Partimos con mucho entusiasmo para el departamento del Cesar y tras una hora larga aterrizamos en la bonita ciudad de Valledupar, la famosa “Sorpresa Caribe” en donde se saluda con respeto la memoria de la recordada Consuelo Araujo, Pedro castro y por sobre todo al dueño de las tierras en épocas precolombinas, el recordado cacique Upar quien gobernaba una región ribereña de alfareros, agricultores, buscadores de miel y claro está, de músicos.
Estar en Valledupar así sea por unos minutos es encantador. Como si fuera magia gritan los acordeones, retumba la caja vallenata y la guacharaca acompaña los aires hermosos de la música vallenata, son, paseo, merengue y puya, por allá en las orillas del río en el sector emblemático de Hurtado se escucha en las noches el “ay ombe”, el inicio de una parranda vallenata en cabeza de Rafael Escalona hijo de Patillal, educado en el inmarcesible Colegio nacional Loperena, se observa en los arreboles de las extraordinarias tardes cesarences los cuadros de Jaime Molina, es fácil recordar nombres, apellidos, seudónimos, juglares y dinastías, un lugar escogido por el creador para ver correr el río Guatapurí por cuyos bordes caminan almas y leyendas parranderas, inspiraciones serranas, risas y lamentos, todos en los riscos acompañando a la castigada Rosario Arciniegas la jovencita que omitió las ordenes de sus padres y fue por ello convertida en sirena, esa que permanece en Hurtado, inmortalizada por la cultura oral y las manos de quien hizo su monumento.
Salimos de Valledupar para El Copey pensando en festivales de la Leyenda Vallenata, en Francisco el Hombre, gobernadores de la talla de Alfonso López, el queridísimo “Pollo”, también pidiendo por las almas tranquilas de quienes duermen eternamente en Jardines del Eccehomo, un camposanto de obligada visita porque allá está el otro festival, el del otro mundo ese que dejó profunda huella, cómo no evocar cantantes, poetas y grandes compositores, cómo obviar una historia rica en cultura de una urbe pequeña, pero hermosa, decorada y colonial.
Dejamos la “Capital Mundial del Vallenato”, con ganas de visitar la casa de Beto Murgas y aprender tanto de acordeones y maestros, talento puro que cantó a la vida, a la Sierra Nevada, a las tristezas y al amor, tierra indígena de águilas y cóndores, suelos fértiles de ganado, palma y frutales, asimismo de maíz, arroz, plátano, ñame y café, cultivos prósperos que crecen dándole espacio a los consagrados jaguares, venados y otro tipo de fauna muy del total de la región Caribe, un ejemplo zainos, guacamayas, loros, tucanes, tigrillos, ñeques, diversidad en aves y pájaros así como en reptiles.
Al tomar la salida con dirección al Copey se siente como cuando uno viaja a Santa Marta o Barranquilla, de hecho, en el recorrido se pasa por el municipio de Bosconia, un punto de aviso que la meta está cerca, allá nos esperaban trabajadores y directivos del Grupo Empresarial del Caribe, GREMCA. Era casi el final de la tarde y mientras las llantas de la camioneta devoraban carretera el alma se encendía con un horizonte verde y montañoso que llenaba la vista con altozanos verdes unos, escarpados otros en la Serranía del Perijá y luego la imponente y enigmática Sierra Nevada, el sitio que acoge la montaña más elevada del globo, el pico Colón con 5.775 metros, un desplazamiento para el grato recuerdo.
Con la fresca noche llegamos los periodistas al municipio de El Copey, atrás quedó una secuencia de paisajes paradisiacos y unos soles rojos intensos que abrazaban los picos montañosos, una mixtura entre eminencias y arreboles para nunca olvidar el país que fortuna nos correspondió, ¡qué lugares, qué ruta!
El Copey es un pueblo amable, de gente buena, trabajadora y cordial. Se trata de una jurisdicción de 35.502 habitantes, relativamente joven ya que fue fundada el 26 de agosto de 1936 por José Antonio Gutiérrez Londoño, en 1953 pasa a ser corregimiento de Valledupar y en 1971 es erigido como municipio. El lugar tiene una historia sugestiva ya que fue tierra habitada en tiempos prehispánicos por indígenas Vástagos, Caribes y Arahuacos, los historiadores encontraron que antes de la llegada de los conquistadores en 1530 también habitaron el territorio familias Malibú, Tayronas, Arhuacos, Motilones y Tupe.
La región fue un centro de culturas indígenas, pero la conquista y la incursión española y europea tuvo su inicio en el valle de Upar con la expedición de Ambrosio Alfinger, un exploradore y conquistador quien se puso a las órdenes del emperador Carlos V para seguir invadiendo las tierras del norte tanto de Colombia como de Venezuela.
Es muy agradable arribar al Copey en el noroccidente del Cesar, sus hijos y los adoptados que no son pocos por la presencia de familias costeñas, santandereanas, bogotanas y antioqueñas, han aprendido a convivir y a darle desarrollo a un municipio estratégico, agropecuario y rico en todo aspecto. Es un lugar amañador, con un paisajismo que se afianza como un ingreso adicional por el turismo y una gastronomía bien acreditada.
No es para menos tener tan delirantes espacios pues el municipio esta ubicado en la parte baja de la Sierra Nevada de Santa Marta, unas estribaciones que además general valor añadido porque aumentan la oferta de productos de calidad como café y algunas frutas, todo un gozo en la también llamada “Villa del Cesar” en vista que por su geografía le permite también disfrutar de la llanura del valle del río Ariguaní, sitio por donde cruzan igualmente afluentes y arroyos que nacen en la imponente Sierra, una gracia para los agricultores que cultivan sin problema en las zonas planas.
El Copey tiene vena agropecuaria y por eso plantaciones como palma de aceite, café y ganadería brindan la mayoría de los puestos de trabajo en la ruralidad productiva. También es común ver cultivos de plátano, ñame, yuca, aguacate y malanga, actividades que se hacen principalmente por labriegos minifundistas que llevan seguridad alimentaria a los copeyanos.
Poco a poco va creciendo la oferta hotelera y la apertura de restaurantes gracias a la demanda que desprende por un eje prometedor, la vía Troncal de Oriente lo que sugiere la demanda de más y mejores servicios.
El Copey encontró su nombre en el árbol cope el cual fue sembrado en cantidades estimables desde años atrás, las flores pueden ser blancas o de tono rosa y del palo se obtiene un fruto comestible muy útil para elaborar bebidas y engordar aves de corral. También conocido como árbol autógrafo, ganó ese timo por sus hojas fuertes en las que se puede escribir con instrumentos que tengan punta. Todo en ese árbol se aprovecha, sale madera, te y medicina tradicional.
GREMCA, un ícono del Cesar
En el Copey fue fundada GREMCA, una compañía dedicada a la agroindustria de palma de aceite, firma de alto reconocimiento por poner en oferta productos de muy alta calidad gracias a unos procesos sostenibles. También la empresa encontró una línea de negocio con la generación de energías renovables garantizando desarrollo y progreso para los trabajadores, las comunidades y los accionistas.
El gas que produce la empresa y que viene de los desechos genera 1.2 megavatios de energía, alrededor de unos ocho millones 500 mil kilovatios hora en el año, una gran fuente de suministro, el mecanismo solar pone en el mercado eléctrico 4.6 millones de kilovatios, una planta de 2.2 megas, como es apenas entendible no produce todo el día por efecto de que solamente capta luz solar y la planta de biomasa que produce un mega.
Con estos ejercicios energéticos GREMCA lleva soluciones desde adentro porque abastece la planta, los cultivos y genera excedentes para la comunidad o para el sector energético, una matriz energética colombiana con energía limpia y sostenible.
En diálogo con Diariolaeconomia.com, el gerente General de GREMCA. Óscar Cifuentes Vargas. aseguró que la empresa encontró un modelo ideal para seguir adelante en vista que los empleados de esta compañía palmicultora pasaron a ser socios adquiriendo compromisos no solo en productividad sino en aspectos de sostenibilidad y generación de energía renovable, una experiencia ganadora que frenó un desplome por las dificultades económicas del momento y la intransigencia de los empleados que prácticamente le fueron poniendo candado a la factoría, situación que se logró sortear por esos puentes de entendimiento en donde se fue muy consciente que la firma solo salía adelante con el decidido concurso de directivos y la clase trabajadora, apuesta que hoy muestra una verdadera estructura empresarial que paga buenos salarios, aporta a la región y comparte decisiones en junta directiva en donde los colaboradores tienen asiento, voz y decisión.
La empresa tiene más de 40 años y nace por iniciativa del Grupo Grancolombiano, pero entre la apertura económica, unos factores sociales y violencia generaron una crisis considerable en la compañía. Luego de diez años, expuso, hubo una ruptura donde la empresa quedó abocada al cierre, sin embargo, gracias a esa desavenencia se pudieron unir dos partes opuestas, trabajadores y agricultores inversionistas en la zona con lo cual fue posible seguir activos, generando empleo y prosperidad.
Se acordó que los mismos agricultores pudieran disponer de la fruta y deciden en medio de las dificultades dar un paso trascendental que paso por muchos trances porque la gente no creía, algunos trabajadores decidieron no participar, a los inversionistas los empresarios les decían que era una locura meterse con gente revolucionaria etcétera, etcétera, pero a pesar de todo se unieron y lograron consolidar un modelo totalmente exitoso que está cumpliendo 30 años en donde se trabaja en un núcleo de 8.000 hectáreas y además se cuenta con una planta extractora que procesa la fruta eficientemente por cuanto muele sin problema 200.000 toneladas anuales, a la fecha un referente y líder en los temas de sostenibilidad con las certificaciones, energías limpias y proyectada a los mercados internacionales, en síntesis, expresó, haciendo las cosas bien, con compromiso, sentido de pertenencia, humildad y todo el empuje para hacer el trabajo de campo.
Con el volumen de procesamiento se pudieron entregar en 2024 alrededor de 32.000 toneladas de aceite de palma, unas 3.000 toneladas de aceite de palmiste y unas 4.000 toneladas de torta de palmiste aproximadamente. El directivo explicó que el 50 por ciento de aceite de palma tiene como destino el mercado internacional, el otro 50 por ciento se queda en el mercado local, el 90 por ciento de aceite de palmiste es oferta exportable en tanto que la torta si se queda en su totalidad para la alimentación de bovinos, macotas y otros desarrollos alimenticios.
Aranceles se van a sentir
Más allá de que los aranceles los asume el importador en cada país, aún no hay efectos en los despachos colombianos de aceite de palma, pero las cosas podrán tomar otro giro en el mediano plazo. El juego arancelario, expuso Cifuentes Vargas, es un problema porque pone en aprietos los modelos de negocio, un contexto que invita a ser resilientes, dinámicos y estratégicos para adaptarse a las nuevas circunstancias.
“Lo que uno pediría es que hubiese reglas claras del juego más no esos cambios abruptos que generan mucho ruido, demasiada distorsión, descompensaciones y en definitiva los que estén preparados seguramente se verán afectados por ese tema. Nosotros estamos esperando ese impacto y nos hemos preparado para estar vigentes y generar valor a través de todo lo que hacemos”, declaró el señor Cifuentes Vargas.
La gran apuesta de GREMCA, dijo su gerente General, fue y es la innovación, por eso la política interna se puso como visión y objetivo estratégico que se ha cumplido, obviamente, detalló, no es fácil porque tiene sus complicaciones, pero anotó que lo trascendental es que se creó una base y los directivos entendieron que esa era la ruta y el camino consecuente, razón por la cual hoy hace parte del ADN y se comprendió que todos en la compañía tenían que participar y efectivamente la contribución de los trabajadores, accionistas, clientes, ingenieros y administradores fue fundamental para alcanzar los objetivos.
Dijo que el asunto era creer en esa visión, compartirla y entender que ese era el derrotero a seguir, y que, a pesar de las dificultades, unidos, trabajando mancomunadamente todos entre todos sacaron adelante la compañía que está en el lugar en el que se quería.
Llegan certificaciones que invitan al optimismo
En días pasados GREMCA logró la certificación para combustibles dirigidos a la aeronavegación bajo la norma Corsia, un espaldarazo para una producción que esta avalada y lista para abastecer biocombustibles para los aviones.
Las certificaciones, comentó Oscar Cifuentes, son el reconocimiento al trabajo, al esfuerzo y a una trayectoria que supo construir la compañía que se siente muy honrada porque todo significa que se puede hacer lo que se hace con altos estándares, que la empresa está preparada para los mercados internacionales y que tiene toda la posibilidad de seguir creciendo y generar valor, un modelo que basado en la sustentabilidad y en los que se pone para sea exitoso, tiene futuro y mucha proyección porque hay mercados que aprecian lo que concreta GREMCA, situación que genera un valor adicional en un destino tradicional.
Hay retos como la mano de obra, el cambio climático y otros que ponen a las empresas a mirar hacia adelante, por momentos con alguna preocupación. En la parte laboral, según Cifuentes Vargas, hay todo un acertijo que no deja de ser un problema porque obviamente el relevo generacional es parte del proceso y de un inconveniente que debe tomarse con seriedad y trabajarse porque hoy en día las nuevas generaciones tienen expectativas diferentes, desde luego, precisó Oscar Cifuentes Vargas hay un modelo que los incentiva y es el modelo GREMCA, que hay que impulsarlo, un a gestión que lleva a concientizar y extenderse a los jóvenes.
Manifestó que ayuda mucho que los trabajadores tengan el propio modelo empresarial como propio, metido en su ADN, una circunstancia que facilita que las generaciones que vienen atrás lo entiendan mucho mejor, sin duda, añadió, no deja de ser un reto porque tanto la palmicultura como los demás actores en el sector agrícola están padeciendo el problema, lo mismo la continuidad en los negocios porque hay fincas en las cuales la primera y la segunda generación desarrollaron a buen cabal el término del avance del proyecto, pero las generaciones de hoy no quieren porque tienen otras expectativas y hay por consiguiente varios desafíos en ese sentido, trabajar en los relevos generacionales y allí la empresa también puede convertirse en un motor y en un núcleo que pueda asistir, es decir que a esa tercera generación que ya no le interesa mucho continuar con estos procesos productivos, el mentado núcleo puede ser el camino y el medio a través del cual se les brinde a esas fincas o proyectos todo el tema operacional para que tranquilamente esa generación pueda dedicarse a otras actividades y los núcleos puedan así sustituir esa parte operativa que es bien importante.
Los cultivos como otros seres vivos, anotó Cifuentes, viven y sufren los cambios climáticos, así como las enfermedades, luego hay que hacer las cosas bien, tener siembras sanas, aplicar las mejores prácticas para minimizar los efectos atmosféricos y patológicos más no para eliminarlos, la idea es que el impacto sea menor para poder salir adelante.
Los híbridos interespecíficos, el aceite Alto Oleico de muy buena respuesta en el público, detalló Cifuentes Vargas, es una nueva oportunidad que nace de la enfermedad de pudrición de cogollo, PC, que afortunadamente Colombia miró tiempos atrás ese material, una combinación entre palma africana y palma americana, el lampo, que ha generado gratificación con sus resultados, pero a juicio del experto, hay que hacerlo bien porque es una palma de un cultivo mucho más exigente en agua, drenajes, sanidad y nutrición, eso sí con unos resultados demasiado enormes porque hay productividades que superan el 30 o 35 por ciento frente a la guineensis y he ahí en donde representa para los palmicultores una gran oportunidad y una apuesta a futuro.
“De un problema o de una crisis nace una gran oportunidad y esa es la apuesta que está haciendo la compañía, por eso lo queremos hacer bien”, señaló el gerente General de GREMCA.
La compañía maneja conceptos de avanzada como agricultura de precisión y otras herramientas, pero saben que hoy la salida y los resultados vendrán de la mano de la inteligencia artificial, IA. Hoy hay tractores y cosechadoras autónomas y plantas inteligentes que hacen de manera programada toda la transformación. En la agricultura, apuntó Cifuentes Vargas, la tecnología es bienvenida porque facilita los procesos, acorta tiempo y genera productividad, pero estimó que hay que saberla incorporar porque es una transformación mundial y nadie puede estar ajeno a esa evolución que tiene más bondades que desventajas y en eso reside la importancia, aseveró, poder apropiar lo positivo, adaptarlo a los procesos y que impulse la palmicultura, sin duda un gran espacio de crecimiento, desarrollo y empleo en los expertos que vayan a desarrollar esquemas asociados a los temas productivos.
“El campo adolece de muchas cosas así que esto nos permitirá crecer si mantenemos los mismos pilares fundamentales de respeto y sostenibilidad pues simplemente se incorporan esas tecnologías basadas en esos principios y eso nos permitirá ser más exitosos”, expresó el gerente General de GREMCA.
Palma abajo y aviones arriba
Hoy hay un tema que crece día a día y es el uso del biodiesel para aviones e inclusive para barcos y allí el Combustible de Aviación Sostenible, SAF, se consolida como la gran alternativa ecológica porque reduce emisiones. El asunto es bien importante y allí la materia prima es la palma certificada para esta condición que es trascendental, En el capítulo barcos, apuntó Óscar Cifuentes Vargas existe la oportunidad de usar un combustible renovable que para el caso de buques no es tan especializado como en aviación, obviamente porque se entenderá que los aviones requieren por la sustentabilidad y por su operación un combustible de alta eficiencia y máxima calidad, menor a la de un barco y allí también hay oportunidades de crecimiento.
“Creo que bien manejado, orientado y que todos los agentes estén alineados, gobierno, inversionistas, banca privada, banca estatal, productores, trabajadores y todos organizados y en fila arrojará resultados muy positivos y allí Colombia podrá ser garante y de los pocos países que podrá suministrar las materias primas para descarbonizar tanto cielos como mares. El tema ya trabaja en eso, dio un mandato y por eso se ven países como Brasil en donde están montando seis plantas para producción de SAF, algo impresionante, pero en eso cada quien maneja sus ritmos y tiempos, lo importante es no quedarnos, estar vigentes y por eso los pasos que da la compañía y Fedepalma van encaminados a eso, en liderar, abanderar y que se vaya marcando un camino para poder llegar a ese buen término”, concluyó el gerente General de GREMCA Óscar Cifuentes Vargas.
Los trabajadores de pie y con las botas bien puestas
Como ya dijimos, los trabajadores fueron esenciales en la recuperación de GREMCA y pasaron de rutinarios asistentes a dolientes, hoy tienen una participación accionaria del 20 por ciento y ya saben que les toca luchar por el futuro de su empresa, la misma que ya les dio para educar hijos, vivir con dignidad y subsanar sin angustia cualquier capricho o necesidad. Podría decirse que en El Copey tan solo se ven caritas felices, todo porque hubo sensatez, diálogo y propósito.
El supervisor, directivo del sindicato y miembro de la junta directiva de GREMCA, José Gregorio Vásquez Plazas, expuso que en buena hora se dio el modelo de unir fuerzas y mostrarle al mundo que querer es poder ya que quedó claro que empresarios y sindicatos se pueden sentar para unir esfuerzos y sacar una empresa adelante, ello garantizando a un grupo de trabajadores bienestar social y económico. Este trabajador con más de 20 años laborando para la compañía, hoy camina cargado de apego, respeto y amor por la factoría que se salvó para poder seguir produciendo y aportando alegría, la misma con la se cosecha fruto de palma para llevarla a la planta de procesamiento.
Al ser GREMCA un pilar en la parte agroindustrial de El Copey la economía regional mejoró porque hay trabajadores motivados que ganan bien y demandan bienes y servicios sin ningún inconveniente. A la fecha los colaboradores de la compañía ganan para comprar una casa, educan a sus hijos, tienen calidad de vida y algo muy importante ahorran para seguir cosechando para el futuro.
“Gracias a los beneficios que tenemos como educación préstamos para vivienda y buenos salarios puesto que los nuestros están por encima del mínimo trazado por el gobierno eso hace que la economía de El Copey como la del vecino Algarrobo experimenten dinámica quincena a quincena con lo cual se contribuye con el desarrollo de estos municipios”, expuso Vásquez Plazas.
En su opinión, hay que cambiar el chip, abrir las puertas del diálogo y salvar las empresas que ponen el sustento de tantas familias, con orgullo anotó que hoy tranquilamente él y sus compañeros del movimiento obrero pueden decir que tienen un sindicato moderno, a la medida del mundo que les permitió tener participación en la junta directiva de la compañía, algo determinante porque les permite conocer en detalle todos los movimientos de la empresa para actuar acorde con la realidad de los mercados y de la economía nacional y mundial. Según el sindicalista es bueno mirar hacia adelante pensando en comunidad lo cual incluye a quienes invierten en empresa y progreso.
Confirmó que en los últimos años y gracias a la apuesta de la empresa el municipio de El Copey ha tenido un progreso significativo por la dinámica del sector palmero que caracteriza la agricultura regional lo cual facilitó dar saltos de calidad y asegurar una buena vida en familia y en paz.
Dijo que aparte de la palma de aceite, hay ganadería, caficultura y otros cultivos mostrando que la agricultura corre por las venas copeyanas.
A su turno el supervisor de seguridad física, Darwin José Payares Chamorro, también con una antigüedad en la empresa de 21 años hace sus remembranzas y agradece haber pasado por escenarios complejos en donde la ideología radicalista no permitía ver con verdadera objetividad y entender que en las industrias hay momentos buenos, regulares y malos, pero también comprensión y adeudo para ponerse la camiseta y salvar un patrimonio regional que no solo produce, de igual manera arregla vidas y cristaliza sueños.
El mundo estaba experimentando cambios, las huellas de la apertura económica aún quedaban, el país entraba a nuevos escenarios de competencia y los entornos por simple lógica estaban mutando, mostraban un reacomodamiento que tenía que vincular a los trabajadores. Era momento de ponerle freno al mitin, reconsiderar los paros porque hubo consciencia que si había movimiento sindical era porque había empresa de otra manera no era posible.
En ese momento difícil en el que la empresa estuvo al borde de la quiebra hubo espacio para repensar las cosas, reconsiderar y decir que se hacía parte de un sindicato que salva una empresa mas no el que le pone acelerador a la bancarrota, de allí surgió la sensibilización y la concientización que demandaba el momento, menos beligerancia y más compromiso, era hora de ponerse el overol y las botas para darle vida a una empresa que necesitaba voces amigas e ideas.
“En ese preciso momento nació ese espíritu de pertenencia por la empresa que nos lleva a aceptar la sociedad que hoy tenemos 80-20 y por esa vía poder hacer viable la compañía, hoy gozando de buena salud y mostrando inclusión porque actualmente nosotros nos sentamos en la junta directiva con todos los dueños de la firma, miramos los estados financieros y los trabajadores sindicalizados hacemos parte de la operación de alta confianza de GREMCA como lo es la contabilidad, la báscula, el despacho y en general en todas las áreas sensibles de la empresa hay personal sindicalizado. Velamos por toda la veracidad y la trazabilidad de la compañía en su operación, mes a mes revisamos los estados financieros para saber que hay o que hace falta lo cual nos da los argumentos y el entendimiento para saber hasta dónde podemos llegar y de esa forma garantizar un equilibrio entre las partes tanto para la empresa como para los trabajadores”, aseveró Darwin José Payares Chamorro.
Hoy los colaboradores realizan sus menesteres con tranquilidad, sabiendo que actúan objetivamente y responsablemente, no solo como trabajadores sino como personas que lideran una sociedad en la región que comprende Cesar-Magdalena. Indicó que en donde está ubicada la empresa se garantiza desarrollo y gestión social sobre la base de la objetividad, proyectándose como un sindicato progresista y diferente que busca y defiende la sostenibilidad de una empresa, pero también de una región, sin perder la esencia y originalidad del movimiento obrero puesto que se preserva el bienestar laboral y social de los trabajadores, pero asimismo de la comarca.
Las cosas han resultado tan bien que inclusive los amigos de otros sindicatos y empresas les preguntan por el modelo porque a muchos les han incumplido puntos de la convención, algo que no pasa en GREMCA en donde la realidad es muy diferente porque desde que se creó la sociedad, hubo sostenibilidad y equilibrio al modelo de tal manera que desde 1995 hasta el 2025 la empresa ha cumplido al pie de la letra con todo lo que se tiene pactado en la convención y con lo acordado en la sociedad 80-20.
A las reuniones de junta directiva, aclaró, no solamente van los representantes de la sociedad, acuden 80 trabajadores, observan los estados financieros y participan con voz y voto de lo que se determine en la asamblea, una ganancia total que no solo garantiza beneficios laborales sino de otros beneficios en los cuales la empresa asume el 100 por ciento y es en la educación de los hijos.
Darwin José Payares Chamorro tiene un hijo estudiando ingeniería de sistemas en la Universidad Libre de Barranquilla y la empresa paga todos los gastos y confiando en Dios, dijo, su hija en año y medio saldrá del bachillerato para hacerse profesional, todo por los pactos rubricados y por las políticas de GREMCA, con poder vinculante dijo, lo pueden decir los trabajadores.
“Con orgullo lo recalcaré, sí funciona el modelo socios-trabajadores con empresarios, si opera siempre y cuando tomemos conciencia y pensemos objetivamente por la empresa, el sindicato y la región, pero el modelo es viable, afortunado y replicable en cualquier parte del mundo”, puntualizó.
Un hecho que salta a la vista, apuntó Payares Chamorro, es que el campo es totalmente posible, funciona, dijo, poniéndole amor y sentido de pertenencia porque todos en la empresa aportan su granito de arena para que todo salga bien.
Accionistas satisfechos
El accionista de GREMCA, Pedro Ruano, indicó que la empresa logró su salvación y hoy su consolidación gracias al modelo adoptado que es inclusivo, de compartir valor y un esquema en donde todos ponen con agrado y sin antagonistas, haciendo que una cadena de valor funcione, incluidos tanto accionistas como la fuerza laboral y afortunadamente, subrayó, en los 90 se tomó la decisión de ser uno solo ya que se montó un esquema en donde los trabajadores son accionistas de la compañía y forman parte de las decisiones de la junta directiva, algo que ha funcionado muy bien.
“Eso nos ha permitido manejar los malos tiempos porque los buenos se manejan solos”, expuso el accionista.
La empresa produce aproximadamente 40.000 toneladas de aceite al año lo que la hace una compañía con unos activos muy importantes. Por fortuna hoy los precios ayudan porque las cotizaciones que hubo antes de la pandemia no daban ni siquiera para cubrir costos, pero el esquema adoptado permitió salir de apuros.
La empresa, comentó, ha invertido más de 40.000 millones de pesos en procesos de tecnificación para temas de sostenibilidad habida cuenta que se invirtió en biogas, solar, riego por goteo y ahora viene el Biochar, un tipo de carbón vegetal utilizado para mejorar la fertilidad de los suelos.
Las inversiones se apalancan con recursos propios, parte con la ayuda importante de la banca local que hoy en día premia con buenas tasas y buenos plazos las inyecciones de capital en el medio ambiente. Cierto es que Colombia adolece de una verdadera banca de fomento porque no es coherente que quienes producen alimentos paguen las mismas tarifas que las multinacionales, sobre todo, dijo Ruano, pensando en las posibilidades que tiene Colombia, un país que puede sembrar hasta cinco millones de hectáreas de palma libre de deforestación algo que se demostró con la certificación ISCC-EUDR que acaba de lograr la empresa.
“Hoy tenemos 600.000 hectáreas, imagínese lo que se necesita en apoyo y tasas de fomento para poder sembrar cinco millones adicionales, pero cierto es que se puede”, manifestó el accionista Pedro Ruano.
Dijo que los bonos verdes ya existen y la banca los está implementando lentamente, el BBVA los tiene, Davivienda y Bancolombia, pero indició que se necesita masivamente, pero con el concurso del gobierno nacional.
Si bien la medida arancelaria en Estados Unidos dejó un mal sabor, Ruano dejó claro que inclusive con ese 10 por ciento de tarifa la compañía competirá y si ajustan al 20 igualmente habrá producto y suministro de calidad. El tema, dijo, pasa por detectar qué se debe hacer para ser competitivos sin pensar que más hará Estados Unidos.
“La filosofía de GREMCA es no llorar sobre lo que no controlamos, si nos ponen el arancel del 10 por ciento haremos las inversiones necesarias para poder asumir esa tarifa y seguir siendo igual de competitivos. Por fortuna ya veníamos preparados y estos procesos de certificación permiten entrar a unos mercados que otros no tienen, por lo tanto, seguimos a la vanguardia vendiendo con calidad”, sostuvo Ruano.
Agregó que la decisión de ingresar al mercado energético se tomó hace varios años y recordó que GREMCA fue pionero en el mercado de los biocombustibles al que se entró en 2007, en 2012, afirmó, todo el núcleo sacó la primera certificación y única de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, EPA, para poder exportar biodiesel a ese país, y allí, expresó, se hizo el primer ejercicio de trazabilidad, con eso la empresa dio el primer paso.
Otro accionista importante que ve a GREMCA repuntar es el grupo DAABON con acreditada experiencia en productos de palma, pero además dueño de un portafolio de bienes para el mercado interno y la exportación.
Salimos de El Copey a Valledupar para retornar a Bogotá, un vuelo que se hizo con las Flores Copeyanas en la mente, diciéndole hasta pronto a las espléndidas serranías y admirados con el empuje y compromiso de una empresa de palma, GREMCA, la de Agricultura y Energía Sostenible.




