Una vez más retornamos a la próspera y renovada población de María la Baja en el departamento de Bolívar, esa tierra cálida al extremo, de soles abrazadores y gentes cordiales como también alegres que transpiran folclor y herencia africana, lamento profundo de las cantaoras bellas que transportan a las orillas del Continente Madre en ese mar Atlántico del siglo XV cuando de manera terrible las familias del diafano Alkebulan fueron arrancadas de sus terruños para ir a países de América y otras latitudes.
Es preciso aclarar que la esclavitud en África fue un fenómeno antiguo, un problema que afectó a las familias africanas desde tiempos anteriores a la llegada de los europeos, solo que tiempo después se impuso la llamada esclavitud transatlántica que fue impía, injusta y deplorable por lo lejana.
La esclavitud que padeció la humanidad comenzó en tiempos antiguos cuando a través del mar mediterráneo se practicaba una venta de seres humanos africanos y europeos, otra ruta utilizada en esas épocas fue el mismo Sahara. Como se indicó el comercio internacional de continente a continente tuvo sus orígenes en el infausto siglo XV, momento en el que se hizo masivo el rapto y traslado en barco de personas africanas al Nuevo Mundo, flagelo que impactó lugares específicos como el occidente de África y el centro en la vega del río Congo.
En América el tema no fue ajeno, con la llegada de los españoles muchos indígenas fueron subyugados y tras su sometimiento obligados a trabajar y a soportar vejámenes. Cartagena, la hermosa ciudad colombiana vio arribar los primeros barcos esclavistas entre 1534 y 1535, después de que Pedro de Heredia ordenara el desembarque de 50 africanos para trabajos forzados, principalmente el asalto de mausoleos en el conocido Zenú.
Los viajes se siguieron dando y aumentó el número de esclavos que llegaban a Cartagena, tragedia humana, totalmente traumática que fue atendida por San pedro Claver, persona que vio gentes encadenadas y enfermas, otras sin vida a las que atendió con misericordia y les dio sagrada sepultura, obra humanitaria que tuvo su comienzo en 1616 una vez fue ordenado como clérigo, piedad que tuvo vigencia hasta 1654 cuando falleció el canonizado.
De todas maneras ese legado africano mostró rebeldía, arrojo y fiereza, algunos negros huyeron a los palenques y con los años fueron adoptando nuevas costumbres, entrando paulatinamente en una cultura neófita que fue tomando forma e identidad sin deshacerse de la sangre de los ancestros vilmente extraídos de sus patrias, pero hoy recordados con tambores y ritmos caribeños que lloran y evocan respetados antepasados. Muchos habitantes de María la Baja tienen sus pieles negras orondas y alusivas a las bravas y retadoras selvas o sabanas africanas, sin embargo, dejan ver decoro y amor por una nueva tierra que les dio libertad, opción y últimamente oportunidad porque hay huellas que siguen en las sociedades, negando inclusión y respeto. De todas maneras, en Colombia los afrodescendientes ganaron espacios políticos, empresariales, deportivos e intelectuales que los fueron posicionando en campos en donde sobresalen con holgura.
María la Baja es eso, recuerdo, pasado y presente, retos y metas por cumplir, es una comarca de buenas personas que siguen muy comprometidas con la agricultura y la ganadería, muchos con sueños cristalizados bajo frescas palmas aceiteras que le dieron a la región impulso y un sello de garantía a la mejora en calidad de vida. Hoy entre el colorido pueblo y el azul del firmamento se oyen los cantos de las negras marialabajenses, un himno folclórico lleno de nostalgia y alegría, mixtura bella convertida en bullerengue, ritmo afrocolombiano cargado de identidad propia, especial porque lo protagoniza y firma la respetable y eufórica fémina del pueblo, la compositora, la cantaora y esa maravillosa negra dueña de danza, sonrisa y talento puro.
Los siglos pasaron y la región en una mezcla de indígenas endémicos, blancos y otros cruces les dieron forma a otras expresiones genéticas, afianzando una población multiétnica dedicada a la agricultura, la ganadería y todo tipo de comercio. En el campo la palma africana llegó para quedarse porque demostró que hacer labranza con agroindustria bajo un mismo techo al amparo de la asociatividad genera utilidades y cambio de chip, unas ganancias que se invierten en siembras, mejoras y buena vida, de todas formas, hay hogares que por desconocimiento dejan ir recursos en adquisiciones no necesarias o simplemente omiten el ahorro, un asunto del que se ocupará la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, Fedepalma, con una pedagogía asertiva que aportará educación financiera y mejor uso del dinero.
En diálogo con Diariolaeconomia.com, la gerente regional de Fedepalma para la zona de suroccidente y subzonas especiales, Martha Rincón, aseguró que el gremio ha visto que el pequeño palmicultor precisa una cultura inmediatista, del día a día y en muchos casos esa manera de llevar la vida no les permite tener esa concepción de disciplina en donde encajen el ahorro y la misma renovación del cultivo. En el transcurso del tiempo fue notorio, especificó la versada, que algunos palmicultores que empezaron con su actividad 30 o 35 años atrás cuando arrancó la palma a gran escala en muchos sitios, no han logrado consolidar una tranquilidad financiera por otros motivos.
En el momento de la primera siembra, expuso Rincón, algunos agricultores tenían 60 o 65 años y 30 años después muchos por obvias razones envejecieron y sus dos hectáreas se dividieron porque algunos tuvieron 12 hijos, en los periodos transcurridos logró educar a su decencia, pero actualmente no hay certeza de qué pasará con las hectáreas destinadas a palma y en ese proceso que se ha querido hacer de educación financiera, comentó, se pretende lograr una cartilla con el apoyo de la organización internacional Solidaridad, para poder enseñarles a los palmicultores de una manera muy pedagógica y bastante básica lo que significa llevar las cuentas de su cultivo porque si hay algo que caracteriza la siembra de la palma es legalidad y formalidad, una contexto que invita a manejar la economía empresarial o agrícola, una manera de aprender a ahorrar para garantizar renovación y sosiego, un tema que aplica no solo para la palmicultura sino para muchos otros sectores agropecuarios.
La buena administración es vital en sostenibilidad y en la eficiencia del labriego porque la gente empieza a cultivar, pero no maneja tiempos o cálculos y como la palma es de tardío rendimiento puesto que los frutos brotan después de 2.5 o tres años, alcanzando el máximo de productividad en los siguientes ocho o 12 años, una renta que sigue hasta los 30 años posteriores cuando declina su vida productiva, hay que tener una rígida administración y saber que después de las cosechas fundadoras hay que renovar porque todo cambia, de un lado las variedades, el clima, las amenazas fitosanitarias, las necesidades y el mismo mercado, muchas personas llegaron al tiempo de remozar las siembras, pero no ahorraron para ese fin porque la siembra le dio dinero para la educación de los hijos y otras cosas, pero nunca apartando ese recurso que debe ser inyectado en nuevas variedades.
“Inicialmente queremos reenfocarnos en despertar consciencia de que la palma genera un ingreso, pero que éste debe venir acompañado de orden, administración y ahorro, manejo que igual necesita una mentalidad a más mediano y largo plazo, una eficiencia con impacto positivo en los productores, las nuevas generaciones y obviamente para el futuro del gremio”, señaló Martha Rincón.
Sin duda, explicó la gerente regional de Fedepalma para la zona de suroccidente y subzonas especiales que comprende para la región norte de Colombia, Urabá, Córdoba, Sucre y María la Baja en Bolívar, los agricultores deben darle a sus siembras y a su actividad el manejo empresarial que demandan y ahí, subrayó, el orden es y será determinante en los buenos resultados, una práctica que finalmente diferencia al cultivador palmero de otros gremios porque el cafetero tiene una visión nómada, por decirlo así, y estacional, la palma por ser una siembra de 30 años hace que el agricultor sepa que tiene asiento, futuro, pero por sobre todo que es de largo aliento y en ese sentido, afirmó Rincón, cuando se habla de una idea de agro empresarial, eso quiere decir que si el palmicultor tiene solo dos hectáreas debe llevarlas al máximo de producción, algo que requiere dedicación, disciplina y buenas prácticas para que el cultivador logre catapultarse y por esa vía generar empleo.
Según la amable Martha Rincón, el agricultor debe propender por mejoría en el contexto en el que se encuentre y reconoció que en ese propósito se ha avanzado, aunque expuso que todavía falta sobre todo en un país en el que más del 75 por ciento del total de los palmicultores son de pequeña escala.
Palma, una siembra respetable, creíble y prospectiva
En la amena charla la directiva enfatizó que con el cafetero, el gremio palmero es de los más fuertes y organizados razón por la cual entre palmeras hoy se trabaja en varios frentes, el primero, hacer que todos los palmicultores en Colombia se registren ya que en un censo que prácticamente arroja más de 8.500 productores, las necesidades no se hacen esperar y una de ellas es que no todos los agricultores de la palma están vinculados a un núcleo y cuna do eso acontece, explicó la conocedora, es imposible garantizar la asistencia técnica o las buenas prácticas, asunto que representa un peligro tanto para ellos como para los otros palmicultores habida cuenta que hubo experiencias en el pasado como la pudrición de cogollo, PC, que acabó en municipios como Tumaco 35.000 hectáreas en menos de tres o cuatro años.
En la amena charla la directiva enfatizó que con el cafetero, el gremio palmero es de los más fuertes y organizados razón por la cual entre palmeras hoy se trabaja en varios frentes, el primero, hacer que todos los palmicultores en Colombia se registren ya que en un censo que prácticamente arroja más de 8.500 productores, las necesidades no se hacen esperar y una de ellas es que no todos los agricultores de la palma están vinculados a un núcleo y cuna do eso acontece, explicó la conocedora, es imposible garantizar la asistencia técnica o las buenas prácticas, asunto que representa un peligro tanto para ellos como para los otros palmicultores habida cuenta que hubo experiencias en el pasado como la pudrición de cogollo, PC, que acabó en municipios como Tumaco 35.000 hectáreas en menos de tres o cuatro años.
Si bien hay una amenaza, Rincón destacó que, pese a todo, resueltos y de la mano con la Corporación Centro de Investigación en Palma de Aceite, Cenipalma, parte esencial de la federación y brazo técnico que se tiene por excelencia, se decidió dar inicio a la localización de los pequeños palmicultores, y en ese sentido, anotó, para un municipio como María la Baja junto con otros poblados aledaños y corregimientos que rodean esa jurisdicción ubicada en las serranías de San Jacinto, se encontró que hay más de 350 palmicultores por fuera del núcleo lo que implica, reiteró, un peligro y de manera paralela un trabajo intenso que desde Fedepalma se debe hacer.
“En ese sentido la caracterización socioeconómica y del cultivo que tienen esos pequeños palmicultores resulta clave para poder organizar cualquier tema de asistencia técnica y financiación. En consecuencia, la vinculación de los agricultores con Fedepalma, brinda los beneficios del llamado club palmero, unas alianzas comerciales que sean estratégicas para los plantadores, no solamente en el cultivo porque lo que se ha descubierto con los problemas de relevo generacional y con todo el contexto en donde ellos viven es que debe ampliarse el tema de educación a la familia y quedarse solo en el labriego y por eso con esas coaliciones es factible ofrecer descuentos para cursos de inglés, estudios en universidades privadas como la Santo Tomas, obviamente con alcance nacional y pensadas en que sean cursos a distancia con el fin de que se puedan hacer”, aseveró Martha Rincón.
La vocera indicó que como en todo proyecto hay dificultades como la conectividad, en su concepto, un problema estructural que genera inconvenientes, pero recalcó que la legalización de los palmeros y su ingreso a la institucionalidad ayuda con el acceso a fertilizantes, herramientas de trabajo y maquinaria en el caso de los medianos porque finalmente, apuntó, el cultivo de palma sigue creciendo y en ese sentido representa una oportunidad, pero igual un reto específicamente para aquellos pequeños palmicultores que están ubicados en zonas de conflicto, de cultivos ilícitos o en donde simplemente la economía es ilegal, una alternativa de ingreso que desde luego preocupa, razón por la que se quiere atraer al palmicultor al buen camino, a la ruta adecuada para que se vinculen nuevamente a sus núcleos.
Cabe recordar que muchos campesinos abandonaron su actividad agrícola porque en medio de violencia y conflictos terminaron arrinconados y sin opción, hubo momentos en que la agricultura terminó rezagada y poco rentable, entre otras cosas porque prevaleció la deuda estatal con la ruralidad, hoy visible en carencia de bienes públicos, poco o nada en vías terciarias y secundarias, así como un vacío jurídico en la propiedad que demanda atención al igual que la seguridad física, hoy lamentable talón de Aquiles en la economía agraria.
Al hacer el análisis del repunte en las labores agrícolas, es totalmente visible que el sector privado fue determinante en la evolución del campo y en una sostenibilidad admirable porque como venían las cosas, las tierras de la alimentación tenían como destino las obras en cemento o la malsana acumulación de predios. A lo anterior hay que sumarle que la apertura económica y el libre comercio tomaron al país por sorpresa llevándolo a una crisis productiva y a unas exportaciones tradicionales del campo reducidas a café, banano, flores y otros bienes como cacao y algunas frutas. Afortunadamente hubo trabajo, visión y acción porque sectores como el arrocero, el de la palma y la ganadería, por citar algunos, entraron por la senda de la competitividad, el mejoramiento genético, mayores rendimientos, menores costos de producción, trabajo ambiental y la optimización del recurso hídrico.
La Colombia fuerte de los años 70, de la que se habló como un paradigma regional por ese potencial admirable entre los países andinos se quedó en retórica, sin ayuda y desamparada en la agricultura, lo que explica por qué a la fecha, al productor local le toca aprender de países vecinos como Perú y Ecuador que hoy exportan en miles de millones de dólares porque no propusieron, de manera elemental hicieron.
Un ejemplo para tener en cuenta es el asunto de los distritos de riego porque el de María La Baja que tiene cerca de 40 años de existencia y que llegó para varios cultivos, sobrevive debido a la actividad y dinámica de la palma de aceite en la zona. En otros departamentos, indicó Martha Rincón, ocurre lo mismo, hay tierra de regadío en baja proporción o son inexistentes en lugares determinantes en donde paradójicamente abunda el agua, pero añadió que hay otras falencias como las reportadas en la zona suroccidental en donde se adolece de centros de salud, una precariedad tan grande, dijo, que inclusive los predios en donde fueron levantadas las instalaciones de la Fuerza Pública fueron donados por empresarios del sector, ello porque la palma no solamente está comprometida con el apoyo a la institucionalidad y sus palmicultores, es por filosofía una alternativa real y como lo dicen los productores ha tenido un precio estable, todo un entorno de legalidad y formalidad en favor de los pequeños agricultores, en este caso los dedicados a palma de aceite que con avales y condiciones se pueden vincular a un sector sólido y sumamente organizado.
Mujeres palmeras, esenciales en el tejido empresarial y social
En agricultura y primordialmente en palma, la mujer ha tenido un rol trascendental en el desarrollo de la actividad porque su trabajo, compromiso y conocimiento apalancaron crecimiento, enseñanzas y consolidación. En ese aspecto, la política de género es uno de las banderas de Fedepalma con el tema de certificación DAPS en el marco del Programa de Aceite de Palma Sostenible en todos los niveles.
“Más del 32 por ciento de los palmicultores en Colombia son mujeres y muchas son madres cabeza de hogar que han visto hasta por sus padres y fueron capaces de iniciar su propio proyecto en donde la decendencia al parecer seguirá con una saga afortunada de palmicultores que ya miran nuevos horizontes de cara a ser sublimes en la palma del futuro. En la palma hay operarias, propietarias, gerentes y un capital humano femenino importante como el de Fedepalma ya que en esa actividad es de alto relieve el papel y la condición de la mujer. Un asunto que pasa por la feminidad y coincide con lo que se hace tiene un símil con el cultivo híbrido porque se trata de que adopte el género femenino para producir fruto por cuanto este material prácticamente sale sin sexo y allí el mismo cultivo habla, se expresa y ratifica que quiere generar, procrear y asegurar futuro, algo muy de mujer.
La certificación, manifestó, es tremendamente útil y ayuda porque lleva la gente a formalizarse y a entrar a un entorno de legalidad, no sobra decir que en Colombia hay muchísimas propiedades sin título y sin registros al día, un problema estructural del país que a juicio de Martha Rincón urge ser abordado y debidamente conjurado. Precisó que ante la circunstancia innegable se han hecho ingentes esfuerzos, pero afirmó que no se avanza a la velocidad deseada porque hay de por medio muchos cuellos de botella, verbigracia, la violencia histórica vivida, la toma ilegal de tierras o despojo asociadas a todo ese marco de cultivos ilícitos y economías ilegales que de hecho ha dificultado progresar en ese espinoso asunto y por ello desde la federación se quiere dar todo el apoyo al propietario para que pueda legalizar su predio y así facilitar su identificación.
Insistió en la necesidad de contar con un sistema totalmente transparente que pueda asociar el nombre y la cédula de una persona con su polígono, con su finca para poder decir que hay unos predios que producen palma de aceite que se puede exportar sin inconvenientes a mercados como Europa y otros destinos, unas prácticas que están haciendo que el aceite de palma colombiano sea diferenciado del resto de aceites en el mundo, una denominación de origen clara y unos procedimientos verticales, pero lo más importante, la forma sostenible y responsable con lo que se está obteniendo el producto.




