La fuerza del motor de nuevo autobús que nos llevaba a la bella y productiva región del Ariari, semejaba un reto de resistencia entre la cordillera oriental y el recortado, pero eficiente coche. La fuerza y el eco de aquella maquina devorando kilómetros poco a poco le iba ganando el reto a la topografía hasta que la etapa la ganó el bus con la llegada a la hermosa y muy moderna ciudad de Villavicencio.
Cabe precisar que fueron apoteósicos los momentos en que llegaba el día porque quienes partimos a las cuatro de la gélida mañana bogotana acudimos a un espectáculo brindado por la atmosfera que mostró un amanecer rojizo y de arreboles que hacía pensar en ese ser amado o en una infancia grata y próspera cuando los campos crecían con más productos, con más variedad y con verdadera riqueza.
Avanzamos y avanzamos, habíamos dejado atrás cerca de ocho túneles y una vía óptima para llegar al precioso llano, a la Orinoquía y a esa región del Ariari que no en vano tiene el mote de “Capital Agrícola de Colombia”.
La cita era en Granada, en ese enorme departamento del Meta, un municipio relativamente joven, pero no imberbe, fundado por allá en 1940, en una época difícil cuando ya los descendientes de los aguerridos llaneros que acompañaron la campaña libertadora se alistaban para otra guerra, una dirigida por la insurgencia comandada por el legendario Guadalupe Salcedo.
Al llegar escuchamos voces de aliento y un contundente NO al petróleo porque el Ariari tan solo sabe de producir alimentos de calidad y eso se hace visible en los más de 62.000 habitantes. El Alcalde, Juan Carlos Mendoza repetía de manera reiterada que la región no aguantaba los saldos de la explotación petrolera que dejó marcas imborrables en algunos municipios del Meta así como del Casanare. Para el funcionario el mundo necesita alimentos y agua y no el crudo pesado y contaminante que tan solo dejó pobreza, hambre y desigualdad en las regiones que se apartaron inclusive de las labores agrícolas por considerarse los nuevos ricos de la zona.
Nos dejó perplejos la voz de productores reconocidos en la región como Juan Pablo Gómez Bastidas quien dijo tajantemente que los productores de la región están produciendo a pérdida en cultivos como la guayaba, el plátano y la yuca.
“Estamos trabajando con unos precios irrisorios, imagínese que pagan 7.000 pesos por una bolsa de plátano de 21 kilos en tanto que la caja de guayaba de tres cuartos la remuneran a 5.000 o 6.000 pesos. La yuca es todavía más lamentable porque hay bolsas que valen 1.000 pesos o menos. Le estamos diciendo al gobierno que se ponga la mano en el corazón porque los agricultores quieren cultivar y fomentar paz, pero hoy con este escenario no vemos salidas coherentes y el programa Colombia Siembra terminó en Colombia Quiebra porque no hay comercialización ni programas que den una verdadera ayuda, así como estamos, estamos jodidos y muy llevados del verraco”, comentó Gómez Bastidas.
El campesino demandó del ejecutivo más atención, agradeció el incentivo para la producción de yuca, pero lamentó los precios que hoy se le ofrecen al productor primario que ya pisa los quicios alarmantes de la banca rota.
Gómez como muchos pidieron la pronta revisión del TLC firmado con Estados Unidos porque a criterio suyo, la política del Presidente, Álvaro Uribe, terminó vendiendo al país con un acuerdo mal negociado en el que el campo quedó mal trecho y sin opciones de nada porque lo pusieron a competir en alpargatas mientras los americanos lo corren con zapatillas Adidas y de otras marcas.
“Ese presidente negoció un TLC con estados Unidos sin mirar y sin tener en cuenta al campesino, al pequeño, que era el que iba a salir más aporreado del supuesto negocio, a tal punto nocivo que no permite competir con precios porque se habla de grandes productores, llenos de subsidios, ayudas y tecnologías mientras que en Colombia apenas se dan pasos en productividad. Tenemos que revisar ese TLC, no admite dudas porque entre otras cosas toca aspectos ambientales muy delicados como el de nuestras especies, lo cual había quedado claro que era asunto vedado, solo por eso se puede caer ese leonino acuerdo”, dijo el agricultor.
Otro productor del campo, don Vladimir Suárez Zapata, dijo que por precios está reportando pérdidas en sus cultivos de yuca y expuso que el fracaso total lo experimentan todos los agricultores de la región que recibieron la visita del Ministro del ramo, del paisano y del amigo, que fue a dar una mano.
Aparte de los elevados costos de producción, el campo se llenó de una plaga peor que la que combate los fungicidas la cual está representada en intermediarios y agiotistas. Los primeros se quedan con todo el dinero y con la utilidad del productor primario sin mayor esfuerzo, mientras el segundo bicho quita casas, fincas y maquinaria tal y como lo denunció este medio hace unos días. En el Ariari, hay desespero por ese tema y afortunadamente hay eco en el gobierno para ponerle freno al inconveniente.
Lo grave del asunto es que si a nosotros nos pagan a precio de huevo, lo lógico debería ser que a los consumidores se les trasladara el beneficio, pero tristemente en Colombia hay unos pocos a los que no les gusta que el pueblo coma barato.
“Cuando uno llega con el camión a Corabastos, aparecen unos personajes llamados comisionistas que son los que hacen el negocio pagando un precio muy bajo, quedándose ellos con una utilidad importante sin hacer absolutamente nada. Es desesperante porque los comisionistas empiezan con un precio y con el paso de las horas le van bajando el precio al labriego, es decir que se ríen del trabajo, del esfuerzo y del sudor del productor que cuando sale de Bogotá, lo hace con muy poco dinero en los bolsillos porque vendió a pérdida”, manifestó el productor.
Producir una hectárea de yuca cuesta entre 4.5 o 5 millones de pesos y al recoger la cosecha, la venta es de dos millones de pesos o algo más, pero la pérdida supera el 50 por ciento.
“Hoy tenemos problemas con las deudas y con el gota a gota, debido a eso muchas personas están siendo embargadas porque llegaron los cobros jurídicos de los bancos y la gente en su desespero no tiene opción que ir a donde los agiotistas que quitan hasta la maquinaria. Hoy hay acoso y presiones para pagar un dinero que no se ve representado en el valor de la cosecha y mientras el agricultor sufre la tragedia, el intermediario y el prestamista hacen la fiesta, eso no puede seguir”, apuntó el campesino.
Sobre el NO a la industria petrolera, Suárez Zapata dijo que por fortuna el Ariari es una tierra por donde corren ríos de leche y miel, razón más que suficiente para no dejarla destruir por unos capitalistas que entregan las regiones en harapos.
Habla el Ministro
Luego de escuchar quejas que van desde los lánguidos precios al productor hasta el horror de usar el temeroso glifosato en cultivos que piden una agricultura limpia y orgánica, el ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Juan Guillermo Zuluaga habló con Diariolaeconomia.com y precisó que las soluciones al campo van a llegar tal y como llegaron a la región del Ariari en donde hay represadas más de 7.000 toneladas de yuca y que serán comercializadas con un incentivo de apoyo a la comercialización que absorberá 5.000 toneladas del alimento.
Gracias a una gestión de la cartera agropecuaria, los compradores adquirirán yuca para infinitas transformaciones, aprovechando que la yuca llanera tiene fama de muy buena por tener un almidón especial, que le da un sabor igualmente especial.
El funcionario indicó que solo con una sana comercialización será posible estabilizar precios en la región del Ariari y en otras zonas productivas del país.
La intermediación es un cáncer y hay que combatirlo
Dijo que una premisa del gobierno y básicamente de su cartera es primero, segundo y tercero el campesino como prioridad porque hoy el país depende precisamente de los agricultores y del sector agropecuario que es el jalonador de la economía y el gran oferente de empleos.
“Estamos desde el Ministerio generando todas las políticas necesarias para romper con la intermediación con el fin de que los productores puedan directamente vender sus productos al comercializador y acabar con ese actor que es el que menos hace y se gana el esfuerzo del agricultor, hablamos del intermediario”, declaró el señor Zuluaga.
Para Zuluaga, la intermediación es una práctica de siempre y por eso desde el gobierno se busca romperla para que esos comisionistas queden por fuera del negocio y éste quede en las manos de productores y comercializadores fornmales como los de la central de Abastos de Bogotá, Corabastos.
Con el fin de acabar con la angustia y el estrés de los productores, el gobierno ya trabaja en un programa de alivio para poder frenar los embargos y todo lo que jurídicamente desprende de los créditos y del agiotismo.
“Sería lamentable que algún agricultor pierda su tierra, su finca por unas deudas que los están aquejando. Tenemos unas mesas de trabajo y vamos a poner en funcionamiento un programa que va a permitir frenar y atender esas obligaciones que hoy los campesinos tienen”, dijo el Ministro.
Cuando habló de los agiotistas en donde según los campesinos hay intermediarios metidos, el ministro no vaciló en reconocer que esa práctica está tipificada en el código penal y por tal razón es con las autoridades que hay que combatir el gota a gota y todas las leoninas soluciones de crédito que buscan despojar a los labriegos. El Ministro le pidió a los productores ayudar con el tema no recurriendo a los préstamos gota a gota porque caer en ellos es caer en manos criminales y exponerse a la quiebra porque no hay ayudas sino caso opuesto, agudiza los inconvenientes.
El Ministro dijo que el hecho de tener sembradas 1.2 millones de nuevas hectáreas demuestra que el campesino volvió a los cultivos y a la agricultura lícita, cifra para nada menor que inclusive ha generado 128.000 nuevos puestos de trabajo desde el campo colombiano que vive una nueva época así muchos no lo quieran ver.
El funcionario expresó que el programa Colombia Siembra ahora viene con una etapa de Colombia Vende y comercializa, estrategia adelantada con la Corporación Colombiana Internacional, CCI, porque lo ideal es replicar lo de la construcción, es decir primero se vende y luego se siembra para evitar esas incertidumbres que tanto daño hacen.
“Vamos a lograr que quienes siembren lo hagan de manera planificada, con buenas prácticas agrícolas, con fincas certificadas y garantizando la seguridad alimentaria sin perder de foco esos 9.300 millones de habitantes que tiene el planeta y que están demandando alimentos hoy, Es bueno decir que con toda la intensión de venderle al mundo, primero debemos consumir lo nuestro, es decir primero los productos de mi campo como ya pasa en varios países”, dijo Zuluaga.
Dentro de los TLC hay que proteger sectores amenazados
El ministro de dijo a este medio que independiente de quejas y reclamos, encuentra al campo en un buen momento, es decir en un proceso de transición que realmente brinda optimismo sin dejar de lado que hay muchas cosas que solucionar y en las que hay que avanzar, asunto que se hace más fácil cuando se sabe que el campo es el motor de la economía nacional.
Sobre la revisión de los TLC, Zuluaga dijo que si el tema llega a darse, ya no será del resorte de este gobierno en donde quedan ocho meses de gestión y los tratados fueron negociados hace más de seis años.
“Aquí lo que hay que buscar es que esos acuerdos se cumplan de manera efectiva con una protección especial hacia algunos productos de nuestro país. Hay que ser competitivos, nosotros tenemos que pensar en venderles, no a 48 millones habitantes sino a todo un planeta. Decir que éste gobierno va a revisar los TLC o los va a acabar sería decir mentiras, lo que sí podemos hacer es que esos convenios se cumplan de manera estricta porque hay algunos países que vendiéndonos sus productos, nos están aplicando unas políticas que no están contendidas en los tratados de libre comercio”, confirmó el jefe de la Cartera Agropecuaria.
Consideró muy importante seguir defendiendo ese proceso de marca y origen de los productos colombianos lo cual no está contemplado en los TLC como algo que no se pueda hacer.
Sobre Colombia Siembra, reconoció las bondades del programa por cuanto muchos inversionistas están creyendo en el campo colombiano, o que explica el crecimiento en hectáreas sembradas. Ahora, dijo, hay que tener una fuerte campaña de vender y comercializar para lo cual es urgente transformar los productos que están siendo pedidos por varios países del mundo. Hizo un llamado a la asociatividad y dijo que hay que aprovechar que Colombia está en el radar de países compradores como China, Japón y Turquía, el quinto país que más productos agrícolas exporta al mundo. En esa nación reconocen que en Colombia podría hacerse 20 o 30 veces más de lo que ellos hacen por el potencial en tierras y en climas. Colombia tiene más de 20 millones de hectáreas listas para ser cultivadas y hoy tan solo hay productivas cinco millones.
Todos aquellos que vieron al Ministro Zuluaga como un funcionario que tan solo llegó a cumplir con una cuota política, les tocó esperar porque hay compromiso y responsabilidad porque el nuevo Ministro está manejando un lenguaje incluyente porque en su concepto en el campo caben todos y desde su despacho se trabaja no para trazar un estilo sino para cumplir con un mandato y una obligación que debe permitir que el renacer de campo sea toda una realidad.
Juan Guillermo Zuluaga es un hombre de provincia nacido en Villavicencio, que no solamente conoce la problemática del sector agropecuario sino que está dispuesto a llevarle las soluciones. Reconoció las bondades de la asociatividad la cual consideró un proceso complejo, pero viable y dijo que gratamente hay pequeños productores como los de Mesetas en el Meta que bajo esta figura ya le venden a Italia, a Francia y están abriendo mercados con Alemania, todo lo anterior con una buena noticia, les está quedando ganancias.
“Hoy me preocupa que la gente vea el vaso medio vacío y yo quisiera que lo vieran medio lleno, anhelo que la gente se llene de optimismo porque éste país está encaminado por la vía de progreso, pero lo que más me gusta es que Colombia está volviendo a ser un país rural, un país de productores, un país con vocación agrícola y ganadera, eso realmente me llena de optimismo”, concluyó.
Aseguran los que conocen que Granada fué el mejor ejemplo del castigo divino porque las etnias que habitaron la región del famoso eje del río Ariari, los Guayupe, los Sae y los Operigua vivían en medio de diferencias culturales e idiomáticas que milagrosamente sobrevivieron con las criminales colonizaciones europeas que buscaban enriquecerse con las explotaciones de caucho, quina, balata y todo tipo de maderas.
La historia da lamentable cuenta de aquellas incipientes colonizaciones que fueron muriendo por las enfermedades que traían del Viejo Mundo como fue el caso del sarampión, viruela y escarlatina a las cuales se unieron males propios de la región representadas en fiebre amarilla y paludismo.
La Orinoquía tuvo un proceso migratorio complejo toda vez que quienes bajaban de la alterada y belicosa cadena montañosa de los Andes, iban llegando a esta zona rica en agua y agricultura pese a la acides de sus tierras, que fueron poco a poco mostrando bondades y potenciales.
Granada, capital de la región del Ariari fue bautizada inicialmente como Boquemonte por ser un camino de herradura, estrecho y complejo por el cual se ingresaba a las espesas e ignotas selvas que bañaba el río Ariari. Allí llegaba gente de todos los rincones huyendo de una violencia política sin cuartel y paulatinamente fue creciendo la población flotante en los departamentos del Meta, Casanare, Vichada y Arauca.
Cuando el tiempo marcaba en el almanaque el año 1940, el joven Boquemonte ya tenía pelo para la moña, es decir su estructura política y administrativa ya le permitía ser un importante caserío que fue elevado a Inspección Departamental de Policía, su crecimiento siguió de manera tan vertiginosa que el 23 de julio de 1956 Boquemonte decide cambiar su nombre por el de Nueva Granada, y ya a finales de ese año, un 19 de noviembre, el decreto 299 le da la categoría de municipio.
Por esas tierras fértiles y promisorias entró el desarrollo a Colombia, los ríos Ariari, Meta y Orinoco fueron las grandes exclusas para el progreso y fue esa ruta, la fluvial, la que marcó el ingreso de capitales y proyectos a la bonita región que desde el calor del llano, veía igual oportunidades en Bogotá y otras ciudades que se consolidaban en esas alturas a donde solo llegaba el gigante emplumado, el rey cóndor, el ave majestuosa que intimidaba por su aspecto y tamaño.
Volvimos con alguna nostalgia de la llanura, de la Orinoquía y de las inmensas y embrionarias tierras del Ariari, llegamos de las dehesas en donde engorda ganado, en donde vuelan las hermosas garzas blancas y por donde corre el travieso alcaraván. De una tierra homogénea en donde también mandan y reinan pumas y jaguares, una tierra biodiversa marcada por la productividad y la belleza natural, entorno que mejorará si al productor primario que convive con tan magno paraíso, se le mejoran las condiciones para que siga sembrando y llevando su producción por el mundo, como anhela el Ministro de Agricultura.