Sábado, 22 Febrero 2025 09:23

Gobierno y precios: Con los arroceros, largas reuniones y cero decisiones

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Los productores han hecho avances importantes en productividad, ofrecen garantía en seguridad alimentaria, pero no ven voluntad de apoyo gubernamental en momentos de bajos precios.

Ya son varias las reuniones adelantadas entre el gobierno y los arroceros con el fin de acordar la hoja de ruta para enfrentar distintos problemas como comercialización, precios, almacenamiento, clima y otros inconvenientes que van surgiendo por el camino. Contrario a lo que piensa en gobierno, las inversiones dirigidas al almacenamiento han sido vitales para crecer y llevar un cereal de calidad a los hogares, posiblemente el ejecutivo en su afán de ayudar y llevar soluciones a un agro olvidado y golpeado por las decisiones aperturistas, equivocadamente habla de nuevos caminos y rutas para que aparte del labrador de gran tamaño, también pequeños y medianos, puedan apostar por productividad y calidad.

Distinto a las posiciones del gobierno, los productores de arroz aseguran que son muy competitivos a tal punto que pueden generar oferta exportable, todo dentro de un ejercicio eficiente que baja costos, aumenta la productividad y mejora la rentabilidad pues los agricultores están reportando rendimientos por encima de cinco toneladas por hectárea e inclusive con picos en Huila y la Meseta de Ibagué en el Tolima que alcanzan las siete toneladas y hasta nueve por hectárea, todo gracias a la tecnología y bondades del AMTEC.

Algunos productores argumentaron que hablar de una producción promedio de dos toneladas por hectárea muestra desconocimiento y pone al sector 50 años atrás cuando las cosechas eran poco generosas, algo superado hoy con semillas certificadas y la Adopción Masiva de Tecnología, todo un paquete ganador del AMTEC.

Son muchas las expectativas generadas al interior del gremio arrocero que sigue haciendo su tarea para optimizar siembras, bajar costos de producción y hacer una agricultura realmente eficiente, sin exceso en insumos o agua y por consiguiente amiga del medio ambiente. Las caras de los directivos de la Federación Nacional de Arroceros, Fedearroz, fueron largas el pasado lunes en El Espinal, Tolima, pues al cierre de un nuevo encuentro con el ejecutivo nada se superó, el gremio sigue sin apoyo, el Incentivo al Almacenamiento parece no volver y los precios continúan deprimidos, agudizando una crisis que puede terminar con una palabra letal para los inversionistas del campo que creyeron en las siembras de arroz, bancarrota.

De todas maneras los productores pequeños, medianos y grandes esperan que el gobierno logre documentarse de la mejor manera, actualice las cifras de productividad y caiga en cuenta que un poco de oxígeno a los labradores es determinante ya que si los industriales o dueños de los molinos no aceptan el dinero del incentivo, no hay problema para las empresas molineras por tratarse de estructuras sólidas financieramente, pero el agricultor, el productor primario siempre lleva del bulto porque trabaja muy duro en medio de cualquier escenario para que de manera increíble le impongan precios por ruinosos, un tema que muy detalladamente debe revisar el gobierno con el Ministerio de Agricultura pues no se deben confundir peras con manzanas y en este caso el del arroz las necesidades son bien diferentes entre agricultores y molineros que ven mejor negocio cuando se importa cereal o se compra a precio de huevo.

En esta ocasión hemos recogido muchas inquietudes y maneras de ver la situación de los agricultores, hoy en este medio podremos saber que expresan las angustiadas voces del arroz, advirtiendo que en agricultura todos los actores son importantes pues no es inteligente satanizar a unos o a otros, los pequeños y medianos suman trascendentalmente, pero los grandes son quienes más producen y garantizan el abastecimiento en mayor volumen, nada que justifique tratarlos como al Patito Feo, todos hacen parte de una vital ecuación.

 

 

En charla con Diariolaeconomia.com, el presidente del Comité de Arroceros de Ibagué, Gabriel Márquez Cifuentes, afirmó que la situación del arrocero hoy es sumamente difícil por lo que se espera que sea algo coyuntural y momentáneo que se pueda solucionar más adelante ya que hay temas como algunos excedentes de inventario en arroz ya cosechado que está por entrar a trilla, situación que genera sobresaltos entre oferta y demanda, inconveniente al que se suma la determinación del gobierno de quitarles a los agricultores el subsidio al almacenamiento, importante para sortear las crisis que hoy experimenta el sector, un lío de veinte años que siempre fue sorteado de esa manera.

 

“Al hacer ese recorte o sustraer el Incentivo al Almacenamiento, que verdaderamente no era para el agricultor sino para la industria, esta decidió bajar el precio para soportar el costo del arroz que compraron o importaron”, apuntó el señor Márquez Cifuentes.

 

En este momento muchos agricultores están al borde de la quiebra porque si el precio sigue en el piso no habrá forma de recuperar las inversiones, los préstamos bancarios hechos para las siembras y ya muchos hablan de medidas tan fuertes que pueden quitar propiedades y desmoronar el patrimonio. Según el empresario, los agricultores y en este caso los arroceros, tienen un problema y es que en medio de la adversidad dicen que en la próxima viene el desquite, pero reconoció que con lo acontecido hoy, van a salir muchos del mercado como agricultores y allí lo crítico es que en las tierras que quedan posiblemente llegarán otros que las arrendarán para ensayar si a ellos les suena la flauta.

 

 

Precisó enfáticamente que los arroceros deben tener básicamente disciplina y ordenamiento de la producción pues son agricultores de toda la vida, arroceros que se han sostenido por generaciones los cuales han adquirido equipos y maquinaria expresamente para el arroz, luego si hay una inversiones en bienes de capital para dejarlas inmóviles porque no hubo un buen momento, algunos piensan que en la próxima vendrá la revancha, pero no siempre es así.
Seguramente, aclaró, vendrán algunos cambios, pero sin que ello implique que se baje sustancialmente el área sembrada porque entrarían bajo la figura de arrendamiento nuevos agricultores a sembrar.

Aclaró que una cosa es la situación de los cultivadores que deben pasar las verdes y las maduras para obtener sus cosechas y otra la de la industria, en este caso los molinos que hacen parte de una industria privada la cual lucha por tener utilidades más no por defender a los agricultores, algo que ha demostrado el conjunto de empresarios dedicados a moler y empacar arroz ya que es visible que el agricultor les importa muy poquito pues en esa carrera por reportar ganancias necesitan comprar barata su materia prima aún con el sacrificio de los plantadores que están dejando en la quiebra.

El momento es muy complejo, el precio del arroz se desplomó y las cifras así lo muestran pues el precio pasó de 210.000 pesos a 170.000 pesos la carga de 125 kilos, una merma muy grande cuando un lote puede producir 50 o 60 cargas, un número muy grande en dinero que no está entrando al bolsillo de quien se parte el lomo a sol y agua sembrando el cereal. Las cuentas hechas a mano alzada muestran el deterioro puesto que a la fecha los productores hablan de 40.000 pesos por 50 cargas que equivalen a dos millones de pesos los cuales al multiplicarse por diez hectáreas cultivadas deja como pérdida 20 millones de pesos lo cual sumado por dos veces al año son 40 millones de pesos que a los arroceros les cuesta mucho trabajo tener en su bolsillo.

 

El agricultor expuso que el exceso de áreas sembradas está en los Llanos Orientales, más exactamente en el Casanare, sin embargo se le hizo una pregunta a la industria la cual no ha dado una respuesta clara o concreta en el sentido de reducir el precio al departamento que esté disparado en siembras para desincentivar el cultivo en Casanare, pero deploró que el error de una región se la cobran a todo el país que terminó pagando un sobreabundancia de siembras en la tierra de “Trabajo y Libertad” o en la llanura colombiana, una situación que no se ha podido entender, una inquietud formulada que no ha sido sujeto de contestación pues lo consecuente es bajar los precios en las zonas con sobreproducción.

Sobre el tema apuntó que hay sitios como la Meseta de Ibagué, algunas partes del Huila y el norte del Tolima que tienen distritos de riego y el agua controlada lo que hace muy difícil aumentar el área por las limitaciones hídricas, una situación que sí puede hacerse en Casanare, luego castigar a la zona centro del país por un incremento de áreas sembradas que no son de la zona central, afectan injustamente a todo el mundo, las medidas, acentuó, deben tomarse en regiones con desmedido crecimiento del área de siembra, como sucede en los llanos.

Ante todas estas circunstancias los labriegos dicen que no hay acción directa del gobierno por ayudar a los productores que hacen la tarea al derecho. A juicio de Márquez Cifuentes, el ejecutivo tiene un fastidio sustancial por el empresario, no le gusta quien fomenta industria y prefiere los campesinos más vulnerables y cargados de problemas, esos que tienen que mirar al mandato para pedirle, pero ese agente que está generando impuestos, negocios, empleo y riqueza no es objetivo del gobierno para estímulos o respaldos.

 

“En mi opinión lo que quiere el gobierno es tener un mundo de personas que esté mirando para arriba esperando que le den algún subsidio, una cuota, un mercado o ayuda en plata porque son individuos que dependen del estamento y por eso la tienen ahí todo el día, pero no ha habido una posición clara de apoyo ni al agricultor ni a la industria”, expresó el presidente del Comités de Arroceros de Ibagué.

 

 

 

Para muchos lo ideal es salir de la línea del pesar y la consideración para impulsar una agricultura moderna, innovadora y con mejores rendimientos en donde haya espacio de crecimiento para todos pues finalmente todos de manera proporcional recibirán unos ingresos de acuerdo a la inversión y a las áreas cultivadas responsablemente, atendiendo las indicaciones del gremio arrocero. El tema pasa por apostar en los renglones agropecuarios para impulsar la equidad y la calidad de vida pues al final del día y no hace falta ser muy listo para deducirlo, el mejor subsidio es un empleo toda vez que dignifica, lleva pan a la mesa y evita una fuga de recursos que terminan patrocinando la pereza o los vicios, dinero estéril y echado a perder.

Gabriel Márquez recalcó que Colombia no necesita más subsidios o regalos de dinero, tan solo condiciones para generar nuevos puestos de trabajo de donde saldrá el dinero que las familias honestas y responsables necesitan. Anotó que los empresarios están esperando que eso pase, pero reconoció que no se ve la intención para que eso suceda.

Un asunto que no se puede pasar por alto es que en las zonas arroceras como las del Tolima y los llanos por citar algunas, es notoria una tremenda inversión en estructuras que van desde ensilaje hasta molino y empaque, empresas sólidas y confiables que producen orgullo y llevan a pensar que en Colombia cuando se quiere, se puede, empero el agricultor manifestó que toda esa infraestructura de la que se habla no representa en Colombia más del tres o 3.5 por ciento de la intervención en el mercado nacional, es decir el 96 por ciento está en manos de la industria privada lo que hace todo más complicado porque Fedearroz con esa infraestructura puede intervenir, pero no está haciéndolo en más del 3.5 por ciento, luego no alcanza, ni es suficiente para competir con volúmenes.

Todo eso lleva a pensar, insistió el arrocero, que el gobierno tiene que entrar a regular y a apoyar, nada parecido a la intervención, tan solo respaldo para quien hace patria sembrando y haciendo comercialización, mercadeo, exportaciones y procesamiento de la materia prima diferente al arroz del plato, la que se pueda volver harina, pan, calados bizcochos, todo un cúmulo de agregación de valor, eso sí despachando a los mercados internacionales lo que más se pueda.

 

Exportar arroz es muy viable

 

 

Desde la perspectiva del presidente del Comité de Arroceros de Ibagué, Gabriel Márquez Cifuentes, Colombia está en condiciones de exportar arroz y aclaró que el problema no está en que haya la posibilidad de tener excedentes puesto que hay cereal sobrante, el problema es que si hay remanentes de arroz y no hay manera de mercadearlos el agricultor se queda con ellos lo cual representa gastar más plata sin contar con el ingreso requerido, de otro lado, manifestó, si el agricultor hace negocios internacionales con la seguridad de unos mercados, sencillamente siembra lo que necesita para cubrir esos compromisos y de esa manera poder manejar los excedentes en el mercado local.

 

“Otro tema que fue sustancial para el manejo de excedentes, que murió hace mucho tiempo y por el cual personalmente abogo para que vuelva una figura similar, no digo que la misma, es algo similar al Instituto de Mercadeo Agropecuario, IDEMA pues la idea es que el Estado intervenga en el entorno comercial cuando existan unos excedentes de este estilo y compre algunas toneladas de arroz para sacar producto del mercado de manera tal que cuando se dé el faltante en el primer semestre, matizado por déficit de arroz, el ejecutivo brinde las garantías de abastecimiento liberando ese arroz, labor que hacía el IDEMA, una intervención por oferta y demanda por parte del aparato estatal, algo que pasa en todos los países del mundo menos en Colombia porque resolvieron que el IDEMA era un ente corrupto y en lugar de corregir lo irregular optaron por liquidarlo”, apuntó el directivo.

 

Lo cierto es que hay disposición del arrocero por generar oferta exportable porque hay suficiente arroz, además con nueve o diez denominaciones de origen en el mundo de las cuales una es de Ibagué, un arroz absolutamente comercializable en el mercado global porque tiene unas condiciones para estar en cualquier parte del mundo, es un producto bastante diferenciado, pero en opinión de Márquez no hay ni facilidad ni apoyo para empezar a exportar a los mercados a donde se debe llegar, de todas maneras estimó importante seguir trabajando en el tema como la hecho Fedearroz, una revisión juiciosa que se hace, pero en eso de ir a otras latitudes es trascendental contar con el espaldarazo del Estado como tener acceso a algunas exenciones que permitan arribar a los puertos.

 

 

Según las últimas averiguaciones, dejan el comercio de arroz en mala situación porque importar un arroz en barco de Rusia a Buenaventura resultaba más barato que Buenaventura-Espinal, luego cuando entra vacilación por la mayor parte de los costos está entre El Espinal y Buenaventura, se empieza mal y allí tendría que haber un apoyo para poder poner los arroces en puerto y posteriormente llegar a otras partes, pero con todas las tarifas y obligaciones cargadas al exportador privado es muy difícil lograrlo, el tema, subrayó el conocedor pasa por ayuda y protección estatal.

 

“Si a nosotros nos dan la mano le aseguro que muchos arroceros estarían dispuestos a exportar y el arroz tiene mercado porque la gente lo pide, por el simple hecho de ser arroz nacional de atributo los colombianos lo compran, por ser un cereal de condiciones ideales así como un alimento nutritivamente superior a muchos como el de la Meseta de Ibagué, es un arroz fácil de exportar, pero eso no lo hacemos solos, necesitamos el concurso del ejecutivo para poner producto en puertos importantes”, puntualizó Gabriel Márquez Cifuentes.

 

Finalmente, en medio de incertidumbres, zozobra geopolítica, aranceles al alza, guerra comercial y mucha inquietud por la falta de certeza con el devenir, lo consecuente según el parecer del agricultor, lo ideal sería sembrar como mínimo lo del consumo nacional, pero lamentablemente el gobierno tiene la cabeza en muchas partes menos en la agricultura, hay niños con hambre y el presidente, cuestionó el arrocero, está pensando en construir hospitales en otro país, para salir adelante se necesitan condiciones y acompañamiento, empero es necesario tener el país en la cabeza.

 

El descontento es total

 

 

El agricultor de Armero-Guayabal, Franklin Cruz Lozano dijo que es evidente y extremadamente alarmante que los precios actuales del arroz son de ruina, unos valores que no le sirven a quien apostó por este cultivo básicamente en la carga de arroz paddy, un problema que tiene a muchos caminando por la cornisa cuando hay todas las condiciones para tener buenos momentos con la cuota de fomento arrocero que permite investigar y seguir avanzando sobre los buenos resultados que dio el AMTEC.

Para los productores de arroz hay mucho por hacer pues entre tantas cosas el gobierno prometió la revisión del tratado de libre comercio con Estados Unidos. Algo que no se ha hecho y por eso los cultivadores cruzaron los dedos para que el presidente de Estados Unidos Donald Trump subiera exageradamente los aranceles y de esa manera romper relaciones y salvar la agricultura porque sin un TLC tan pésimamente negociado la economía rural quedaría en mejor situación teniendo en cuenta que al mirar la balanza comercial es más lo que despachan los empresarios y productores estadounidenses, bienes que ingresan masivamente, entre ellos el arroz.

Para el arrocero basta con mirar lo que ha pasado comercialmente con México y Canadá para deducir que el libre comercio es un recuerdo por cuanto con las medidas arancelarias y unilaterales, Estados Unidos atomizó la globalización o internacionalización de los mercados. De agudizarse el asunto, apuntó Cruz Lozano, la molinería lo lamentará porque no tendrá la materia prima para producir el arroz en blanco.

Otro flagelo que le pega duro a la agricultura del arroz es el contrabando pues mientras los molinos dicen que ingresan 10.000 toneladas, la verdad es que al país fácilmente pueden entrar 100.000 toneladas, las que se hacen invisibles invitando a una perentoria auditoría para saber en qué está el inventario de las molineras y determinar si lo que dicen es cierto porque a su modo de ver, cada vez que hay visitas a los molinos están vacíos, pero los industriales insisten en que hay un superávit de arroz, luego lo importante es saber en dónde está ese exceso, una excusa para bajar el precio al paddy, pero los factores son muchos.

 

 

Sobre los encuentros con el gobierno, el arrocero dijo que todo ha resultado en vano porque nada se define en momentos en los que el precio está llevando a muchos a la quiebra.

 

“Aquí ya estamos cansados de reuniones y reuniones y por eso se ha venido hablando de unas vías de hecho, de un paro arrocero, de una gran inmovilización de agricultores porque infortunadamente las políticas implementadas para el agro no son ni están hechas a la medida de quienes siembran, un tema que debe revisarse. En Colombia todos deben ponerse la mano en el corazón y tener consciencia de quien produce la comida es el agricultor, ese que no tiene por qué ir a la quiebra”, precisó Franklin Cruz Lozano.

 

Un aspecto que demanda tiempo y respuestas es saber porque el molinero le da la espalda al campesino o productor nacional y prefiere apoyar a quienes siembran arroz en Estados Unidos con ayudas y subsidios, los industriales deben saber que con ese precio todos los agricultores irán derecho a la bancarrota, un contexto que no les importa porque si cae la oferta nacional prefieren importar, dejando a muchas familias sin nada para comer, toda una bomba social.

 

Arroceros en alerta

Los arroceros dicen al unísono que se encuentran en un abismo económico porque no se han cristalizado las ayudas prometidas para el sector agropecuario que sigue de tumbo en tumbo. Los labriegos dicen que el ejecutivo los dejó de lado pues se sienten abandonados y a su suerte, lamentaron el hecho de que no se ven las ayudas o beneficios para los agricultores de arroz pues también el maíz pasa por una crisis como es el común denominador de los sectores o subsectores que producen alimentos en el campo o materias primas.

En su masiva visita a El Espinal demandaron verdaderos oficios en favor de la ruralidad que mantiene la cadena alimentaria, la que fue llevada a la ruina en la década de los 90 con la apertura económica, una calamidad que tuvo sus consecuencias y una inversión enorme por parte del gobierno de turno que supo sobre la necesidad de reanimar el campo para garantizar la seguridad alimentaria.

 

 

Sobre el Incentivo al Almacenamiento el productor José Antonio Carrillo Rubio, un arrocero de cuna, ya la tercera generación de una saga comprometida con la obtención del esencial cereal, anotó que siendo bajo ayuda mucho al agricultor, pero hoy lamenta que ni una cosa ni la otra, una situación de apuro que tiene a los arroceros al borde de una catástrofe, nada mínimo porque algunos están pensando en no sembrar puesto que nada van a ganar, el ejercicio actual, analizó, se está haciendo a pérdida.

El noble y amable labriego dijo que el precio del arroz debería fijarlo Fedearroz que agrupa a los productores, a los que ponen semilla, fertilizan, cuidan y cosechan a fuerza de trabajar muy duro. Ese punto tope, consideró, debe ser el resultado de un análisis que determine hasta cuanto puede llegar el precio y en ese orden de ideas el gobierno debe basarse en lo que diga Fedearroz y no los molineros, algo afín con lo hecho por los cafeteros.

Hay caras largas y mucha preocupación en las reuniones arroceras, en la plática Carrillo Rubio expuso que algunos plantadores se sienten amenazados por la situación y en el filo del despeñadero, una situación que puede frenar el gobierno porque lo proyectado no es ganar mucho sino evitar las pérdidas, obtener una utilidad para poder seguir adelante, algo a lo que tiene derecho quien trabaja pues el ejercicio debe verse compensado. Reconoció que hay trabajo por hacer para mejorar, un empuje que llevan los arroceros en su ADN. La tecnología, acentuó el agricultor, ha ayudado, pero afirmó que se necesitan más técnicos en las fincas para que miren cómo va el arroz, en qué estado se encuentran las fincas, de qué manera avanza la producción y cómo están los suelos.

El arrocero José Antonio Carrillo Rubio anotó que el sector hace las labores, trabaja, avanza y cumple, pero llegan momentos muy difíciles que impactan los precios, algo que tiene muy alarmados a los productores porque fue realmente dura la descolgada en las cotizaciones del arroz, algo que preocupa más si se suman insumos cada día más caros, mano de obra onerosa y una canasta agrícola imposible que incide adversamente en el índice de ganancia, ese indicador que hoy reporta grandes pérdidas, razón de peso para interrumpir las siembras porque varios productores observan que es imposible mantener la etapa productiva del arroz.

A Carrillo Rubio le han pagado arroz a 185.000 pesos la carga cuando meses atrás se la remuneraban a razón de 230.000 pesos, un golpe duro porque todo se encareció, haciendo más complicado seguir con los cultivos del alimento infaltable en la canasta familiar.

 

Un escenario lapidario

 

 

A su turno el agricultor de El Espinal, Tolima, Cesar Augusto Saavedra Manrique comentó que al analizar la durísima situación de los arroceros la palabra compleja se queda corta pues hay una situación de quiebra del sector arrocero nacional que no escucha soluciones ni ve luz al final del túnel pues después de 30 años al actual gobierno le dio por no dar el Incentivo al Almacenamiento que es un mecanismo en favor de los agricultores que toman la decisión de guardar su producto para financiarse y apalancar costos una vez acopien su cosecha para que una vez el precio reaccione saquen el alimento al mercado.

Denunció que la industria baja de manera unilateral los precios pues los llevó al piso sin que nadie pudiera hacer nada y en este momento, sentenció, el sector arrocero se encuentra totalmente en quiebra.

Las empresas molineras, anotó Saavedra Manrique prefieren más las importaciones de bajo costo y lo grave aseveró es que estas poderosas firmas tienen un capital muy grande invertido en los agricultores y por eso conocen al detalle la problemática de los cultivadores como también saben de costos de producción y a que se exponen los arroceros, pero hay de manera increíble oídos sordos pues si hay alguien en Colombia que maneja precio e inversión y saben lo que se gasta un agricultor sembrando arroz son justo los industriales porque ellos son los socios de los arroceros en el buen sentido de la palabra porque le prestan al labriego el capital para poder cultivar y cuando sale la cosecha por decisión propia le bajan a la carga entre 40.000 y 50.000 pesos, dejando al garete las expectativas de rentabilidad y ganancia para quien trabajó la tierra, una pésima notificación para el que siempre en los campos le pone el pecho a la brisa.

 

 

La situación actual, narró el contertulio, es tenaz porque hay vientos de quiebra, un problema muy grande para el arrocero porque los paracaidistas en este sector son relativamente pocos, algo que se ve mucho en los llanos, en el Casanare y en el Meta, pero los agricultores tradicionales que llevan 30 o 40 años con una experiencia muy marcada en arroz, con maquinaria y tractores viejos, con una combinada, algunas palas y equipos destinados a la siembra y cosecha de arroz se ven en calzas prietas porque no hay a quien venderle activos, el cultivo de este cereal es todo lo que saben hacer muchos, según el parecer de Cesar Augusto Saavedra Manrique, se trata de toda una vida, un oficio ancestral que paso de generación en generación, una herencia tan marcada que inclusive hoy muchos siembran arroz en las mismas fincas, luego es muy complicado cambiar de actividad porque hay tierras, bienes de capital, infraestructura y experiencia para los arrozales, tan sencillo como que no se puede migrar a otra labor de la noche a la mañana. Nadie, puntualizó, pasa de la siembra del arroz a la venta de zapatos o cualquier otro ejercicio comercial, en arroz hay agricultores y campesinos que tuvieron una tradición, una crianza y una formación agraria, en el sector hay familias que llevan la totalidad de su existencia y desde luego la de sus antecesores.

Ante los ojos del experto hay poco corazón en la industria porque los que muelen bajan los precios del arroz a sabiendas que muchos agricultores perderán mucha plata, algo que hace muy complicado el negocio.

Aparte de la incertidumbre geopolítica hay amenazas como el cambio climático y ello debería tener una contingencia en plena marcha pues ante tanta irresolución sería aconsejable y hasta lógico tener siembras y recolección de alimentos, pero el dictamen del conocedor alarma porque en su concepto, Colombia es de los pocos países en donde la seguridad alimentaria está a la deriva.

 

“Hay muy buenas intenciones en los gobernadores, en los viceministros y en otros funcionarios, pero desdichadamente en dos meses de reuniones no se ha concretado absolutamente nada, es lamentablemente cierto, nada bueno ha quedado en los encuentros porque el agricultor hoy está clamando por un precio justo, tan solo eso, nada que tenga que ver con temas como adjudicación de tierras, reforma agraria y campesinado, asuntos demasiado importantes, nadie discute lo contrario, pero a la fecha el tema de fondo, trascendental, que compete y que los labradores quieren escuchar es el precio de sus recolecciones, una verdadera solución. Estamos a las puertas de levantar la cosecha en el Tolima y tenemos un precio en quiebra, pero nada pasa por parte del gobierno, se habló de la Superintendencia, de una reunión con los industriales, de una cita compartida con mandatarios departamentales y con la política, pero no aparece una solución. La semana pasada hubo una reunión en Casanare de 10 u 11 horas en donde intervino todo el mundo y tampoco vimos humo blanco”, señaló el agricultor del Tolima Cesar Augusto Saavedra Manrique.

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