La cosecha cafetera de traviesa o de mitaca tiene a muchos de fiesta porque una mayoría consecuente con la realidad social y económica, pero igual consciente con las amenazas que trae la intimidante pandemia, logró apelar a la estrategia para salvar unas siembras que permitirán pagar cuentas pendientes y poder ir al sofá de la tranquilidad, una experiencia que ayuda a pensar en la próxima cosecha y en el futuro de la caficultura.
Antes de avanzar con esta nota tengo que decir que durante treinta años o quizás más he cubierto para diversos medios de comunicación el apasionante tema cafetero y si algo me quedó claro en este tiempo es que el productor de café es resiliente, generoso, noble, trabajador, sufrido, pero por encima de todo, honesto, vertical y apegado a la verdad. En estos tiempos difíciles que no son meses sino décadas, los amigos del café han dicho y han expresado inquietudes, empero, insisto, jamás mienten y por ello las puertas de este medio estarán siempre de par en par, para esos loables valientes que le pusieron sello a Colombia y le imprimieron identidad.
En charla con Diariolaeconomia.com, el caficultor y miembro del Comité Municipal de Cafeteros, Enrique Sogamoso, reafirmó que hay pérdidas en la cosecha de Santa María en el departamento del Huila, sostuvo que están latentes los problemas y que lamentablemente al país se la mentido. En esta ocasión el directivo estuvo acompañado por un grupo de productores que coincidieron en que en efecto hay café en el piso, otro tanto afectado en los árboles y sin duda una pérdida considerable.
Precisó que nadie puede desconocer que en este municipio del norte del Huila como consecuencia de la mano de obra se perdió cosecha y deploró que las voces oficiales y los medios locales hayan servido de parlante para hacer oficial una versión totalmente alejada de la realidad. Por tal razón el caficultor y un grupo de afectados solicitaron respetuosamente la visita de inspectores y veedores del gobierno nacional así como de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia porque con la experiencia resiente no hay credibilidad en las autoridades cafeteras de la región y menos en la Alcaldía y en la gobernación.
“Queremos que nos escuchen, les pedimos con urgencia que vengan de Bogotá a Santa María y constaten que las alarmas sí están encendidas porque con una buena parte de la cosecha arruinada, no habrá margen de cumplir con futuros y menos de pagarles a bancos y cooperativas financieras, ésta situación nos tiene en vilo, pero nuestros representantes y nuestra Alcaldía está de celebración, omitiendo que económicamente la región quedará más golpeada que con el mismo Covid-19, necesitamos gente si interés y técnicos que certifiquen que la caficultura, por demás emblemática y representativa de este sector del Huila, está en problemas y con la totuma en la mano”, precisó el señor Sogamoso.
Mucho malestar generó en este y en otros productores la declaración hecha por parte del Alcalde en el sentido de aseverar que en el municipio no se había perdido ni un solo grano de café cuando la realidad es que hay fincas en las que el grano caído semeja un tapete. Sin embargo y pese a que hubo vistas a las fincas, al parecer, dijo Sogamoso, hubo caso omiso y como los necios monos que encarnan la indiferencia no se dijo, no se escuchó y no se vio, solo porque premeditadamente algunos cubrieron sus ojos.
Como si fuera poco los cafeteros en Santa María tuvieron que remunerar los recolectores con valores muy altos porque del kilo pagado a 350 y 400 pesos hace un año se pasó a 500 y 800 pesos y más. Algunos cálculos dan cuenta que en solo mano de obra, la carga de café tuvo un impacto de 400.000 y 450.000 pesos, un egreso que castiga fuertemente la rentabilidad.
“El Alcalde está mintiendo porque él estuvo en mi finca con una minga recolectando grano y se pudo dar cuenta que el café se estaba cayendo, inclusive vio las cerezas en el piso, luego no me cabe en la cabeza que salga a decir que no se perdió ni un solo grano, ahí se le fueron las luces porque ese cuento no se lo creen ni por hipotético o figurativo que sea. También ratificó que las mingas no eras suficientes porque yo pasé de 30 trabajadores a doce y como en mi caso mucha gente tuvo que recoger lo que se pudo y no lo que debía. Los recolectores que llevó el mandatario y lo agradecemos fueron más de día de campo que de labores porque no eran expertos en coger café”, expuso el cafetero.
Hay una situación real y es que muchos perdieron con esta cosecha y no tienen cómo pagarles a los bancos, como cubrir futuros o sostener las fincas. Vaticinó una temible infestación de broca porque el café que no pudo recolectarse será el nido ideal para una plaga que no da tregua y de eso hubo videos enviados al Alcalde, al Comité Departamental y a la personería que no quiso atender el caso de manera inmediata y diligente sino extendiendo plazos en medio de una situación apremiante. También quedó debiendo el servicio de extensión que fue solicitado y brilló por su ausencia, es decir que los caficultores quedaron sin herramientas y sin apoyos.
Recalcó que las crisis cafeteras no se pueden ocultar y por ello condenó la posición de unos funcionarios que viendo los líos los negaron, algo que no tiene la mínima presentación. Reconoció que muchos productores salvaron su cosecha porque sus predios, parte de la caficultura minifundista, estuvo atendida por el núcleo familiar, por allegado y por misiones del gobierno municipal, pero los de cinco, seis y siete hectáreas para arriba tuvieron que perder parte sus cosechas y pagar servicios con sobrecostos, a tal punto que hay amenaza de quiebra en algunos productores.
“Necesitamos al Gerente General de la Federación, Roberto Vélez Vallejo, es perentorio que igual nos escuche el gobierno porque hay unos problemas que se mostraron como inexistentes, pero que cuando hagan metástasis serán muy complicados a la hora de querer resolverlos porque hablamos de deudas que no se van a pagar y de incumplimiento, en fin una situación para mirar con lupa y resolver con mano quirúrgica”, subrayó.
El caficultor comentó que todo lo adverso hizo convergencia porque aparte de la intransigencia y la falta de sentido común vino un momento cruel para el cafetero que está pagando insumos a mayor precio y reportando unos costos de producción absurdos ya que de producir una carga de café seco con valores promedio de 782.000 pesos cuando se pagó kilo recolectado a 280 y 300 pesos. Hoy esa misma carga supera de lejos los 800.000 pesos y como si el tema no fuera suficiente empezó a caer el precio interno de compra del café.
Santa María es un municipio que demanda en promedio 7.136 recolectores y como este año no hubo esa mano de obra, salvo los pequeños, los demás tuvieron serios líos, todo por no invertir en protocolos de salud y permitir recolectar el grano que finalmente es el alma y la espina dorsal de la economía municipal. No se entiende, indagó, por qué en Santa María fue imposible hacer lo que en otros sitios fue totalmente posible.
Otro ítem de preocupación es que anteriormente en el proceso de obtener café pergamino se requerían 600 kilos de grano “colorado” para obtener 125 kilos en grano seco, este año la medida subió a 700 kilos en el llamado “colorado” lo que significa que el productor tendrá más pérdida. En este momento, informó, hay café que sale muy tocado por el verano con impacto en los factores que son de 96 y 98, ahora bien para el café que terminó secándose en los palos, este igual es sinónimo de pérdida porque ante la ausencia de mucílago, la máquina despulpadora lo destroza.
“Aquí que no vengan a dar parte de éxito en la recolección porque hay café perdido y una situación para revisar porque si la crisis termina agudizándose, alguien tendrá que responder porque a quienes nos comprometimos con la caficultura de alguna manera nos tienen que honrar el trabajo y la lealtad porque seguimos creyendo en un sector fabuloso que le dio a Colombia casi todo su desarrollo”, apuntó.
Sogamoso anotó que hay pérdidas del 60 por ciento en fincas que cultivan grano en más de cinco hectáreas porque el café está en el suelo y eso se puede corroborar.
El productor cafetero anotó que habrá que acudir a un cuerpo de juristas con mucha experiencia que esté totalmente dispuesto a defender a los caficultores de Santa María porque fueron afectados por un capricho que salió demasiado caro.
Las afugias de don Armando
El señor Armando Lozada, es un cafetero de racamandaca, curtido en el café y criado entre cafetos y platanales. Aprendió de caficultura gracias a sus ancestros que igual llevaban en la sangre esa pasión por una siembra bendita que tanto le ha dado a Colombia. Este compromiso lo adquirió viendo a sus padres y muy seguramente gracias a una voz imponente una orden o quizás a un tenaz y zumbador fuetazo.
En línea con Sogamoso, este productor dijo que la situación de problemas en la caficultura samaria es real por la falta de mano de obra, por los costos de los insumos y por una malsana tozudez desde la parte administrativa. Explicó que hacer recolección en el monte no es labor fácil para la cual se demanda gente experta y con altos rendimientos. Hoy declaró existe un enorme problema y no tiene revés porque en caficultura, el café que se cayó, se cayó.
“Esto es muy duro porque en la caficultura hemos sufrido y estamos sufriendo razón por la cual molesta, y mucho, el que digan que en Santa María no ha pasado nada. Esto es un desastre y necesitamos que nos miren porque no son es poco lo que hay que enderezar”, afirmó Lozada.
Este productor dueño de once hectáreas de café confirmó que perdió grano porque no hubo dinámica en recolección y demasiado bebestible quedó en los árboles o en el piso. Con mucha tristeza enfatizó que muchos caficultores trabajaron para las monjas o simplemente para que los vieran porque de renta el asunto quedó como el café, muy por el suelo.
En Santa María hay muchas obligaciones financieras, pero insisten desde la caficultura, como lo dicen Enrique Sogamoso y Armando Lozada, en crear mesas de trabajo con el gobierno nacional y con el gremio cafetero para explorar salidas y hacer viable la actividad cafetera, esa a la que no quieren renunciar. Insisten en que no puede haber una versión triunfalista o un reporte alegre cuando el municipio está pasando por las verdes y las maduras.
En Las Juntas también hay alarma
Los problemas de Santa María están hoy en varios rincones porque hay café perdido y no como se dijo, todo salió muy bien porque sin ponderar, se perdió más de un grano de café.
El caficultor Ángel María Polanía, dijo desde la vereda Las Juntas hay angustia como en el resto del pueblo samario ya que hay un agudo problema cafetero que tristemente se encuentra con una crisis mundial de la economía que tiene en veremos a los campos y a la economía rural.
Señaló que en efecto hubo café problemas y también pérdidas porque faltó mano de obra y la que hubo castigó el ingreso cafetero que pagó recolección a todos los precios por arriba de la tarifa 2019 pues en algunos casos el obrero cobró 700 pesos por kilo recogido, llevando el sobrecosto en mano de obra en algunos casos a 500.00, 600.000 y 650.000 pesos la carga, una absurda realidad.
“Todo lo que se ha dicho desde la caficultura es cierto, hay mucho café en el piso y otro tanto que se quedó en los palos siendo devorado por el sol. Hay fincas que perdieron el 40, el 50 y hasta el 60 por ciento de su cosecha, vuelvo y repito, pecó gravemente quien dijo que en Santa María no se perdió ni un solo grano de café. Aquí en el pueblo y en el departamento hubo magos que hicieron ver otra cosa, pero las imágenes no mienten, ahí están las pérdidas, eso es cierto”, puntualizó el cafetero.
Manifestó con palpable enojo la crisis financiera que se viene y la presión de los bancos que ya están insistiendo para que las obligaciones contraídas se cumplan, pero muchos no tienen dinero, perdieron mucho y hoy no cuentan con recursos ni siquiera para abonar. Para colmo de males, contrario a lo que dijo el Gobierno, las deudas crecieron y los cafeteros empezaron a quedar reportados.
En lo que tiene que ver con el ejecutivo, Polanía expresó que hay anuncios que ilusionan, pero luego de un leve silencio comentó que de la espejismo no se pasa por lo que vaticinó tiempos duros porque vendrán embargos, procesos y con su gente en la calle.
Le pidió al gobierno no abandonar al municipio y exhortó por un campo lleno de inversión, rentable y sin palos en la rueda. Dijo que el anuncio de crédito hace sonreír, pero reconoció que la dicha es efímera porque a los campesinos en ese sentido, “los sacan de taquito”.
“Tenemos abonos muy caros, de 100.000 pesos, hay problemas estructurales en la caficultura y si no hay atención muchos pueden estar promoviendo el fin de la caficultura que sería sepultada injustamente y con entierro de quinta. Hay mucha expectativa y mucho anuncio, pero nada de nada, hoy los cafeteros están con ese dilema de si le abonan al banco o abonan sus predios y eso es terriblemente indigno en una tierra que huele, sabe y transpira café”, concluyó.