Entre 1914 y 1918 el planeta asistió a la Primera Guerra Mundial después de que en Sarajevo fuera asesinado el archiduque de Austria-Hungría Francisco Fernando, el episodio generó automáticamente coaliciones militares y tensiones que agrandaron el conflicto. Al final del evento el saldo fue elevado, murieron entre nueve y once millones de soldados, pero igual cobró la vida de seis o 13 millones de civiles. Dentro de los datos lóbregos está que la Gran Guerra dejó Veinte millones de heridos o desaparecidos.
Vino una calma chicha en Europa y en 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial, conflagración ecuménica que terminó en 1945, una sangría entre potencias, por un lado, Alemania, Japón e Italia y los aliados que terminaron ganando el pulso, allí se impuso el músculo de Inglaterra, Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética. Costo de la factura, un dato dice que el estallido bélico les quitó la vida a 70 millones de personas, otras estadísticas hablan de 85 millones de muertos. Los expertos calculan que la guerra arrasó en promedio con el tres por ciento de la población global de 1940. El terrible conteo encierra decesos castrenses, vidas de civiles, los saldos del Holocausto y otros vejámenes reportados.
Existen datos que se inclinan por una cifra de muertos entre 50 y 60 millones, sin embargo, hay estudios que elevan el número a 100 millones o más. Otro rastreo arroja que la Segunda Guerra Mundial pudo implicar entre 40 y 45 millones de víctimas fatales. El procesamiento de datos para esta hecatombe no es muy fácil ni preciso, pero lo cierto es que sí reportó un número sumamente grande de fallecidos, entre ellos seis millones de judíos aniquilados, igual sumó muertes la arremetida nazi contra distintas naciones, un ejemplo Ucrania. El motivo del desencuentro, la invasión alemana a Polonia el fatídico primero de septiembre de 1939, todo un reactor en el Viejo Mundo.
Las dos guerras dejaron sufrimiento, hambre, frío, muertes por inanición, sadismo, extrema crueldad y una economía postrada que debió ser llevada paulatinamente al redil tras años y años de inversión para recuperar ciudades y campos de siembra.
Hoy el mundo está seriamente convulsionado, reina la polarización mundial y las llamadas potencias se muestran los dientes entre sí, pareciera que algunos países como acontece con Estados Unidos no toleran el crecimiento o desarrollo de otros y se busca crear una política de poder soportada en el miedo, las amenazas, los embates, guerras comerciales, ajustes arancelarios intempestivos y las sanciones comerciales, aquí surge una inquietud, en medio de las medidas unilaterales y los abusos que mandaron al camposanto los tratados de libre comercio, ¿quién vigila, sanciona o mete en cintura a los americanos? Averígüelo Vargas, dijo la reina.
Un asunto que llama seriamente la atención es por qué unos países tienen derecho a desarrollar política nuclear y otros no, acordémonos que el único que abusó de esa posición dominante fue Estados Unidos cuando acabó con todo tipo de vida, incluida la humana en Hiroshima y Nagasaki, ese hecho dejó una estela macabra en la especie y demostró que cuando no hay misericordia el hombre puede pasar a extremos de estupidez para justificar los exagerados niveles de maldad.
Desde hace un tiempo la comunidad internacional vio como arrancaba una guerra comercial aguda entre Estados Unidos y China, vino luego la pandemia que se acompañó de la crisis global logística y cerró el ciclo con la ofensiva en Europa Oriental. Ahora las temibles pretensiones de Israel en Gaza asustan, un grupo de fanáticos sionistas en cabeza del Primer Ministro Benjamín Netanyahu, propician la muerte de personas inocentes, entre ellas más de 20.000 niños que no sabían que era guerra, movimiento demoniaco que busca despojar a las gentes de sus territorios en nombre de Dios cuando omiten que con sus actos muy seguramente fueron abandonados por el gran padre protector de Israel, la patria de gentes buenas.
Hay quien tilda irresponsablemente al Primer Ministro de héroe, posiblemente la demencia de algunos y el odio enfermizo, el mundo tiene que ponerse de pie y pedir justicia para procesar a unas personas que al parecer simpatizan con el movimiento Nazi ya que tienen exacerbado el Holocausto solo que, sobre seres humanos inermes, enfermos y hambrientos de Palestina, allí se necesita el liderazgo norteamericano, pero hasta la fecha brilla por su ausencia y falta de cohesión. No es sano que el planeta siga en manos de distinguidísimos señores de la guerra, de hombres sin alma y sin sentido común, enemigos de platicar y solucionar. Hoy existe un sospechoso afán por destruir como si hubiese la intensión de distraer a la humanidad, haciendo pensar que algo hay tras bambalinas que evita la ópera para proceder con actos espurios.
No se trata de defender causas, tan solo pensar que la inocencia no tiene por qué ser fusilada, los niños de cualquier latitud deben sustraerse de los conflictos puesto que son ángeles llenos de ilusión a los que se les cambia la dicha y sus sueños pueriles por caos y bombas. Tremendo pecado más si se cometen esos actos en nombre del altísimo, la Biblia dice que Dios es Vida, jamás mortandad o frenesí de animadversiones. Parto de un principio, en Estados Unidos hay buenas personas que no quieren injusticias, igual alguna fracción del pueblo de Israel, pero sus mandatarios hoy eligieron abanderarse del pavor, la provocación y el riesgo, nadie en absoluto tiene la vida comprada, todos pueden ser víctimas de la guerra o de las hambrunas y patologías que desprenden de las luchas a muerte, inclusive esos que se mantienen al margen de la reyerta.
Mucho se viene hablando de la posible llegada de la Tercera Guerra Mundial, solo que no todas las personas en el planeta están de acuerdo con la destrucción masiva y el punto final de la existencia. Un conflicto de este tipo traería mayores impactos, enfermedades, cambios extremos en la atmósfera, hambre y mucha perplejidad por el frenazo económico. Muchas naciones están retomando siembras, pero hay temor en otros en donde la única práctica es la importación de comida, verbigracia Colombia, un país que cambió las siembras por los TLC, la apertura económica y los condominios. Hoy vale la pena preguntarles a los señores aperturistas, ¿valió la pena sacrificar la ruralidad productiva, era mejor ser rico con cientos de miles de hectáreas improductivas, vivir en el medioevo y tomar riesgos como el de hoy?
Hay muchas inquietudes, los preocupados no son pocos, pero tristemente Colombia no supo apostar por una política de Estado para el agro que blindara la seguridad y soberanía alimentaria, resultó de mayor provecho acabar con los productores para dejar al país en medio de la incertidumbre, si hay guerra, ¿de dónde nos vamos a agarrar? La respuesta es lapidaria.
En diálogo con Diariolaeconomia.com, el presidente del Grupo Desarrollador de Semillas, GDS, Henry Vanegas Angarita, afirmó que ante la actual situación geopolítica y bélica el mundo sigue en una economía de guerra, un asunto que han leído varios países para mantenerse bajo esa condición, en una perspectiva en la que hay que mirar que tipo de recursos se tienen y cuál sería el estándar o el ideal de poder autoabastecerse y alcanzar la soberanía alimentaria. En ese sentido puntualizó, hay un listado importante de naciones que ya tomaron conciencia del tema agropecuario y están invirtiendo en eso, pero reveló que en el capítulo Colombia todavía no se ha empezado, una realidad que conlleva a la angustia porque ante una guerra de mayor tamaño el suministro holgado podría estar comprometido.
Subrayó que infortunadamente con la retahíla de tratados de libre comercio la agricultura resulto como una de las más damnificadas y entonces ante la coyuntura que se está viendo en donde lo único que crece es la agricultura ilegal, la de la coca, la formalidad en el campo aún no tiene cabida toda vez frente a la agricultura formal y productiva, los mercados irremediablemente han sido copados por importaciones, una situación que obliga a mirar si hay principalmente, antes que una estrategia agrícola, una política agroalimentaria, de cómo producir comida y en eso el gobierno ha hablado de que puede convertir a Colombia en una despensa de alimentos, sin embargo, no sabe de qué forma porque adolece de muchas cosas entre ellas de personal capacitado y conocedor de la problemática para poder impulsar verdaderamente una obtención a gran escala de alimentos.
En tiempos de pandemia hubo apuestas increíbles de los productores que no permitieron que el país desfalleciera y en ese momento de enfermedad, así como de encierro, expresó Vanegas Angarita, quedó claro que después de la salud, la alimentación es fundamental y en ese caso el abastecimiento de provisiones extraídas de los campos. Apuntó que igualmente la actual situación logística y geopolítica se puede complicar lo que genera alarma porque ante ese escenario Colombia no tiene una contingencia, un gran problema local en su planeación.
El tema es que, ante una escalada de los conflictos en vigencia, los problemas en Colombia serán un común denominador porque entraría a depender de algunas manos bondadosas de la región, de todas maneras, no hay nada garantizado porque actualmente y por las amenazas de conflicto, muchos países reavivaron su agricultura y le dieron la importancia a la producción interna. Explicó que los mismos tratados de comercio tienen algunas ventanas y no como aceptó el equipo negociador colombiano que firmó la figura de primer llegado, primer servido, los más sensatos decidieron administrar unas ventanas cuando está saliendo la producción local.
“Colombia subestimó la producción nacional y la industria minimiza todavía el abastecimiento de materias primas locales, prefieren estar al vaivén del comercio internacional que hacer un verdadero encadenamiento productivo y fortalecer los agro-negocios con la obtención nacional”, declaró el señor Vanegas Angarita.
Hoy es descabellado pensar en que la salida es darle rienda suelta a la globalización, hoy la geopolítica y las decisiones unilaterales invitan a hacer lo que hizo Estados Unidos que después de defender a ultranza el libre comercio, optó por subir aranceles a niveles increíbles destruyendo la esencia de los convenios y la internacionalización de los mercados, a criterio del experto, un total contrasentido porque es tan solo una política de fortalecimiento del país norteamericano algo que también hacen los países europeos, Japón y China. La producción de alimentos, expresó, es estratégica, la seguridad agroalimentaria por lo tanto Colombia y otras naciones quedan matriculadas en una apertura unilateral, de afuera hacia adentro.
Los TLC están en la Unidad de Cuidados Intensivos, UCI, prácticamente quedaron anulados con la política arbitraria de ajustar aranceles, lo malo, dijo el directivo es que solamente esos acuerdos salen a relucir cuando a los grandes les conviene, algo absurdo porque cuando no hay ventaja, no los tienen en cuenta.
Hay problemas de hambruna y dificultad humanitaria en Palestina en donde se hace todo por exterminar un pueblo, algo que va muy de la mano con las guerras. El tema es que Colombia debe empezar a preocuparse puesto que ya hay unos indicadores que se han mostrado a través de Naciones Unidas los cuales revelan que los colombianos están en una situación delicada en cuanto a seguridad alimentaria, unos informes que ubican al país en un contexto sensible en ese aspecto, pero la tendencia no tuvo eco en los diferentes gobiernos y particularmente en el actual que todavía no toma cartas en el asunto.
Los problemas vienen de vieja data, en 1991 se entró en modo apertura sin haber hecho el mínimo curso de competitividad, productividad, infraestructura y vías, un error histórico que se complementó sin una versión avanzada de agroindustria y agregación de valor. En más de treinta años el país vivió haciéndose el harakiri porque en agroindustria, anotó Vanegas Angarita, infortunadamente todo se sigue manejando como si fuera perecedero, no hay infraestructura de transformación y si no hay la necesaria infraestructura de pos-cosecha no habrá nada que industrializar porque además no existe la figura de stock o de inventarios ya que todo se tiene que comercializar en la época de recolección, luego sin ese tipo de herramientas será inviable agregar valor y vender los bienes que tienen un mayor precio.
En su plática Vanegas Angarita manifestó que el productor colombiano tiene que dejar de vender por vender y buscar competitividad, producir más barato para luego industrializar y poner en el mercado productos que van a valer mucho más por ese valor añadido, de resto, consideró, el país no saldrá del subdesarrollo.
El café es un gran ejemplo porque en grano los mayores exportadores después de Brasil son transformadores del bebestible como Suiza, Alemania e Italia, todos en la lista de los seis primeros negociantes de café, una situación que ratifica que el hecho no es producir o mirar de qué manera de despacha al extranjero producto en bruto, el secreto está en la transformación, en agregar valor, maquilar y poder vender bienes más elaborados.
El campo pide más investigación
De cara a un futuro gobierno es perentorio que quien logre la presidencia tiene que estar muy empapado de campo, productividad y alimentación, el nuevo mandatario no puede tener el agro como un punto marginal porque arrancará su gestión con el pie izquierdo. A juicio del presidente del Grupo GDS, el sector primario necesita mucha más investigación, generar conocimiento en las regiones en las que se tiene que producir, hacer mayor mejoramiento genético y no quedarse con las variedades ancestrales porque no serían competitivas y si esos núcleos no pueden diferenciarse en el mercado con unas características especiales que redunden en un mayor precio, el país seguirá estancado porque no puede seguir solamente con variedades que ya no tienen un buen desarrollo porque sencillamente se dejó de hacer investigación, fueron debilitados los programas nacionales de exploración haciendo que el país se quedara relegado por no tener un buen desarrollo tecnológico. Hoy, enfatizó el conocedor, Colombia tiene una gran dependencia tecnológica en semillas, insumos y conocimiento, puntos en donde se tiene que fortalecer la educación enfocada en la producción agropecuaria demandante de mayores procesos investigativos, pero básicamente en mejoramiento genético para que el país cuente con sus propios simientes que garantizarán mayores rendimientos, superior calidad, mayor tolerancia a factores abióticos, es decir más capacidad en las plantas para resistir situaciones atmosféricas contraproducentes tales como sequía, elevadas o muy bajas temperaturas, igual aguante frente a la salinidad o acidez del suelo, aspectos definitivos frente al cambio climático en donde los escenarios suelen ser severos en menoscabo de los rendimientos.
Los nuevos desarrollos, informó bajarán los impactos de enfermedades, plagas y otros embates bióticos para lo cual la resistencia varietal es fundamental.
Un asunto que debe considerarse es que los nuevos desarrollos en semillas no afectan la salud y caso opuesto coadyuvan con la nutrición de los pueblos ya que gracias a las tecnologías se conoce más en detalle el ADN y funcionamientos básicos como el celular y de herencia, debido a eso, precisó Vanegas, hay que acudir a esos procedimientos tecnológicos para poder mejorar.
“Hoy en día los transgénicos prácticamente están pasados de moda porque actualmente tienen su apogeo los Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, CRISPR, un instrumento de edición genética que facilita la transformación con toda precisión del ADN en una planta. Son materiales que sin necesidad de introducir ADN extraño se puede poner a producir permitiendo que se manifiesten los genes que condicionan características de importancia económica como el rendimiento y algunos aspectos de resistencia”, orientó el presidente del Grupo GDS.
Hoy el Grupo Desarrollador de Semillas sigue uniendo esfuerzos, haciendo sinergias y fomentando la investigación, impulsando el propio conocimiento para romper la dependencia tecnológica de semillas traídas de terceros países.
La iniciativa es muy buena porque el país suma talento, capacidad, conocimiento, bancos de germoplasma y todos los insumos para hacer un excelente desarrollo de semillas. A criterio del ingeniero agrónomo, llegó la hora de creer en el talento y la experiencia nacional, igual a fortalecer los procesos internamente, pero por sobre todo a tener un sentido patriótico de apoyar lo que se hace en Colombia para hacer que el agro tenga un desarrollo y un crecimiento sostenible en el tiempo. Expresó su malestar porque el agricultor colombiano no cree en los desarrollos locales, pues si bien afuera hay trabajos muy buenos también en el entorno nacional es factible hacer ajustes, selecciones, perfeccionamientos y avances que pueden contribuir de mejor forma por la adaptación y la misma condición ecuatorial del territorio a tener unos comportamientos mucho menos riesgosos, de mayor éxito y permanentes en función del tiempo.
Lo ideal, conceptuó Vanegas, es tener materiales que se diferencien en el mercado, que puedan tener, no solamente ventajas comparativas, sino competitivas que le brinden mayores beneficios al consumidor en textura, sabor, rendimientos en transformación, aspectos que deben desarrollarse mucho más en Colombia con materiales apropiados y de acuerdo a las condiciones como también a la oferta climática de cada región.