Lunes, 02 Junio 2025 00:26

Campo y educación igual a profesionalización y sostenibilidad

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Como nunca los agricultores y sus hijos demandan todo el aprendizaje para mirar el campo como empresa sobre pilares de valores, familia y rentabilidad. Feliz día campesinos colombianos.

Después de 42 años de servicio como docente y de formar niños bajo parámetros de respeto para garantizar para el presente y el futuro hombres y mujeres honestos, decididos, emprendedores, respetuosos y grandes componentes de una sociedad compleja, un hombre ya pensionado que decidió seguir aferrado a sus orígenes regresó al campo en donde sus padres y abuelos, toda una generación o saga de labradores sembraron alimentos, criaron ganado y llevaron pan a la mesa de muchas personas en los municipios y ciudades.

Este maestro evocó sus tiempos de niño y dijo que jamás olvidará sus orígenes porque se siente sumamente orgulloso de ser campesino, de sus siembras, sus animales, pero además de sus aperos, ruana, botas, impermeable y machete de buena hoja.

Muchos en la región del Sumapaz y puntualmente en Ubalá recuerdan esas faenas de recolecta cuando salían las cosechas de papa, frijol y frutas en zonas altas y frías, pero también añoran esas producciones de caña panelera, cacao, café, tomate y frutales de trópico medio, algunas familias acudieron a la ganadería de leche para la venta del líquido alimento y derivados lácteos, un oficio que sigue con mejoramiento genético y la cría de nuevas razas.

Hay trabajo en los campos, los labriegos que quedan siguen poniendo el despertador entre las tres y las cuatro de la mañana, en Colombia la gente de la ruralidad es demasiado comprometida, razón por la cual no falta la comida ni el abastecimiento en los hogares, empero hay cosas que cambiaron y siguen modificándose, la apertura económica cerró muchos capítulos de producción y limitó otros, un ejemplo el algodón que paso de 250.000 o 300.000 hectáreas en promedio a una cifra irrisoria, lo propio paso con el maíz, trigo y cebada, cereales y alimentos que según algunos no se deben cultivar en suelo colombiano, pero lo cierto es que las mejores sopas, arepas y harinas venían de los arcaicos molinos de la finca en donde las abuelas alimentaban familias de verdad, sin tóxicos, venenos o exposición al cáncer, eran tiempos de excelente nutrición en donde la gente disfrutaba de la cantidad de bienes que brotaban de los campos.

 

 

Hay problemas, los campesinos son el trompo de poner de los distintos e innombrables grupos irregulares, les quitan la tranquilidad, el apego por la siembra, tierra, animales, hijos y hasta la vida. No le cabe a nadie en la cabeza que quien más respeto merece sea víctima de una violencia insulsa y sin causa. Sería inteligente, oportuno y justo sacar a los labriegos del conflicto, darles el lugar que se merecen y bajarlos de un cadalso hecho para intimidar, agredir y despojar.

Los campesinos han recibido el peor trato, los han humillado y llevado a lo más bajo de la cadena productiva, es por eso que muchos imploran porque no vuelva la nefasta clase política a las veredas que van a los sitios de sembradío a engañar y prometer lo que jamás cumplirán. Esos que se hacen senadores representantes a la cámara, diputados, ediles y presidentes, después de ganar voltean la espalda y dejan atrás a esos optimistas de ruana que con una sonrisa de esperanza ven pasar el tiempo sin que los “dotores” vuelvan, una historia que se ha repetido por siglos, nadie ha tenido el coraje y la honorabilidad de pelear por los sembradores, siguen sin salud, educación, pensión, a merced del hampa, sin vías o infraestructura, totalmente dejados, algo que ya tiene a muchos en las ciudades buscando opciones porque prefieren el sufrimiento urbano que la humillación, degradación, miseria y decadencia rural.

Los que pasaron por las corporaciones legislativas los engañaron, en efecto les regalaron una apertura económica, bancarrota, aprobaron importaciones desmedidas y en volúmenes increíbles de alimentos, legislaron inclusive para no hacer uso de las semillas nativas, parte importante y razón de ser de los bancos de germoplasma. El campesino se devaluó, y como muchos quieren, los ven salir corriendo, vendiendo tierras a precio de huevo y creando la necesidad de las compras de comida en el exterior, sin duda el TLC fue un gran favor para el campesinado gringo, qué engaño y qué farsa se vio, Por fortuna el señor Donald Trump cambió las reglas de juego y ahora que se debe volver al sitio de partida, hay espacio para recomponer las cosas porque la gente no come oro, no toma petróleo y no es dueña de los enormes y suntuosos condominios, lo cierto es que el agro se está yendo para dejarle el campo abierto a la construcción, a las nuevas selvas de cemento en donde todo es drama y caos ambiental.

Ahora bien, viene una hambruna y Colombia no tendrá suministro porque muchos países van a preferir asegurarse y defender su soberanía alimentaria, los demás que paguen caro las inexplicables e inexcusables equivocaciones, nuestro deplorable caso.

 

 

La fórmula está en la mesa, amenazas, baja rentabilidad en los campos, casi que cero infraestructura, nada de incentivos, desplome de la mano de obra y envejecimiento de los campesinos, a eso hay que agregarle elevados costos de producción, dificultades enormes de mercadeo y una imparable explosión demográfica que llevará a una conversión rural lamentable, un paso del agro a la construcción, de la perspectiva y el futuro a una esperada tragedia, pero eso lo quieren algunos y vaya que lo lograron, tristemente cada día del campesino se va haciendo más lánguido y parece que se abre camino el día de la proscripción y la exaltación de la temerosa urbe.

Sigue creciendo el desafío del cambio climático, no hay certeza para sembrar y para colmo la saturación de químicos pone en riesgo la fertilidad y la obtención de alimentos, los predios aumentan su deterioro, están intoxicados y pronto el asunto pasará factura, un tremendo riesgo en los campos.

En charla con Diariolaeconomia.com, el profesor jubilado y productor del campo Miguel Roberto Reyes Herrera aseveró que Colombia debe contemplar una educación especial para el campo tal y como sucedió décadas atrás con las escuelas vocacionales que formaron niños y jóvenes para trabajar la tierra con siembras y ganadería sobre la base de las buenas prácticas, conocimiento, sanidad e inocuidad. En su análisis, el productor expuso que es tarea de las escuelas rurales, el Servicio Nacional de Aprendizaje, SENA y los institutos técnicos preparar e instruir en los menesteres del agro para que los menores, jóvenes y las nuevas generaciones se enamoren de las labores campesinas y de una vida productiva con misiones agrarias que le entregue al país los alimentos y las materias primas que se necesitan para evitar dependencia o pérdida de la soberanía alimentaria.

Hoy Reyes Herrera trabaja en la parcela que adquirió con su señora en la finca los Salvios de la vereda San Isidro Alto de Ubalá, un sitio ideal para sembrar y criar vacas, actividad que pasa a la transformación con distintos productos, queso y yogurt, pero también miel y forrajes. Hoy manifestó el conocedor, los pensionados con raíces campesinas están de regreso a las campiñas en donde retoman la agricultura y la ganadería como sus ancestros lo hubiesen querido.

 

 

Resulta increíble, pero en varios sectores de la agricultura, mucha mano de obra eficiente que llega como alternativa viene de las personas mayores que obtuvieron su pensión y que para sentirse útiles se van para las veredas a donde llevan conocimiento, una buena opción ya que están haciendo grandes cosas en productividad, competitividad, innovación y calidad.

En el tiempo que lleva en la propiedad, Miguel Roberto Reyes Herrera trabaja el campo, pero de manera paralela disfruta de la naturaleza porque observa aves que llegan al lugar fruto de la migración, especies que ni siquiera se conocían en la región, lo anterior, explicó, quiere decir que está formando un entorno de confianza y eso dice el por qué siguen llegando.

A la gente, insistió, hay que enseñarle que el campo es importante, reclamó mayor trabajo del ejecutivo para no permitir el marchitamiento de la ruralidad puesto que a la feche los niños y los jóvenes no quieren saber del campo ni de las montañas, toda una consecuencia del modelo económico porque años atrás cuando se era niño alrededor de las casas había siembras de buen tamaño y otras de pan-coger, es decir que no hacía falta la papa, el frijol, la arveja, maíz, guatila o papa cidra, yuca, arracacha y frutas. Con cultivos de caña y café así como con otras siembras la gente trabajaba y lamentó que hoy en día la gente de las veredas no tiene esa motivación.

Algunas personas prefieren dejar de cultivar para irse como empleados en explotaciones lecheras o cultivos de maíz en donde hay 150 hectáreas sembradas, es decir que solamente los megaproyectos agrícolas están funcionando y las personas encuentran mejores resultados yéndose con la hoja de vida para esas estructuras empresariales en donde aseguran un ingreso.

El tema asimismo se registra porque la región no tiene acceso a la educación superior, puesto que tan solo el cinco o diez por ciento de la población lo logra, es decir que a la gran mayoría se ve en la obligación de laborar en fincas o empresas de transformación como mano de obra no calificada, una situación que le abre las puertas a los emprendimientos porque hay ideas y productos que perfectamente pueden ganar terreno en el ámbito económico.

 

 

Hoy los que se fueron a ejercer sus profesiones arriban a las fincas con proyectos promisorios que tienen que ver con el campo porque son conscientes que la agricultura debe seguir porque es un motor de la vida, el presente y el futuro de la existencia humana que demanda alimento a diario en mayores proporciones.

Hay preocupación en el campo y todo lo acontece actualmente en geopolítica no ayuda pues hay encarecimiento, incertidumbre y dudas sobre cómo va a funcionar el planeta en adelante porque hay guerras, rompimiento unilateral de las reglas de juego en el comercio y toda una expectativa con lo que pueda pasar porque muchos advierten sobre la llegada de una hambruna súbita y con delicadas secuelas, algo para lo que los agricultores de gran tamaño, algunos gobiernos y empresarios están trabajando, al parecer, con los resultados esperados, lo grave del tema es que de por medio están millones de vidas humanas.

 

“La pandemia dejó ver que hubo gente con mucha plata en el bolsillo que pasó hambre porque no podían salir a comprar víveres. Nosotros en este entorno, sí vivimos esa crisis, fue por pura pereza ya que perfectamente nuestras parcelas son altamente productivas por la calidad de suelos y la variedad de pisos térmicos, aquí no nos faltó nada, pero hubiésemos sido más trascendentales con las tierras en plena producción porque si algo tiene Ubalá y la Provincia del Guavio es un largo listado de productos que brotan de los suelos, tristemente en las ciudades a donde llegaron alimentos, perfectamente pudieron descargar muchos más. No todo lo que pasó con el Covid-19 se dijo, pero hubo momentos de dificultades con el suministro y por eso algunas familias tuvieron problemas en las ciudades, aunque los productores, hay que decirlo, se portaron a la altura, demostraron que la alternativa para la especie humana no es otra que la agricultura, fácil de lograr en este paraíso porque tenemos el recurso hídrico a la mano, luego no sé, qué es lo que nos pasa”, declaró el señor Reyes Herrera.

 

En opinión del productor al país le hacen falta políticas de Estado para la agricultura porque Colombia no puede seguir trabajando a la de Dios, sin una hoja de ruta clara porque en cualquier momento vendrán apuros y no habrá como paliarlos. El campo, expresó, necesita estímulos, bajos costos en los insumos, menos impuestos para el que siembra alimentos y no gana. A juicio del agricultor es absurdo que los fertilizantes y otras materias para obtener productos tengan IVA.

 

 

Los campesinos y empresarios del campo, insistió el invitado, deberían tener un cobro diferenciado de impuestos porque trabajan por la vida, elemental sacrifican buena parte de sus vidas para que haya alimentos. Para colmo de males con el formato actual de la economía es imposible exportar porque el país no es competitivo, adolece de muchos instrumentos y se fue rezagando injustificadamente en productividad hasta el punto que hoy se tiene una competencia desigual comercialmente hablando, un ejemplo es Ecuador que da para llorar porque de ese país ingresa papa, plátano, zanahoria, cebolla, café y otros bienes, todo porque los ecuatorianos tienen insumos subsidiados, no en gran medida, pero al fin y al cabo con alivio, caso opuesto en Colombia, subrayó, antes le ponen IVA, desincentivando la producción agrícola que debería ser el sector fuerte por encima de muchos.

Hay temas del campo que dan para la vergüenza, los gobiernos pensaron que importando toda la canasta familiar hacían mucho y se estrellaron contra la pared, hoy Colombia que miraba por encima del hombro a sus socios andinos, tiene que ver cómo prosperan con exportaciones importantes de frutas, productos del mar, recursos naturales y muchos otros bienes.

En solo aguacate Hass México exportó algo más de 3.300 millones de dólares, Colombia cerró el 2024 con despachos que sumaron algo más de 308,4 millones de dólares, una cifra baja teniendo en cuanta que existen las tierras para crecer en área sembrada, el lío recalcó se subsana con políticas de Estado, pero en Colombia por alguna razón las cosas para el campo no salen bien, hoy concentran los gastos en compras de tierra, pero sin expectativas de productividad, el Cauca por ejemplo muestra baja actividad agropecuaria y si habrá más tierra, a los indígenas habría que exigirles mayores siembras, desde luego con el debido acompañamiento técnico.

Según narró el agricultor, el objetivo de Ubalá era caminar hacia el desarrollo sostenible porque a la ganadería se le atribuye la debacle ambiental cuando no debería ser así porque de todas maneras el vacuno produce gases tóxicos, pero el ser humano no ha sabido darle manejo al problema porque adicional a los desechos que el animal produce por naturaleza, generalmente cargados de metano, ellos también generan su propio abono. La idea es tener una ganadería sostenible estabulada o confinada, todo con unos bancos de forraje, un paso para no hacer ganadería extensiva sino una más responsable que mitiga ese perjuicio por el estiércol de bovinos. Ubalá tiene cría de ganado a muy baja escala, pero la misma que siendo pequeña obliga a meter los problemas en cintura.

 

 

El proyecto del productor es totalmente sostenible, pensado para preservar el medio ambiente y haciendo todo lo posible por corregir todo lo que se hizo mal en el pasado.

En línea con otros productores, Miguel Roberto Reyes Herrera reclamó los bancos de germoplasma de Colombia que han sido utilizados para el beneficio de otros países y no para el mejoramiento genético en Colombia, todo un error porque esos bancos son un activo del país, especialmente de los productores, un tema que da para muchas preguntas, pero seguramente a pocas respuestas o muchas evasivas.

Hoy este productor sigue avante con su proyecto agroforestal y en desarrollo de las adecuaciones e implementaciones descubrió un potencial admirable para el agroturismo, una actividad mucho más pedagógica pues la finca podría tener perfiles temáticos.

A la finca han ido estudiantes de varias universidades, básicamente de las áreas de zootecnia, ingeniería del medio ambiente, medicina veterinaria y agronomía, le llamó la atención que la ganadería puede hacerse con mayor eficiencia porque una parcela que era para dos vacas, con el nuevo modelo albergaba a seis, es decir triplicar la carga y mitigar el impacto. Infortunadamente el plan tuvo un frenazo por la falta de mano de obra porque los jóvenes que antes ayudaban se fueron para Bogotá a trabajar por un salario.

La dicha vino por el lado ambiental porque dentro de los cálculos del conocedor en tres años se puede formar un bosque, ello por los métodos de sostenibilidad y eficiencia adoptados, una buena noticia para la preservación de los ecosistemas, una ecuación posible que demanda conocimiento, política y voluntad.

 

 

Otra apuesta es hacer el más óptimo mejoramiento genético, hacer cruces y no obviar las razas criollas que son animales muy resistentes, bastante apropiados para hacer cruzamientos con ganados cebuinos o razas europeas, una manera ideal de alcanzar mejores indicadores en leche y carne, algo que se ha logrado.

En cruces con criollos, explicó Reyes Herrera, se han utilizado vacas criollas de la región para introducirles una pajilla de toros mejorados, aunque técnica y científicamente hay varias opciones, de todas maneras, dijo, han logrado ejemplares F1 de grandes características.

Un asunto en el que hay que trabajar, apunto el productor campesino, hay que doblar el hato ganadero colombiano porque la demanda de proteína sigue creciendo y con eso el país puede tener muy buenos resultados económicos y sociales porque más allá de lo que se diga o se proponga con la incursión de la proteína vegetal, la gente seguirá comiendo carne y tomando leche, una muestra de que se puede acrecentar el rebaño sin masacrar el medio ambiente porque perfectamente pueden convivir las dos cosas, producción ganadera con protección medioambiental.

Otra tarea para hacer con urgencia es seguir con la retención de hembras porque muchas ganaderías las están sacrificando, infortunadamente la norma que prohibía llevar vacas a los mataderos al parecer quedó archivada, se aflojó en eso y no es sano para la ganadería altamente productiva, pero según opinó el campesino, eso se puede mejorar pues solo con retención de vientres se logra hacer crecer un hato de manera rápida.

Los cambios vendrán por fuerza mayor porque el planeta no la pasa bien y los agricultores tienen la sartén por el mango para mejorar el panorama económico, productivo, competitivo, social y ambiental, pero para eso se necesita disciplina y verdadero compromiso.

 

 

Los agricultores de Ubalá quieren meterse de lleno con los bio-abonos, de hecho la Asociación Hortifruticola de Colombia, Asohofrucol, ha hecho mucho énfasis en eso, pero tristemente los agricultores en las veredas no estaban prestando atención, ahora con todos los impactos del cambio climático tendrán que hacer la transición a cultivos orgánicos con cierta urgencia porque el planeta ya no da más. Anotó que hacer agricultura limpia es muy fácil porque todos los insumos están en la finca, un ejemplo los microorganismos de montaña, algo espectacular, un ejemplo de 5.000.

Es un hecho, Ubalá y otros municipios como Gachetá y Gachalá son prácticamente desconocidos, independiente de que estén muy cerca a Bogotá, pero el no tener una agricultura boyante ha hecho que la gente viva tranquila, tanto así que los ubalenses duermen con la puerta abierta, pero son conscientes que por las necesidades locales así como ecuménicas en materia de alimentos el agro arrancará porque además hay cantidad y calidad de medios y recursos que pueden ser aprovechables, seguramente con mayor potencial que otras regiones del país porque aparte de agua y suelos fértiles, el paisaje de esta tierra de osos es impresionante.

Según informes del Departamentos Administrativo Nacional de estadística, DANE, entregados en 2023, en Colombia la población campesina es de aproximadamente 10.6 millones de personas, según la entidad la cifra representa el 26,3 por ciento de la población mayor de 15 años en el país. Hay espacio y tiempo para reavivar la ruralidad productiva, pero urge una sólida y consecuente política de Estado que lleve tranquilidad a todo un país. Suena increíble, pero hoy campesinos, agrónomos, veterinarios, técnicos agrícolas y médicos conforman las profesiones y oficios más notables y apreciables en el territorio, son más necesarios y manejan mayor reputación que las corporaciones legislativas y algunos ministerios, nada ponderado.

Hoy celebramos y honramos a los campesinos de todo el país con Ubalá, Cundinamarca, como referente, pero lo cierto es que la agricultura toda comparte líos y falencias afines, los productores en su totalidad necesitan incentivos, inversión, bienes públicos, vías, distritos de riego, seguridad, respeto, comercio justo y calidad de vida, el campo es la única opción de vida, tranquilidad y dignidad, perderla significaría empezar a decirle adiós a este mundo.

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