Domingo, 02 Febrero 2025 11:07

Hato Corozal, un municipio agropecuario con empuje y encanto llanero

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Este rimbombante lugar tiene entre tantas cosas embrujo en las llanuras, potencial turístico y una cita ineludible con la historia, legalizar el casco urbano con la Corporación Caribabare.

Después de tanto escribir sobre la historia de la hacienda Caribabare por fin se dio la oportunidad de pisar suelo casanareño y saludar al municipio de Hato Corozal el que fue fundado el dos de enero de 1664 por la Comunidad Jesuita en predios de la hacienda La Yegüera, uno de los territorios que conformaban la próspera finca en donde se cultivó de todo, pero también de donde salió oro, contexto que le dio vida a una leyenda similar a la de El Dorado, pues muchos aseguraban que los sacerdotes al ser expulsados escondieron su tesoro en algún rincón de los predios otorgados por la corona española. Dicen los registros que en esas tierras pastaban y engordaban más de 100.000 animales entre bovinos y caballos.

La Yegüera fue una extensión de Caribabare con grandes características en suelos y alta productividad, la propiedad se entrelazaba con otras haciendas como Tocaría, Caribachea, Cravo y Apiay entre muchas que sirvieron de sitio para fundar otros municipios en Casanare como Támara, Morcote y Nunchía, eran en sus tiempos añejos lugares ideales para la ganadería y la cría de equinos por la calidad de sus pastos que facilitaban las conversiones en favor de una rentabilidad sostenible. Hato Corozal finalmente es erigido municipio en 1956.

Para llegar al imponente municipio partimos de Bogotá a Villavicencio con una prolongada oscuridad, pero al bajar a la capital metense nos recibió un desayuno muy de la región, hallaca de gran sabor, pero la hayaca como también se escribe el término, estuvo acompañada de jugo puro de naranja, café y rosquillas de arroz.

Salimos de Villavicencio luego de conocer grandes personas y muy buenos nuevos amigos, el recorrido fue demasiado tranquilo en una carretera para mostrar y en donde las opciones de descanso para quien conduce son varias. En esa vía se pasa por el Meta, Cundinamarca y Casanare, cierto fue que me dejó enamorado Maya en la provincia cundinamarquesa en donde se come piña muy dulce con sal y limón, ¡qué delicia!, nada mal luego de dormitar sobre el cuatro de uno de los maestros del folclor llanero.

 

 

Por fin en Yopal fuimos al hotel, pero hay que decirlo, qué ciudad tan amañadora y dinámica es esta capital de Casanare, buen gourmet, excelente café, todo tipo de entretención y gente amable. Un departamento agrícola y pecuario que demuestra que cuando se quiere se puede, una región altamente productiva en donde la actividad petrolera y la ruralidad suman en riqueza, inclusión, prosperidad y el fortalecimiento del tejido social.

Muy de madrugada dejamos Yopal para ir a Hato Corozal, la carretera igualmente está en muy buenas condiciones y da gusto ver a lado y lado de la vía, sendas ganaderías en donde se nota el mejoramiento genético y una agricultura de alto turmequé, agroindustrias para sacar pecho y sentirse muy, pero muy orgulloso. Allí el arroz es un cultivo esencial y para su acopio fueron construidas por las distintas marcas arroceras incluida la Federación Nacional de Arroceros, Fedearroz, unas estructuras para molienda, acopio y empaque que nada le envidian a las americanas o a las del Cono Sur, qué tremendo trabajo han hecho los arroceros y esta realidad hace pensar que se pueden aumentar los cultivos de maíz, sorgo y soya, pero solo así, con extensiones sembradas y agroindustria incluida, invirtiendo en infraestructura y apostando por una contundente sustitución de importaciones, sin duda el producto colombiano tiene grandes atributos y unos gremios sólidos así como unos empresarios comprometidos, innovadores, pero asimismo dueños de equipos de avanzada, tecnología y todo los requerido para crecer y hacer del campo un negocio sostenible en donde se nota que el país no tendrá dificultades con la seguridad alimentaria porque hay garantías de todo tipo.

Al avanzar por la ancha vía saludan y dan la bienvenida árboles nativos como el Mora, Samán, Nauno y Yopo, tras la vegetación natural de la Orinoquía que incluye arbustos y matorrales se elevan especies como el Guayacán Amarillo o Flor Amarillo, igual decora la llanura el Araguaney un palo que florece en los tiempos secos adornando los campos entre diciembre y marzo.

Pasamos Pore, un municipio en donde la productividad y la prosperidad hacen gala del trabajo y los esfuerzos de los empresarios del campo. Por fin arribamos al municipio de Paz de Ariporo para finalmente detenernos en un costado del caño Maraure y luego ingresar a Hato Corozal. Allí fuimos recibidos por ganaderos de la región quienes nos invitaron a lugares y sitios muy particulares en donde quedaron las huellas del pasado y hasta las orinadas del glorioso Libertador Simón Bolívar, ya les contaré.

Siempre será agradable llegar a un pueblo con vocación agropecuaria y Hato Corozal si que la tiene, en esa región engordan ganados de distintas razas y cruces muy precisos para no parar en mejoramiento genético. La ribera de los ríos Casanare, Chire y Aricaporo albergan distintas especies de fauna y flora, pero también incentivan la producción agraria, en Hato Corozal aparte de la ganadería se cultiva plátano, yuca, arroz, maíz y piña.

 

 

En diálogo con Diariolaeconomia.com, el ganadero y heredero de la hacienda Caribabare Carlos Eduardo Medina dijo que la historia de la propiedad es bastante llamativa porque empezó con los Jesuitas en 1664 y luego fue un lugar estratégico para la campaña libertadora, es decir, más de 361 años de tradiciones y vivencias en donde los ancestros fueron marcando disciplinas, periodos y propósitos.

La charla la tuvimos en la Hacienda La Providencia al calor del llano y el sabor del café que se prepara con aprecio y apego por quienes visitan la propiedad. Según Carlos Eduardo, el tema es muy grande con una historia que lleva a su vez muchos capítulos y una valiosa tradición oral familiar que se ha conservado en la cultura llanera. Dijo que se sabe que en la gesta libertadora los hermanos Saturnino y Bonifacio Gutiérrez, oriundos de Tame, Arauca, tenían sus sabanas y ganados en zonas aledañas o dentro de Hato Corozal, de hecho, los bovinos de estos patriotas prosperaban en los predios de la Yegüera. Estos dos valientes llaneros se unieron al Ejército Libertador en la comandancia de Tame con el General Francisco de Paula Santander que había llegado a la zona para luego reunirse con el General Bolívar, tras el encuentro se dieron a la tarea de buscar el mejor sitio para pernoctar y así mirar y analizar los detalles del paso por la cordillera oriental, un ascenso que los llevaría al páramo de Pisba y luego a las tierras boyacenses en donde estaban los ejércitos españoles comandados por José María Barreiro.

 

“La primera comandancia que instalaron los generales fue en Tame, la segunda en San Salvador por donde pasaron los primeros escoteros y quedo la parte dura de la cruzada libertadora que era atravesar montañas con cañones lo que demandó balsas para pasar el río que en ese tiempo no estaba muy crecido. Camino al ascenso de las duras montañas andinas, los comandantes llegaron a Hato Corozal al sitio denominado actualmente La Pedrera en donde estaba plantado un árbol de mamoncillo que resultaba un oasis en medio de sabanas comunales baldías y allí se estableció el primer campamento de la comandancia libertadora, lugar en donde se repartieron ganados, se entregaron aproximadamente 200 caballos y provisiones, entre ellas plátano, yuca y otros productos”, declaró el señor Carlos Eduardo Medina.

 

Los bovinos que fueron donados para la alimentación de la tropa fueron significativos teniendo en cuenta que crecía el número de combatientes a quienes se unían campesinos en la histórica ruta que terminó dándole la libertad a Colombia.

 

 

La tradición oral cuenta que el General Simón Bolívar le hizo su cumplido a la Pedrera orinando en el árbol de mamoncillo y al parecer las sales minerales y la urea expulsada por el grandilocuente comandante sirvió de tremendo fertilizante al palo de mamón de actualmente sigue cargando fruta, una coincidencia o calidades genéricas en la sapindácea.

 

“Ancestralmente y de vieja data se comenta que el general tuvo que recurrir al palo para satisfacer su necesidad fisiológica, allí orinó y marcó al árbol de por vida que subsiste por los cuidados de la familia que han hecho hasta lo imposible por preservarlo en vista que no se ha logrado el apoyo de ninguna institución del orden regional o nacional que aparte de cuidarlo, lo declare como patrimonio histórico. Hemos bregado duro contra el comején de tierra que lo ha atacado, pero del cual ha salido avante por la atención que el viejo árbol ha recibido. La idea es tenerlo en pie para que la gente conozca un sitio significativo y anecdótico de nuestro municipio”, apuntó Medina.

 

Hato Corozal tiene historia en todos los frentes, con los Jesuitas narran los abuelos llegaron unos caballos árabes que sirvieron para cruzamientos y lograr así una especie equina muy a las necesidades de la llanura, aunque han pasado siglos es bien sabido que todo lo que salió a los mercados con productos agrícolas, ganados o caballos tenían como sello la calidad.

Otra leyenda de Caribabare es una historia afín con El Dorado habida cuenta que los Jesuitas acopiaron oro en cantidades y a la hora de salir no pudieron llevarlo con ellos por lo que se cree que en algún lugar de la extensa sabana que compone la tremenda hacienda reposa un tesoro, aunque al parecer no fue necesario porque los curas fueron capaces de fundar universidades, bancos y otras empresas.

 

 

La tradición oral, narra Medina, dice que los clérigos iban para Caribabare al otro lado del río, pero nunca se supo nada de reservas auríferas escondidas porque jamás llegaron en grupo los curas, solamente, apuntó, llegaron dos, pero lamentablemente murieron de regreso a España, luego no se sabe en qué parte de Casanare o Arauca quedó enterrado dicho tesoro, fruto de amasar fortunas expresadas en explotación de oro.

En medio de lo que se cree, llama la atención, manifestó el contertulio, en Caribabare oro como tal no había. Los curas manejaban solamente, precisó, cultivos extensivos y grandes ganaderías que sirvieron para fundar hatos como los del Pauto y los que estaban en los llanos del Meta, más exactamente en San Martín y el Ariari ya que de los predios de Caribabare salieron muchos bovinos para las zonas mencionadas que se comercializaban de una misión a otra, pero también vendido a los colonos que llegaron a fundarse en los llanos colombianos.

 

“Ese era unos de los aspectos que no les cuadraba a los reyes en España y a los gobernantes de la corona pues decían que los presbíteros se estaban enriqueciendo sin pagar grandes tributos a la monarquía católica pues guardaban lo obtenido para enviarlo a la corona francesa”, indicó Medina.

 

En la época la comunidad Jesuita sacaba de los predios de Caribabare la sarrapia, árbol del que se extrae la cumarina, una sustancia aromatizante, pero también plátano, yuca, ñame, batata y otros alimentos que se llevaban al interior del país a lomo de mula y bueyes, como ahora, esa zona del llano fue una despensa de Santa Fe de Bogotá, un comercio que advirtieron los curas y que los condujo al éxito económico.

 

 

Agregó que mucha mercancía y demasiado comercio se hizo por Orocue, Casanare, aprovechando afluentes como el Meta y el Casanare a donde llegaban embarcaciones con muchos productos traídos desde Puerto Ordáz, Venezuela. De la hacienda llevaban remesas de maíz, sarrapia, plumas de garza y otras mercancías que eran vendidas o intercambiadas en el vecino país, un motivo adicional de indignación en los encomenderos porque extraían productos a Venezuela de donde salían para Francia.

Los Jesuitas también importaron y por eso llegaron a Colombia, telas, vajillas y muchas cosas finas que entraban por los ríos para suplir los hatos de Caribabare y los de Orocue. Las plumas de garza y el caucho fueron productos que generaron enormes problemas porque muchas personas fueron asesinadas o esclavizadas para obtener ese tipo de materias primas de alto costo. Esos productos, dijo el conocedor, eran manejados por la Comunidad Jesuita pues los sacerdotes interactuaban permitiéndoles manejar grandes capitales.

 

Los tiempos cambian, la calidad en productos no

Los siglos y los años pasaron, pero la productividad en la región sigue, hay calidad en ganados, buenas cosechas y valores agregados que suman mucho en la economía regional, prácticamente quedó el legado de la comunidad religiosa que siempre estuvo a tono en siembras, ganadería y cría de caballos.

 

 

Por fortuna, señaló el ganadero Carlos Eduardo Medina, las tierras del norte de Casanare y todo el departamento son altamente productivas, hay mucha vega de río de donde sale mucho plátano, buena yuca, maracuyá, arroz y una mejor ganadería puesto que se pasó a crías mejoradas tanto en producción de carne como de leche. En la región fue posible optimizar los pastos que en determinado momento fueron improductivos, pero que con los cambios permitieron mayor productividad, la misma que se sigue sosteniendo en la llanura.

Hoy hay ganados mejorados de doble propósito al que se recurrió por la coyuntura del país que ha venido con etapas de crisis ganaderas duras en donde el precio de los bovinos machos se desploma dejando a muchos en el limbo, un escenario que llevó a muchos a la lechería, haciendo que se entre en esa boga de la doble producción lechera para lo cual existe un muy buen banco de ganado lechero y cooperativas lecheras dentro de la región que trabajan para sostener la obtención que al final del día es una afortunada fuente de empleo en la comarca.

En el camino a Hato Corozal fue normal machos puros de razas europeas como Holstein, Normando, Simmental y otros para lograr muy buenos cruzamientos y alcanzar animales F1 de muy buena condición y capacidad de aprovechamiento.

 

“La gente ha entendido que se debe hacer mejoramiento genético, hay por suerte muchos profesionales de la región que salieron y llegaron como veterinarios o zootecnistas, una bendición para la región porque están implementando estos cruces con cebuinos y las mejoras genéticas en las fincas de sus familias, en los hatos de los amigos, luego ya hemos salido de ese subdesarrollo que teníamos y de la carencia de mano de obra profesional. Antiguamente dependíamos mucho de un veterinario enviado por la Secretaría de Agricultura, que iba cada mes o cada dos meses, muchas veces cuando podía, luego vino un boom de proyectos, pero después de cuatro acompañamientos los planes se cayeron poniendo al ganadero en una situación difícil sin saber qué hacer con los animales. Hoy con los nuevos médicos veterinarios y las opciones que en ese sentido abrió la región se han hecho cruzamientos y mejoras porque no solo hay acompañamiento sino un seguimiento y todo un protocolo en favor del ganadero que se ha dado cuenta que para producir hay que invertir sin dejar de lado una muy buena asistencia técnica, vital en los mayores rendimientos y en la misma rentabilidad”, puntualizó Medina.

 

 

 

Siguiendo con ganadería, los productores han tenido una buena experiencia con la raza Nelore y el llamado Nelore de Ciclo Corto que está entrando y masificándose, raza que empezó a desplazar el Brahman. Destacó las cualidades del Nelore por considerarlo un ganado muy precoz, con pezones en las hembras más corto que en el granado Brahman. Recalcó que el Nelore de ciclo corto gana peso muy rápido luego un becerro Brahman que se desteta con 140 o 150 kilos, en el Nelore este destete se da con 160 o 180 kilos, una rentabilidad manifiesta que hizo que muchas ganaderías implementaran este tipo de bovino que además es fabuloso en cruces con europeos como Simmental, Angus, Charoláis y Pardo Suizo que ha optimizado sus características fenotípicas.

Como buena noticia, Carlos Eduardo Medina expresó que se ha mantenido mucho núcleo de ganado criollo que siendo una excelente opción sobre todo en los tiempos actuales de gran verano.

Teniendo el déficit de proteína que hay en el mundo el conocedor y empresario manifestó que el hato ganadero debería duplicarse en Colombia subir ampliamente de los 29.1 millones de cabezas a un número más cercano a las necesidades de carne y lácteos que demanda el globo. Si bien la ganadería es una de las actividades agropecuarias más importantes del país al ocupar el 30 por ciento del territorio nacional, es bueno mirar opciones de crecimiento y mejoras en los rendimientos tanto en leche como en canal.

Actualmente, afirmó Medina, el país tiene 638.941 predios para la ganadería y aún hay espacio para aumentar las crías y poder despachar al mundo carne de calidad con cortes de muy buena calidad.

Destacó que históricamente el precio de la carne siempre ha sido alto, pero se creó un estereotipo en el sentido que algunos creen que la carne es para los ricos y no para los pobres, lo cierto es que los registros muestran que en materia de carne hay una connotación social por los altos precios de la carne, no solo en Colombia sino en todo el mundo.

 

 

En sus múltiples salidas de Colombia el invitado ha podido constatar que el precio de la carne es elevado por los altos costos de producción, pero estimó que Colombia debe tener un hato ganadero mucho más robusto para poder exportar y por esa vía mejorar las condiciones, no solamente del propietario de la finca sino de sus colaboradores y todos los que participan en la parte productiva pues actualmente los ganaderos están muy mal en lo referente a los puntos de equilibrio pues en ese aspecto el país, comentó, está bastante quedado llevando a que se castigue la parte social del obrero ya que la mayoría de los finqueros no pueden pagar seguridad social o la liquidación de un empleado en vista que de hacerlo no habrá liquidez para adecuar predios, pastos y la instalación de cercas, cuando falta dinero lamentablemente algunos ganaderos se ven obligados a vender hembras y no cumplir con la retención de vientres. Sin duda, detalló, tener un mayor hato y contar con buena calidad para la exportación de carne es fundamental.

La cría de vacunos les ha llevado calidad de vida a los hatocorozaleños pues el municipio es netamente ganadero, sin desconocer que son importantes los cultivos de arroz, yuca, plátano y otros bienes que cambiaron la mano de obra. Los trabajos de llano en ganadería siguen marcando diferencias por los ciclos de vacunación lo cual les da vigencia a grandes hatos en donde hay contratadas 10, 15 o 20 personas 25 días al mes, tiempo que se necesita para recoger los animales.

 

“Hay otras fincas que se han reducido, pero siguen generando 10 o 12 empleos para trabajar en tres o cuatro días, luego la principal explotación de Hato Corozal es de lejos la ganadería”, acentuó el productor.

 

Otro ingreso para el municipio es lograr que la empresa CENIT reconozca las servidumbres a la Corporación Caribabare y de esa forma contar con mayores recursos para el progreso de la región. La tubería, aclaró medina, está incrustada en las tierras de la Yegüera sin que la empresa defina el consecuente pago de la deuda, algo que se espera llegue pronto y en los mejores términos.

 

Hato Corozal seguirá contando su magnífica historia

 

 

Evocó que la aspiración ancestral y hoy como familia es que se puedan solucionar los temas de propiedad privada, derechos ya reconocidos, y así la familia Delgado en todas sus ramas y generaciones pueda llevarles el parte de tranquilidad a las familias hatocorozaleñas que tienen sus casas, sus fincas o que hicieron alguna compra sintiéndose hoy en medio de un dilema jurídico.

 

“A los habitantes de Hato Corozal queremos decirles que la Corporación Caribabare espera y anhela una solución amigable con toda la comunidad ya que la idea es apoyar al municipio sin fines o pretensiones políticas, la idea es al amparo del derecho legalizar a costo cero el casco urbano, sin generar afectaciones de ninguna índole. Sabemos que el municipio tiene historia, pero también estamos seguros que los nacidos aquí, orgullosamente la seguirán contando, de eso no hay duda”, dijo el heredero Carlos Eduardo Medina.

 

Un buen síntoma de democracia es tener la propiedad privada sin problemas y totalmente blindada, en el caso de Caribabare y mas puntualmente de La Yegüera está de por medio el reconocimiento de las Agencia Nacional de Tierras, ANT, un trabajo que viene desde 1938 cuando se hicieron trabajos de exploración petrolera por parte de la firma Richmond la primera firma de hidrocarburos que exploró en Casanare, situación que le dio argumentos jurídicos a la familia delgado para entablar la primera demanda. En esa época el abogado fue un amigo de la familia, muy cercano a don Pedro Delgado Gutiérrez, nada más y nada menos que el ex presidente liberal Alfonso López Pumarejo, persona amable que después nombró un bufete de abogados para impugnar al Estado.

 

 

En Hato Corozal, replicó el heredero, llegó el momento afortunado de la legalización, una diligencia con la que todos los habitantes saldrán beneficiados. La idea es dejar atrás las malas prácticas o la mala de fe de algunas personas que queriendo sacar provecho de la circunstancia apelaron a los famosos juicios de pertenencia con lo que algunos lograron la escritura, pero no faltó quien quiso lucrarse vendiendo avales o acudiendo a la trampa para lograr algo.

 

“La idea per sé no es enriquecerse, esa parte de negociaciones debe hacerla el conjunto de abogados que represente a la comunidad y el grupo de corporados de Caribabare con el Estado, a las personas no se les debe cobrar porque vienen pagando su impuesto predial y generando una serie de gravámenes a la nación que es en si la que debe entrar con los herederos a resolver un conflicto para que los habitantes de Hato Corozal queden tranquilos y vivan igual en sus hogares”, concluyó el ganadero Carlos Eduardo Medina.

 

Salimos en medio de un sol canicular de la hacienda La Providencia que en tiempos de los Jesuitas se conocía como el Rincón de Carichana nombre que cambió en ese rincón de sabana por voluntad de los abuelos de Carlos Eduardo. Hay que recomendar a los colombianos y extranjeros visitar Hato Corozal, qué hermoso municipio, un espectacular destino turístico en donde hay de todo y para todos, eso sí en medio de la cotidianidad y cultura llanera.

De regreso a Yopal nuevamente me extasié con el paisaje de la recia, noble y enorme llanura, por obvias razones evoqué al gran maestro Tirso Delgado, el “Cabestrero de la Música Llanera”, vaya que tuvo sentimiento y amor al cantar “Las Bellezas de mi Llano”.

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