Domingo, 01 Noviembre 2015 08:38

Agricultores colombianos amenazan con salir del país

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Ya hay invitaciones en varios países de la región y lo preocupante es que los labriegos lo están considerando porque dicen que no hay condiciones jurídicas ni tributarias.

 

Los agricultores colombianos amenazaron con irse de Colombia para producir alimentos en países en donde hay estímulos, respeto y condiciones legales así como tributarias.

En diálogo con Diariolaeconomía.com, el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, Rafael mejía López, reconoció que varios han salido y anotó que hoy el éxodo de muchos más agricultores es posible por la precarización y el olvido en el que los tuvo un estado que solo mira las conveniencias exógenas.

Le dijo al gobierno que es necesario ir por el campo como país en aras de sacar adelante un proceso de paz y retomar una economía primaria venida a menos y castigada o de lo contrario los labriegos seguirán partiendo de Colombia a otros destinos en donde hay garantías y estímulos a los productores primarios.

Según Mejía se están yendo los empresarios del campo para Brasil para Perú, Ecuador, Costa Rica y hay invitaciones para sembrar en Nicaragua. En este momento los agricultores están escuchando opciones por fuera del país porque la inversión es un factor movible y la experiencia del empresario colombiano dentro de la finca es muy buena y en ese orden de ideas hay una ayuda innegable del ministro de Agricultura, pero por fuera hay todo tipo de inconvenientes en infraestructura, en salud, vivienda, agua, licencias y seguridad entre otros aspectos.

Así está la agricultura

En tono pausado, mirando los documentos y los registros que colgaban de sus dedos pulgar e índice, el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, Rafael Mejía López, dejó caer los papeles en la mesa y de manera lacónica dijo, “se nos vinieron encima las importaciones”.

Fue claro al afirmar que para hablar de la realidad del campo colombiano hay que partir de qué tiene el país, hacia dónde va la ruralidad y que ha sucedido hasta agosto de 2015.

Dijo que para poder tener una idea del hoy, hay que devolver la película hasta el año 2000 cuando hubo una producción agrícola de 25´669.000 toneladas de las cueles fueron exportadas 4´265.000 toneladas a tiempo que se importaron 5´578.000 toneladas lo que significaba el 20.7 por ciento del consumo aparente que fueron 26´911.000 toneladas.

Según la SAC hacia 2014 la economía campesina dio un vuelco porque la producción llegó a 31´401.296 toneladas, es decir un crecimiento del 22.3 por ciento. De esa producción el país exportó 4´428.000 toneladas equivalentes al 3.8 por ciento en crecimiento lo cual fue tildado de insignificante por los productores más, si se mide con las importaciones que sumaron 10´290.000 toneladas es decir unas internaciones que representaron el 27.6 por ciento. Lo anterior muestra que el 28 por ciento de lo que el país se come en un día es importado.

“Ese fue un crecimiento del 84.5 por ciento sobre un consumo aparente que hoy en día con referencia en 2014 fue de 37´219.000 toneladas”, explicó el señor Mejía.

Nuevos escenarios

Mejía comentó que simultáneamente en este último año vinieron varios cambios como el desplome en los precios del petróleo que paso de algo más de 100 dólares por barril a 45 por ciento en promedio, pero también llegó una devaluación que se acentuó cuando la moneda interna frente al dólar pasó de 1.800 a un promedio de 2.950 pesos por dólar, unos 1.150 pesos de incremento aproximadamente que en términos porcentuales representa más de un 63 por ciento de devaluación.

“Con estas condiciones de devaluación esperábamos que la economía agrícola se comportara de acuerdo a los preceptos económicos, mejor dicho que aumentarán las exportaciones por el cambio favorable y que de manera paralela disminuyeran las importaciones porque con una devaluación de ese tamaño sería más complejo importar. Lamentablemente todo salió al revés porque las importaciones en toneladas acumuladas a agosto de este año aumentaron en 11.2 por ciento, algo complicado porque al margen del clima que no ayuda, las importaciones se han ido incrementando”, declaró Mejía López.

Las importaciones que más han crecido son las mismas de 2014, es decir trigo en un 74 por ciento, maíz, soya y algunas tortas. Al revisar la contrapartida que son las exportaciones el registro no es el más grato teniendo en cuenta que había un estímulo cambiario y caso opuesto las ventas al exterior medidas en toneladas cayeron 5.8 por ciento entre enero y agosto. Al quitar el rubro de café la caída es del 8.6 por ciento.

El panorama de arranque no es bueno y los destinos de exportación siguen siendo Estados Unidos que compra el 38 por ciento de la oferta exportable del campo, la Unión Europea el 28 por ciento, Japón el 5.2 por ciento y Venezuela tan solo el 2.7 por ciento, asunto complicado pues a ese país se llegó a exportar más de 7.000 millones de dólares con una buena participación agropecuaria.

Para la SAC hay varias aristas por revisar y son la devaluación y el comportamiento macroeconómico que esta ha generado, las importaciones y exportaciones así como el fenómeno de El Niño.

Aclaró que en materia climática, octubre, noviembre y diciembre son meses complejos que se articulan con enero, febrero y marzo, también difíciles.

“Con el fenómeno de El Niño hay que tener en cuenta los ciclos agrológicos de los productos porque se sabe que en enero, febrero y marzo siempre hay una disminución de la oferta de papa y de igual forma es sabido que en abril, mayo y junio no hay oferta de papa y que en el segundo semestre salen las cosechas, entonces no se puede culpar a la sequía por los fenómenos agrologicos y todo lo atinente a cultivos tradicionales”, expuso Mejía.

Afirmó que en el primer semestre cuando no hay papa, hay oferta de yuca y en el segundo semestre en términos generales escasea un poco.

Cuando el censo agropecuario se dio a conocer a la opinión pública y se notó una disminución importante en los cultivos transitorios que son los que generan la mayor importación de alimentos surgió la idea de buscar no solo como sustituir lo que estábamos importando sino de buscar como ampliar la frontera agrícola.

El dirigente gremial lamentó que no es consecuente que un país que es rico en zonas geográficas, rico en recursos hídricos, rico en gente, en tierras, toda vez que hay 22 millones de hectáreas con vocación agrícola, pero que solo siembra en 7.1 millones y rico en potencial esté quedado en agricultura.

A lo anterior, dijo, hay que sumarle el acumulado de inflación en alimentos por la devaluación, fenómeno de El Niño e IVA en más de un siete por ciento. Todo ese entorno conllevó a las propuestas concretas diseñadas al unísono entre los gremios y el ministerio de Agricultura y definir que había que sembrar 310.000 hectáreas de maíz amarillo, 90.000 de maíz blanco, 53.000 de soya, 30.000 hectáreas de forrajes ganaderos, 10.000 de frijol, 10.000 de cebada, 200.000 de aceite de palma, 200.000 forestales y cerca de 35.000 hectáreas de frutas exóticas.

“En otras palabras, dentro de este plan de Colombia Siembra, se establecieron cinco zonas básicas de producción para aumentar la oferta y con ello se favorecieron maíz, forestales, soya, azúcar, algodón y arroz y otros que son los tradicionales como banano, café y flores. También entraron los generadores de energía, a saber, azúcar y aceite de palma, los de alto valor nutricional como aguacate, panela, cacao y hortalizas, pero de igual manera se tuvieron en cuenta los exóticos y tropicales como gulupa, mango, piña, granadilla, uchuva, limón Tahití y los productos pecuarios, básicamente carne y trucha”, especificó.

Mejía precisó que todo lo anterior tiene una serie de programas, estrategias, instrumentos y unos recursos, pero aclaró que el país sigue muy concentrado en exportaciones como flores, café y banano. En ese orden de ideas, sostuvo, no ha sido posible diversificar desde la demanda.

Al mirar el origen de las importaciones, se ve reflejado el efecto de los tratados de libre comercio porque las importaciones que en 2012 eran argentinas en un 49 por ciento hoy bajaron a un lánguido dos por ciento. En 2012 Colombia importaba de Estados Unidos el 15 por ciento y a la fecha esa cifra va por el 77 por ciento. El otro país que no muestra mayor variable es Canadá que pasó del nueve al siete por ciento.

“Con esto nos queda claro quien aprovecha los tratados de libre comercio y quien no”, apuntó.

La esterilidad de los TLC para Colombia, aseveró Mejía, se ha dado porque infortunadamente se han ligado a una serie de recomendaciones que se pueden definir en tres grandes áreas, en primer lugar a bienes públicos, dos, seguridad jurídica y tres el entorno tributario que resulta según la SAC muy desfavorable para el campo y el cual no invita a la inversión.

Como si fuera poco, hay una serie de subtemas que tienen que ver con presupuesto que se cayó en más de 50 por ciento, pero luego mejorado con una adición del 38 por ciento, haciendo muy compleja la asignación. Otros subtemas son tierras y seguridad jurídica, investigación y transferencia de tecnología, comercio internacional en donde se han criticado los pocos elementos de protección que tiene el país, en fondos de estabilización de precios que ampara seis productos y en franja de precios que favorece trece productos.

En fortalecimiento institucional el país está a la víspera de que se le acaben las atribuciones al Presidente y también se observa que habrá menos dinero para la infraestructura con el encogimiento del presupuesto. Mejía dijo que como infraestructura no hay que relacionar únicamente carreteras primarias, secundarias o terciarias sino proyectos que van más allá como distritos de riego, infraestructura para pos cosecha como plantas de secamiento, silos de almacenamiento y trilla para conjurar el problema mayor para la SAC y es que los industriales son los formadores de precios y el productor se reduce al tomador de precios.

Los agricultores, los primarios, los que le meten las manos a la tierra pidieron una política agraria de estado en donde se integren los puntos ya precisados que es lo que se está haciendo con la Misión de Transformación del Campo.

En materia de empleo, a nivel nacional entre junio y agosto de 2014 había 3.6 millones de personas trabajando, a igual periodo de 2015 el indicador bajo a 3.5 millones.

“Al ver el empleo total, se observa que el informal en zonas rurales sigue siendo del 61 por ciento. Es perentorio cerrar las brechas rurales y urbanas, motivo por el cual el cual, el gobierno debe definir qué ministerio se hará cargo de lo económico y lo productivo, y que cartera asumirá lo social, es decir todo lo que tiene que ver con vivienda, educación y salud. También deben acordar quién manejará lo político”, recalcó.

Un punto delicado para la SAC es el régimen laboral porque en Colombia se copió el rural del urbano, asunto que trae las consecuencias de informalidad.

OCDE opinará

En el próximo Congreso Nacional de la SAC que se llevará a Cabo en Villavicencio, el gremio le pidió a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. OCDE, que lleve dos puntos específicos los cuales ya fueron acordados y básicamente apuntan a definir como es la política agraria en algunos países miembros de la OCDE y como es el régimen tributario en otros países teniendo en cuenta el campo versus la ciudad y la industria.

“Aquí por una finca pagamos los mismos impuestos que un banco y no hay beneficios y por eso tenemos que buscar que esa potencialidad de más de 15 millones de hectáreas con vocación agrícola se usen en inmejorables condiciones en un mundo que precisamente está pidiendo comida”, añadió el presidente de la SAC.

Colombia Siembra, un plan promisorio

Sobre el programa “Colombia Siembra”, los agricultores manifestaron que este plan puede funcionar y ser muy útil, pero única y exclusivamente si el gobierno cumple con su parte, de lo cual no hay duda. Expresó que habría un revés en la medida en que el ejecutivo deje a los gremios de lado, pensando que este es un programa exclusivamente gubernamental que busca apoyos en donde no existen.

“Hay que entender que el que siembra es el agricultor y no el industrial que vende el fertilizante, ni el industrial que compra la materia prima y en ese sentido ha habido muchas señales contradictorias del gobierno sobre todo en el manejo de la protección a los productos del campo cuando vemos que amenazan con quitar el arancel del maíz y paradójicamente pide que se siembre maíz y arroz, otro producto en riesgo”, indicó Mejía López.

Para el dirigente gremial, en materia de agricultura debe buscarse coherencia entre el sector privado y el gobierno porque el agricultor es quien hace la inversión para producir y ofertar sus productos al mercado nacional o al mercado de exportación.

El milagro peruano tuvo luz propia

El tema Perú que tanto ha cautivado a los empresarios y más con el encanto del milagro en la agricultura no es indiferente para los agricultores colombianos, pero aclararon que una cosa es Perú y el entorno que adoptó para hacer posible lo imposible y otra la situación colombiana en donde hay una carga impositiva de gran calado, carencia en infraestructura y muy bajo estímulo a las inversiones.

Perú, dijo Mejía, les dio todo a los agricultores, les facilitó vías, infraestructura, acopios, riego, bajo los impuestos, estimuló la dinámica rural. El caso colombiano es muy distante porque el campesino debe pagar absolutamente bajo y no tiene las condiciones para dar el salto hacia la globalización.

En opinión de Mejía, el tema tributario que implica un universo debe comprometer no solo al ministro de Agricultura sino a todo un país hacia el campo en donde se vean acciones de los ministros de Hacienda, de salud, de educación, transporte y todos porque ellos tienen presupuestos y deben comprometerse con el campo si quieren ver una ruralidad desarrollada y pujante.

El 30 por ciento de la población en Colombia es de las áreas rurales lo que mal contado suma 14 millones de personas.

“Hay algo muy cierto y es que debe haber respeto a la propiedad privada, al modelo de mercado, respeto porque el empresariado este presente sin importar su tamaño porque aquí lo que sobra es tierra y lo que falta es estado”, manifestó.
Dijo que al hacer el cálculo de 310.000 hectáreas a punta de tres o cuatro hectáreas por predio no permitirá algunas metas. Según el dirigente en Colombia hay grandes zonas que son aptas para tener economías de escala y asociando campesinos, pero precisó que hay que pensar en costos e inversiones.

“Usted no puede pensar en vincular un campesino con mil hectáreas en un proyecto de 10.000 cuando de entrada tiene que meterle siete millones de pesos por hectárea, es decir 7.000 millones. La asistencia técnica en Colombia es un desastre porque se ha tratado que sea por parte del gobierno, la única que ha funcionado es una asistencia técnica a partir de modelos como el de la Federación Nacional de Cafeteros, de Fedearroz, de Fedepalma y otros muy eficientes”, afirmó.

Sobre los productos que han salido adelante, dijo que lo han hecho quienes cuentan con ciencia, tecnología e investigación y que por lo general no dependen del gobierno. Se acordó que así las cosas, el aceite tiene a Cenipalma, Azúcar cuenta con Asocaña, café a Cenicafé, Flores, Ceniflores, banano, Cenibanano, es decir un liderazgo a partir de los fondos parafiscales de centros de investigación propios de los gremios y no manejados o financiados por el gobierno.

Al abordar el tema de los TLC, Mejía fue claro al decir que estos no son perversos sino que quedaron por la mitad del camino porque el comercio internacional hay que verlo como un todo y en ese sentido se habló en términos muy generales. Además, conceptuó, el país firmó acuerdos sin infraestructura y sin seguridad jurídica sin dejar de mencionar la carga tributaria que hoy no invita a la inversión.

Dijo que Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea son exportadores netos de alimentos mientras que Japón, Corea y China dentro de un grupo muy importante son importadores importantes.

“Con Corea está pendiente el acuerdo desde el punto de vista legal, Japón está atrasado y China nos produce miedo, entonces dejaron al comercio desde el punto de vista del sector agropecuario en la mitad y colgados de la brocha”, explicó.

Ajustes en energía no son prudentes

Sobre el anuncio del gobierno en el sentido de subir las tarifas de energía, el presidente de la SAC, Rafael Mejía López, señaló que todo parece indicar que el gobierno no conoce el artículo 65 de la Constitución el cual privilegia la producción estratégica en donde está la producción agropecuaria y la seguridad alimentaria.

“La producción de alimentos gozará de la especial protección del estado y para tal efecto se otorgará prioridad al desarrollo integral de las actividades agrícolas, pecuarias etc.”, reza el artículo constitucional.

Mejía López se mostró contrariado porque el costo de la energía rural es igual al de a urbana y dijo que cuando se ha buscado acogerse a la disminución del 20 por ciento, el tramite resulta costoso y engorroso que se debe hacer cada seis meses en donde el productor debe diligenciar un dosier completo sin contar con el estudio y las visitas de los funcionarios.

En su opinión esa medida se justifica en medianos y grandes porque el productor pequeño no tiene la forma de hacerlos.
Para colmo de males hay algunos sitios en donde ya hay demandas en vista que cobran en el campo alumbrado público y este por la ubicación de los predios no existe.

“Esto impactará los costos de producción porque hay que pagar insumos costosos por la coyuntura cambiaria, por el clima y por la energía porque se está generando inflación de costos que va en el sesenta por ciento y la cual la asume el productor, pero finalmente se trasladan esos sobrecostos al consumidor. Lo cierto es que baja la rentabilidad porque el productor es el tomador de precios y el que se queda con el aumento es el industrial que es el formador de precios. En este capítulo tengo que decir que los compromisos de la industria no se ven por ninguna parte, ellos lo que quieren es comprar barato y hacer el show de que no son industria sin agroindustria cuando estamos conscientes que son dos cosas muy diferentes, en la ANDI deben saber y tener muy claro que ellos son industriales y no productores”, apuntó.

La leche, qué incoherencia

Para la Sociedad de Agricultores de Colombia, el tema de la leche es complejo y carente de sensatez porque no hay un horizonte trazado para darle derrotero a un sector que hoy está en el limbo y en vía de extinción.

Dijo que el país no puede aumentar la oferta y la productividad nacional si de manera paralela no hay mercados externos o una campaña acompañada de unos subsidios a los consumidores de los estratos más bajos y a los estudiantes.

Expresó su preocupación por los altos volúmenes de leche que siguen aumentando con el agravante que no hay estímulo al consumo y si por el contrario una importación masiva de lactosueros lo que a criterio del dirigente es toda una vagabundería porque se está reemplazando la leche colombiana de calidad, con alto nivel proteínico y vitamínico por unos lactosueros que no nutren, tan solo llenan, pero los bolsillos de los importadores.

Denunció que en este negocio hay triangulación, reempaques, leches vencidas y todo un entorno turbio que debe asumir el gobierno con mucha prudencia y una visión estratégica de corto, mediano y largo plazo y no de una forma simplista en donde el productor lleva cinco años sin incremento en sus precios, conllevándolo a su desintegración y al cambio de actividad.

“Los industriales como hemos visto, son tan rentables que son capaces de poner plantas en todas partes del mundo por cuenta de los productores colombianos”, aseveró.

Finalmente, la SAC dijo que hay una tarea del gobierno para volver al campo rentable y mucho más productivo para lo cual tiene un case importante que está en los suelos, en la riqueza hídrica y en el capital humano. No en vano, dijo, el 60 por ciento de los colombianos trabaja en agricultura, ganadería y pesca.

Aseguró que el ejecutivo y el país deben dejar de mirar al campo como una categoría inferior porque hoy se cayó el petróleo, la minería y la industria como tal no reacciona, situación por la cual el sector rural se consolida como la gran opción de negocio en donde hay que invertir para crecer a tasas representativas, pero garantizando seguridad alimentaria.

El Congreso de la SAC tendrá una agenda académica para no perdérsela porque trae expertos nacionales e internacionales y la presencia de entre 800 y 1.000 personas que hablarán y propondrán salidas para el único sector viable en Colombia, el de la producción de alimentos.

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