El transporte llegó en momentos de dificultad a Colombia, hubo casos en los que se compraron carros por mero gusto, vehículos que terminaron entre el fango de cualquier carrera, sencillamente no había por dónde transitar. El desarrollo vial en el país es relativamente joven pues las vías empezaron a construirse en el siglo XIX. Solo hasta 1890 se empezó a construir vías con pavimento en Bogotá. Esa primera incursión se extendió hasta 1893, un trabajo de mala calidad que generó inconformismo en la población.
Hace 70 años en la ciudad de Pacho, más exactamente en 1949, un grupo de empresarios, aprovechando la novedad de las llantas optaron por lanzarse al mundo del transporte y fundaron una empresa de servicio público intermunicipal que tendría todo tipo de cambios y escenarios. En sus albores, la empresa prendió motores con 5.000 pesos y un grupo de tan solo cinco socios.
La empresa operó por diez años llevando soluciones de movilidad en la región de Rionegro, empero en 1959 vinieron los primeros cambios ante la salida de algunos socios. Fue en ese momento cuando el señor Jeremías Rodríguez se mandó decididamente la mano al bolsillo y subió el capital hasta los 30.000 pesos, una fortuna en la época.
Si bien la historia dice que la primera obra pública para el transporte data del año 300 a.C, en la Roma antigua, lo cierto es que en la América precolombina los indígenas trazaban trayectos y se las arreglaban para hacer caminos y rutas para el comercio, lo cual incluye puentes y otras soluciones. Los aborígenes fueron unos expertos en la construcción de trochas, sin embargo, los taironas empedraron caminos y fabricaron escaleras.
Se fueron popularizando los caminos reales y unas vías incipientes que apenas facilitaban unas largas caminatas. Siglos después en 1846, en plena colonización antioqueña se puso en marcha un transporte urbano estrictamente para movilizar mercancías, eran vehículos de tracción animal, en donde el buey mandaba la parada.
Según los conocedores, en Colombia llegaron de manera incipiente las vías tras una fuerte iniciativa por obras públicas. Los cronistas aseguran que una de las primeras vías fue la que de Cúcuta, conducía al sector de Los Cachos, una vía hecha a orillas del río Zulia entre 1865 y 1875. Cundinamarca tuvo el carreteable de Cambao en 1882, pero la obra pasó a manos de la nación en 1886 con motivo de las reformas.
El pavimento llega en la dictadura de Rafael Reyes, quien decidió darle vida al Ministerio de Obras Públicas el 1905, despacho que le daría derrotero a la construcción de vías, ferrocarriles y canalización de ríos. En esa época el gobierno definió el concepto de vías nacionales, departamentales y municipales.

Vino una seguidilla de construcciones y carreteras de muy grandes dimensiones. En el mandato de Reyes fueron construidos 207 kilómetros de carreteras y unos 572 kilómetros de caminos de herradura.
La primera carretera de importancia, fue la Central del Norte que conectaba a Bogotá con Santa Rosa de Viterbo en Boyacá. La obra que empezó a desarrollarse en 1924 fue demorada, pasaron veinte años para que la vía llegara a Sopó, sin embargo, por esa calzada rodo el primer carro que importó Colombia.
En la mitad de los años 20 arribaron los primeros buses a gasolina importados, el negocio fue impulsado por capitalistas que promovieron rutas por las poblaciones de la Sabana de Bogotá. En los años 30 el señor Julio Navarrete erigió una firma de transporte con coches Brockway. La empresa empezó con seis buses, tres Chevrolet, dos Ford y uno de marca Bussing.
Los buses reportaban ingresos por 12 pesos diarios, recursos que apalancaban la compra de gasolina, el salario del conductor y su ayudante. Eran tiempos de migración y por ello la población capitalina creció de manera acelerada. El fenómeno obligó a la construcción de viviendas y vías adicionales.
Como es apenas comprensible en la década de los 40, el país venía de la Gran Depresión, aún estaban las cicatrices de la Guerra de los Mil Días que empezó en 1899 y terminó en 1902. Plata no había y la inyección de recursos en grandes vías era una utopía. En esos años 40 las dificultades viales fueron todas y por ello seguía vigente la carreta, los caballos y las mulas.
El transporte era algo demasiado novedoso, pero Pacho fue uno de los municipios pioneros en el transporte de pasajeros.

En diálogo con Diariolaeconomia.com, el jefe operativo de la Flota Rionegro y Expreso Gómez Villa, Bernardo Rojas Camacho, anotó que la pandemia castigó en sus inicios y en la etapa de desarrollo el flujo de caja de la empresa, porque las restricciones, el confinamiento y el pánico del público, bajaron a la gente de los buses. La situación fue tan grave, indicó, que en ocasiones los vehículos partían con uno o dos pasajeros, aun así, se presentaron circunstancias en que no había viajeros, una calamidad.
El problema, expuso, no fue solamente de la región de Rionegro o Cundinamarca, sino de todo el país, porque con la expedición de decretos y resoluciones para cumplir con los protocolos de bioseguridad, se estipuló que tan solo se podía transportar hasta el 30 por ciento de la capacidad de los vehículos.
“Una buseta de 19 puestos solamente podía llevar ocho pasajeros máximo, un ejercicio difícil que puso las empresas a sufrir, ya después autorizaron el 50 por ciento y en ese automotor de 19 pasajeros podían ir 14, un alivio para el fuerte castigo financiero por menor volumen transportado. En un bus con capacidad para 30 o 33 personas, ya era viable llevar 16. Hoy estamos en el 100 por ciento de ocupación, pero cumpliendo al pie de la letra con todos los protocolos de bioseguridad, es decir que el Gobierno nos exige, pero igual nosotros desde las empresas demandamos el cumplimiento de las normas sanitarias por parte de los usuarios”, apuntó el señor Rojas.
El 22 de julio de 2020 cuando se le dio inicio al plan piloto de transporte intermunicipal, de 120 carros que tiene la compañía, se empezó a trabajar con 15 y esos vehículos se iban programando en la medida que fueran llegando los usuarios para poderlos despachar con un cupo que no generara pérdida. Los carros no se enviaban vacíos porque al no poder recoger viajeros en el camino sino en las agencias por todos los compromisos de bioseguridad, era mejor cuidarse en salud y no experimentar inconvenientes o aventurar.

En medio de todo, este año un carro salió de Bogotá con destino a Yacopí en Cundinamarca, una distancia de siete horas en promedio, pero los dos pasajeros que subieron al coche iban a distancias más cortas, por tal razón el automotor llegó vacío a tierra yacopicense, una muestra que el problema aún sigue y que la gente continúa alejada de los viajes por temor al contagio.
Como en todo sector, la empresa tuvo conductores infectados con Covid-19, pero por fortuna el tema no pasó a mayores y cumplieron con su tratamiento y la respectiva cuarentena. La guardia no se baja y por eso los encargados de equipo y oficinas están sujetos a vigilancia y ante la mínima sospecha son enviados a examen y cuidado médico en la eventualidad que la prueba salga positiva.
Lamentablemente ha faltado responsabilidad y compromiso por parte de los usuarios, porque algunos, a sabiendas de sus contagios, no tienen inconveniente en abordar buses o aviones con las respectivas consecuencias. Se han presentado casos en los que los afectados conducen sus autos a los sitios de recreo o balnearios. Con la reactivación económica, advirtió, el cuidado es de cada quién, de todas maneras la empresa no transporta individuos infectados o impactados por el Covid-19.
Rojas dijo que antes de abordar un bus de la empresa, los supervisores y encargados exigen el lavado de manos y el porte correcto del tapabocas. Igual hay suministro de gel antibacterial y alcohol. Todo se hace al derecho, pero el jefe operativo de Flota Rionegro y Expreso Gómez Villa, Bernardo Rojas, admitió que tratar con el público es muy complicado.
Las agencias facilitan lavamanos y jabón, luego los pasajeros cuentan con las medidas necesarias para prevenir la contaminación con el temerario virus. Lo propio pasa en las terminales de transporte y en los mismos buses.
Rionegro y Gómez Villa, destinadas a seguir contando su historia

El jefe operativo de la Flota Rionegro y Expreso Gómez Villa, Bernardo Rojas, manifestó que es todo un orgullo anunciar que la empresa está presta a cumplir 70 años, tiempo en el que le ha podido ayudar a la comunidad, no solo con el transporte de pasajeros, sino con las mercancías que necesita y necesitó la población en tiempos de verdadera dificultad.
Un sector que igual encontró beneficio con la empresa fue el agro, ya que los campesinos pudieron sacar sus productos a los centros de comercio, pero igual en los buses transportaron los insumos que las fincas requerían.
La empresa nació en Pacho, Cundinamarca, la Flota Rionegro en principio fue Flota Rioblanco, después pasó a llamarse Expreso Villa Gómez, como homenaje a una población de la provincia de Rionegro. Uno de los fundadores fue don Pedro Morales, quien falleció dejando un legado y una grata historia para Pacho, la región y Cundinamarca.
Luego la empresa pasó por varias manos y tuvo unos golpes muy fuertes, pues como consecuencia de haber pertenecido en un tiempo al extinto narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, la transportadora pasó al Estado que la administró en medio de un relicario de problemas y manejos bastante criticados, Finalmente la compañía, totalmente emblemática y regional, volvió a ser propiedad de inversionistas pachunos.
Al volver a casa, retornó el orden y la institucionalidad a una empresa que tiene igualmente accionistas de la Sabana de Bogotá y capital boyacense, una musculatura financiera fuerte y sólida que le garantiza sostenibilidad a la vetusta compañía.
La empresa nació en tiempos difíciles, el mundo salía de las guerras mundiales y Colombia experimentaba complejidades políticas, económicas y sociales, no en vano en 1948 había sido asesinado el aspirante a la presidencia de Colombia Jorge Eliecer Gaitán. Ese episodio marcó un momento oscuro porque sobrevino una violencia sin cuartel que dejó muchos muertos, una retahíla de desplazados y unos impactos en la economía que agudizaron la situación del sector real.
El famoso estornudo Chino se sintió en Tunja, Pacho y en toda Colombia

Quedó demostrado que a las empresas colombianas les toca nacer, crecer y desarrollarse en medio de las dificultades, pero gracias al arrojo y la misma resiliencia, el país empresarial ha salido adelante, demostrando que las soluciones no están en los jardines de lamentos y llantos prolongados, no, el transportador y el empresario cumplen a cabalidad con el principio del ave fénix, se rehace de las cenizas y sigue incólume ganándole terreno al tiempo.
“En este caso, con la pandemia aprendimos una dura lección, porque después de ser reyes en el transporte, la enfermedad reportada inicialmente en Wuhan, China, nos arruinó, nos hizo parar más de siete largos meses, impidiendo llevar el ingreso a las 200 personas que dependen de la compañía, algo muy fuerte. La situación no se quedó en el transporte puesto que muchas empresas entraron en bancarrota, acabando empleo y oportunidad. El problema fue grande y es para tener en cuenta porque muchos empresarios dependían de una gran mayoría de factorías y negocios que desaparecieron”, precisó Rojas.
Flota Rionegro y Expreso Gómez Villa tienen 120 conductores y el resto de personal es administrativo y los relevadores. La firma emplea directamente 135 personas, un impacto social de gran valía para la región de Rionegro y Bogotá.
Esta empresa es única en la región de Rionegro y por ello con la pandemia y las medidas se vieron afectados 15 municipios que no tuvieron transporte. Estas marcas pioneras en la movilidad de la provincia vieron cómo se afectaban los indicadores económicos y sociales en la comarca.
Hace 70 años llegó una bendición a la próspera región de Rionegro, los campesinos que tenían como medio de transporte el caballo, la mula o el jumento, estaban por recibir las mejores noticias. Igual hubo personas que sin bestia alguna tuvieron que devorar monte o trocha para llegar al pueblo después de caminatas interminables de muchas horas, en momentos por lodazales y barro en invierno, o en polvaredas insoportables en los abrazadores veranos. El tiempo era todo porque algunos individuos salían de sus veredas con acelerado caminado y tardaban hasta tres horas para llegar a Pacho, algo que hace aterrador lo que podía durar un trote por entre la maleza.

Un desplazamiento entre Pacho y Bogotá a caballo demandaba en promedio ocho horas por caminos de herradura, por fortuna existían tiendas y estancos que proveían la comida y sin mucho afán algo de buena chicha o guarapo.
Estas empresas Flota Rionegro y Expreso Gómez Villa, son un patrimonio sentimental de los pachunos, muchos las vieron florecer, decaer y volver, es la empresa del recuerdo, la compañía que los lleva y los trae, se trata de marcas que acercan familia, amigos y negocios. Hoy la flota pasa por el frente de la finca, las veredas tienen conectividad sobre ruedas y la querida empresa les llevó a los ciudadanos verdadera calidad de vida.
Por ser Pacho cabecera de provincia, se ha afianzado como un lugar estratégico en logística del cual dependen otros municipios que ven crecer exponencialmente a un vecino geográficamente afortunado, con una población trabajadora y con una economía variada y sorprendente.
Rojas Camacho ingresó a la empresa en 2017 como asistente del área de recursos y talento humano, oportunidad que le permitió conocer más la empresa para luego dar el salto a inspector de rodamiento en donde los resultados fueron más que satisfactorios, el año anterior en septiembre, el comprometido Bernardo Rojas, fue nuevamente promovido y nombrado como jefe operativo de las dos empresas.
Los buses resultaron vitales para la comunidad, aparte de transporte, la empresa coadyuva con la agricultura y las labores del campo, también se preparó para fomentar el turismo, una industria creciente que deja ver un futuro inmejorable. Los campesinos han encontrado en Flota Rionegro y en Expreso Gómez Villa aliados determinantes para el progreso. Otra gestión se ha hecho con las alcaldías en donde los trabajos por la comunidad se articulan para trasladar cada día beneficios y servicios en aras del desarrollo.
Las terribles vías van a beatificar los conductores

Un dolor de cabeza para el transporte de la región son las vías que suelen estar deterioradas y totalmente inadecuadas en épocas de invierno. En cada recorrido sube el tiempo de viaje, pero lo preocupante es que los conductores deben acudir a sus pericias, a la Virgen del Carmen y al Todo Poderoso, porque en ocasiones es casi imposible cumplir con las rutas.
Sobre este delicado asunto, Rojas expuso que ahora con el boom del libre comercio y los TLC, el ejecutivo debería aprovechar para entregar unas vías decentes y transitables para llevar el comercio por todo el país porque de lo contrario seguirá siendo más barato un flete de Shanghái a Buenaventura que de Bogotá al puerto sobre el Pacífico.
Con invierno sufren los buses porque se altera el rodamiento pues no es lo mismo transitar en la Sabana que en las duras trochas que intercomunican municipios de la dura cordillera oriental, lo que incluye a Bogotá. Denunció que hay vías sin pavimento que vuelven un martirio los viajes, pues en un recorrido de cinco horas en pleno invierno, el tiempo sube a ocho horas o más.
Es un sufrimiento para usuarios y transportadores puesto que el tiempo aumenta, el viaje se hace complejo y hasta peligroso porque no hay un líder que promueva la construcción de vías secundarias y terciarias, pero igual que impulse la construcción o adecuación de vías para el desarrollo, ya que los caminos de hoy son los mismos de las grandes travesías en el siglo XIX.
En la comunidad hay inquietud en vista que fue instalado un peaje entre Zipaquirá y Pacho que por la característica de la vía no se justifica, una decisión que encarecerá la movilidad y tendrá fuertes impactos en competitividad. El asunto es un dilema, pero lo único cierto es que con buenas o malas vías a las empresas les toca prestar el servicio.
La precariedad vial muestra unas escenas increíbles porque hay momentos en que las personas se bajan del vehículo y acto seguido tienen que caminar dos horas o más con una pesada maleta y otros paquetes, eso sin contar que muchas veces son mujeres solas con niños, o familias que deciden visitar sus familias.
Los costos del transporte castigan la rentabilidad

Un país con buenas vías hace que el transporte sea más rentable y eficiente porque los automotores no se ven afectados, pero en las vías de Cundinamarca y en muchas del país, la actividad transportadora sigue perdiendo margen de utilidad puesto que la canasta de operación es muy cara, hay que pagar combustibles, salarios de los conductores, ayudantes, peajes, llantas, cambios de aceite, parqueadero y el recurrente daño de los carros por las intransitables carreteras. El asunto es tan delicado que algunos comentan que lo más conveniente para la región es que lleguen pronto los carros voladores, los que se van a ver primero que las prometidas vías, esas que multiplican votos.
El mantenimiento es toda una pesadilla, las condiciones de rodamiento no existen y en la pandemia muchos conductores, después de jornadas arduas, llegaron a su casa justo con lo del diario, pero hubo días que entraron a sus casas con las manos vacías y nada se pudo hacer. Quienes tienen sus carros, pierden la tranquilidad, porque entre trochas los automotores duran menos y los problemas aumentan.
Algo notorio en el sector transporte es la salida de muchas empresas del mercado, algunas se fusionan o venden sus activos, pero el transporte como industria perdió terreno de manera alarmante. Es por eso que resulta valioso y admirable que con amor propio, trabajo, respeto y sentido de pertenencia algunas empresas regionales como Flota Rionegro y Expreso Gómez Villa subsistan, ello por el portafolio que manejan y los conceptos que optimizan en materia de servicio y rutas.
Un mandato de las empresas de la región de Rionegro es mejorar y hacer correctivos, pero lo ideal es llegar de la mejor manera al cliente y hacer de la firma un potencial de amabilidad, seguridad y cumplimiento. La compañía sigue expandiéndose en Cundinamarca y por ello hace presencia en la región del Sumapaz, puesto que los buses están ingresando desde hace un buen tiempo al municipio de San Bernardo en donde Gómez Villa y Rionegro son pioneras.
Las rutas se ampliaron a la Hidalga y Noble Villa de Tocaima, Cundinamarca, y a Puerto Salgar en el Magdalena Medio, en los límites con el departamento de Caldas. Esa ruta la cumplen las empresas por la Ruta del Sol, un valor agregado que sube muchos más pasajeros de los dos departamentos, viajeros a los que se les da gusto y se les brinda lo que necesitan.

Un tema que ya se había abordado en este medio, es la posibilidad que el capital extranjero y las multinacionales desplacen del negocio de carga y pasajeros a las empresas tradicionales del transporte que apostaron desde hace décadas por el progreso de Colombia. El asunto sigue llamando la atención e invita a una mesa entre empresas y Gobierno para saber que vendrá a fututo para quienes han invertido y creído en el país.
Dentro de los retos del transporte está el reacomodo a las nuevas energías, la despedida a la era del petróleo y mejorar las posibilidades para el usuario. Una buena noticia entregada por Bernardo Rojas, jefe operativo de la Flota Rionegro y Expreso Gómez Villa, es que a partir de la fecha, las tarifas que fueron ajustadas por la pandemia, volverán a los niveles de antes, es decir bajan las precios de los tiquetes.
Actualmente Flota Rionegro y Expreso Gómez Villa, ofrecen rutas versátiles y vitales en el desarrollo regional. La empresa cuenta con itinerarios entre Bogotá-Zipa-Pacho-La Palma-Yacopí. Bogotá-Zipa-Cogua-San Cayetano-Camancha. Bogotá-Pacho-Villagómez-Tudela. Bogotá-Pacho-La Palma-Yacopí-Llano Mateo. Bogotá-Pacho-Pasuncha-Topaipí-Naranjal. Bogotá-Fusa-Arbeláez-San Bernardo y otras en el Magdalena Medio y el Alto Magdalena.



