Sin duda alguna, de las grandes crisis suelen brotar enormes oportunidades y un ejemplo de este argumento puede ser la última gran pandemia, la gripe española de 1918 que en apariencia generó enormes pérdidas económicas, pero que una vez vistos los registros de la época, es visible que los efectos fueron de corta duración. Dicen los analistas que la recuperación de los mercados empezó a darse a finales de febrero de 1919.
Al hacer una evaluación de pérdidas, un referente obligado es Estados Unidos, pero ¡oh! Sorpresa, el golpe en el gran mercado de occidente no mostraba mayores fracturas amen de reportes lánguidos en los indicadores de producción industrial, cifra que mostró su mayor caída en el auge de la pandemia, el terrible octubre de 1918. De otro lado las autoridades económicas de Canadá dijeron que el impacto en el PIB fue de 0,4 por ciento. Esas cifras no fueron traumáticas, pero para infortunio de los americanos, lo peor estaba por venir.
La prensa de la época mostró que en Estados Unidos la actividad económica cayó a tasas del 40 y 70 por ciento. Las ventas minoristas de alimentos igual mostraron desaceleración y el reporte de caída fue de una tercera parte del total de la oferta nacional. Los expertos han dicho en diferentes escenarios y documentos que los impactos de la gripe española en 1918 fueron relativamente efímeros.
En ese tiempo las pérdidas fueron reportadas por la industria de la entretención y el sector de servicios que al final de la pesadilla tenía números en rojo de dos dígitos. Un caso opuesto fue el renglón de salud y medicamentos que dejó ver un interesante repunte.
Como dato curioso, la academia logró establecer tras intensas investigaciones, que la gripe española conllevó a una significativa pérdida de mano de obra, fenómeno que redundó en el pago de mejores sueldos para los obreros, una situación que en opinión de algunos se dio de manera transitoria. Los firmantes de estudios y ensayos precisan que igual, la enfermedad costó muchísimo en vidas humanas y sin duda pasó una factura muy costosa por la contracción económica que llegó por cuarentenas, restricciones y confinamientos.
Hay que tener en cuenta que los más de 50 millones de muertos, cifra que llega, a criterio de algunos a niveles elevadamente absurdos, generó que el mercado perdiera un número de demandantes de bienes y servicios, pero más que ello, el mundo y los países de mayor afectación vieron un considerable cambio en sus vidas por el antes y después del caos pandémico.
En Colombia la gripe española castigó con vehemencia el territorio nacional, pero mostró mayor agresividad con el altiplano cundiboyacense. La pandemia atacó a jóvenes. ancianos, igual a pobres y ricos, muchos de estos gozando antes de la incursión infecciosa, de plena salud. La peste no se conformó con los humanos, también llevó a su paso animales cercanos al hombre, básicamente perros y gatos.
En 1918 Colombia era un país en construcción, o mejor en reconstrucción porque aparte de los vacíos fiscales y el atraso en desarrollo por conflictos y endeudamiento, hubo un fenómeno bastante llamativo y era un bajo número de habitantes como consecuencia de la Guerra de los Mil Días, los actos violentos y un estado muy incipiente. Los jóvenes adultos que conformaban el 87 por ciento de la población en promedio, fue duramente embestida por la gripe asesina, un escenario lamentable toda vez que con menor población y pavor en las casas sobrevino una reducción inmensa en las actividades económicas y algunas regiones dejaron ver una parálisis total.
Bogotá tuvo un 80 por ciento de su población afectada por la gripe española y por ello registró 100 mil enfermos durante octubre y noviembre de 1918, la situación fue aún más compleja por la temporada de frío e invierno, unos factores que le pusieron freno a toda labor. En esa época dejaron de trabajar las oficinas estatales, colegios, universidades, iglesias y teatros. No hubo chicherías abiertas y a ello se sumó el colapso de servicios esenciales como vigilancia, policía, tranvía, tren y el correo. Bogotá y otras ciudades eran fantasmales, la enfermedad abrazó sacerdotes, profesores, alumnos y empleados, el horror reinaba.
Un caso para tener en cuenta fue el fracaso de la higiene en manos del sector público, una situación que llevó a los empresarios en cabeza de notables a crear la Junta de Socorro para llevar a cabo acciones eficaces a la hora de atacar el problema. Ese día subió al olimpo la nueva institución privada en tanto que bajó al inframundo la Dirección Nacional así como la Municipal de Higiene.
En síntesis, la gripe castigó al país que contabilizó más de 140.000 muertes en una población nacional de 5.8 millones de habitantes, pero se ensañó de manera obstinada con Bogotá y Tunja, ciudades en donde quedó al descubierto un sinnúmero de falencias, pero igual los sitios en donde nacieron nuevas iniciativas privadas que fueron resultadistas para bien de una población que vio nubes negras durante un año. Al igual que en otras latitudes las pérdidas económicas fueron enormes, pero no cuantificadas de manera acertada.
Cuando terminaba el fatídico 1919 fue construido el recordado Hospital de la Hortúa, sanatorio que fue muy útil para atender a los pacientes infectados con la mortal gripe, originada en Kansas.
Los virus de la economía
Pero como no todas las pandemias son de tipo infeccioso, el ser humano encontró la otra pandemia, la que afecta los mercados y lleva a crisis económicas que han dejado quiebras, desempleo, miseria, descomposición social, hambre y muerte.
El 29 de octubre de 1929, bautizado como martes negro, estalló la peor crisis económica de la que se tenga conocimiento, con la caída de la bolsa de valores de Nueva York que de manera eléctrica fue impactando todas las economías del mundo. Con esa tarde escabrosa en el mercado bursátil de la Gran Manzana llegó la Gran Depresión, la tragedia económica más larga pues se extendió por diez años arrastrando todo lo que se encontró a su paso.
Los años treinta fueron para el olvido, empero algunos analistas dicen que la levantada empezó a darse a mediados de esa década, otros anotan que la crisis terminó totalmente en 1940. Fueron años aciagos, las economías estaban golpeadas y las guerras mundiales a la orden del día, todo un adefesio para la economía del recién llegado siglo XX.
La Gran Depresión no fue compasiva, arrasó con pobres y opulentos, operó como una peste, solo que infectó las cuentas de países, empresas y hogares. Con ella vino un desplome inexorable de las rentas nacionales, un marchitamiento de los recaudos fiscales, igual en los beneficios empresariales y una caída terrorífica en los precios. En esos tiempos fríos, de blanco y negro o en sepia, el comercio despeñó a razón del 50 y el 66 por ciento. En Estados Unidos el desempleo alcanzó el 25 por ciento, pero en otras latitudes este indicador fue del 33 por ciento.
Los reportes fueron dramáticos en la industria pesada pues cayó la construcción, la agricultura recibió azotes porque tuvo que asistir a la peor caída en el valor de las cosechas, unas caídas que llegaron al 60 por ciento. Al caer la demanda las fábricas, los transformadores y el agro sufrieron de manera increíble. La pobreza migró a miseria y con ella se fueron disparando estadísticas de inseguridad y miseria.
La pesadilla fue conjurada, dicen, con la llegada a la presidencia de Franklin D Roosevelt y el establecimiento del contundente New Deal en 1932. Con estos factores los indicadores fueron enderezando. Gracias al “Nuevo Trato” y la política intervencionista fue posible enfrentar la Gran Depresión. El programa puesto en marcha en 1933 y extendido a 1938, reformó los mercados financieros, sostuvo las capas más vulnerables de la población y reinició la economía americana afectada por el desempleo y el relicario de quiebras.
Pese a la lucha y al poder conjurar un problema de grueso calibre, el punto final a la financiación exógena iniciando la década de los treinta, llevó a fenómenos en Alemania y otros países europeos como el surgimiento de grupos adeptos al nacional-socialismo, con tanta fuerza que llevó a Adolf Hitler al poder. Como se ve, fueron tiempos porque se salió de un tiempo precario a una pesadilla vestida de Nazi.
Este recorrido por la historia es un abrebocas para arrancar una charla con una persona que ha marcado un hito en la historia financiera reciente del país porque maneja conceptos de optimismo, lucha, trabajo y estrategia. Como él lo dice, de las grandes desgracias, y en medio del barro espeso hay espacio para que de la nada surja una flor y con el tiempo un bello jardín. La vida sin duda está cargada de oportunidades, solo que son siembras que deben regarse con mucho esfuerzo y todo el compromiso.
En diálogo con Diariolaeconomia.com, el CEO de Finsocial, Santiago Botero Jaramillo, manifestó que la pandemia traerá sus consecuencias y una de ellas es el cambio en la manera de llevar las economías porque el mundo no será el mismo con el día después de, habida cuenta que algunas cosas venían mal y con el Coronavirus estallaron.
Los modelos económicos tendrán que revisarse, dijo, y eso obliga a pensar fuertemente en el mercado interno, en la agricultura y en una manufactura de calidad que devuelva crecimiento, riqueza y puestos de trabajo. Los desafíos a criterio del CEO serán muchos y por eso los estados deben ir afinando cambios porque el escenario cambió, eso sin dejar de anotar que industrias como el petróleo y todo lo extractivo están quedando en la historia porque vienen relevos energéticos.
“Las economías no crecen con bajos salarios, hay que comprender que la renta está en el valor agregado y cuando hablo de renta me refiero a la social también. Pagar bien ayuda, tenemos que dejar de lado ese pensamiento de país maquilador. Colombia tiene enorme capital humano, hay gente recursiva y un ADN tenaz. Nos ha faltado pensar en grande y saber que una buena remuneración dinamiza las economías. Por ahí tenemos que empezar, dejando la codicia y apostándole al crecimiento con inteligencia y sentido común, nadie sin plata sale de compras”, razonó el distinguido financista.
Reveló que la compañía sigue creciendo lo cual se ve reflejado en la apertura de nuevas líneas de crédito, eso sí, siendo muy responsables con el riesgo porque existe la consciencia que quien presta dinero solamente gana cuando le pagan y no en el momento del desembolso.
En la plática destacó que gracias al trabajo de un equipo de gigantes y profesionales la firma en medio de su resiliencia, pudo meterse en nichos muy seguros y apoyando a franjas de la sociedad que más liquidez necesita para propender por la reactivación económica, un compromiso con el país y con la inmensa mayoría de colombianos que siguen avivando su espíritu empresarial.
La firma de intermediación financiera que centra su negocio en créditos de libranza para profesores y pensionados del sector público al igual que con préstamos para otros actores económicos, resaltó que Finsocial vio la tormenta como una bendición que trajo consigo enseñanzas y oportunidades.
“Para nosotros el Coronavirus resultó todo un Coronamigo porque como sociedad nos mostró que no todo en el mundo se estaba haciendo bien, eso conlleva a tomar correctivos y a mejorar. Para la firma, como lo digo, se abrieron nuevas líneas de negocio, pero sí lamentamos profundamente los fallecimientos y la adversidad que esto ha implicado en hogares y empresas, pero la idea es seguir hacia adelante y queriendo ayudar a los compatriotas con todo lo que esté a nuestra disposición”, declaró el señor Botero Jaramillo.
La pandemia, comentó, es una oportunidad diseñada más para las compañías pequeñas y medianas que para las grandes porque las de mayor tamaño, por su musculatura financiera, infraestructura y robustez, les resulta más fácil sobrellevar el problema y salir del él. Caso opuesto, indicó, sucederá con las pymes que sin un plan adecuado para salir del atolladero, pueden fácilmente cerrar como ya ha paso con varios establecimientos e industrias.
Dijo que este es un momento sumamente complejo que invita a innovar, a creer en estrategias y audacia, pero de la mano de Dios porque quien no lo tenga tendrá que buscar uno con afán porque a más de uno se lo puede llevar el diablo, los momentos actuales, recalcó, son duros e invitan a trabajar, a no bajar la guardia y desde luego a no claudicar como ciudadanos solidarios porque como nunca, la gente requiere ayuda.
Como bien lo muestra la historia, de las grandes tragedias fluyen oportunidades y eso lo pueden aprovechar muchos de una manera más holgada y otros con algún grado de dificultad, pero invitó a los colombianos del sector real de la economía a reinventarse, a sacar a flote ideas y posibles soluciones para no dejar de lado unas opciones que están servidas para un país y un planeta que se encuentran en dificultades semejantes, asunto retador porque lleva a todos al mismo partidor y con las mismas condiciones, en un contexto complejo, pero con margen de superar las vicisitudes. Hoy, afirmó, por el golpe que la coyuntura le ha dado a todos es más fácil competir porque no hay márgenes de amplitud en los mercados.
Finsocial, como quedó resaltado al inicio de la entrevista, no solamente presta en libranzas sino que su portafolio logró ampliarse por una dinámica de país que llevó a la empresa a poner a disposición del público crédito de consumo, por fuera de libranza, con mayor hincapié en los empréstitos productivos apoyando a la gente y con una característica vertical e inamovible como lo es el orden en el nicho.
“Hoy en día de lo que genera Finsocial, el 60 por ciento pueden ser libranzas y 40 por ciento en unas líneas muy diferentes, aclarando que contamos con unos anillos de seguridad muy fuertes para evitar que el día de mañana llegue un inconveniente, solo porque alguno no quiere pagar. Estamos trabajando muy duro en este blindaje para seguir siendo sólidos, confiables y Finso-Útiles”, apuntó Botero.
Por haberse formado en el sistema de préstamos para adquisición de motocicletas, Botero gano una experiencia muy grande y fue precisamente en donde se dio cuenta que la plata llega cuando se hacen los respectivos pagos.
Resaltó que todo lo hecho por la entidad e inclusive por otros agentes de la economía y parte de la comunidad en donde la reingeniería ha sido un común denominador se pudo dar por el concurso decidido de Bancoldex, banco de segundo piso trascendental en la recuperación económica al igual que el respaldo del Fondo Nacional de Garantías, FNG, y el espaldarazo de los entes territoriales que ven en Finsocial un bordón en los distintos momentos como es el caso de Atlántico, Cesar y Córdoba, regiones con las que existen líneas de crédito para financiar el emprendimiento, una parte del portafolio que genera satisfacción porque impulsa país, mueve la economía y levanta los indicadores sociales.
La sede de Finsocial es y seguirá siendo Barranquilla en vista que Santiago Botero es una persona leal y agradecida con los sitios que le han inyectado enseñanzas, que le dieron votos de confianza y que sirvieron de pista de despegue en el mundo de los negocios. Este antioqueño, nacido en Medellín tiene el alma en la capital de Atlántico y ama la “Puerta de Oro” por ser una urbe que lo acogió y le abrió los brazos. Hoy este empresario tiene su corazón pletórico por “Curramba la Bella”, ama el carnaval, sus gentes, sus costumbres y todo ese entorno cultural que implica folclor, gastronomía e intelectualidad. Es tanto el arraigo por la “Arenosa” que su equipo del alma es el Junior, al que le bate banderas y le hace fuerza esté donde esté.
La ciudad de Barranquilla, la de todos los apelativos, es la ciudad de Santiago Botero y cada uno de los barranquilleros y de los costeños son la gente que respeta, quiere e impulsa el creador de Finsocial.
Este año Finsocial lo puede despedir con un crecimiento que oscila entre 25 y el 30 por ciento frente al cierre de 2019 puesto que las colocaciones fácilmente subirán a 290.000 millones de pesos. La entidad espera que todo termine bien y por ello le apuesta a un cierre positivo que depende del fondeo, una limitante para esta y otras compañías, pero para el caso de la financiera barranquillera, las cosas van muy bien y una perspectiva demasiado alentadora.
La herramienta de impulsar país con crédito inmediato que llega a tiendas, hogares, microempresas y a todas las actividades económicas con un impacto social altamente positivo ha hecho que las entidades multilaterales de crédito pongan sus ojos en un modelo eficiente y supremamente útil para mover la economía.
En días pasados una compañía mexicana solicitó los servicios de Finsocial y demandó de la experimentada colombiana su plataforma para originar unos créditos con la banca multilateral de fomento y apoyo e impactar afablemente a la comunidad con el tema artesanal. La solución tecnológica facilitaría la venta de las manualidades mexicanas en los mercados internacionales.
“Esta experiencia me hace feliz porque hemos desarrollado soluciones para todos y de esa manera somos un vehículo por medio del cual Dios hace milagros, un tema gratificante porque será posible cristalizar el sueño de muchos dentro y fuera del país, pues finalmente todos somos humanos y la felicidad es un activo que ni se niega ni se condiciona. El pago inclusive no es de cuánto vale sino cómo me puede pagar, la idea es ayudar y llevar sonrisas en muchas latitudes”, señaló Botero.
Actualmente Finsocial tiene al servicio de los colombianos un portafolio bastante movido y por ello maneja sectores puntuales así como necesidades diversas con productos como FinsoCrédito, FinsoAmigo, FinsoAlivio y FinsoTienda. Cabe recordar que Colombia supera los siete millones de nacionales no bancarizados y allí el trabajo de la compañía se hace determinante por lo versátil e incluyente.
Con FinsoTienda los resultados han sido inmejorables la meta es llegar a 130, pero a la fecha hay 30 que están siendo atendidas. Para este fin las noticias pueden ser muy alentadoras porque está por hacerse una vinculación llena de experiencia porque la idea es impactar a todo tipo de tiendas, nuevas y vetustas, aquellas que abastecieron a la barriada y llevaron soluciones a las familias.
“Estoy seguro que viene todo un hit y me atrevo a asegurar que la gente verá FinsoTiendas por mucho tiempo, una apuesta de financiamiento fácil, alimentando las bases y por donde se le mire, instrumento vital de tejido social. Esto me acuerda de un gran amigo, el empresario Christian Daes, quien asegura que sí uno no vive para servir, no sirve para vivir, igual fue una exclamación del Papa Francisco. Esa frase es muy sincera y tuve la dicha de adoptarla como tesis en esa construcción de ser humano, se lo debo a él, a Christian, porque fue significativo en mis inicios”, precisó Botero Jaramillo.
La economía tiene que cambiar y el campo será más que importante
En el análisis del CEO de Finsocial, los tiempos están cambiando y con el después de la pandemia muchas actividades tendrán que concentrarse en el campo y en labores agropecuarias. El petróleo como todos lo pregonan está en franca decadencia y por ello ya se alista la era de las energías alternativas, la movilización limpia de vehículos y todo el tema agro.
Actualmente el empresario Santiago Botero está haciendo el montaje de una compañía que le pondrá valor agregado a la carne colombiana, producida con pastura, natural y prácticamente orgánica. La idea es comercializar en otros países la carne de fincas ganaderas que le paguen justamente a sus empleados y que le den manejo a sus hatos en praderas sostenibles. La idea es llevar calidad máxima en carne, pero sin que su producción comprometa de forma adversa al medio ambiente.
Bajo la marca Green Fed and Fair, la carne colombiana irá por los mercados del mundo y para ese fin hay socios de mucha envergadura, muy conocedores y con cargos que tiempo atrás les dio mucho conocimiento puesto que se trata de exministros de agricultura y gente “triple A”, muy capaz y amiga de los negocios, con lo que se le dará valor agregado al producto.
A criterio de Botero el agro colombiano ha hecho el papel de tontos porque vendió y sigue vendiendo productos en bruto y sin transformación. Por ejemplo, precisó, el café debería venderse tostado, molido y empacado, listo para el consumo, así pasa con otros productos que le apuestan a los commodities, por fortuna en café ya hay propuestas de valor añadido y lo mismo se observa con el sector panelero.
“Hay que avanzar en agricultura, tenemos que apostarle a un sector primario que tenga implícita la agroindustria porque de lo contrario es como si Francia vendiera las uvas en canasta y no el vino que tan buen precio tiene. Nosotros mandamos las uvas para que nos devuelvan vino, y por eso estoy seguro que en el campo hay una oportunidad gigante, pero solamente agregando valor e innovando”, detalló el muy respetable financista.
Finsocial tiene claro que el futuro está en la ruralidad y por ello no vacilará en apoyar los proyectos productivos que acompañados de industria pueden transformarse y subir su cotización en los mercados del globo. La nueva empresa de cárnicos es la cuota inicial del agro a gran escala porque vienen otros planes que prosperarán en la tierra y con buena labranza, un motivo más para pensar que el agro necesita apalancamiento técnico y de manera perentoria, respaldo, pero esencialmente financiero cuando hay mercados abiertos que ofrecen toda la seguridad a los productos colombianos, ya con marca y renombre, será mucho más fácil prestarles dinero y con ello vendría una siembra o una cría acompañadas de financiación en beneficio del campo colombiano.
“A futuro serán premiados y muy beneficiados quienes desde los campos trabajen con buenas prácticas agrícolas, ganaderas y medioambientales, igual con sueldos justos porque se conoce de empresarios y dueños de explotaciones que no pagan el salario mínimo, menos las prestaciones sociales y abusan de la gente. Nosotros vamos a invertir, vamos a ganar, pero llevándoles garantías a los trabajadores porque ser justo paga y vale la pena, finalmente ese será el factor clave para reactivar la economía rural y otras que demandan valor añadido. Los empresarios que sienten de alguna manera que ganar plata a través de quitarle sus derechos al colaborador son muy miopes porque precisamente en donde hay que inyectar riqueza en las actividades agrarias es en la base de la pirámide porque con plata en el bolsillo, ese trabajador compra el producto y así el dinero fluye y crece la economía”, razonó Botero.
Sobre los manejos de la pandemia, Finsocial resaltó el trabajo que se viene haciendo desde el Gobierno Nacional porque consideró que hacerle frente a un problema sanitario como el actual no es fácil y demanda compromiso, apego y responsabilidad con todo un país. Expuso que el alto gobierno ha cumplido con la tremenda novedad y confió en el destino que han tenido los recursos para paliar una situación tremendamente compleja.
Demandó de los colombianos cambiar el chip y dejar la crítica a un lado para pasar a una riqueza mental que le permita al país dar grandes pasos para producir, hacer dinero, mejorar la calidad de vida y ayudar a quienes necesiten.
Botero aseguró que hay satisfacción por todo lo logrado con el producto Tu Tienda En Casa, que les abrió oportunidades a las mujeres colombianas y les permitió trazar una hoja de ruta como emprendedoras y como seres humanos. Recalcó que la limitante no es una condición aceptable.
El escenario, precisó, es difícil, hay varios negocios liquidados y muchas empresas cerradas, el desempleo está disparado y el panorama no alienta, pero prácticamente lo que les estamos diciendo a los colombianos es respire profundo, llénese de entusiasmo reciba recursos y vuelva a empezar. “Nada en vida es imposible”.
Aclaró que con FinsoAlivio se viene haciendo esa tarea solo que a un nivel mucho más bajo en donde unos emprendedores informales reciben un apoyo financiero, gracias al empuje del Fondo Nacional de Garantías, de Bancoldex y de los entes territoriales.
“Particularmente creo que vendrán líneas de crédito que podremos apoyar en toda esta atmósfera de recuperación y por eso Finsocial va a sacar unos bonos con la ayuda del FNG por un valor de 160.000 millones de pesos, recursos con los que se podrá apalancar la iniciativa de retomar las actividades y volver a construir empresa, una tesis valida. Yo sí creo que esos empréstitos van a venir lo que acontece es que aquello que anteriormente funcionaba ya no funciona. Hay personas dormidas que están cerrando, invadidas de pesimismo y por eso no están reactivándose con sus negocios”, dijo.
Para el caso de los restaurantes, la web ha resultado una salida al problema porque la gente está disfrutando de comer algo distinto, pero en familia, un sitio en donde seguramente se está disfrutando más la comida.
Para el CEO de Finsocial la estrategia no es tener muchos restaurantes sino uno básico y poder enamorar a la gente con un muy buen producto pues la calidad, dice, no pelea con nada ni con nadie.
Las preguntas son muchas y lo único cierto es que una situación de pandemia está desangrando las arcas de los estados. Entidades de análisis económico como Fedesarrollo dicen que el Covid-19 puede costarle a Colombia 6,1 por ciento del PIB, es decir entre 48 y 65 billones de pesos por mes.
La cosa se complica y otros centros de estudio económico ven con mayor dificultad el cierre de la economía en 2020 proyectando caídas del 5.8 y el 6.3 por ciento. Casi que al unísono ven menos seis por ciento como la cifra más cercana a la dura realidad. El panorama es tan gris que el mismo ministerio de Hacienda precarizó la proyección esperando caídas que oscilan entre el siete y el ocho por ciento.
Es por eso que entidades que creen en la gente y en las empresas, por complicados que vengan los tiempos, son trascendentales en poner la primera piedra de la reconstrucción económica y Finsocial cuenta con una cantera de soluciones, una buena noticia para empresarios, pymes y emprendedores.
No sobra decir que Finsocial es una Fintech colombiana que lleva soluciones de crédito a docentes del sector público, pensionados, independientes y mujeres emprendedoras. La firma trabaja para erigir oportunidades matizadas por la inclusión financiera y la innovación social.
La firma está en treinta ciudades de Colombia y tiene a Barranquilla como su sede principal. Supera los 22.000 clientes y con sus 600 colaboradores sigue en su empeño de potenciar su portafolio en donde sobresalen los servicios crediticios digitales, una entidad hecha a la medida de un país que demanda bancarización y estímulos, factores que hicieron de Finsocial la marca del crédito en el país que gracias a una trayectoria ha llevado a un crecimiento exponencial de la organización.
Indiscutiblemente, con Finsocial se cumple el lema, Juntos hoy es posible.