Domingo, 15 Junio 2025 03:34

Hay labor en el campo, pero no es suficiente, sigue rezago: Acosemillas

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Hay labor en el campo, pero no es suficiente, sigue rezago: Acosemillas Tomada-de-Fedeagro

La agremiación solicita pasar del discurso de la seguridad y la soberanía alimentaria a hechos medidos en producción y crecimiento sostenible. Importaciones, un futuro oscuro.

En materia de agricultura hay capítulos apasionantes por cómo se dieron las cosas y de qué manera avanzaron en un mundo que día a día pide mayor volumen de alimentos, calidad e inocuidad. Una de esas divisiones tiene que ver con las semillas que empezaron sus mejoramientos hace diez mil años cuando el hombre domesticó las plantas y los animales de granja.

Desde sus inicios los métodos de mejoramiento han avanzado y evolucionado sin pausa, los agricultores arrancaron con una selección instintiva e inconsciente hasta lograr los grandilocuentes desarrollos en laboratorio para aterrizar en la ingeniería genética y la misma biotecnología, sin lugar a dudas algo que raya entre la maravilla y toda la admiración porque eso que inició con observancia pasó a tratados y ensayos que redundaron en mejores semillas cumpliendo metas con la obtención de variedades más resistentes a los inexorables cambios del clima, a enfermedades y algo asombroso, con la capacidad de lograr mayores rendimientos.

En semillas vino un ejercicio científico llamado modificación genética o ingeniería genética en vegetales que incursionó con todo el impulso cuando asomaba el ocaso de los años setenta y el inicio de los ochenta que si bien fueron un terrible recuerdo para la economía global, dejaron huella en trabajos especiales y de investigación para impactar favorablemente la agricultura y la forma de producir.

Hay que evocar a la científica Mary Dell-Chilton que con su equipo de trabajo anunciaron en 1977 sobre el desarrollo de la primera planta modificada genéticamente. Pasó un corto periodo y en 1983 se presentó la primera planta con modificación de genes, se trataba de un tabaco con resistencia a los antibióticos.

 

 

Los resultados fueron sorprendentes y apropiados para el nuevo entorno y fue así como en 1994 la firma Colgene empezó a comercializar el primer tomate transgénico conocido como Flavr Savr con lo que se dio el primer paso a la venta global de bienes agrícolas genéticamente modificados.

Con ese comienzo afortunado por los resultados se dio rienda suelta a la modificación genética de semillas y a la implementación de cultivos mejorados, alterados o transformados genéticamente tal y como se hizo con algodón, maíz, soya y otros a escala internacional.

En arroz, por ejemplo, se aplica la biotecnología para optimizar la eficacia nutricional, los rendimientos y la resistencia a los efectos generados por el estrepitoso cambio atmosférico, pues el clima sigue con unos comportamientos complejos habida cuenta de los gases efecto invernadero y sus tremendos efectos en la capa de ozono.

Hoy hay muchos más alimentos o materias primas modificadas como pasa con la remolacha azucarera, manzana, canola, papaya, alfalfa, papaya, papa, piña, calabaza, calabacín, caña de azúcar y otros productos.

Según los expertos, la ingeniería genética es aplicable en plantas, animales, bacterias o cualquier otro microorganismo. Esta práctica científica clasifica un gen de un talante esperado en plantas o animales y lo insertan en el ADN de otra planta o animal. De manera increíble, los genes igualmente se pueden pasar de un animal a una planta o a la inversa. Como se aprecia, el mundo no para, los científicos siguen investigando y encontrando nuevas salidas y soluciones para hacer más eficientes las plantaciones que llevarán alimento a los miles de millones de habitantes del planeta.

 

 

En charla con Diariolaeconomia.com, el Gerente General de la Asociación Colombiana de Semillas y Biotecnología, Acosemillas, Leonardo Alberto Ariza Ramírez afirmó que el reto actual frente al cambio climático que llega con nuevas plagas y enfermedades y todo lo que padece la humanidad le ofrece unos retos grandes al sector habida cuenta que Colombia es un país llamado a producir alimentos por ser una de las siete fronteras agrícolas de mayor dimensión en el mundo, que hace del territorio prospectivo y como obliga a pensar que se debe desarrollar mucha investigación y demasiado trabajo para producir alimentos un logro que se hace a partir de buenas semillas y mucha exploración científica.

En desarrollo del Foro Académico conmemorativo a los 55 años de Acosemillas, el Gerente General del gremio agregó que definitivamente Colombia necesita apoyarse en todas las semillas tradicionales, nativas y criollas como insumo para el mejoramiento vegetal, empero aclaró que el sector requiere también de las semillas mejoradas, de la biotecnología y de las nuevas técnicas de mejoramiento botánico, algo que consideró fundamental porque esas innovaciones finalmente serán las que den la posibilidad al país y al mundo no solo rendimientos y rentabilidad sino calidad y la garantía de que se trata de alimentos sanos.

En su charla, el experto anotó que la tecnología y los nuevos desarrollos le darán al país seguridad alimentaria y desde luego unos excedentes para la exportación de productos agrícolas óptimos.

En opinión del ingeniero agrónomo hay que diferenciar muy bien dos sistemas productivos existentes, uno, el método tradicional sobre la base de semillas nativas y criollas, una práctica llevada a cabo por las comunidades de manera ancestral y por la tradición durante siglos y dos el sistema formal de semillas que se registran ante la autoridad sanitaria representada en el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, unas núcleos seleccionados y certificados.

 

 

“Esas semillas tienen un respaldo y una trazabilidad para el productor donde principalmente le dan una garantía de calidad física, sanitaria, fisiológica y genética de los simientes que permitirá tener claro de dónde proviene esa semilla, cuáles son sus rendimientos, su fenotipo y que es lo que realmente un labriego va a producir. Quiero darles un mensaje, el 40 por ciento del éxito del rendimiento del cultivo está implícito en los nuevos núcleos, es decir que, si un agricultor utiliza una buena semilla, con toda la calidad y autorizada por el ICA la ganancia en cosecha será del 40 por ciento”, declaró el señor Ariza Ramírez.

 

Dejó claro que la semilla debe ponerse en el suelo adecuado, en suelos vivos, con óptimo drenaje, desde luego en un ambiente propicio, cumplir con las buenas prácticas agrícolas y culturales, fertilizar debidamente, así como llevar a cabo toda una serie de etapas en cultivo que deben ir de la mano de un excelente componente tecnológico para que se puedan tener cultivos sanos, rentables, productivos e inocuos, totalmente confiables para el consumidor.

Hoy hay muchos mitos, empero han surgido algunas teorías que relacionan la nueva agricultura con cáncer y otras patologías, si bien la semilla per sé, no es señalada, si los procedimientos para aumentar productividad como fertilizantes de síntesis química, herbicidas, pesticidas, venenos y otros insumos de etiqueta roja.

A juicio Leonardo Alberto Ariza Ramírez las buenas semillas que están surgiendo deben en consecuencia complementarse con una agricultura innovadora, limpia y libre de agentes tóxicos. Apuntó que actualmente las mismas empresas productoras de semillas y los agroquímicos están apostando por sostenibilidad no solamente ambiental sino en salud plena porque lo ideal es extraer de los campos alimentos inocuos, de atributo que no afecten el bienestar de las personas.

 

 

Sostuvo que en una mejor agricultura se ha ganado bastante terreno en los últimos años porque han llegado paquetes tecnológicos adecuados, nada nocivos y totalmente amigables con el medio ambiente.

Hay razones desde Acosemillas para defender los ecosistemas y la agricultura sana puesto que si hay venenos seguirán muriendo masivamente los polinizadores y sin ellos no habrá germinación, menos cosechas y sí hambre, muerte y desolación, la apuesta de los productores es por la vida en suelos vivos.


Piratería, una semilla que germina

Al abordar el tema de ingresos irregulares de simientes al país, el Gerente General de Acosemillas aclaró que por fortuna el nivel de contrabando en semillas no es tan alto. Manifestó que el dolor de cabeza está por el lado de la piratería que afecta a muchos labradores que recolecta cultivos que no son lotes de semillas sino comerciales los cuales hacen pasar como núcleos, algo muy común en arroz, algodón y otras siembras.

Los lotes que venden por certificados no son semillas que hayan pasado por la rigidez de la investigación, del trabajo de un fito-mejorador, de personas o compañías totalmente legales que se dedican a la obtención de simientes o material vegetal. El problema, expresó el directivo, es grande porque los lotes adulterados pueden venir con plagas, malezas y enfermedades lo que ocasiona que resulte más costoso para el productor que se verá forzado a hacer aplicaciones adicionales de plaguicidas, insecticidas y herbicidas, una mala noticia para quien resulta engañado o quiso “ahorrar” porque se le van a disparar los costos de producción con el adicional preocupante que baja la calidad de la cosecha.


 

“Invitamos a todos los productores para que compren las semillas en los lugares autorizados ya que los distribuidores de núcleos deben estar registrados ante el ICA. Lo mejor es ver la etiqueta que lleva toda la información de dónde fue obtenida esa semilla, el número del lote, porcentaje de germinación y otros datos de interés. Sin vacilación alguna hay que comprar semillas de buena calidad en los almacenes facultados”, subrayó Ariza Ramírez.

 

Un ejemplo de los lamentables resultados de la piratería es el cultivo de arroz, básicamente en Norte de Santander en donde hubo pérdidas muy cuantiosas y todo tipo de daños en el suelo por internar semillas de Venezuela. Los arroceros legalmente constituidos, se han visto golpeados recurrentemente por una elevada falsificación porque algunos en lugar de llevar el arroz a los molinos como es el paddy verde, lo tratan y lo convierten en semilla, un delito y acto de mala fe que no hace el campesino y menos el productor, es una labor leonina de bandas organizadas dedicadas a piratear y vender las peligrosas semillas de costal y allí no hay garantía.

Enfatizó que en arroz el problema es muy grave porque se ha tenido entre el 60 y 65 por ciento de incidencia de semilla de costal, cifras del año anterior, pero el lío se está trasladando a soya y otros bienes. El Gerente puntualizó que están arribando semillas del exterior que no está certificada y sin los debidos registros ante el ICA, un asunto que ya causó inconvenientes en los productores de soya porque han puesto en los suelos núcleos sin los avales científicos y de avanzada.

Dentro del llamado, Ariza Ramírez les pidió a los agricultores que como mínimo constaten en el ICA cuales son los lugares autorizados en el cultivo deseado sin apartarse de la asesoría de los técnicos e ingenieros agrónomos en el país. Reconoció que algunos de los gremios tienen buen servicio de extensión y si no hay eco, recomendó acudir a las asociaciones de ingenieros de agrónomos que hay en cada departamento, con las secretarías de Agricultura o las Unidades Municipales de Asistencia Técnica Agropecuaria, UMATAS.

 

 

Insistió el Gerente General de Acosemillas que para un cultivo el productor se debe asesorar muy bien y ese alistamiento, dijo, va desde la preparación del terreno, la utilización de las semillas adecuadas para cada región y lógicamente tener todo el sistema del cultivo completo, por decir algo, considerar el riego, la fertilización y todo lo que se necesite para que el agricultor no arriesgue o pierda dinero y pueda obtener beneficios de la agricultura en donde está comprobado que lo barato sale caro.

Es oportuno evocar que Acosemillas fue fundada el 16 de marzo de 1970, una asociación comprometida con la agricultura ganadora en calidad, rendimientos e ingresos.


Las semillas son trascendentales, pero el agro necesita dinámica

A su turno la presidente de la Junta Directiva de Acosemillas Mónica Adriana Segovia anotó que hoy en día el mundo y el país atraviesan por momentos difíciles, pero reconoció que el asunto es más apremiante localmente en lo que tiene que ver con la parte agrícola en vista que si bien muchos ponen voluntad y su granito de arena, en materia de productividad y reavivamiento de la ruralidad no es suficiente puesto que se necesita voluntad política, unión y poder establecer ese compromiso y esa ayuda compartida entre todos los eslabones de las cadenas productivas del agro y de los diferentes cultivares.

 

“Necesitamos un empujoncito y un respaldo de la parte política también porque así queramos, todo se queda en esfuerzos, luego urge reglamentación, auxilios, mejor aporte en la parte tecnológica y poderle hacerle asequible a todos los campesinos y agricultores de los paquetes y soluciones tecnológicas para que afronten holgadamente con competitividad la liberación de productos que llegará por los compromisos comerciales.

 

 

Explicó que por ejemplo en el tema de arroz en el 2023 se terminan las bondades del TLC con Estados Unidos y por eso es perentorio unir esfuerzos entre federaciones y eslabones de la cadena para hacer de Colombia un país mucho más competitivo y contar con las herramientas para afrontar lo que se inflexiblemente se viene, verbigracia, ingreso de arroz foráneo. La pregunta que surge es ¿qué va a pasar con el agricultor colombiano?

Eso explica por qué se ven tantos paros y movilizaciones, pero más que eso se nota sin mayor esfuerzo una crisis en la ruralidad, sin embargo, apuntó que los agricultores son fuertes y resistentes porque los que trabajan y hacen bien las cosas son muchos más.

A criterio de la directiva es visible que hace falta seguridad para poder llegar a los campos productivos y cultivar en donde de verdad se necesita acción agrícola y pecuaria, pero igualmente los insumos como semillas, fertilizantes, abonos, servicios financieros o de banca, como quien dice, todos trabajando aunadamente porque con el concurso decidido del gobierno se puede rescatar y sacar adelante el sector primario, hoy golpeado, dejado a la deriva y casi que en la Unidad de Cuidados Intensivos.

Más allá que hay compromiso y trabajo en los campos, que se produce con las mejores semillas, que se aumentan los rendimientos y que se apoya la investigación científica para tener el blindaje necesario en aras de afrontar con verdaderos instrumentos el cambio climático y la amenaza de menores producciones que pueden terminar en hambre y un mayor desbarajuste social, quienes invierten y creen en la agricultura terminan castigados y arrinconados.


 

“Repito, no ha sido fácil, hemos enfrentado muchos retos, no solamente financieros, todos hacemos nuestro mejor esfuerzo para traer tecnología y avances para poder resolver los problemas del agricultor de tal manera que las soluciones les lleguen a tiempo algo que no es ni fácil ni barato. El hecho de que las empresas privadas puedan estar trabajando con las uñas y estar ofreciendo empleo además de técnicas, procesos y nuevos productos para resolver los problemas y los retos del agro colombiano, nos pone un poco más en espinosa situación, sin embargo, estamos trabajando y vemos con buenos ojos que debemos seguir remando porque tenemos acuerdos a nivel mundial con otras compañías que nos están ayudando y aportando tecnología. Hay que repetirlo hasta el cansancio, necesitamos voluntad política y seguridad para empujar campo al unísono y sacar la productividad campesina adelante”, recalcó la también representante legal y Gerente General de la empresa Semillas del Huila.

 

Las nuevas semillas que llegan potenciadas y adaptadas para diferentes suelos deben ser certificadas, garantizadas y no cualquier material que como ha pasado, pueden dañar suelos y causar pérdidas incalculables, una lamentable, increíble, pero cierta realidad a estas alturas del siglo XXI en donde a algunos les ha costado aprender de los errores y la adversidad.

Desde el punto de vista de Mónica Adriana Segovia, el uso de la semilla certificada, siguiendo con el tema del arroz, en Colombia siempre ha estado entre un 20 o un 30 por ciento en su máxima expresión, el resto es semilla paddy o de costal, lo que implica que hay un total desconocimiento de la inversión en investigación, trabajo y desarrollo.

En su plática aseveró que las cifras hablan por sí solas por cuanto las empresas privadas hace 18 años sumaban 16 prósperas firmas más la federación, hoy tan solo quedan tres compañías del sector privado y Fedearroz, las que desaparecieron fueron víctimas de todos los problemas que enfrenta el sector y que no tuvo eco en el Estado cuando se habló de lo que pasaría.

 

 

Afirmó que los productores de semilla con recursos propios han intentado superar los escollos y cumplirles a los agricultores, pero recalcó que hace falta conocimiento. Registró que han instaurado algunas campañas, hablado con otros eslabones de la cadena, con algunas entidades, con la federación y otros, pero todavía hay mucho desconocimiento y caso opuesto toda la facilidad de obtener semilla de costal.

Certificó que cuando el precio del arroz está a buen precio, el agricultor sabe que puede invertir en semilla certificada porque le da una garantía y un respaldo ya que detrás de ese simiente legal y refrendado, además de haber investigación y trabajo hay una empresa que sin problema pone la cara, tras la semilla de costal, elemental, no hay nadie.

De otro lado, amplió la presidente de la Junta Directiva de Acosemillas, cuando el precio de la carga del cereal está bajo, ellos inmediatamente sacrifican su semilla, una manera de arrancar mal con un cultivo porque caso opuesto la semilla certificada garantiza fitosanitariamente seguridad a los lotes plantados y a todos los cultivos para que lleguen a un buen final de cosecha, posiblemente, detalló, no garantizará el mayor provecho ya que hay otros 96 factores que inciden en el rendimiento, pero si le aporta bastante al agricultor.

 

“Nosotros queremos enseñarles y lo estamos haciendo con campaña, pero todavía nos falta tarea para cubrirlos a todos”, precisó Mónica Adriana Segovia.

 

 

Hay mucho por hacer para reactivar el campo y hay cifras que deprimen porque siguen las importaciones de comida, continúa a la baja la mano de obra disponible, no se cumple con bienes públicos e infraestructura, la inseguridad campea, tributariamente hay mucho por revisar, toda una sumatoria de factores que de verdad amenazan soberanía y seguridad alimentaria. En respuesta a la inquietud, la presidente de la Junta Directiva de Acosemillas señaló que de los 55 millones de colombianos, apenas 12,5 millones están en la zona rural y de esa zona rural solamente el 3.3 millones se dedican a la agricultura y obtención de alimentos. Unos datos que dejan ver un desplazamiento forzoso, o explicado por falta de oportunidades, tecnificación y rentabilidad en el campo. De todas esas juventudes agrícolas, enfatizó, que deberían estar ayudando, prefirieron desplazarse a las ciudades con lo que alarmantemente se perdió esa mano de obra.

La conocedora dijo que la importación de alimentos hace que el entorno agrícola se confunda haciendo que la ruralidad tenga cada vez un futuro más oscuro, luego se necesita una concientización desde políticas gubernamentales que entiendan que hay que incentivar el agro colombiano y no dejarlo descubierto o en el total desamparo. Colombia va tras los pasos de Costa Rica que otrora era un país productor de arroz, hoy es totalmente importador del básico cereal, en ese país de Centroamérica, deploró, ya no hay un número significante de arroceros.

Reveló que hay situaciones que se deben evitar porque hay cultivares que se han evaporado en Colombia y la idea, repitió, es que los que aún existen no se vayan a acabar. Por eso, insistió, hay que seguir trabajando, recibiendo apoyo en herramientas, poder tener la tecnología necesaria y gozar de plena seguridad por parte del ejecutivo, no solo blindaje físico o civil, también agrícola algo que implique proteger las empresas colombianas porque las nacionales también producen y con muy buena calidad.

Si bien desde algunas tribunas gremiales se vende la idea de que Colombia es incapaz de sembrar los alimentos que le dieron un bordón a la seguridad alimentaria en los años mozos de los abuelos, es necesario retomar cultivos tanto en trópico alto como en el medio y bajo, sería ideal volver a los momentos de los cultivos de trigo, avena, cebada, de frutas hoy desaparecidas y otros productos que hicieron parte importante de la canasta familiar, cuando se comía bien y sin riesgo. Hoy en la era de las importaciones y el detrimento productivo hay que reflexionar, a juicio de Mónica Adriana Segovia, primero hay que colocar antes que nada al agricultor colombiano porque no se trata solamente de garantizar una seguridad alimentaria en un país, asimismo es necesario proteger el derecho al trabajo de todos.


 

“Es cierto, hemos observado como desaparecieron cultivos de trigo, cebada, algodón y otros, hemos visto lo que ha venido pasando después de la apertura económica y hoy no estamos preparados cuando entren en vigor los TLC, no somos competitivos y allí es donde requerimos a la federaciones, asociaciones, los gremios y todos los eslabones de las cadenas productivas que por favor construyamos un modelo que nos sirva a todos, el tema no será siempre precio, necesitamos volvernos competitivos ante el mundo para bajar costos de producción y lograr mayor rentabilidad de tal manera que le podamos ofrecer a Colombia toda esa seguridad, no solo alimentaria sino también de trabajo”, expuso la versada.

 

Un tema que no se debe dejar pasar es que en las negociaciones del TLC se construyó una agenda interna de competitividad, esa que no se ve porque no hay nada de lo allí consignado, las vías terciarias no se hicieron, el tren sigue en veremos, la logística no es óptima, nadie da razón de los bienes públicos, el país no avanzó en distritos de riego y por el afán de firmar cualquier cosa timaron a los productores del campo, en sus narices les firmaron una sentencia espantosa porque muchos van a desaparecer, algo que infortunadamente ya se está dando, aunque el arancel del 10 por ciento unilateral del presidente Trump tan aplaudido por algunos sectores en Colombia, rompe las reglas de juego, acaba con el modelo económico y manda a todos a la línea de partida, finalmente geopolítica.

Luego de esas negociaciones tanto con Estados Unidos como con Europa, apuntó la presidente de la Junta Directiva de Acosemillas Mónica Adriana Segovia, la deuda es total porque el gobierno de la época vio todo con muy buenos ojos y creyó tener el tiempo suficiente para poder igualar como mínimo los manejos de costos y tener unos recursos que garantizaran esa competitividad al final de los TLC. Expuso que se hace visible que los dineros no se invirtieron en lo realmente perentorio y hoy en día en que el país está a las puertas de exponerse hacia esa apertura está pagando y pagará las consecuencias, quedan tan solo cinco años para terminar los plazos TLC en materia de arroz y es muy urgente que los agricultores entren por la senda de la competitividad, que las empresas todas repliquen esa iniciativa para lo cual se espera un decidido apoyo gremial y gubernamental.

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