compradores del vecino país, pero igual se hicieron despachos a Honduras y El Salvador, luego el problema no es productividad sino tener mayores opciones de mercado afuera. Nosotros siempre hemos dicho que por más abiertos que estemos al mundo los productores de papa colombianos somos competitivos frente a cualquier oferente del mundo”, declaró el señor Palacio Vélez.
Hoy Colombia tiene papa de todo tipo y para cualquier uso, los agricultores han hecho muy bien su tarea y no solo se dedicaron a los mayores rendimientos y óptima productividad sino a poner en el mercado papa de la mejor calidad, un alimento que llega en las mejores condiciones a la industria, a los hogares y a quien pida papa para distintos usos, entre ellos gourmet, es por ello que no se justifica que ingrese papa de Europa en unas condiciones que en ocasiones genera dudas y temores.
Hoy por hoy Colombia tiene sembradas con papa 110.000 hectáreas, hay alrededor de 100.000 productores del alimento que cosechan 2.5 millones de toneladas del tubérculo. A la fecha 390.000 personas trabajan de manera directa o indirecta con esta dinámica cadena.
La siembra de papa tiene un alto componente social toda vez que genera 20 millones de jornales al año pues se trata del segundo producto en importancia después del arroz.
Cabe decir que las plantaciones de papa están en 18 departamentos y 280 municipios colombianos con clima frío y demasiado frío en las tres cordilleras y en el mismo macizo colombiano. La papa esencialmente se produce en Cundinamarca, Boyacá, Nariño, Antioquia, Santander, Norte de Santander y Cauca entre otros.
Según los conocedores, la producción de papa en el país se registra básicamente en zonas de minifundio toda vez que el 95 por ciento de los agricultores dedicados a esta actividad siembran menos de tres hectáreas y el 80 por ciento menos de una hectárea. Colombia tiene un consumo per cápita anual de 36 kilos de papa aproximadamente, muy por debajo de países como Perú, 90 kilos, y Ecuador, 60 kilos.
Indiscutiblemente en Colombia la cadena de la papa es de gran trascendencia económica, social y ambiental. Es una de las principales siembras de clima frío que demanda recursos monetarios importantes, mano de obra, transporte terrestre e insumos.
Punta Morada, la nueva amenaza
Finalmente el Gerente General de Fedepapa, Germán Palacio Vélez manifestó que hay igualmente alertas sanitarias encendidas por la posible llegada de la enfermedad conocida como Punta Morada. Es importante recordar que en 2021 el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, advirtió sobre la presencia de un insecto Bactericella Cockerelli mejor conocido como Paratrioza, nada más y nada menos que el vector de la temida patología vegetal Punta Morada de la papa en 22 de los 23 municipios productores del tubérculo en el departamento de Nariño, un lío que se pudo meter en cintura, pero hoy amenaza con volver para hacer estragos.
La Punta Morada de la papa, PMP, según el ICA, es una enfermedad que altera en las plantas de papa la capacidad fotosintética, el transporte de nutrientes y sustancias de reserva. También genera cambios en el crecimiento y desarrollo que terminan con malformaciones. Las alteraciones reducen drásticamente la producción del cultivo y causa pardeamiento interno de la papa, situación que conlleva a que el producto sea rechazado en los mercados bien sea en fresco o para la industria.
En opinión de Palacio Vélez, la papa ha tenido muchas enfermedades como la gota y la Polilla Guatemalteca que ingresó por Venezuela, pero reconoció que la temible Punta Morada de la papa es un patógeno que afecta el 70 por ciento de la explotación, pero que puede arrasar la producción en su totalidad. La enfermedad, dijo, viene del Ecuador y por eso con el ICA se viene manejando un problema que es cuarentenario.
El Gerente recomendó no traer papa ecuatoriana al país pues si el mal entra con mayor fuerza puede ser catastrófico para el cultivo de papa en Colombia. El patógeno es una amenaza latente para los productores, hoy está detectado en Nariño más no así en Cauca o Tolima.
“Si esa enfermedad ingresa al país sería desastroso porque pondría en riesgo el ciento por ciento de los cultivos de papa y una producción vital para el país. Lo mejor es tener una producción nacional próspera, juiciosa y sana, no es recomendable comprar alimentos en otros países porque exponen las siembras locales. A los productores de Nariño, Cauca y Tolima les recomiendo que hagan uso de las semillas certificadas, esas no traen la enfermedad y garantizan productividad, calidad y rentabilidad”, finalizó el Gerente General de Fedepapa, Germán Palacio Vélez.